¡°Nos han dejado solos, como siempre¡±
Sin luz ni agua, en chabolas hechas de pl¨¢stico, las condiciones de vida de los jornaleros de Huelva, que han seguido trabajando durante la crisis, es denunciada por el relator de la ONU
Pese al estado de alarma, los jornaleros de Huelva no han dejado de trabajar ni un solo d¨ªa, asegura Sidi Saro, un maliense que no llega a los 50 a?os y que lleva casi la mitad de su vida dedic¨¢ndose al campo. ¡°Nos han dejado solos, a nuestra suerte, como siempre¡±. Malvive en una chabola de pl¨¢sticos reciclados de los grandes invernaderos de la fruta en Lepe, como 300 trabajadores m¨¢s. El Relator Especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alston, visit¨® el asentamiento que carece de luz, aseos o acceso al agua y en el que se hacinan en cada casucha entre tres y ocho temporeros. Se qued¨® impactado. Le contaron que nadie les aceptar¨ªa como inquilinos. ¡°Sus condiciones se sit¨²an entre las peores que ha visto en cualquier parte del mundo¡±, escribe en su informe sobre Espa?a, publicado este lunes.
Son casi 2.500 durante la recolecci¨®n de la fresa, que gener¨® en la temporada 2018-2019 533 millones de euros, seg¨²n sus datos. Forman parte del 6% de poblaci¨®n, que es migrante. M¨¢s de la mitad de aquellos que provienen de fuera de la Uni¨®n Europea corren riesgo de exclusi¨®n, alerta el Relator, al que las ONG con las que se encontr¨® en su viaje de 12 d¨ªas por Espa?a le describieron, ¡°situaciones sumamente angustiosas de mujeres y ni?as migrantes, especialmente empleadas en la agricultura, que sufr¨ªan una gran vulnerabilidad, estaban expuestas a la explotaci¨®n sexual y comercial, eran objeto de la violencia institucional y carec¨ªan de la protecci¨®n m¨¢s b¨¢sica¡±. ¡°Seg¨²n Women¡¯s Link Worldwide, las trabajadoras agr¨ªcolas suelen ser enga?adas en cuanto a las condiciones de su empleo y deben trabajar diez horas al d¨ªa, pueden ser despedidas en cualquier momento, reciben salarios muy inferiores a los 40 euros diarios prometidos y no se les paga con regularidad¡±, contin¨²a. La experiencia de la visita a Huelva le ha arrancado un compromiso: ¡°El Relator se propone contribuir a vigilar y mejorar las condiciones laborales sin escr¨²pulos que prevalecen en la zona¡±.
Side dice que han sido los voluntarios y activistas locales quienes han proporcionado mascarillas y alcohol durante el confinamiento. Los primeros d¨ªas de marzo, cuando se declar¨® el estado de alarma, solo la Unidad Militar de Emergencia (UME) hizo acto de presencia en los asentamientos, informando sobre c¨®mo combatir el virus y protegerse de posibles contagios. Una informaci¨®n m¨¢s que in¨²til cuando tu techo es un pl¨¢stico, no tienes agua, ni luz, ni un grifo a mano ni posibilidad de guardar la distancia de seguridad dentro de una chabola en un asentamiento que triplica su aforo en plena temporada.
¡°Lo m¨¢s sorprendente era que todo el mundo conoc¨ªa la situaci¨®n pero hab¨ªa una respuesta muy deliberada de no hacer nada¡±, asegura Alston sobre su visita, previa a la crisis sanitaria. ¡°Era como un juego, en el que preguntabas a las autoridades locales, ¡®?qu¨¦ pasa? ?qu¨¦ est¨¢n haciendo?¡¯ Y ellos contestaban, ¡®no s¨¦. No es nuestra responsabilidad¡¯. Entonces acud¨ªas a los responsables regionales y contaban que eso no ten¨ªa nada que ver con ellos. ¡®Es responsabilidad de los ayuntamientos o quiz¨¢ del Gobierno¡¯, aseguraban. Y vas al Gobierno y dicen: ¡®No podemos intervenir en ello¡¯ El resultado es que no solo no se hace nada sino que todo se queda como est¨¢¡±.
Cruz Roja reparti¨® unos lotes de comida durante la crisis, pero ni rastro de mascarillas o alcohol. La Guardia Civil informa debidamente de que, quien no tenga autorizaci¨®n por parte de los agricultores para ir a trabajar, no puede salir de las chabolas. Parece una orden f¨¢cil pero, como dice por tel¨¦fono Issouf Diarra, otro jornalero, ¡°aqu¨ª casi todos trabajamos de manera ilegal, porque no tenemos papeles, ?qui¨¦n va a darnos autorizaci¨®n?¡±. Los que ten¨ªan autorizaci¨®n salieron cada d¨ªa de las chabolas para ir a trabajar, y los que no ten¨ªan ni papeles, ni permiso de trabajo y por lo tanto, tampoco autorizaci¨®n, tambi¨¦n ten¨ªan que salir a trabajar. Escondi¨¦ndose y tratando de mantener la distancia de seguridad en los taxis clandestinos, no han faltado ni un solo d¨ªa al trabajo, eso si, muchos han sido sancionados por no permanecer en sus ¡°casas¡±.
Issouf estaba pendiente de obtener su residencia legal gracias a un contrato de trabajo que un agricultor le ofreci¨® para hacer la temporada pero los tr¨¢mites se vieron interrumpidos por el estado de alarma y la oficina de extranjer¨ªa cerrada. Ahora su contrato ha acabado, y no sabe si finalmente obtendr¨¢ la residencia pese a haber trabajado cada d¨ªa del estado de alarma. ?l agradece los esfuerzos de su jefe por proporcionarle mascarilla y gel en el lugar de trabajo, pero tambi¨¦n relata como los chicos que no ten¨ªan contrato por no tener documentaci¨®n en regla, se quedaban sin mascarilla porque, ?c¨®mo justificas que necesitas un n¨²mero de mascarillas m¨¢s elevado que las personas que tienes en plantilla?
Hacia principios de abril, una iniciativa popular surg¨ªa para abastecer los asentamientos con comida, agua, mascarillas y lotes de higiene. Un gran grupo de taxistas de manera voluntaria se ocupaban del transporte de esta ayuda humanitaria. Ambos, Sidi e Issouf, coinciden en que Antonio Abad, un activista de la zona, ha sido la persona que ha estado ayud¨¢ndoles cada d¨ªa. Les ha mantenido informados de cada actualizaci¨®n del BOE, les ha proporcionado mascarillas, agua, pl¨¢sticos para construir m¨¢s chabolas y aliviar el hacinamiento de las mismas, ha denunciado las terribles condiciones en las que malviven los trabajadores del campo. A Issouf no le tiembla la voz cuando afirma que las administraciones no han aparecido por los asentamientos. No les han ofrecido alternativa habitacional o la posibilidad de pasar el confinamiento en unas condiciones m¨¢s humanas.
Sidi afirma con orgullo y tristeza que se han cuidado unos a otros, si alguien presentaba s¨ªntomas llamaban a emergencias y aislaban a la persona para la seguridad de todos. Ahora que la temporada termina en Huelva, la mayor¨ªa de estos jornaleros viajaran a otras partes de la pen¨ªnsula para seguir trabajando y malviviendo en las mismas condiciones.
Con informaci¨®n de Ana Alfageme
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