La violencia de g¨¦nero sacude a la mayor universidad de Am¨¦rica Latina
Tras meses de protestas en M¨¦xico, la UNAM ha decidido reconocer oficialmente las agresiones y acoso hacia las estudiantes, pero muchas activistas lo consideran insuficiente

¡°No me importa perder el a?o si esto va a ayudar a que se erradique la violencia contra las mujeres en la UNAM¡±, dice Oyuki, una estudiante de 17 a?os que pide ser identificada con ese nombre y lleva m¨¢s de dos semanas durmiendo en el suelo de un aula junto a decenas de compa?eras. Ella estudia en la Preparatoria 6, uno de los cuatro planteles de bachillerato adscritos a la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico tomados por alumnas que reclaman medidas para erradicar la violencia contra la mujer que soporta la instituci¨®n. Adem¨¢s de estos centros, hay cuatro facultades y dos colegios de Ciencias y Humanidades en paro, algunos desde hace tres meses.
Hasta ahora, fumar marihuana o tomarse un whisky eran infracciones m¨¢s graves que abusar de una mujer, un delito que ni siquiera estaba mencionado en el Estatuto General que rige la UNAM desde hace 75 a?os. Pero esta semana, la universidad m¨¢s importante de M¨¦xico y la mayor de toda Latinoam¨¦rica, ha dado un paso in¨¦dito: el Consejo Universitario ha aprobado una reforma del estatuto para incorporar a la violencia de g¨¦nero como una infracci¨®n grave, merecedora de castigo, aunque no establece qu¨¦ sanciones le corresponden.
Esta reforma, que entrar¨¢ en vigor a partir de este lunes 17 de febrero, parece ser la v¨ªa que encontr¨® la instituci¨®n para tratar de salir del punto muerto en el que se encuentra desde noviembre, cuando grupos feministas comenzaron a tomar los establecimientos y a exigir una respuesta ante la violencia de g¨¦nero. El Consejo ha aprobado tambi¨¦n la modificaci¨®n de un art¨ªculo del estatuto para garantizar la paridad de g¨¦nero en el Tribunal Universitario, el m¨¢ximo ¨®rgano que imparte justicia en la universidad. A¨²n as¨ª, no parece que ninguna de las dos medidas vaya a poner un fin definitivo al conflicto.
Para Brenda Medina, profesora auxiliar del Colegio de Pedagog¨ªa de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras (FFYL) ¡ªque lleva sin clases desde principios de noviembre por la huelga de sus estudiantes¡ª, las reformas son insuficientes. Una de las exigencias, explica, era que se establecieran sanciones espec¨ªficas para el acoso, el abuso y la violaci¨®n, algo que no ha sucedido. Jorge Volpi, encargado de Difusi¨®n Cultural de la UNAM, asegura que esa modificaci¨®n se tratar¨¢ en marzo, ya que la propuesta no lleg¨® a tiempo a la Comisi¨®n de Legislaci¨®n del Consejo Universitario. Medina dice tambi¨¦n que desde la FFYL propusieron que el Tribunal Universitario sea independiente o, al menos, que las estudiantes puedan participar, y que eso tampoco se ha tenido en cuenta. Este jueves, una alumna de la universidad arremeti¨® contra el presidente de ese Tribunal, Eduardo L¨®pez Betancourt, acus¨¢ndolo de hostigamiento y acoso durante una conferencia.

Los casos de abuso sexual, los cr¨ªmenes contra las mujeres y la inseguridad dentro de la UNAM no son nuevos; son el reflejo de un pa¨ªs que cuenta un promedio de 10 feminicidios diarios, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales. Pero ahora la problem¨¢tica parece haber llegado a un punto de quiebre, tanto afuera como adentro de la instituci¨®n. En 2016 se activ¨® el protocolo contra la violencia de g¨¦nero en la universidad y desde entonces ha habido 1.104 denuncias por abuso y acoso sexual, de las que se han procesado menos de la mitad. Desde 2018, seis mujeres han sido asesinadas en la UNAM. Las reformas impulsadas este mi¨¦rcoles, aunque muchas activistas las consideren insuficientes, dan esperanza a una comunidad desgastada por la impunidad y el miedo cotidiano.
La Preparatoria 9 lleva m¨¢s de 90 d¨ªas en paro. Esta escuela ha sido de las m¨¢s criticadas por la supuesta violencia de las manifestantes. Las barricadas formadas con mesas y pupitres permanecen a las puertas del plantel, situado al norte de la capital mexicana. El escenario es de posconflicto. En el camino hacia la sala dormitorio de las alumnas hay basura y cristales rotos. Antes de subir las escaleras, un muro se muestra repleto de fotograf¨ªas de profesores y alumnos se?alados por acoso o por violaci¨®n a estudiantes. Algunas se repiten hasta en cinco ocasiones.
Tres chicas de 15 a 18 a?os, que prefieren no dar sus nombres por seguridad, permanecen en una de las salas. Una come un burrito precocinado. Otra remolonea en un sof¨¢ cama. La tercera trata de limpiar una habitaci¨®n que, a simple vista, necesitar¨¢ a?os para volver a su estado original. Ellas tambi¨¦n tuvieron una asamblea esta semana con las autoridades universitarias. ¡°No sirvi¨® de nada¡±, asegura una, mientras se arropa con una manta. Las estudiantes sostienen que en las reuniones con los directivos universitarios se les dice que s¨ª a todo, menos a su petici¨®n m¨¢s urgente: la expulsi¨®n definitiva de los profesores se?alados por violencia f¨ªsica y verbal contra ellas. Entre ellos mencionan a un docente de matem¨¢ticas, a uno de literatura y, sobre todo, a un profesor de educaci¨®n f¨ªsica. Tras la toma de la preparatoria, aseguran, en uno de los cajones de su despacho encontraron unos lentes con los que grababa a las alumnas menores desde hace a?os.
Las chicas pasan el tiempo leyendo, platicando, viendo alguna serie y comiendo mal. La que se hace llamar Regina tiene 18 a?os y est¨¢ a punto de dar el salto a la universidad. ¡°Prefiero dejar la escuela limpia de maestros que acosen a las alumnas. No me importa perder el a?o por esta causa. No tenemos miedo¡±, afirma.
A las tres estudiantes sus padres las apoyan y cuando pueden les traen algo de comida. Aunque, admiten, es mucho tiempo. ¡°No es f¨¢cil estar aqu¨ª, pero no hay otra forma de que nos hagan caso¡±, explica Regina. Al principio ten¨ªan apoyo de la mayor¨ªa del alumnado y pod¨ªan pasar el tiempo en la piscina que tiene la escuela. Con el paso de las semanas el apoyo ha bajado y muchos estudiantes que no forman parte de la protesta han sido reubicados en el c¨¦ntrico Colegio Latinoamericano. En los ¨²ltimos meses, los enfrentamientos entre las huelguistas y otros alumnos a veces acompa?ados por sus padres, han sido frecuentes, motivados principalmente por el temor a perder el a?o por las protestas. ¡°Hasta que no tomen acciones reales esto va a seguir as¨ª¡±, avisa Regina.
Desde su despacho de la UNAM, Jorge Volpi afirma que la universidad est¨¢ tomando conciencia sobre la desigualdad y violencia de g¨¦nero gracias a las movilizaciones feministas que han sacudido al pa¨ªs los ¨²ltimos a?os. ¡°La Universidad tiene que actuar ya, pero ojal¨¢ estos movimientos deriven en una toma de conciencia de nuestra sociedad, que provoca, admite, tolera y encubre la violencia de g¨¦nero. Es, sin duda, una prioridad¡±.
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