Sin derecho al dolor en Brasil
El caso de la madre de Nellifer Albe, fallecida por la covid-19, muestra el da?o emocional que deja la pandemia en los familiares de las v¨ªctimas
El s¨¢bado 1 de agosto, Rosemary Augusta Martins Albe hubiese cumplido 62 a?os. No fue, sin embargo, un d¨ªa de fiesta. ¡°Aprovech¨¦ para abrir el armario de mi mam¨¢ y saqu¨¦ todo lo que hab¨ªa adentro¡±, cuenta su hija, Nellifer Albe, de 32 a?os, profesional sanitaria. ¡°La mayor parte de su ropa y objetos personales los don¨¦. Llor¨¦, me doli¨®, pero consegu¨ª sacar todo en un solo d¨ªa¡±. Do?a Rose, o ¡°mi querida¡±, como le dec¨ªa la hija, hab¨ªa muerto exactamente un mes antes, v¨ªctima de coronavirus.
En aquel momento, el duelo de la hija tuvo que esperar. ¡°En el velorio de mi madre, mi mayor preocupaci¨®n era mi padre, que es diab¨¦tico, tiene problemas card¨ªacos y tambi¨¦n ten¨ªa coronavirus¡±, cuenta Nellifer Albe. Adem¨¢s de sus padres, su hermano y su cu?ada tambi¨¦n se contagiaron de la covid-19. Ella, por el momento, ha dado negativo.
El dolor de la familia Albe, una de las miles que no pudieron despedirse de sus parientes muertos, choca con una realidad paralela, que insiste en pregonar normalidad. ¡°La gente no cree en los n¨²meros, pero un d¨ªa mi madre fue uno de esos n¨²meros¡±, dice Nellifer. ¡°En el noticiero de la noche en que muri¨®, ella formaba parte de aquellos n¨²meros anunciados. Lo siento por las personas que no creen¡±. Las cifras oficiales de las que la madre de Nellifer ahora forma parte parecen crecer tan r¨¢pido como el negacionismo. Si hace un mes, cuando do?a Rose muri¨®, Brasil contaba 60.000 muertes por la covid-19, hoy ya son m¨¢s de 100.000.
Ana Paula Melo Dias, m¨¦dica de familia y comunidad, explica que la negaci¨®n de la pandemia ¨Cy, en consecuencia, de las p¨¦rdidas que provoca¨C dificulta el proceso. ¡°Es dif¨ªcil para la gente que est¨¢ viviendo ese dolor que su duelo no sea reconocido¡±, afirma. ¡°Tienes un duelo latente, doloroso, y ver a otras personas defendiendo la reapertura del comercio, diciendo que es ¡®solo una gripecita¡¯, hace que el proceso duela a¨²n m¨¢s¡±, agrega. La frase de Jair Bolsonaro, dicha en el primer mes de la pandemia, en marzo, dividi¨® al pa¨ªs entre quienes se tomaron en serio la enfermedad y los que pasaron a creer, como el presidente, que no se trataba de algo grave.
Como en la dictadura
Para el periodista y escritor Eduardo Reina hay un paralelo entre la narrativa negacionista de hoy y la de la ¨¦poca de la dictadura militar brasile?a. ¡°Existe una consciencia colectiva de que la dictadura en Brasil fue buena. Esto fue construido por una narrativa basada en fuentes militares¡±, dice el autor del libro Cautiverio sin fin: las historias de los beb¨¦s, ni?os y adolescentes secuestrados por la dictadura militar en Brasil (Alameda Editorial). ¡°Y la manera de trabajar la comunicaci¨®n ahora est¨¢ siendo muy semejante a la de aquella ¨¦poca¡±, advierte Reina.
En la visi¨®n del escritor, al no reconocer un dolor colectivo, estamos condenados a repetir el mismo error. El momento actual, entonces, es una repetici¨®n de lo que Brasil vivi¨® durante el r¨¦gimen militar, aunque con algunos matices: ¡°No tenemos personas presas ni torturadas, pero hay otras consecuencias de la dictadura: la Polic¨ªa Militar contin¨²a actuando de la misma forma todos los d¨ªas en los suburbios. Si no lo percibimos, ni sentimos la necesidad social de debatir eso, puede suceder de nuevo¡±.
Sin embargo, explica Ana Cl¨¢udia Quintana Arantes, m¨¦dica y especialista en intervenciones de duelo, ¡°el duelo ser¨¢ inevitable en este momento¡±, porque, a diferencia de la dictadura, la pandemia afecta a todos, incluso a los que no creen en ella. ¡°La dictadura afect¨® a una parte bien espec¨ªfica de la poblaci¨®n. Es diferente de la enfermedad, que es democr¨¢tica, o incluso peor, porque ataca con todo a las personas m¨¢s vulnerables¡±.
Para Arantes, el control del virus es apenas una de las fases al enfrentar la pandemia, pero hay otras, que llevar¨¢ mucho m¨¢s tiempo superar. ¡°La repercusi¨®n emocional no va a dejar que las personas se olviden de esto cuando salga la vacuna y va a tardar generaciones que podamos recuperarnos. El mundo que viene es mucho m¨¢s desafiante que la pandemia¡±, dice.
La sociedad brasile?a no est¨¢ dividida entre los que creen o no en la enfermedad, sino entre ¡°los que necesitan ayuda y los que pueden ayudar¡±. ¡°Para quien entorpece, como los negacionistas, el grupo que sigue al pie de la letra el discurso del presidente, los grandes empresarios y el club de la cloroquina, no hay m¨¢s lugar¡±, se?ala. ¡°Todas las condiciones van a ser absolutamente favorables para quien puede ayudar¡±.
El adi¨®s desde el m¨®vil
M¨¢s all¨¢ de la polarizaci¨®n producida por la enfermedad, la ausencia de los rituales del luto agrava a¨²n m¨¢s el dolor de los que han perdido a un ser querido. ¡°El velorio, el entierro y la despedida no fueron vividos de la manera que conoc¨ªamos. Los familiares lejanos, por ejemplo, no consiguieron viajar para el ¨²ltimo adi¨®s¡±, explica la doctora Melo Dias. ¡°Quedaron esos vac¨ªos, esas lagunas. Y eso sin dudas se va a reflejar en el proceso de elaboraci¨®n del duelo¡±.
La m¨¦dica explica que a¨²n no es posible saber cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de no poder elaborar la p¨¦rdida. ¡°Los pacientes ped¨ªan que no los internaran por miedo a quedar aislados y no ver a la familia. Ah¨ª ya comenzaba el duelo¡±, dice. ¡°Escuch¨¦ mucho la frase: ¡®Yo no estaba con ¨¦l en el momento final¡¯, y eso es muy doloroso¡±. Melo Dias forma parte del cuerpo docente de la Fundaci¨®n Elisabeth K¨¹bler-Ross y actu¨® con las familias de las v¨ªctimas de las tragedias de Mariana (2015) y Brumadinho (2019), provocadas por la ruptura de embalses de la compa?¨ªa minera Vale.
Nellifer, cuya madre muri¨® hace un mes, sabe exactamente qu¨¦ significa esa ausencia en los momentos finales. Ella se despidi¨® de su madre a trav¨¦s de un audio de ocho minutos enviado por WhatsApp a la m¨¦dica que la acompa?aba en el Hospital de Cl¨ªnicas, en S?o Paulo. ¡°Ella estaba intubada, pero ten¨ªa conciencia de lo que ocurr¨ªa a su alrededor. Por eso, cuando escuch¨® mi audio, cayeron l¨¢grimas de sus ojos. Fue como si todo eso fuese un consuelo¡±, cuenta la hija.
El mensaje fue enviado el domingo a la noche. El martes siguiente, la doctora llam¨® a los familiares y les dijo: ¡°Me temo que no hay m¨¢s tiempo¡±. ¡°Ella nos dio la oportunidad de una despedida por medio de una videollamada. Nos dieron la dignidad de por lo menos tener una llamada¡±, cuenta Nellifer. ¡°Y yo le dije: mam¨¢, te doy una vez m¨¢s las gracias por haber sido mi madre¡±. Aquella noche, do?a Rose falleci¨®. Su ¨²ltimo deseo, sin embargo, a¨²n est¨¢ en suspenso por causa de la pandemia. ¡°Ella fue cremada y quer¨ªa que sus cenizas fuesen arrojadas en el mar de Paraty¡±, cuenta su hija. ¡°Estoy esperando que la ciudad reabra para poder ir hasta all¨¢¡±.
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