Medell¨ªn, epicentro de la educaci¨®n menstrual de Colombia
Una empresa privada de la ciudad lanz¨® el primer subsidio del pa¨ªs para reducir la pobreza menstrual
Medell¨ªn se est¨¢ convirtiendo en el epicentro de una discusi¨®n central para las mujeres colombianas: la reducci¨®n de la pobreza menstrual. En un barrio de la comuna cinco de la ciudad funciona el grupo Princesas Menstruantes que hace pedagog¨ªa por diferentes pa¨ªses de Am¨¦rica Latina; hay una serie de emprendedoras locales que dise?an copas, calzones absorbentes o toallas reutilizables amigables con el medio ambiente y ahora Comfama, una caja de compensaci¨®n familiar (una empresa social que maneja los aportes de los trabajadores) lanz¨® el primer subsidio menstrual de Colombia.
¡°Quisimos abrir una conversaci¨®n sobre lo que significa menstruar, buscando derribar mitos, naturalizar y dignificar algo que nos pasa a la mitad de la humanidad una vez al mes. Se menstr¨²a distinto seg¨²n el contexto social y hay enormes barreras en el acceso¡±, dice Juana Botero, abogada, responsable del Staff Direcci¨®n en Comfama y educadora menstrual.
Las cifras de esa desigualdad son alarmantes: en Colombia hay 683.000 mujeres que no pueden acceder a elementos higi¨¦nicos para los d¨ªas de la menstruaci¨®n y 312.000 personas no tienen acceso a inodoros limpios y privados. Pero, adem¨¢s, una colombiana debe gastar cada a?o cerca de 180.000 pesos (unos 45 d¨®lares) en toallas o tampones, lo que representan una quinta parte del salario m¨ªnimo de Colombia.
En el pa¨ªs se discuten tres proyectos de Ley enfocados en la salud menstrual, uno apunta a entregar productos a las mujeres privadas de la libertad, otro de corte educativo y uno m¨¢s a otorgar licencias menstruales. Pero ninguno ha avanzado y no hay iniciativas gubernamentales de car¨¢cter nacional para aliviar lo que Botero llama ¡°pobreza menstrual¡±.
La de Medell¨ªn es una iniciativa privada que, en principio solo cobija a las afiliadas a la caja de compensaci¨®n, pero ya despert¨® el inter¨¦s de otras empresas que quieren replicar el modelo. Comenz¨® como un alivio para 2.700 ni?as y adolescentes entre 12 y 18 a?os pero se extendi¨® a todas las mujeres de esa caja de compensaci¨®n para acceder a copas, toallas reutilizables y calzones absorbentes.
Sin embargo, persisten los tab¨²es. ¡°En algunos casos cuando van a reclamar el subsidio los padres no quieren que lo rediman por la copa menstrual porque creen que con ella pierden la virginidad¡±, cuenta Botero. Y no es el ¨²nico mito. En los talleres de educaci¨®n del proyecto, que lideran WAM y Princesas Menstruantes Educaci¨®n Menstrual Emancipadora, han encontrado casos en los que las ni?as a¨²n son castigadas y escondidas mientras sangran o que les dicen que son sucias por menstruar.
En el Primer Encuentro Latinoamericano de Educaci¨®n Menstrual que se realiz¨® en Medell¨ªn este a?o, Carolina Ram¨ªrez, de Princesas Menstruantes, asegur¨® que ¡°la menstruaci¨®n ha sido reducida a una crisis higi¨¦nica¡± y ¡°utilizada como un mecanismo de control y opresi¨®n¡±.
¡°El tab¨² menstrual es una expresi¨®n de misoginia y como toda misoginia mata¡±, afirm¨®. ¡°Es el caso de la ni?a Jackline Chapnego que en el 2019 se suicid¨® (en Kenia) despu¨¦s de que su maestra la avergonzara y humillara llam¨¢ndola sucia y oblig¨¢ndola a mostrar la mancha en su uniforme¡±, dijo Ram¨ªrez. Su colectivo, nacido en la ciudad, es reconocido en Am¨¦rica Latina por construir herramientas pedag¨®gicas y literarias para abordar la educaci¨®n menstrual.
A la falta de acceso y los mitos que rodean el acto natural de menstruar se suma la ¡°brecha de informaci¨®n¡± sobre los productos que hist¨®ricamente han usado las mujeres. ¡°Sabemos muy poco alrededor de las opciones para nuestra gesti¨®n menstrual y llevamos a?os introduciendo productos derivados del petr¨®leo en nuestro canal vaginal¡±, dice Botero, que se form¨® como educadora menstrual en Feminarian, una escuela de Espa?a.
Por eso el proyecto de Medell¨ªn promueve alternativas sostenibles y reutilizables. Considerando que, en promedio, cada persona menstruar¨¢ 2.700 d¨ªas de su vida o el equivalente a 7.4 a?os, ¡°es ¡°importante contemplar la huella que los desechos de los productos de gesti¨®n menstrual tradicionales dejan en la tierra (entre 500 y 800 a?os es lo que pueden tardar en biodegradarse las toallas o tampones)¡±, dicen las promotoras del subsidio.
Ah¨ª entran otras iniciativas de mujeres que han creado empresas de productos amigables con el medio ambiente. Vera Cup, WAM, Somos Martina o Bloom son algunos de los emprendimientos locales que hacen parte de la alianza en Medell¨ªn. As¨ª como otras empresas tradicionales de toallas higi¨¦nicas como Nosotras que ahora tiene una l¨ªnea de ropa interior absorbente.
Juliana Mart¨ªnez Londo?o, ex secretaria de la mujer de Medell¨ªn, dice que la ciudad est¨¢ siendo pionera en el pa¨ªs al dar la discusi¨®n desde el Estado, pero tambi¨¦n desde la sociedad civil. Durante la pandemia, la Alcald¨ªa hizo un programa piloto de educaci¨®n menstrual que busca llegar a 25.000 mujeres y entreg¨® kits de copas menstruales. La iniciativa qued¨® plasmada en el Plan de Desarrollo de la ciudad y tambi¨¦n es parte de las propuestas del movimiento Mujer de Medell¨ªn que tendr¨¢n que atender los futuros candidatos al Congreso y la Presidencia.
¡°Lo m¨¢s importante es que hablar de educaci¨®n menstrual abre la puerta a que tengamos otro mont¨®n de conversaciones sobre que es ser mujer¡±, dice Botero, una de las mujeres tras el subsidio y el programa de menstruaci¨®n consciente.
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