Diez territorios en los que vamos a cambiar
Algunos de los pron¨®sticos derivados de esta crisis son que saldremos m¨¢s miedosos, pero tambi¨¦n m¨¢s fuertes, solidarios y con otras prioridades y sentido de la sociedad
Los ni?os sovi¨¦ticos no crec¨ªan admirando a un Nadal o un Messi, sino a Gagarin, el primer hombre en el espacio, elevado a tal santidad popular que llev¨® a varias generaciones a desear ser astronautas. El sue?o de grandeza personal pod¨ªa fundirse con el sue?o colectivo en sus carnes y por ello fue m¨¢s relevante lo ocurrido con Sergu¨¦i Krikaliov, el astronauta al que la disoluci¨®n de la URSS pill¨® en la estaci¨®n MIR y que, en 1992 y despu¨¦s de 310 d¨ªas en el espacio, regres¨® a otro pa¨ªs. Ya no hab¨ªa ni Uni¨®n Sovi¨¦tica, ni gloria de cosmonauta para ¨¦l, ni estatua colosal y por no haber no quedaba abierto ni el Museo de Logros donde se pod¨ªan admirar estas cosas antes de la liquidaci¨®n comunista.
Hoy somos todos ¨Cy no un astronauta- los que, cuando pase la gran crisis del coronavirus, aterrizaremos en otro universo. ¡°Recuperaremos la normalidad¡±, dijo el rey Felipe VI y as¨ª lo so?amos todos. Pero lo m¨¢s probable es que el mundo haya cambiado despu¨¦s de esto y que lo que llamamos ¡°normalidad¡± tenga otro aspecto. He aqu¨ª 10 esferas en las que, m¨¢s all¨¢ de la sacudida econ¨®mica, seg¨²n soci¨®logos, psic¨®logos y expertos consultados, podemos sufrir importantes cambios.
1. Psicol¨®gico: M¨¢s miedosos, pero tambi¨¦n m¨¢s fuertes. Seremos m¨¢s miedosos, pero tambi¨¦n m¨¢s fuertes, seg¨²n la encuesta de 40dB para EL PA?S el pasado domingo, que recog¨ªa c¨®mo el 53,6% de los encuestados cree que de aqu¨ª saldr¨¢ una ¡°sociedad m¨¢s temerosa¡±. Una mayor¨ªa, el 47,7%, asegura que tambi¨¦n ser¨¢ ¡°m¨¢s fuerte¡±. ¡°Surgir¨¢n miedos que a¨²n no podemos verbalizar, que nos van a marcar como sociedad y que nos har¨¢n recolocar todo¡±, subraya la soci¨®loga Bel¨¦n Barreiro, directora de 40dB. ¡°Si evolucionan hacia el reforzamiento del Estado de bienestar, puede ser positivo. Pero el miedo tambi¨¦n tiene riesgos¡±.
Innerarity: ¡°Esto va de servicios p¨²blicos, no de emociones¡±
El miedo era ya un sentimiento que ven¨ªa creciendo ante el desaf¨ªo ambiental, la inteligencia artificial, seg¨²n destaca la polit¨®loga Cristina Monge. ¡°Nos sent¨ªamos ya m¨¢s desprotegidos ante un Estado que adem¨¢s ha ido en retroceso. Y esta crisis agudiza ese miedo. Vamos a ser sociedades m¨¢s temerosas¡±. Pero el miedo es tambi¨¦n ¡°un sentimiento que nos informa y es un factor de generaci¨®n de v¨ªnculos y protecci¨®n¡±, sostiene el fil¨®sofo Daniel Innerarity. ¡°El miedo produce sociedad y produce instituciones, como dec¨ªa Hobbes. Hay miedos que destrozan porque generan xenofobia, erosionan confianza, pero tambi¨¦n nos permiten edificar instituciones para gestionar la desprotecci¨®n¡±. Que seamos capaces de convertir ese miedo en algo positivo y no negativo ser¨¢ la clave para el desarrollo social.
2. Solidaridad. La empat¨ªa es marca de la casa en Espa?a y se convierte en solidaridad abundante de forma habitual, como muestran las altas cotas de trasplantes y el hombro siempre arrimado en las familias. La encuesta citada recoge que el 60% cree que el coronavirus dejar¨¢ una sociedad m¨¢s solidaria, un factor que puede ser clave en la coordinaci¨®n social, afirma Barreiro. Pero que tiene riesgos, advierte Innerarity, porque, m¨¢s all¨¢ de lo excelente de la generosidad, ¡°esto va de instituciones del cuidado, de servicios p¨²blicos, de tener un sector sanitario robusto y deber¨ªamos resistirnos: que no nos distraigan, esto va de protecciones sist¨¦micas¡±. En la gran recesi¨®n de 2008, recuerda, las interpretaciones remit¨ªan a culpabilidades individuales (para la derecha, la culpa era de los que viv¨ªan por encima de las posibilidades; para la izquierda, de los malvados inversores y banqueros) cuando en realidad era un problema sist¨¦mico. ¡°Ambas respuestas remitieron a lo individual. Demos interpretaciones m¨¢s sist¨¦micas que nos permitan respuestas m¨¢s sist¨¦micas. Es una gran distracci¨®n poner el foco en comportamientos individuales como causantes (la tos) o soluciones (los m¨¦dicos) y miremos hacia lo p¨²blico y sist¨¦mico¡±. La solidaridad que hoy se ve en las encuestas y en comportamientos vecinales ante la crisis, adem¨¢s, no tiene una pervivencia garantizada, opina Monge, si el choque econ¨®mico genera una mayor desigualdad.
3. Sociabilidad. Que la plaza, el bar, las ca?as y los amigos son buque insignia de una sociabilidad muy acentuada no es un t¨®pico en Espa?a: m¨¢s del 30% lo practica a diario, seg¨²n la encuesta del CIS de 2016, que recoge tambi¨¦n el alto grado de conversaciones y conexi¨®n con amigos y familia en nuestro pa¨ªs: tratamos y hablamos cara a cara con 17 personas al d¨ªa de media. Que ahora se haya retra¨ªdo por el confinamiento no cambiar¨¢ los h¨¢bitos de los espa?oles que, seg¨²n los consultados, en cuanto podamos volveremos a abrazarnos, brindar, besar y recuperar el contacto f¨ªsico habitual. Pero hay cosas que estamos practicando que s¨ª pueden permanecer: el gimnasio y el ocio en casa, el consumo cultural en ordenador. ¡°A corto plazo habr¨¢ una explosi¨®n de salidas, pero permanecer¨¢ lo que cada uno est¨¢ descubriendo en su confinamiento: que la cocina puede ser un entretenimiento, que tal supermercado ha sabido organizarse bien y le vamos a ser fieles o que hay productos que no consum¨ªamos y que nos gustan¡±, dice Barreiro. Y hay una sociabilidad a?adida que estamos aprendiendo y que Monge define as¨ª: ¡°Empezamos a darnos cuenta de la gente de que dependemos. Cuando todo se para y no puedo comprar lo que me apetece en cada momento, cuando las cosas se restringen, empiezo a poner en valor el sentido de sociedad¡±.
4. Generacional. La crisis ha alumbrado la soledad en la que se pueden encontrar los mayores y la limitaci¨®n repentina de su esperanza de vida, que cre¨ªamos ya siempre ascendente, y esto puede conllevar un cambio de enfoque en el compromiso generacional. ¡°El coronavirus ha puesto el ¨¦nfasis en las necesidades de los mayores en un pa¨ªs envejecido y en la calidad de los cuidadores que necesitamos. Cambiar¨¢ el concepto del cuidado como forma de responsabilidad compartida¡±, asegura el psic¨®logo Elkin Luis, profesor en la Universidad de Navarra. ¡°Hab¨ªamos estado m¨¢s orientados a la protecci¨®n de la infancia y adolescencia y ha cambiado el ranking de prioridades. Hay que proteger a los ancianos¡±. El compromiso educativo con los ni?os, por otra parte, v¨ªctimas de la enorme brecha digital en el confinamiento, adquirir¨¢ m¨¢s visibilidad ante el peligro de que esta derive en brecha cognitiva. La exigencia de mejora estar¨¢ sobre la mesa.
5. Vivir en la incertidumbre. La historia de la sociedad occidental es una historia de b¨²squeda de certidumbres, subraya Cristina Monge, ¡°y tendremos que acostumbrarnos a vivir en la incertidumbre: ante una pandemia, el cambio clim¨¢tico o la inteligencia artificial¡±. ¡°Volvemos a otro mundo distinto, pero a saber qu¨¦ es la normalidad¡±, subraya Txetxu Ausin, fil¨®sofo e investigador del CSIC. ¡°Viv¨ªamos en un mundo que era una especie de burbuja de seguridades, de desarrollo hipertecnol¨®gico, de comodidades, y el coronavirus nos la ha pinchado y nos ha puesto ante el espejo. Ser¨ªa un error volver a lo anterior, antes hay que sacar muchas ense?anzas¡±. Ausin subraya por ejemplo el valor de lo com¨²n y lo colectivo como soluci¨®n frente a una visi¨®n del mundo hiperindividualista o la conciencia de nuestra interdependencia y fragilidad. ¡°El s¨¢lvese quien pueda no funciona, ni ante esta pandemia ni ante desaf¨ªos como el cambio clim¨¢tico. Es un aprendizaje dram¨¢tico porque ten¨ªamos que haberlo hecho antes, pero ah¨ª estar¨¢¡±. Elkin Luis describe c¨®mo esta crisis nos permitir¨¢ valorar las cosas de forma diferente: ¡°Vamos a ver capas que antes ignor¨¢bamos: empezamos a encontrar el sentido del cartero, el panadero, el cuidador de ancianos, que olvidamos en la medida en que entramos en una cotidianidad que genera ilusi¨®n de control¡±.
6. Pol¨ªtico. Mirada de la democracia. La crisis ha puesto el foco en el peligro de repliegues nacionales y auges del populismo, pero el pron¨®stico ah¨ª no es claro. Si la recuperaci¨®n es r¨¢pida y la protecci¨®n social que se despliega no conduce a la desigualdad, asegura Barreiro, no habr¨¢ aumento de la desafecci¨®n pol¨ªtica. Si no, el modelo se la juega.
Cristina Monge: ¡°La solidaridad no pervivir¨¢ si hay m¨¢s desigualdad¡±
Daniel Innerarity prefiere separar la descripci¨®n de la prescripci¨®n, lo que vemos de lo que deseamos, y por ello es cauto en el pron¨®stico pol¨ªtico: ¡°En el corto plazo, estamos viendo al Estado como protagonista, keynesianismo de garraf¨®n, cierre de fronteras, autoridad militar y obediencia a los expertos¡±, comenta. ¡°En el largo, tal vez sea lo contrario¡±. Y esta es la opini¨®n que recogen la mayor¨ªa de los consultados. No es el populismo el mayor peligro, porque los ciudadanos est¨¢n viendo que necesitan pol¨ªticos profesionales y no advenedizos (Barreiro). ¡°Las fronteras del Estado no son las m¨¢s relevantes, sino las fronteras de la desigualdad¡±, sostiene Innerarity. Este virus, como la vacuna, el cambio clim¨¢tico o los ataques cibern¨¦ticos requieren cooperaci¨®n internacional y ser¨¢ necesaria m¨¢s all¨¢ de las fronteras. ¡°La verdadera realidad no es un Estado que ahora mismo te ense?a c¨®mo lavarte o toser, uniformado y con un cuerpo de expertos al mando, esto es un momento, sino un mundo de Estados que tienen que aprender y poner en com¨²n recursos y bienes¡±, se?ala Innerarity. Esa capacidad de coordinaci¨®n global, sin embargo, a¨²n no se ha puesto en marcha y, en palabras de Monge, ¡°si no hay respuesta a nivel global ¨Cy Europa a¨²n no est¨¢ a la altura- puede producirse un repliegue, se va a entender que el Estado es el protector frente a los que viene de fuera. Por eso me parece peligrosa la met¨¢fora de la guerra. Nos sit¨²a en un paradigma de un enemigo invisible que viene de fuera, y eso es peligroso¡±.
7. Control tecnol¨®gico. Adivinen: ?Qui¨¦n ha contratado a 100.000 personas para hacer frente a la crisis, avala a las peque?as empresas, prioriza bienes esenciales y persigue a los especuladores? ?El Gobierno de Estados Unidos? No: Estados Unidos de Amazon. As¨ª arrancaba estos d¨ªas su art¨ªculo la columnista de The Guardian Julia Carrie Wong para se?alar ¡°un vac¨ªo de gobernanza que el gigante tecnol¨®gico ha llenado r¨¢pidamente¡±. Que las grandes tecnol¨®gicas est¨¢n amasando a¨²n m¨¢s poder y m¨¢s r¨¢pidamente ante la dependencia de la red para el teletrabajo y la comunicaci¨®n es una conclusi¨®n de todos los datos y expertos. Y que esta crisis conlleva riesgos en forma de mayor control de la poblaci¨®n es un hecho ya en pa¨ªses como China, Israel y hasta Eslovaquia, el ¨²ltimo que ha aprobado una app esp¨ªa para rastrear todos los m¨®viles y controlar el confinamiento.
¡°Hay un discurso del populismo tecnol¨®gico que defiende que el control total nos ayudar¨¢, pero a la larga no es as¨ª. En China ha habido abuso del control social y no es lo que ha habido en Corea o Jap¨®n, que han utilizado sistemas de inteligencia para afrontar la enfermedad de otra manera¡±, asegura Txetxu Ausin, que dirige una unidad de ¨¦tica e inteligencia artificial en el CSIC. Para ¨¦l, una consecuencia de esta crisis ser¨¢ la revalorizaci¨®n de la ciencia y la tecnolog¨ªa como valor social porque se est¨¢ demostrando crucial, tanto para ¡°comunicarnos como para buscar vacunas, lo que requiere procesos de computaci¨®n cu¨¢ntica, inteligencia artificial, que se utiliza para analizar los patrones del virus¡±. De ah¨ª la importancia de invertir en ciencia y tecnolog¨ªa, que tambi¨¦n han sufrido brutales recortes con la recesi¨®n. ¡°Eso no significa aceptar el control social. La inteligencia artificial en la UE debe estar basada en valores, orientada al bien com¨²n y respetar la protecci¨®n de la intimidad¡±. En la realidad, sin embargo, alerta Monge: ¡°Si al final el miedo se apodera de nosotros, lo acabar¨ªamos aceptar¨ªamos como mal menor¡±.
8. Informaci¨®n y conocimiento. Recuperar el valor de la informaci¨®n como fuente de conocimiento ser¨¢ uno de los cambios positivos que generar¨¢ esta crisis. Antonio Mu?oz Molina lo subrayaba en EL PA?S y a ello se suman todos los consultados. ¡°La informaci¨®n nos permitir¨¢ tolerar mejor el riesgo hasta entrar en un proceso de adaptaci¨®n¡±, afirma Elkin Luis. ¡°Para cambiar una situaci¨®n antes tengo que entender c¨®mo est¨¢ funcionando el mundo, y a partir de ello volver a generar una ilusi¨®n de control¡±. Ese conocimiento nos permitir¨¢ ¡°la reflexi¨®n sobre los l¨ªmites y la fragilidad de la humanidad y esa experiencia personal puede marcar la diferencia¡±.
Ausin: ¡°Viv¨ªamos en una burbuja de hiperseguridad que el virus pinch¨®¡±
En el entorno period¨ªstico, esto ya se ha traducido en una b¨²squeda de informaci¨®n veraz y un alejamiento de las fake news, seg¨²n un estudio de Facebook. En el entorno editorial, las grandes editoriales del pensamiento tambi¨¦n pronostican un refugio en libros que aporten claridad y autoridad. ¡°Ahora mismo se est¨¢ buscando novela negra y dist¨®pica, pero esperamos una demanda de literatura m¨¢s anal¨ªtica sobre ciencia, geopol¨ªtica... Vuelve el protagonismo de los expertos, de gente con autoridad que nos aclare cosas¡±, asegura Pilar Reyes, directora editorial de Penguin Random House. ¡°Si algo ha cambiado radicalmente es la completa sensaci¨®n de fragilidad. Nos cre¨ªamos seguros, invencibles y creo que esa fragilidad va a estar presente durante una generaci¨®n. La gente necesitar¨¢ libros de pensamiento que le den sosiego y seguridad¡±, pronostica Francisco Mart¨ªnez Soria, editor de Ariel. Miguel Aguilar, editor de Debate y Taurus, describe c¨®mo el sector no opera obviamente en el vac¨ªo: ¡°Al igual que proliferaron los libros sobre econom¨ªa, sistemas pol¨ªticos, medio ambiente y feminismo, es esperable que la pandemia genere una serie de libros sobre nuestra relaci¨®n con la naturaleza y la fragilidad de nuestro modo de vida¡±. ¡°Una crisis como esta condicionar¨¢ no ya los intereses de los lectores, sino los contenidos de los libros¡±, sostiene Oriol Alcorta, editor de Pen¨ªnsula. ¡°La gente va a querer entender las consecuencias de todo lo que ha pasado: las econ¨®micas, las que afectan al equilibrio geopol¨ªtico del planeta y a plantearse si el sistema y el ritmo de vida que llev¨¢bamos son sostenibles. Las prioridades van a cambiar, seguramente hacia mayor exigencia y cr¨ªtica¡±, dice Carmen Esteban, editora de Cr¨ªtica. ¡°La gran pregunta es si ser¨¢ temporal o nos volveremos una sociedad m¨¢s cr¨ªtica¡±.
9. Profesional. Las carreras sanitarias, cient¨ªficas y tecnol¨®gicas tendr¨¢n un atractivo mayor para la siguiente generaci¨®n, pronostican varios. La visibilizaci¨®n de los profesionales necesarios para mantener en marcha un pa¨ªs en estado de alarma, desde las fuerzas de seguridad a la limpieza, log¨ªstica y distribuci¨®n les confiere tambi¨¦n un valor hasta ahora m¨¢s diluido. Y eso generar¨¢ otros procesos.
10. Emociones. Los balcones que hace un par de a?os se llenaron de banderas est¨¢n hoy sirviendo, desde Barcelona a Madrid sin distinci¨®n, para aplaudir al un¨ªsono en toda Espa?a a los sanitarios y trabajadores que est¨¢n en primera l¨ªnea de lucha contra el virus. Esta realineaci¨®n de banderas y sentimientos espoleada por la crisis ha llevado a los balcones italianos no solo el himno nacional, sino tambi¨¦n el chino para agradecer la ayuda enviada desde Pek¨ªn. Todo ello es positivo, pero tiene derivadas y no todas deseables. Barreiro duda de que ello vaya a cambiar realmente prioridades en el plano de los sentimientos, porque cuestiones tan desafiante como el proc¨¦s puede quedar congelado, pero continuar¨¢ cuando recupere el foco, por ejemplo. Y Javier Moscoso, historiador de la Ciencia del CSIC, advierte del peligro: ¡°Parece que no pudi¨¦ramos encontrar salida fuera de la exaltaci¨®n de las pasiones. Algunas pueden ser positivas, como la solidaridad o el cuidado, pero otras son peligrosas, como el populismo sobre una movilizaci¨®n interesada de las pasiones sociales. Y es un fen¨®meno muy espa?ol. Espa?a, cuando no es capaz de enfrentarse racionalmente a los problemas, lo hace con las pasiones, el empecinamiento. El Gobierno est¨¢ haciendo un discurso casi adolescente, de apelar a una comunidad emocional, pero ni Pedro S¨¢nchez ni los dem¨¢s son l¨ªderes espirituales ni tienen por qu¨¦ convertirse en ello. No es el camino correcto¡±, sostiene el autor de La historia del dolor (Taurus). Ni con estas emociones ni con banderas solucionaremos esto. ¡°Con una bandera vasca, catalana o espa?ola no solucionamos el problema del coronavirus ni el cambio clim¨¢tico¡±, en palabras de Ausin.
A d¨®nde nos llevar¨¢n otros sentimientos que tambi¨¦n han tomado primer plano estos d¨ªas es otra inc¨®gnita que, seg¨²n Moscoso, generar¨¢ cambios: el aburrimiento (ni?os) y la soledad (ancianos). ¡°?D¨®nde ir¨¢ todo esto? No lo s¨¦ pero habr¨¢ un debate sobre ello¡±.
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