Gobernar la emergencia compleja
Tanto la pandemia como el cambio clim¨¢tico forman parte de un nuevo tipo de crisis globales para las que no estamos preparados
¡°Cuando despertamos de la covid, el cambio clim¨¢tico segu¨ªa ah¨ª¡±. Emulando a Augusto Monterroso, este ser¨ªa el m¨¢s breve relato de lo que nos est¨¢ ocurriendo. Ahora que empezamos a salir del aturdimiento de la pandemia, doloridos a¨²n por sus secuelas, nos damos cuenta de que la otra gran amenaza, la emergencia clim¨¢tica, la madre de todas las crisis, no solo sigue ah¨ª sino que sus efectos se est¨¢n acelerando. El 31 de octubre comienza en Glasgow la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Clim¨¢tico COP26 y ser¨¢ la primera ocasi¨®n de hacer balance despu¨¦s del par¨®n de la pandemia. Tenemos mucho que hacer. Tanto la covid como el cambio clim¨¢tico forman parte de un nuevo tipo de emergencia para el que estamos muy poco preparados: la emergencia compleja global.
En un interesante trabajo (Towards a concept and framework for governing complex emergencies) publicado en noviembre pasado, la alianza United Cities and Local Government (UCLG) y el programa Cities de la London School of Economics abordan el desaf¨ªo que plantean este tipo de emergencias. Las define como una situaci¨®n de riesgo inmediato y significativo para la salud, la vida, los bienes materiales o el medio ambiente, con un fuerte componente pol¨ªtico y que requieren enfoques de gobernanza muy diferentes de los utilizados en los desastres naturales o las cat¨¢strofes, aunque comparten con este tipo de emergencias la necesidad de una intervenci¨®n r¨¢pida y radical.
Tanto la pandemia global como la emergencia clim¨¢tica entran de lleno en esta categor¨ªa. Entre ellas hay diferencias, por supuesto. De velocidad, por ejemplo: la tasa de propagaci¨®n del coronavirus es mucho m¨¢s r¨¢pida que la tasa de aumento de la temperatura global. O de escala: la amenaza que representa la emergencia clim¨¢tica es significativamente m¨¢s grave que la de la covid-19. Pero ambas implican una alteraci¨®n profunda de la estabilidad pol¨ªtica, econ¨®mica y social que pueden generar tensiones de legitimidad democr¨¢tica.
Las emergencias complejas se caracterizan por un alt¨ªsimo grado de incertidumbre, con bucles de retroalimentaci¨®n que son dif¨ªciles de prever y de prevenir, como las variantes del virus o las manifestaciones extremas del clima. Son amenazas que exigen transiciones r¨¢pidas y plantean graves dilemas de prioridad entre la vida y los medios de subsistencia con una dificultad a?adida: las acciones posibles son de efecto retardado, no producen un beneficio inmediato, y por tanto son m¨¢s dif¨ªciles de explicar y de justificar. Las medidas necesarias afectan adem¨¢s a enormes intereses creados que pueden organizar una oposici¨®n activa, sin que la sociedad tenga una experiencia previa que proporcione seguridad en la toma de decisiones.
Este tipo de crisis plantea como desaf¨ªo adicional la necesidad de incorporar una dimensi¨®n de justicia social y equidad para tener posibilidades de ¨¦xito. Esto es algo que se ve con mucha claridad tanto en la pandemia como en la crisis clim¨¢tica: la idea de que o nos salvamos juntos o no nos vamos a salvar. Afrontarlas exige intervenciones radicales por parte de gobiernos y unos niveles altos de confianza y apoyo p¨²blicos. Cuando los desaf¨ªos globales se convierten en emergencia, la respuesta de los gobiernos depende de la aceptaci¨®n y la movilizaci¨®n de la ciudadan¨ªa, pero su adhesi¨®n requiere unas condiciones psicol¨®gicas y sociol¨®gicas previas que permitan anteponer el criterio cient¨ªfico a la experiencia directa. Los ciudadanos han de poder confiar en los vaticinios que justifican la adopci¨®n de medidas.
Este tipo de emergencias requieren una respuesta a la vez a nivel local, porque la crisis tiene efectos diferentes en diferentes lugares, y a nivel global, pues solo la acci¨®n coordinada a escala planetaria puede lograr resultados. Una gobernanza global capaz de llevar las vacunas a todo el mundo y de frenar en seco las emisiones de efecto invernadero. Son muchas las variables a tener en cuenta, pero de las conclusiones finales del trabajo me quedo con dos ideas: en la emergencia compleja global, la velocidad de la respuesta es crucial y el fracaso no es una opci¨®n.
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