¡°Nadie se hace una idea de la desolaci¨®n¡±
Recorrido por la jornada de trabajo de un intensivista de la unidad de cr¨ªticos de un hospital madrile?o, la comunidad m¨¢s golpeada por el coronavirus
Sus jornadas nunca son f¨¢ciles. Pero el coronovarius las ha vuelto m¨¢s crudas, m¨¢s complicadas. Son los intensivistas, los profesionales de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), donde se trata a los pacientes m¨¢s graves a causa de este coronavirus que este s¨¢bado ya rozaba los 25.000 casos, hab¨ªa provocado 1.353 muertes y ten¨ªa a 1.612 ingresados cr¨ªticos. En Madrid, donde la pandemia ha golpeado con m¨¢s fuerza ¡ªacumula 767 de ese total de infectados de gravedad, el 47,6% de todos los que hay en Espa?a¡ª ya hay hospitales con UCI al doble de su capacidad. Este es un recorrido por la jornada de Jorge, uno de estos intensivistas. La cuenta a trav¨¦s de videollamada. Verse, dice, ¡°no es seguro¡±. [Los nombres de este art¨ªculo son ficticios, a petici¨®n del profesional sanitario]
07.00
Una ducha. En su ba?o, ese al que ya solo pasa Jorge. Ya no hay posibilidad de compartirlo, bajo ninguna circunstancia, con Elena, su pareja, tambi¨¦n m¨¦dica y ahora de baja por maternidad. Hace algo menos de un a?o naci¨® Miguel. ¡°Despu¨¦s toca vestirse y poner la correa a Mika¡±, una perra labrador que ¡°no entiende de cuarentenas ni aislamientos¡±. Un desayuno, una despedida desde el quicio de la puerta a su familia. ¡°Y al coche, al hospital, otro d¨ªa¡±. Ahora sin atascos ni cl¨¢xones pitando cada tres minutos.
08.00
Pacientes, por todas partes. Pacientes, gente, m¨¢s pacientes. Es lo que encuentra al llegar al hospital: ¡°Y cada vez m¨¢s¡±. Cuando entra a la zona de UCI recuerda c¨®mo era la primera hora de la jornada solo un par de semanas antes: ¡°Nos reun¨ªamos todo el equipo, unas 25 personas, para hacer el pase de guardia. Es decir, quienes han estado de guardia por la noche y los que entramos por la ma?ana nos juntamos y vemos c¨®mo ha ido, la situaci¨®n en ese momento y c¨®mo nos repartimos, sol¨ªamos estar unos 20 minutos¡±. Ya no. Ahora duran el doble porque entran y salen de la sala para hablar con el jefe de servicio en grupos de cinco. Se acabaron las reuniones conjuntas. Todo m¨¢s concreto, m¨¢s r¨¢pido.
09.00
Comienza la contrarreloj: ¡°Cuantos m¨¢s pacientes hay, m¨¢s se extiende la zona de UCI, caminamos ahora a m¨¢s sitios del hospital, ocupamos m¨¢s espacio y nos quedamos antes sin material, sin camas¡±. Su unidad ha doblado en la ¨²ltima semana las plazas para cr¨ªticos, pero solo cuentan con un intensivista m¨¢s. Mismo equipo para un trabajo que se multiplica. A ello tambi¨¦n contribuye la dificultad de trabajar con los EPI, los equipos de protecci¨®n individual, que en su unidad todav¨ªa no han faltado aunque temen que lo haga pronto. Ellos, por si acaso, han empezado a optimizar.
09.15
Ponerse y quitarse un EPI requiere tiempo y un extremo cuidado: ¡°Necesita bastante ayuda, del personal de enfermer¨ªa o de los compa?eros. Ahora ya sabemos la secuencia y es m¨¢s f¨¢cil, pero no te puedes saltar nada¡±. Lavarse las manos, los primeros guantes, gorro, bata, calzas, la primera mascarilla, gafas, segundos guantes, segundo gorro, segunda y ¨²ltima mascarilla. ?Una segunda mascarilla? ¡°S¨ª, la quir¨²rgica, para proteger la primera, la especial y poder usarla varias veces en el mismo turno¡±. Y de repente una aparente anosmia: ¡°Con tanta mascarilla es imposible que huela a nada¡±.
10.00
V¨ªas, gomas, pantallas, pitidos intermitentes y el ruido amortiguado de los respiradores le esperan hasta las 15.00. Cuando llega un cr¨ªtico se activa el protocolo, en el que tarda alrededor de una hora: intubaci¨®n orotraqueal para conectarles a la ventilaci¨®n mec¨¢nica, ajustar los par¨¢metros del respirador para la oxigenaci¨®n del paciente y su adaptaci¨®n a esa nueva forma de respirar, colocar los cat¨¦teres para poder administrar posteriormente medicamentos y monitorizar la presi¨®n arterial. ¡°Despu¨¦s pedimos anal¨ªtica de control para ver si ha mejorado la oxigenaci¨®n en sangre y ponemos tratamiento de mantenimiento: sedaci¨®n, antibi¨®ticos profil¨¢cticos¡±, explica.
11.00
Entonces llega la llamada a la familia. ¡°No es f¨¢cil, y menos a¨²n por tel¨¦fono, explicarles que esa persona est¨¢ en cr¨ªticos¡±. Le ha tocado varias veces desde que comenz¨® esta crisis: ¡°Te ponen en altavoz a veces, empiezan a preguntar, lloran. Te piden que les digas si va a morir, si se va a curar. No soy nadie para quitar el optimismo, pero hay que colocar las cosas en la realidad: que es un proceso lento, que hay que tener paciencia y que conf¨ªen en el trabajo que podemos hacer, que conf¨ªen en que haremos todo lo posible¡±. A veces todo lo posible no es suficiente y hay que repetir esa llamada. ¡°A m¨ª en esta crisis a¨²n no me ha tocado, pero s¨ª muchas otras veces. Es¡ Pues lo que es, no puede ser nunca f¨¢cil comunicar una muerte. Nunca lo es¡±, cuenta mientras arruga la barbilla.
12.00
Sigue el ruido de fondo. Pi-pi-pi-pi. Como un latido constante y agudo. Salta alguna alarma por un cambio en la presi¨®n arterial de alg¨²n paciente. Se escucha una carrera y una charla sobre el ajuste de un respirador. ¡°Cuando vamos viendo a los infectados nos damos cuenta de que esto va para largo. ?Est¨¢n m¨¢s estables? S¨ª, porque cuando los intubamos recuperan oxigenaci¨®n, pero no hay una mejor¨ªa¡±. El tiempo medio de estancia en cr¨ªticos es de 28 d¨ªas en Espa?a. ¡°Esa lentitud nos produce una cierta sensaci¨®n de impotencia¡ Cu¨¢nto m¨¢s r¨¢pido se recuperen, m¨¢s r¨¢pido se liberan camas y m¨¢s r¨¢pido puedes ocuparlas de nuevo para que otros tambi¨¦n se recuperen¡ Pero la agresividad de esta enfermedad en los mayores y en los que ya ten¨ªan patolog¨ªas hace que la evoluci¨®n sea muy lenta¡±.
12.30
Los cruces con el resto del equipo por los pasillos son fugaces pero suficientes. Saben c¨®mo se siente el que pasa r¨¢pido, el que camina despacio: ¡°Hay mucha carga. Enorme, terrible. La ampliaci¨®n de camas no para y la tensi¨®n tampoco¡±. Explica que una vez que entran a boxes, se quedan unas tres horas: ¡°Hay que aprovechar los EPI, a veces gastas uno y a veces gastas tres, pero cuantos menos gastes, mejor. No todos los boxes son cerrados, por lo que es un ¨¢rea contaminada y entrar y salir no es lo m¨¢s ¨®ptimo. Si hay una urgencia por supuesto, pero si no, hay que economizar¡±. Quienes s¨ª alargan las horas dentro de esa ¡°zona sucia¡± son las enfermeras: ¡°Ellas est¨¢n a pie de cama todo el tiempo, pero necesitan un respiro, necesitan descansar. Los equipos tanto tiempo puestos producen deshidrataci¨®n, se suda. Y provocan ¨²lceras, heridas, deja marcas en la cara¡±. Las mismas que se le atisban a ¨¦l, junto a unas profundas ojeras, difuminadas por la pantalla a trav¨¦s de la que habla.
12.45
Un descanso, breve, cuando puede. Charlas tambi¨¦n breves entre el equipo: ¡°Sobre qu¨¦ podemos mejorar, si hay alguna estrategia que podemos probar, que pueda ser ¨²til para la evoluci¨®n del paciente, pero tambi¨¦n sobre ese momento, que va a llegar, en el que no demos m¨¢s de s¨ª¡±. Tambi¨¦n comentan estos d¨ªas el poco valor que normalmente se da a su especialidad: ¡°Que ni siquiera est¨¢ reconocida como tal en muchos otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea¡±. Sin embargo, en medio de este caos, es sobre ellos donde el foco ha quedado fijo. Es en sus camas donde sobreviven al coronavirus, o no, los pacientes m¨¢s graves. Depende de multitud de factores: ¡°Tambi¨¦n de cu¨¢ntos seamos, cu¨¢ntos respiradores tengamos, cu¨¢ntas camas. El material acaba agot¨¢ndose y, sin refuerzo ni recambio, las fuerzas acabar¨¢n por hacerlo tambi¨¦n¡±.
13.30
Alguien llora en un pasillo. Ocurre a veces, quiz¨¢s m¨¢s desde que todo esto comenz¨®. El intensivista habla de la incertidumbre al principio, cuando llegaron los primeros ingresos; del volumen de trabajo ahora, de la carga emocional, del estado de los pacientes y el miedo a no poder intubarlos, a no tener con qu¨¦ hacerlo o a no tener quien lo haga. ¡°No pens¨¢bamos que vivir¨ªamos algo as¨ª, jam¨¢s. Todo se ha movido dentro del Hospital. Neurocirujanos, cardi¨®logos¡ Muchos compa?eros ajenos al servicio se han ofrecido a ayudarnos con lo que sea¡±.
14.30
En media hora llegar¨¢ el reemplazo para la tarde. Algo que tambi¨¦n se ha amoldado a esta situaci¨®n ¡°de batalla¡±. Hasta ahora, explica, toda la plantilla trabajaba de 08.00 a 15.00 y luego se quedaban los intensivistas a los que tocara hacer guardia: ¡°Ahora nos hemos dividido en turnos de ma?ana y tarde para poder sobrellevar las jornadas, evitar el agotamiento¡±.
15.00
Se despide. Recoge sus cosas y mientras, rumia: si se habr¨¢ lavado bien las manos, si estar¨¢ llev¨¢ndose algo que comprometa a su familia, si realmente son conscientes de lo que est¨¢ ocurriendo. ¡°A veces miro los pasillos, las camas, la gente y creo que no nos terminamos de creer esta nueva realidad¡±. Pero sobre todo, dice, piensa en una especie de X en el calendario: ¡°Un d¨ªa m¨¢s que est¨¢s vivo, sano y activo para ver a tu familia, y tambi¨¦n para poder levantarte al d¨ªa siguiente. Y seguir trabajando¡±.
15.30
Sale hacia el aparcamiento. Coge el coche, vuelve a casa. ¡°Hemos ido tarde¡±, lamenta mientras se lleva el pulgar y el ¨ªndice hacia los ojos. Los retira como si hubiese saltado un resorte. ¡°Me acabo de lavar las manos, ?eh?¡±. Sonr¨ªe. Lleva a cuestas la sensaci¨®n de que esto les ha estallado en la cara y de que, a posteriori, tendr¨¢ consecuencias: personales, laborales, emocionales. ¡°Nadie se hace una idea de la desolaci¨®n de este panorama: gente que muere sola en las habitaciones. Gente que se entera por tel¨¦fono de que alguien a quien quiere ha muerto. Y ni lo ha visto ni lo volver¨¢ a ver¡±.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
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- En caso de tener s¨ªntomas, estos son los tel¨¦fonos que se han habilitado en cada comunidad
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