¡°No debemos olvidar lo que pas¨®¡±. Trabajadores esenciales, seis meses despu¨¦s
Repartidores, enfermeras, funerarios, m¨¦dicos o limpiadores... Diez personas que nunca pararon de trabajar alertan de la relajaci¨®n ciudadana y piden prudencia ante la segunda ola del virus con el recuerdo de marzo a¨²n presente
Los llantos a escondidas, los zapatos en la entrada, lavar la ropa antes de saludar desde lejos a la familia, el olor a lej¨ªa... Las historias de los trabajadores de primera l¨ªnea durante el confinamiento son diferentes, pero similares. El miedo acompa?¨® el d¨ªa a d¨ªa de los que no pudieron quedarse en casa cuando el 14 de marzo se decret¨® el estado de alarma. Seis meses despu¨¦s, septiembre aterra porque suena a ¡°brotes¡±, a ¡°irresponsabilidad¡±, a ¡°incertidumbre¡±. ¡°No debemos olvidar lo que pas¨®¡±, repiten. No se consideran ni h¨¦roes ni hero¨ªnas, pero se expusieron para mantener las ciudades limpias. Estiraron las horas en el hospital para atender a los enfermos, a pesar del colapso. Cuidaron de los mayores y pedalearon por las capitales vac¨ªas con la cena caliente en mochilas cuadradas. No est¨¢n todos, pero estos son 10 de los rostros que le ponen nombre y voz a quienes no pararon cuando el coronavirus lo fren¨® todo. Y siguen trabajando para que no vuelva a ocurrir.
¡°Le grab¨¦ un v¨ªdeo de despedida a mi hijo por si me tocaba a m¨ª. No lo he borrado¡±
MAR?A ?NGELES MORENO | 50 a?os | Enfermera del Samu en Valencia
El mismo d¨ªa que el Gobierno decret¨® el estado de alarma, Mar¨ªa ?ngeles Moreno se imagin¨® lo peor: ¡°Le grab¨¦ un v¨ªdeo de despedida a mi hijo por si me tocaba a m¨ª¡±, explica muy emocionada. ¡°Ten¨ªa mucho miedo a morir". En el mensaje le dec¨ªa que lo quer¨ªa y ¡°que la mam¨¢ hab¨ªa intentado trabajar lo mejor posible, pero que el coronavirus la hab¨ªa pillado¡±. Afortunadamente, seis meses despu¨¦s su galer¨ªa est¨¢ repleta de v¨ªdeos nuevos. Pero ese no lo ha borrado. ¡°Tal y como est¨¢ la cosa...¡±.
Desde la nueva normalidad, le repite la misma cantinela a su hijo de 16 a?os: ¡°No te quites la mascarilla, respeta la distancia de seguridad, por favor... Es tan f¨¢cil que no entiendo por qu¨¦ a los j¨®venes les cuesta tanto entenderlo¡±, dice. Esta enfermera del Samu de Valencia ha visto fallecer a sanitarios y ¡°bastantes¡± colegas suyos se han contagiado. ¡°Eso te espabila¡±, cuenta. La carga de trabajo sigue siendo fuerte. No pueden permitirse m¨¢s bajas en el equipo: ¡°Hemos salido adelante porque la sanidad p¨²blica ha trabajado como un bloque. Desde el primero hasta el ¨²ltimo. No podemos caer m¨¢s¡±. Atr¨¢s quedan las semanas en las que los compa?eros iban al trabajo con la maleta preparada ¡°por si lo cog¨ªan¡±, pero el miedo sigue ah¨ª. Palpable. ¡°A veces miro a mi hijo y pienso en todo lo que estamos pasando y se me escapa un abrazo. Lo agarro por la espalda y lo aprieto muy, muy fuerte¡±.
¡°Me da mucho miedo septiembre¡±
FRANCISCO MERA | 43 a?os | M¨¦dico de familia
Oihane colg¨® a mediados de marzo un dibujo en la nevera de su familia. Es un arco¨ªris y unos p¨¢jaros de colores con un mensaje: ¡°Pap¨¢, t¨² sabes que io te quiero. Pues si lo sabes, jo no quiero que te mueras¡±. Tiene seis a?os y sus padres son sanitarios en plena pandemia. Su madre, Cristina, enfermera y su padre, Francisco Mera, m¨¦dico de familia en el centro de salud El Pla de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona). El 2 de abril, ambos dieron positivo en coronavirus. Pasaron las siguientes semanas encerrados en casa cuidando de la peque?a artista, y del mayor, Unai, de 12 a?os, operado tres veces del coraz¨®n.
Tras unas vacaciones en el cabo de Gata (Almer¨ªa), el recuerdo de aquello parece lejano, pero sigue presente. El dibujo permanece anclado al frigor¨ªfico. ¡°Me da mucho miedo septiembre¡±, reconoce Mera. Las caras de sus compa?eros exhaustos no dejan espacio al olvido. La carga de trabajo ha aumentado con las vacaciones y las bajas. ¡°La crisis ha puesto de manifiesto las fallas de la sanidad p¨²blica: los recortes que padecemos desde 2007¡±, critica. ¡°La nueva normalidad en el mundo sanitario sigue siendo muy precaria¡±.
¡°Al principio ¨¦ramos h¨¦roes, ahora nos tratan como a bichos contaminantes¡±
ASUNCI?N MONTOYA | 56 a?os | Repartidora de comida a domicilio
En 2018 empez¨® a trabajar para la empresa Glovo, pero ni las condiciones ni los ingresos eran suficientes. Ahora, la mochila amarilla comparte espacio con las de Deliveroo, Amazon, Uber Eats y Greenvios. ¡°Las guardo en casa porque no me caben todas en el coche¡±, explica. Asunci¨®n Montoya es venezolana y hace m¨¢s de tres a?os que reside en Espa?a. La crisis del coronavirus la pill¨® en el peor momento, reci¨¦n salida del hospital por neumon¨ªa. Sin embargo, se lanz¨® a las calles de Madrid sin pensarlo. ¡°No hab¨ªa otra¡±, cuenta. Sus compa?eros de reparto, la mayor¨ªa inmigrantes como ella, tampoco pod¨ªan elegir: ¡°Los inmigrantes hemos estado al frente, porque no ten¨ªamos otra opci¨®n. Al principio ¨¦ramos h¨¦roes pero ahora nos tratan como a bichos contaminantes¡±, lamenta.
Sus jornadas siguen llegando a las 14 horas diarias. ¡°Nos tienen que escuchar. No se pueden olvidar del papel esencial que hemos cubierto todo este tiempo¡±, critica. Una vez en casa, cuida de su madre, de 86 a?os, a la que no besa desde febrero. ¡°Me echo gel hidroalcoh¨®lico hasta en la cara. No podr¨ªa soportar que se contagiara por mi culpa¡±, dice. El miedo no la abandona. ¡°Y menos ahora con tanto irresponsable¡±.
¡°Noto que la gente se ha relajado¡±
DAVID PANADERO | 37 a?os | Limpiador de v¨ªas urbanas
Unas semanas antes del confinamiento, David Panadero y su esposa, Mar¨ªa, supieron que volver¨ªan a ser padres. Desde entonces han ido intercalando la alegr¨ªa de un hijo en camino con la incertidumbre de la pandemia. Mar¨ªa ha podido quedarse en casa y disfrutar de un embarazo ¡°por ahora tranquilo¡± y de horas y horas con Ariadna, de tres a?os, la futura hermana mayor. Panadero ha estado en primera l¨ªnea: es limpiador de v¨ªas urbanas en el municipio madrile?o de Rivas Vaciamadrid. ¡°Durante el confinamiento sent¨ªa m¨¢s incertidumbre pero la gente era m¨¢s responsable. Ahora noto que la gente se ha relajado. Es cada vez m¨¢s recurrente ver las mascarillas mal puestas o en el codo¡±. No quiere generalizar pero la irresponsabilidad le quema. ¡°Nos jugamos tanto¡¡±.
A pesar de la merma de la plantilla y del caos de adaptarse a cambios continuos en los protocolos, se sabe afortunado: ¡°Se reajustaron los turnos y nunca faltaron equipos de protecci¨®n y ahora tampoco nos falta de nada¡±. Pero no baja la guardia y su cabeza est¨¢ actualmente en el permiso retribuido que estudia el Gobierno para cuidar de los hijos que tengan que cumplir cuarentena: ¡°Ariadna acaba de empezar el cole y estamos muy esc¨¦pticos¡±.
¡°No s¨¦ c¨®mo afrontaremos esta segunda ola. Estamos agotados¡±
MAR?A CRUZ MART?N | 54 a?os | Jefa de servicio de medicina intensiva
A Mar¨ªa Cruz Mart¨ªn las vacaciones se le pasaron ¡°volando¡±. Y no pudo evitar estar pendiente del Hospital Universitario de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), donde trabaja como jefa de servicio de medicina intensiva y donde la UCI ya ronda el 80% de su capacidad. ¡°Afortunadamente, el escenario es diferente al de marzo, cuando llegamos a superar el 300% de las unidades iniciales, pero no nos podemos confiar¡±. Se reconoce cansada y sabe que su equipo tambi¨¦n lo est¨¢. ¡°No s¨¦ c¨®mo vamos a afrontar esta segunda ola. Estamos agotados¡±.
La situaci¨®n ha cambiado y el perfil del paciente ingresado tambi¨¦n. ¡°Nos preocupa mucho que sean cada vez m¨¢s j¨®venes, pero ahora tenemos protocolos mucho m¨¢s estudiados y m¨¢s experiencia¡±, asegura. Personalmente, todo es m¨¢s complicado. Su madre vive en una residencia y hace un mes y medio que no la puede ver: ¡°Estuvo muy enferma hace unos meses y no pude viajar para cuidarla¡±.
¡°Nadie nos cuida a nosotras¡±
CONCHA REAL | 60 a?os | Auxiliar de atenci¨®n sociosanitaria en domicilio
¡°La nueva normalidad nunca existi¨® para nosotras¡±, explica Concha Real, auxiliar sociosanitaria en Getafe (Madrid). ¡°Seguimos pele¨¢ndonos con la empresa para que nos den el material de protecci¨®n. Ahora no hay excusas¡±. Recibe 10 mascarillas quir¨²rgicas al mes cuando necesitar¨ªa al menos una FFP2 semanal. No se explica c¨®mo es posible. ¡°?No hemos aprendido nada?¡±, se cuestiona una y otra vez. El riesgo es mucho mayor en las casas de los usuarios a los que atiende ahora que se permite el movimiento. ¡°Nosotras vamos con guantes, pantalla, mascarillas y batas a casas en las que la gente va a su bola. Nadie nos cuida a nosotras¡±, critica.
Hace unos meses, el peso de la pandemia se cristalizaba d¨ªa tras d¨ªa en las duchas al llegar a casa. El agobio y la impotencia se abr¨ªan paso en esos 10 minutos de ba?o donde lloraba sin parar. Ahora siente rabia. ¡°Nos negamos a ser invisibles. Somos muchas¡±, lamenta. Ella es una de las 120.000 auxiliares sociosanitarias en Espa?a y la portavoz de la Plataforma Unitaria de Auxiliares de Ayuda a Domicilio. ¡°Estamos a un tris de explotar¡±, sentencia con la mirada puesta en la ventana de su sal¨®n.
¡°Estamos preparando material por si la segunda ola es igual de fuerte¡±
ISABEL ORTEGA | 49 a?os | Gerente de una funeraria
Los servicios funerarios nunca han sido un trabajo f¨¢cil, pero la crisis del coronavirus lo empeor¨® todo. En Ortega Servicios Funerarios, un negocio familiar de siete trabajadores, estos han sido meses de altibajos y de un volumen de trabajo que poco a poco vuelve a la normalidad. Isabel Ortega, gerente de la empresa, asegura que todo parece estar m¨¢s calmado: ¡°Hace d¨ªas que no tenemos un fallecido de covid, antes eran pr¨¢cticamente todos los que entraban¡±. Pero no se conf¨ªa: ¡°Estamos preparando material por si la segunda ola es igual de fuerte. No nos puede pillar desprevenidos¡±, cuenta.
Dice que no vive con miedo, pero piensa a menudo en los que no pudieron dar un ¨²ltimo adi¨®s: ¡°El cierre del duelo, aunque sea a posteriori, es muy necesario despu¨¦s de todo por lo que han pasado los familiares¡±. Por ello planea celebrar una ceremonia en homenaje a las v¨ªctimas ¡°cuando todo esto acabe¡±: ¡°Cuando no haya aforo y podamos vernos las caras sin mascarillas. Cuando lo venzamos¡±.
¡°Es muy com¨²n ver a gente discutiendo en el s¨²per porque alguien no lleva mascarilla¡±
JORGE LUENGO | 28 a?os | Reponedor de supermercado
La casa de Jorge Luengo est¨¢ llena de botes de gel hidroalc¨®holico. Uno en el sal¨®n, otro en la entrada y decenas de recipientes peque?os ¡°aqu¨ª y all¨¢¡±. Lleva cuatro a?os trabajando de reponedor en un supermercado y nada se compara con estos meses: ¡°Lo peor ha sido la incertidumbre de los primeros d¨ªas¡±, cuenta acariciando a su perro. Cree que la gente se ha relajado un poco. A veces en exceso. ¡°Es muy com¨²n ver a gente discutiendo en el s¨²per porque alguien no lleva mascarilla o porque la llevan muy mal puesta¡±, dice. ¡°Imagino que se debe a que ninguno de esos ha perdido a alguien cercano por coronavirus¡±.
¡°Exigimos tener acceso a test r¨¢pidos¡±
VIOLETA RALLO | 37 a?os | Farmac¨¦utica
Violeta Rallo utiliz¨® la misma mascarilla los 29 primeros d¨ªas de pandemia. ¡°Estuvimos desprotegidos y olvidados¡±, lamenta esta farmac¨¦utica desde el local en el que trabaja en Valencia. Ahora no falta el material y los trabajadores est¨¢n ¡°m¨¢s rodados¡±, pero exige ¡°acceso a test r¨¢pidos¡±: ¡°Trabajamos frente a frente con pacientes y quieras o no asumes mayor riesgo. Porque si tienen tos viene a ti, si tienen dolor de garganta tambi¨¦n... Nadie puede permitirse m¨¢s bajas laborales".
Para Rallo, hace falta de un canal de comunicaci¨®n entre centros de salud y farmacias. ¡°Es fundamental. Esto podr¨ªa solucionar muchos problemillas de los pacientes que acuden a nosotros¡±, cuenta. Los ingresos de algunos compa?eros, los eccemas en la piel del uso continuo de gel alcoh¨®lico y la exposici¨®n constante han provocado un ¡°estr¨¦s permanente¡± en la plantilla que a¨²n no cesa. Conf¨ªa en que las cosas se calmen. Mientras, hacen acopio de material ¡°como pueden¡± de cara a los pr¨®ximos contagios.
¡°Esperamos no tener un nuevo colapso¡±
MAR?A DEL MAR SU?REZ | 26 a?os | Enfermera de Urgencias
Mar¨ªa del Mar Su¨¢rez intenta ser prudente sin obsesionarse. No se despega de la mascarilla, queda con las mismas personas sin ampliar a nuevos c¨ªrculos y respeta las distancias. Pero no se quita de la cabeza que puede ser un vector de contagio dada su profesi¨®n como enfermera de Urgencias en el Hospital Cl¨ªnico San Carlos (Madrid). Tampoco olvida lo vivido hace seis meses. ¡°Parec¨ªa otro mundo. Hemos visto morir a gente que en otras circunstancias habr¨ªan tenido acceso a cuidados intensivos. Gente de la edad de mis padres¡±, recuerda con un hilo de voz. Solo espera que la historia no se repita: ¡°Estamos expectantes, esperando no tener un nuevo colapso sanitario¡±.
¡°En el trabajo ha habido un cambio radical y algunos pacientes vuelven a usar las Urgencias de manera inadecuada¡±, critica. A Su¨¢rez estos d¨ªas el t¨¦rmino ¡°h¨¦roes¡± le chirr¨ªa m¨¢s que nunca. Agradece el afecto de la gente, pero ¡°eso no cambia la situaci¨®n actual del sistema sanitario¡±: ¡°La ratio de pacientes por enfermera, la precariedad de los contratos, la falta de presupuestos... Estamos en un sistema que no cuida a quien se dedica a cuidar¡±.
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