Huertos urbanos ante la contaminaci¨®n
No ha trascendido ning¨²n caso de intoxicaci¨®n en estos cultivos en las ciudades pero escasean a¨²n los estudios
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
Los hay de todo tipo. Grandes, peque?os, en la periferia o en pleno centro. Los huertos urbanos se han hecho un hueco cada vez m¨¢s importante en las ciudades, creando oasis verdes que seg¨²n la FAO pueden ayudar al medio ambiente e impulsar la econom¨ªa circular en un mundo donde el 55% de la poblaci¨®n vive en urbes, porcentaje destinado a aumentar hasta el 68% en 2050. Los altos niveles de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica han generado sin embargo un debate, tanto en Espa?a como en el extranjero, sobre la conveniencia de comer los frutos de estas tierras incrustadas en el cemento.
En 2016, un art¨ªculo publicado en la revista Nature recomendaba monitorear de manera constante los alimentos producidos en huertos urbanos ante la elevada contaminaci¨®n de las ciudades y la escasez de estudios al respecto. ¡°Siempre recomiendo saber cu¨¢l ha sido la actividad anterior del terreno o cultivar en bancales, porque en una zona industrial, al lado de un vertedero o de una mina las concentraciones son mucho m¨¢s altas¡±, explica Miguel Izquierdo, investigador de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y coautor de un an¨¢lisis publicado este verano que asegura que los productos de los huertos urbanos de Madrid son seguros para consumir.
El principal objetivo de estos espacios no es el ocio, sino las actividades sociales
Muchos de estos espacios han nacido sin embargo de manera informal de la mano de iniciativas vecinales y solo recientemente los Ayuntamientos han comenzado a construir redes alrededor de ellos, lo que complica la tarea de seguir las recomendaciones de los expertos. ¡°Empezaron con un fuerte componente pol¨ªtico y la b¨²squeda de un espacio de autogesti¨®n¡±, explica Ricard Espelt, investigador en la Universitat Oberta de Catalunya.
¡°Aqu¨ª hab¨ªa un solar abandonado; los vecinos entraron, lo limpiaron y lo ajardinaron como ejercicio de ocupaci¨®n¡±, cuenta Christian Osuna, quien lleva junto a su hermano un taller de bicicletas y una microTBOteca ¡ªuna biblioteca m¨®vil de tebeos¡ª en el huerto urbano Esta es una plaza en el centro de Madrid, nacido en 2008 bajo el impulso que a?os despu¨¦s desembocar¨ªa en el 15-M. ¡°Al poco tiempo los desalojaron y los vecinos pidieron al Ayuntamiento una cesi¨®n formal que les fue concedida¡±, explica Osuna sentado en una esquina del solar delante de una mesa de madera que ¨¦l mismo construy¨®.
Algo parecido ocurri¨® con el huerto del parque de Miraflores de Sevilla. A finales de los ochenta, los vecinos se organizaron para limpiar esta zona que se hab¨ªa convertido en un dep¨®sito de escombros. De su iniciativa naci¨® uno de los huertos urbanos m¨¢s emblem¨¢ticos y galardonados de Espa?a. Ana Fern¨¢ndez, quien tard¨® 17 a?os en obtener una parcela por sorteo en este espacio, asegura que aguantar tanto tiempo vali¨® la pena. ¡°Mis patatas saben a casta?a, los tomates son macizos, ?y el gazpacho que sale no tiene nada que ver!¡±, cuenta entusiasta esta sevillana de 57 a?os.
Esta primavera, el CSIC public¨® un estudio donde alertaba de que algunas de las parcelas del huerto urbano de Miraflores conten¨ªan niveles de plomo por encima de los l¨ªmites m¨¢ximos establecidos, posiblemente a causa de la pintura a base de este elemento de los escombros de la zona. La investigaci¨®n a?ad¨ªa sin embargo que estos resultados no deb¨ªan ser fuente de alarma, ya que la toxicidad por metales pesados se produce tras un consumo continuado en el tiempo de productos contaminados.
Ra¨²l Puente, docente de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla (UPO) y vinculado desde sus inicios al huerto del parque de Miraflores, defiende que estos resultados solo se dieron en dos parcelas de las 175 que lo conforman. ¡°En 20 a?os no he conocido ning¨²n caso de intoxicaci¨®n por comer de un huerto urbano, pero es cierto que faltan estudios¡±, comenta. ¡°Hay que considerar tambi¨¦n que estos alimentos suelen representar un 40% del total de hortalizas que consumen los hogares; la finalidad principal de estos espacios no es el consumo, sino es el ocio, las actividades sociales y educativas, y los productos se dedican al autoconsumo familiar o se donan¡±.
En 2008 apenas hab¨ªa 15 sembrados de este tipo, frente a los 900 actuales
Beneficios sociales
A falta de datos oficiales, Puente estima que de los 15 huertos urbanos que hab¨ªa en 2008 en Espa?a ahora se ha pasado a unos 900, por un total de 250 hect¨¢reas distribuidas en 25.000 parcelas y 350 localidades. ¡°La crisis lo cambi¨® todo: en 2008 hubo un boom agrourbano y a las reivindicaciones tradicionales ligadas al activismo ecol¨®gico y obrero se incorporaron otras motivaciones, como proveer alimentos a familias empobrecidas o estimular el envejecimiento activo; luego se impuso la moda de lo saludable y otra gente empez¨® a acercarse¡±, explica el docente.
Uno de los ¨²ltimos huertos urbanos que abri¨® sus puertas en la capital es La Gasolinera, una placita con cuatro bancales construida por el Ayuntamiento en 2017 sobre lo que hace a?os fue una estaci¨®n de servicio. Aqu¨ª se han dado charlas, se han hecho conciertos y actividades con ni?os, pero tambi¨¦n se ha explicado c¨®mo cuidar de las plantas. ¡°Uno de los objetivos era ense?ar a los vecinos a cultivar en sus casas, pero la idea principal era hacer barrio¡±, detalla ?ngel Garc¨ªa, un psic¨®logo jubilado que se encargaba hace unos pocos d¨ªas de cuidar del peque?o huerto del que brotaban hortalizas y plantas arom¨¢ticas. Tras tener varias desavenencias con la nueva junta, los vecinos decidieron a mediados de octubre abandonar este espacio, situaci¨®n que refleja el pulso que existe en varias ciudades entre la administraci¨®n y los impulsores de estas iniciativas.
Varios estudios apuntan a que los huertos urbanos no solo brindan beneficios medio ambientales al reducir las olas de calor o fomentar la biodiversidad, tambi¨¦n aportan ventajas socioecon¨®micas por ser lugares de inclusi¨®n y de aprendizaje. ?ngel Puente, educador agroambiental de 65 a?os, forma parte de la red de universidades cultivadas, proyecto dirigido a formar a futuros maestros en el uso de los huertos ecol¨®gicos para que luego lo trasladen a los centros escolares. Desde hace m¨¢s de una d¨¦cada tambi¨¦n se dedica a ense?ar a los ni?os de los colegios c¨®mo hacer compost casero, hidromacetas de pall¨¦s o humus de lombrices. "Calculamos que en la red de huertos escolares hay un mill¨®n de alumnos", explica Puente. "Van viendo el mundo subterr¨¢neo y, de paso, aprenden conceptos de qu¨ªmica y bot¨¢nica".
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