Johnny Depp contra Amber Heard: autopsia de una relaci¨®n tormentosa
El juicio por difamaci¨®n del actor a su expareja, que lo acusa de malos tratos, ha generado expectaci¨®n en EE UU entre reproches mutuos de abuso y el relato descarnado de las intimidades de un matrimonio tumultuoso
Johnny Depp entra en la sala como eso que quiere seguir siendo: una estrella de Hollywood. Se le ve relajado, luce gafas de sol, traje de tres piezas y sonrisa de pirata. Antes de sentarse, lanza un brindis con un termo plateado a los asistentes al juicio por difamaci¨®n contra su exesposa, la actriz Amber Heard. Es jueves a las 9.55 en el juzgado de Fairfax (Virginia) y el actor est¨¢ a punto de testificar por tercera jornada consecutiva. No parece importarle, pero hoy no ser¨¢ un d¨ªa f¨¢cil.
Cuando ambos pusieron fin en 2016 a su matrimonio tras 15 meses (y tres a?os de noviazgo), ella solicit¨® una orden de alejamiento y acus¨® al actor de unos malos tratos que Depp, de 58 a?os, niega desde entonces. Tampoco ha sido condenado por ellos, aunque en 2020 un juez de Londres fall¨® en contra del actor en una reclamaci¨®n por libelo contra el tabloide The Sun por llamarlo ¡°maltratador de esposas¡± en un titular. Entonces, el magistrado hall¨® ¡°abrumadoras pruebas¡± de que el actor agredi¨® a su expareja. En la demanda de divorcio, que acab¨® resuelto de com¨²n acuerdo, Heard dijo que la hab¨ªa abofeteado, dado cabezazos, agarrado de los pelos y pegado patadas en episodios violentos agravados por su abuso de alcohol y drogas.
En la primera jornada de su testimonio en el tribunal de Fairfax, el actor asegur¨® el martes que no ha golpeado nunca a Heard, ni tampoco a ¡°ninguna otra mujer¡±. Al d¨ªa siguiente, interrogado por su abogada, defendi¨® que ¨¦l era la verdadera v¨ªctima de abusos verbales y f¨ªsicos en la pareja, a los que reaccionaba como lo hac¨ªa cuando su madre lo ¡°maltrataba de peque?o¡±: ¡°poniendo la mente en blanco¡±. Tambi¨¦n se escucharon audios que el actor empez¨® a grabar cuando vio que el final se acercaba y temi¨® que ¡°la gente no creyera el desfile de insultos¡± en el que ella, dijo, convirti¨® una relaci¨®n plagada de discusiones durante las que ¨¦l acostumbraba a encerrarse en el ba?o.
En las grabaciones se la oye criticarlo por su cobard¨ªa y comentar un altercado entre ambos de esta manera: ¡°Te golpe¨¦, pero no te di un pu?etazo¡±. ¡°[Las broncas] Pod¨ªan comenzar con una bofetada, con un empuj¨®n, o arroj¨¢ndome el mando de la tele a la cabeza o una copa de vino a la cara¡±, dijo Depp, que tambi¨¦n la acus¨® de haberle cercenado el dedo coraz¨®n con una botella de vodka durante una pelea en Australia. Heard niega todas esas alegaciones.
Los siete miembros del jurado de Fairfax no est¨¢n llamados, con todo, a juzgar esos episodios, ni los secretos de un matrimonio que, de eso no hay duda, fue tumultuoso (una psic¨®loga que trat¨® a ambos durante su ruptura defini¨® la relaci¨®n en el juicio como de ¡°abuso mutuo¡±). Lo que examinan es si un art¨ªculo de The Washington Post de 2018 provoc¨® un da?o irreparable a su reputaci¨®n como actor. En ¨¦l, Heard, de 35 a?os, se defin¨ªa, sin mencionar a Depp, como ¡°una figura p¨²blica que representa el abuso dom¨¦stico¡± y dec¨ªa que hab¨ªa comprobado en sus carnes que ¡°las instituciones protegen a los hombres acusados de abuso¡±. La demanda tambi¨¦n la hace responsable de la cancelaci¨®n millonaria de la saga Piratas del Caribe, su m¨¢s sostenido ¨¦xito.
Los abogados de Heard han tratado de desmontar esa relaci¨®n causa-efecto mostrando al jurado art¨ªculos de prensa que hablaban de la posible cancelaci¨®n meses antes de la fecha de la tribuna del Post. ¡°Cuando las alegaciones en mi contra dieron la vuelta al mundo, mi carrera se acab¨®¡±, dijo esta semana el actor desde el estrado. ¡°De repente, me convert¨ª a mis cincuenta y tantos en una amenaza, un borracho colocado de coca¨ªna que pega a las mujeres. Cargar¨¦ con eso el resto de mi vida¡±.
Por todo ello, Depp pidi¨® en 2019 a Heard una compensaci¨®n de 50 millones de d¨®lares (48 millones de euros). Esta contraatac¨® con una reclamaci¨®n de 100 millones por el perjuicio que, asegura, han causado a su carrera las declaraciones de un abogado que ya no trabaja para su exmarido y que calific¨® de ¡°patra?as¡± las acusaciones de malos tratos.
Las cifras astron¨®micas y lo visto hasta ahora en el proceso hablan tanto de la sociedad del espect¨¢culo judicial estadounidense como de la cultura de la fama (subg¨¦nero: el desagradable mundo de los divorcios de las estrellas). Aunque esta bronca no conoce de fronteras: en Londres ya se airearon muchos de los trapos sucios que ahora vuelven a colgar a la vista de todos, pese a que la jueza de Fairfax ha abortado los intentos de los abogados de Heard de volver sobre aquel proceso. Esta vez, ambos se han citado en una localidad pr¨®xima a Washington que da nombre a un opulento condado porque all¨ª se imprime el Post y porque all¨ª el diario tiene tambi¨¦n sus servidores digitales.
¡°Depp podr¨ªa haberla demandado en Los ?ngeles, pero entonces se habr¨ªa convertido en un juicio a lo Hollywood¡±, explica el abogado Jesse Weber, presentador estrella de la cadena Crime & Law. Encargados de distribuir la se?al de la sala, esta semana han optado por una realizaci¨®n al estilo de esas pel¨ªculas con la pantalla partida (a la izquierda, Depp; a la derecha, Heard), que podr¨ªa titularse Autopsia de una relaci¨®n t¨®xica. En la decisi¨®n del actor tambi¨¦n pes¨® que la normativa de Virginia fuera m¨¢s favorable a las aspiraciones del demandante hasta un reciente cambio legislativo que puso coto a la pr¨¢ctica conocida como SLAPP, que permite a los poderosos con dinero desactivar la Primera Enmienda, que garantiza la libertad de expresi¨®n, a base de amenazar con demandas millonarias.
Weber ya hac¨ªa cola a eso de las 6.30 del jueves junto a otras 57 personas (miembros de la prensa como ¨¦l, o no) que esperaban para obtener por estricto orden de llegada un brazalete de acceso para la sesi¨®n de ese d¨ªa, en la que Depp se enfrentaba a las preguntas de la parte contraria. Las primeras de la fila, Yvonne y Debbie, contaron que se presentan cada noche a la 1.30. ?Fans del actor? ¡°Oh, solo desde hace unos 36 a?os¡±, dijeron. En la cola hab¨ªa otra mujer, llegada desde Australia para las seis semanas que se prev¨¦ que dure el juicio; una adolescente ¡°aspirante a abogada¡± acompa?ada por su madre; y una terapeuta experta en abusos que hab¨ªa aprovechado un d¨ªa libre para acercarse desde Washington y comprobar por s¨ª misma lo que sospecha cuando sigue el juicio por televisi¨®n: ¡°Que Heard presenta trazas de narcisismo y, tal vez, un trastorno l¨ªmite de la personalidad¡±.
Una vez dentro, el espect¨¢culo no defraud¨® al centenar de ciudadanos que pas¨® el corte. Benjamin Rottenborn, abogado de Heard, pregunt¨® con detalle a Depp sobre su abuso de estupefacientes y alcohol y sobre su adicci¨®n a los opi¨¢ceos, que le recet¨® un m¨¦dico tras lesionarse en el rodaje de la quinta entrega de Piratas del Caribe. Comparti¨® mensajes privados enviados a amigos famosos, familiares, m¨¦dicos o guardaespaldas en los que expresaba su rabia contra Heard o su dependencia de ella, en funci¨®n de la cercan¨ªa o no del ¡°Monstruo¡± (palabra clave en la pareja para referirse a la coca¨ªna y otros abismos de las drogas). Tambi¨¦n mostr¨® audios, videos e im¨¢genes recopilados por la exesposa, como uno en el que se ve a Depp romper muebles de cocina y tirar un vaso de vino. ¡°S¨ª¡±, dijo ¨¦l, ¡°la emprend¨ª contra esos muebles, pero nunca le puse la mano encima¡±.
Desintoxicaci¨®n en su isla
Rottenborn buscaba construir para el jurado un caso seg¨²n el cual Depp abusaba de ella verbalmente ante otros, as¨ª como demostrar que Heard fue sobre todo una buena influencia para ¨¦l y dejar claro que, si su carrera se fue al carajo, no fue por la tribuna del Post, sino por la afici¨®n a las drogas. Seg¨²n el abogado, lo transformaban en un ser impredecible y en un mentiroso, incluso tras desintoxicarse en la isla privada que Depp posee en Bahamas, lugar en el que la pareja se cas¨® tras conocerse en 2011 en el rodaje de Los diarios del ron.
El protagonista de Eduardo Manostijeras estuvo el jueves algo m¨¢s tenso que en los d¨ªas previos, en los que parec¨ªa contento de poder contar su versi¨®n de los hechos en un tono deliberadamente tranquilo. Hasta en los momentos m¨¢s tirantes con Rottenborn, hizo sonre¨ªr a la audiencia hablando con iron¨ªa de, por ejemplo, su historial adictivo. Como cuando el letrado le pregunt¨® si una foto ¡ªen la que se ve¨ªan cuatro rayas de algo que parec¨ªa coca, un ced¨¦ de Keith Richards, un ejemplar de Los Angeles Times y dos whiskies junto a una cajita de madera con la inscripci¨®n ¡°Propiedad de J. D.¡±¨D hab¨ªa sido tomada de buena ma?ana. ¡°?Acaso no son todas las horas la hora feliz?¡±, respondi¨® antes de alabar la ¡°hermosa composici¨®n de la imagen¡±. (El actor estaba haciendo referencia a la happy hour, ese momento muerto del final de la tarde en el que los bares rebajan el precio del alcohol para atraer clientes).
El tercer grado a Depp continuar¨¢ el lunes, y a¨²n queda por escucharla a ella y a sus peritos, as¨ª como a los testigos de relumbr¨®n (Elon Musk o James Franco) que la actriz ha anunciado que convocar¨¢. Los expertos legales citados por los medios estadounidenses estos d¨ªas coinciden en que lo m¨¢s probable es que ambos pierdan sus respectivas demandas en un sistema en el que la difamaci¨®n es un concepto escurridizo. ?Qu¨¦ pretenden entonces? Parece claro que Depp, que no ha participado en una pel¨ªcula de un gran estudio desde 2018, aspira a limpiar su imagen. Y que ambos est¨¢n embarcados en un ajuste de cuentas sobre su relaci¨®n a un precio ciertamente alto: el que marcan las minutas de esos dos ej¨¦rcitos de abogados, que son tambi¨¦n propias de estrellas de Hollywood.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.