Jorge Prieto: ¡°Desde peque?ito me ha gustado ir a los sitios donde nadie quer¨ªa ir¡±
El enfermero, que se hizo viral por su simp¨¢tico trato a los pacientes durante la pandemia, publica un libro en el que relata su peripecia laboral y protesta contra la precariedad en el sector sanitario
Jorge Prieto (Madrid, 26 a?os) parece un buen chaval. En una cafeter¨ªa de Palma, ciudad donde ahora comienza un nuevo contrato, pide un Cola Cao, pero no tienen. Iba para polic¨ªa, empez¨® Derecho y Criminolog¨ªa, pero cambi¨® la primera por Enfermer¨ªa. En la pandemia se hizo viral por un v¨ªdeo que documentaba el mon¨®logo humor¨ªstico con el que recib¨ªa a la gente que se iba a vacunar al madrile?o estadio Wanda. Le gusta escribir. Ahora saca un libro narrando sus peripecias laborales: Llegar a tiempo, el d¨ªa a d¨ªa de un enfermero de emergencias, publicado por Pen¨ªnsula.
Pregunta. ?Qu¨¦ demonios es un neumot¨®rax?
Respuesta. Es como que el pulm¨®n se rompe por dentro. Suena muy tremendo, pero no es para tanto. Digamos que el aire del pulm¨®n se escapa y te produce una dificultad respiratoria.
P. En efecto, suena fatal.
R. Pues yo tuve cuatro seguidos, en solo tres meses, con 19 a?os. Iba para polic¨ªa, por eso estudi¨¦ Criminolog¨ªa, pero al conocer el mundo de la sanidad desde dentro me gust¨® y me met¨ª a enfermero de emergencias. Con mi patolog¨ªa no pod¨ªa ser polic¨ªa.
P. El caso era estar en la calle.
R. Desde peque?ito me ha gustado ir a los sitios donde nadie quer¨ªa ir. Alguien tiene que hacerlo. Me llama estar ah¨ª cuando alguien est¨¢ en un momento de m¨¢ximo sufrimiento y necesita ayuda.
P. ?Cu¨¢l es la diferencia con otros tipos de enfermer¨ªa?
R. Siempre digo que los de emergencias jugamos fuera de casa. Los que trabajan en el hospital es como si jugaran en casa, con todo a mano, mucha gente. Yo me voy a un domicilio, a una esquina, haga fr¨ªo, llueva, haga calor.
P. Se deben ver cosas duras.
R. Al entrar en la vida de la gente se producen momentos muy emotivos. Se entra en las casas, se ve c¨®mo viven algunos, v¨ªctimas de la pobreza o la depresi¨®n. Lo m¨¢s duro es la cantidad de soledad que hay: algunas personas llaman simplemente porque necesitan hablar, porque necesitan atenci¨®n. Tambi¨¦n los intentos de suicidio, o suicidios consumados, sobre los que hay un tab¨². Me impresiona mucho que haya personas que sufran tanto como para querer quitarse la vida.
P. Por un intento de suicidio empez¨® a usted a escribir.
R. Una vez, como voluntario del Samur, tuve que atender uno de estos casos en Madrid, de un chico que ten¨ªa mi edad, unos 20 a?os entonces, y eso cre¨® una conexi¨®n especial entre ambos. Al final el chico se salv¨®, pero a m¨ª me dej¨® muy tocado. El psic¨®logo me recomend¨® escribir mis experiencias, y me sirvi¨®.
P. ?Cu¨¢les han sido las secuelas psicol¨®gicas para los sanitarios tras la pandemia?
R. Estamos acostumbrados a la muerte, al sufrimiento ajeno, pero no todo de golpe, en tal cantidad y con tan poca posibilidad de hacer nada. Ahora mismo hay much¨ªsima baja por ansiedad y depresi¨®n entre los sanitarios. Y la salud mental, aunque la tengamos olvidada, es tan importante como la f¨ªsica.
P. Durante los tiempos m¨¢s duros de la pandemia se dedic¨® a emergencias, a UCI, pero tambi¨¦n a la vacunaci¨®n. Era usted de los que nos pon¨ªan el famoso chip del Bill Gates.
R. Efectivamente, para que luego nos controlaran mediante las redes 5G (risas).
P. ?C¨®mo tratar a un negacionista?
R. Los antivacunas dec¨ªan que nos ¨ªbamos a morir todos, y aqu¨ª seguimos. Y ha sido un ¨¦xito. Alguno se present¨® en las colas de vacunaci¨®n. ¡°Yo no quiero vacunarme¡±, me dec¨ªa. ¡°Pues all¨ª tiene usted la puerta¡±, le dec¨ªa yo. ¡°Es usted un borde¡±, me dec¨ªa ¨¦l. Solo ven¨ªa a discutir... ?Algunos dec¨ªan que tras la vacuna se les quedaban pegadas la cucharas!
P. Luego hab¨ªa gente que ten¨ªa leg¨ªtimo miedo.
R. Hab¨ªa tanta informaci¨®n que al final est¨¢bamos desinformados. Muchas personas ten¨ªan miedo por bulos que les hab¨ªan contado sus vecinos. Yo les dec¨ªa: ¡°?Su vecino qu¨¦ ha estudiado? ?Sabe de vacunas?¡±.
P. Tambi¨¦n da miedo la precariedad de su profesi¨®n. ?C¨®mo est¨¢ el panorama?
R. Lo veo mal. No tenemos contratos estables, un contrato largo para nosotros es de entre tres y seis meses. Si es de estos ¨²ltimos, hacemos una fiesta, porque poder planificar seis meses de tu vida es maravilloso. Pero lo peor es que abundan los contratos de mes, de quince d¨ªas, ?y hasta de d¨ªa! Yo he dado tumbos por Madrid, Arag¨®n, Mallorca¡
P. Les toman como profesionales muy moldeables.
R. Adem¨¢s, como valemos para todo, hay contratos de correturnos: un d¨ªa puedes estar en pediatr¨ªa y al otro en oncolog¨ªa, y al otro en neumolog¨ªa, independientemente de tu experiencia o conocimientos. Eso ser¨ªa impensable para un m¨¦dico. Hay diferencias entre las comunidades, pero todas est¨¢n bastante mal.
P. Usted relajaba al personal haciendo una especie de mon¨®logo humor¨ªstico. Por eso se hizo viral en Internet.
R. Yo me ofrec¨ª para dar las indicaciones sobre la vacunaci¨®n, porque tengo muy poca verg¨¹enza y un buen chorro de voz (cuando estudiaba Derecho hab¨ªa estado en la Sociedad de Debates Complutense). Comprob¨¦ que los primeros d¨ªas la gente no me hac¨ªa ni caso. Luego ven¨ªan a preguntarme una y otra vez sobre las indicaciones que les hab¨ªa dado. Cuando empec¨¦ a utilizar el humor, prestaban atenci¨®n y a todo el mundo se le quedaba claro el procedimiento.
P. ?Ha pensado en ahondar en esa faceta?
R. No, como dice mi madre, en mi familia no somos especialmente graciosos. Si me ponen en un escenario, tipo Club de la Comedia, con un vodka naranja, no ser¨ªa capaz de hacer re¨ªr a nadie.
P. ?Cabe el humor en mitad de una cat¨¢strofe?
R. S¨ª, creo que es necesario. Es como un ant¨ªdoto. Quiz¨¢s no en cada instante, pero siempre tiene que haber alg¨²n momento en que nos podamos re¨ªr. Incluso en mitad de una pandemia.
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