Tras la peste, el Renacimiento, la Ilustraci¨®n
El optimismo puede chirriar estos d¨ªas, pero despu¨¦s del coronavirus podr¨ªa esperarnos un nuevo ¨¢nimo reformista. Otra victoria del conocimiento sobre el oscurantismo
¡°Qued¨® leproso hasta el d¨ªa de su muerte. Y vivi¨® en una casa aislada¡±, se lee sobre el rey Azar¨ªas en el Antiguo Testamento (Reyes 2, 15.5). La humanidad sab¨ªa hace milenios que hay que separar a los enfermos de infecciosas y guardar distancias para evitar contagios. Hace 700 a?os que Venecia cre¨® los lazaretos. Pero prohibir a los espa?oles salir de puente es autoritario, si no dictatorial, si no totalitario, es bolivariano, alguno ya apela al estalinismo. Cuando lo m¨¢s probable es que el estado de alarma ¡ªprevisto en la Constituci¨®n precisamente para esto¡ª tenga que ser endurecido mucho antes de su fin el 9 de mayo. Nos sobresaltan ahora los disturbios callejeros vinculados al negacionismo. Nada nuevo: las crisis sanitarias siempre hacen chocar el oscurantismo y la ciencia. Lo esperanzador es que suele salir victorioso el conocimiento y no la superstici¨®n.
Dos ensayos reci¨¦n publicados aportan lecciones de cat¨¢strofes en el pasado, y de algunas salieron sociedades mejores. ¡°Puede que el hombre actual surgiera de la peste negra¡±, escribe Dan Carlin en El fin siempre est¨¢ cerca (Debate). Tras el exterminio, en el siglo XIV, de cerca de un tercio de la poblaci¨®n europea, ¡°de pronto, el pulcro sistema de clases ya no importaba tanto, y las ideas de igualdad y de promoci¨®n por m¨¦ritos se empezaban a filtrar a entornos donde anteriormente lo que contaba eran la nobleza y el linaje¡±. Vino despu¨¦s el Renacimiento, el humanismo, otra mirada sobre la naturaleza. Si eso hubiera llegado igual es imposible saberlo; como m¨ªnimo, la transformaci¨®n se aceler¨®.
Abunda en ello Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¨nec en El d¨ªa despu¨¦s de las grandes epidemias (Taurus), y con m¨¢s ejemplos. En el siglo XVII la peste volvi¨® a azotar Europa. ¡°El d¨ªa despu¨¦s fue un acto de voluntad colectivo, un signo de la nueva cultura basada en el esp¨ªritu l¨®gico, geom¨¦trico, escrutador de las causas de las epidemias, di¨¢fano y elocuente¡±, escribe el historiador. Se impuso la salud p¨²blica como un deber del Estado: hospitales, alcantarillados, un nuevo urbanismo... Luego llegaron las revoluciones, el parlamentarismo y la Ilustraci¨®n. Ojo: no siempre la salida fue ejemplar. El imperio bizantino retrocedi¨® tras la pandemia justiniana del siglo VI; dej¨® espacio libre al pujante islam. La gripe de 1918 vino al final de una guerra y no lejos de la siguiente: la ciencia hizo avances notables en esos a?os, pero antes de la reconstrucci¨®n quedaba mucha m¨¢s destrucci¨®n.
El optimismo puede chirriar estos d¨ªas, pero tras el coronavirus podr¨ªa esperarnos un nuevo ¨¢nimo reformista. Se adivina un cambio global de prioridades, con el foco en la sanidad, la educaci¨®n y la ciencia, antes perdedoras de la austeridad. Hay indicios de que recobra valor lo p¨²blico, tras d¨¦cadas de furor privatizador; que se prestigia la intervenci¨®n estatal en la econom¨ªa como en el New Deal. La UE evita repetir errores y reparte un man¨¢ destinado a la digitalizaci¨®n y la transici¨®n verde. Puede ser incluso que la pandemia devuelva el respeto a los expertos, y a los pol¨ªticos serios, y se lo quite a los caudillos populistas. Este martes puede darnos una pista.
Nada m¨¢s urgente que bajar esas 100 o 200 muertes diarias, que atender las colas del hambre. Pero no eludamos el debate de qu¨¦ queremos ser despu¨¦s de la pandemia.
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