La jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola ante los abusos: sin compasi¨®n
Se establece un pacto de silencio, ocultamiento y encubrimiento en torno a la pederastia clerical, y cuando aparecen casos probados, lejos de ponerlos en manos de la justicia, se tiende a negarlos
La pederastia clerical es uno de los mayores esc¨¢ndalos en la iglesia cat¨®lica en los ¨²ltimos ochenta a?os, que ha destruido la dignidad y la vida de decenas de miles de personas. No se trata de ¡°solo peque?os casos¡±, como afirma el secretario general de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE), Luis Arg¨¹ello, refiri¨¦ndose a la Iglesia cat¨®lica espa?ola, sino que es un problema estructural que afecta a toda la instituci¨®n, est¨¢ instalado en la propia organizaci¨®n jer¨¢rquico-patriarcal y contagia a todo el cuerpo eclesial.
Los pederastas dentro de la iglesia cat¨®lica se ubican en el ¨¢mbito de lo sagrado y en los diferentes espacios del poder eclesi¨¢stico: cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, miembros de congregaciones religiosas masculinas, p¨¢rrocos, profesores de colegios religiosos, formadores de seminarios y noviciados, padres espirituales, confesores... Todos ellos se consideran representantes de Dios, y sus comportamientos, por muy perversos que sean, se ven legitimados por ¡°su¡± Dios. La pederastia clerical se convierte as¨ª en la mayor perversi¨®n de lo sagrado y de la divinidad.
La estructura jer¨¢rquico-patriarcal de la iglesia cat¨®lica se sustenta en la masculinidad de Dios que da lugar a la masculinidad sagrada de los cl¨¦rigos. Esta constituye la base del patriarcado religioso que, a su vez, legitima el patriarcado pol¨ªtico, social, familiar... ¡°El patriarcado tiene a Dios de su lado¡±, afirma Kate Millet. La alianza y complicidad entre ambos patriarcados se traduce en la naturalizaci¨®n de la inferioridad de las mujeres, las ni?as, los ni?os y las personas en situaci¨®n de mayor vulnerabilidad, hasta llegar a legitimar la violencia contra ellas.
Investidos de masculinidad sagrada, los cl¨¦rigos detentan el poder sin l¨ªmite alguno, incluso para delinquir, sin sentirse culpables, y lo ejercen sobre las almas, de las que se consideran pastores, las mentes, que pretenden uniformar, las conciencias, que conforman a su imagen y semejanza, y los cuerpos, que convierten en su propiedad y objeto de colonizaci¨®n.
Llegados aqu¨ª, se establece un pacto de silencio, ocultamiento y encubrimiento en torno a la pederastia clerical, y cuando aparecen casos probados, lejos de ponerlos en manos de la justicia, se tiende a negarlos, minusvalorar su gravedad, calificarlos de excepciones irrelevantes frente a la ejemplaridad de la mayor¨ªa del clero y a poner el foco en otros sectores de la sociedad. Cuando aparecen informes a partir del testimonio de las v¨ªctimas, se duda de su objetividad y se les acusa de falta de rigor. ?Resultado? Complicidad en la pederastia.
Todo menos investigar. Lo dijo en su d¨ªa el secretario general de la CEE: ¡°No estamos por la labor de hacer investigaciones sociol¨®gicas o estad¨ªsticas, sino conocer a cada v¨ªctima con nombres y apellidos¡±. Parece, sin embargo, que, en los ¨²ltimos d¨ªas se ha producido un cambio de actitud en la Conferencia Episcopal Espa?ola, que se ha mostrado dispuesta a investigar. ?Es realmente as¨ª? Habr¨ªa que matizar. El cambio se debe a la evidencia de las investigaciones externas, a la reivindicaci¨®n de las v¨ªctimas y a que el Papa lo ha exigido, no a la propia convicci¨®n ante la criminalidad contra la infancia.
Aun as¨ª, la investigaci¨®n se limitar¨ªa a crear oficinas en cada di¨®cesis con la negativa expresa a constituir una comisi¨®n externa e independiente de la jerarqu¨ªa que analice en profundidad y de manera objetiva los hechos, sus causas y consecuencias con la obligaci¨®n de reparar. Las v¨ªctimas ya han expresado su escepticismo y desconfianza ante tales medidas, ya que puede significar negarse a conocer la verdad, o mejor, a reconocerla. Dicha negativa contraviene el mensaje de Jes¨²s de Nazaret: ¡°La verdad os har¨¢ libres¡± (Juan 8,32).
El comportamiento de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica demuestra, hasta ahora, insensibilidad ante el dolor de las v¨ªctimas, falta de compasi¨®n al no ponerse de su lado, no curar sus heridas, no contribuir a aliviar sus sufrimientos y no acompa?ar a las v¨ªctimas en la vivencia del ¡°calvario oculto¡± al que se refer¨ªa en este peri¨®dico una mujer que hab¨ªa sido abusada de ni?a por un sacerdote.
Por ¨²ltimo, ?qu¨¦ decir de la actitud de la Fiscal¨ªa en los casos de pederastia clerical? Tengo mis dudas de que en determinados sectores de dicha instituci¨®n no exista todav¨ªa complicidad, connivencia e incluso temor reverencial hacia la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, que se superpongan indebidamente a la obligada investigaci¨®n de la comisi¨®n de delitos, que le incumbe. Lo que tiene que quedar claro es que no existen dos justicias, la religiosa y la civil, sino una sola, la civil, a quien corresponde investigar los delitos contra la indemnidad sexual de las personas menores.
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