El acoso sexual a las marineras ve la luz: noches en el ba?o con un cuchillo y denuncias de violaci¨®n
Tras d¨¦cadas de silencio sobre los abusos a las tripulantes de navieras, dos v¨ªctimas han acudido a los tribunales en Estados Unidos
A los 18 a?os, la Academia de Marina Mercante de Estados Unidos la envi¨® al Alliance Fairfax, un buque de la naviera danesa Maersk que navega cargado de veh¨ªculos. All¨ª deb¨ªa seguir con su formaci¨®n tras sobresalir en su primer a?o tanto por sus habilidades acad¨¦micas como atl¨¦ticas. Pero todo se iba a torcer desde el principio. La cadete a la que sustituy¨® a bordo le advirti¨® de que la tripulaci¨®n estaba llena de hombres ¡°espeluznantes¡±, y le aconsej¨® que evitara usar pantalones cortos o hacer ejercicio en su presencia. En definitiva, obviar todo aquello que el resto pudiera considerar ¡°provocativo¡±.
El aviso no sirvi¨® de gran cosa. Tras semanas de bromas machistas, insinuaciones sexuales, y tocamientos no consentidos, la actitud especialmente insistente de uno de sus compa?eros llev¨® a Midshipman-Y ¡ªel seud¨®nimo con el que la joven figura en la denuncia¡ª, a dormir encerrada con un cuchillo en el suelo del ba?o, el ¨²nico lugar al que no se pod¨ªa entrar con las llaves maestras que portaban algunos tripulantes. Y a cambiar los horarios en que se iba a descansar para no dar pistas a su posible asaltante. Finalmente, ante el temor a ser violada, pidi¨® ser evacuada de urgencia del barco e inform¨® de lo sucedido a la empresa.
El pasado 14 de junio, los bufetes de abogados estadounidenses Sanford Heisler Sharp y Maritime Legal Solutions presentaron conjuntamente ante la Corte de Nueva York dos denuncias contra Maersk: una por el acoso a Midshipman-Y, y otra por la presunta violaci¨®n sufrida antes por Hope Hicks, otra mujer que vivi¨® en junio de 2019 la pesadilla de viajar a bordo del Alliance Fairfax, un barco de bandera estadounidense de 199 metros de eslora y 32 metros de manga capaz de cargar casi 20.000 toneladas.
El escrito presentado a los jueces acusa a Maersk de no hacer lo suficiente para protegerlas. As¨ª se describe la experiencia de Hicks, que entonces ten¨ªa 19 a?os y antes de atreverse a dar a conocer su identidad usaba el seud¨®nimo Midshipman-X. ¡°Desde el principio, Hope, que era la ¨²nica mujer a bordo del Alliance Fairfax, fue objeto de un acoso sexual por parte de tripulantes masculinos que empeor¨® con el tiempo. A la mitad de su viaje, la peor pesadilla de Hope se hizo realidad cuando el primer ingeniero del barco la atiborr¨® de alcohol, esper¨® hasta que estuvo completamente incapacitada y la viol¨®. Antes de ser violada por un oficial borracho m¨¢s de cuarenta a?os mayor que ella, Hope era virgen y se reservaba para el matrimonio¡±.
Los casos de las dos j¨®venes salpican a una industria, la del transporte mar¨ªtimo, ampliamente copada por hombres, que no ha tomado medidas para proteger a las mujeres a bordo hasta hace bien poco. Cuando Hicks hizo p¨²blica su violaci¨®n a trav¨¦s de una publicaci¨®n en un blog el a?o pasado, Maersk abri¨® una investigaci¨®n, suspendi¨® a cinco empleados y luego los despidi¨®. Ahora, con la denuncia en los tribunales, insiste a este diario en que est¨¢n tratando de cambiar la cultura que rige en los mares, manchada por comportamientos abiertamente sexistas. Y est¨¢n entrevistando a las m¨¢s de 350 mujeres de su plantilla que trabajan en alta mar para hablar de los retos que afrontan, o lo que es lo mismo, de si han sufrido acoso y qu¨¦ hacer en esos casos. ¡°Las conversaciones, que todav¨ªa se est¨¢n llevando a cabo, demuestran que se necesita un gran cambio cultural¡±, admite Maersk.
En un entorno como el del mar, claramente masculino, donde se pueden pasar meses a muchos kil¨®metros de tierra firme, aislados en un espacio reducido, las historias de abusos que no han salido a la luz son probablemente muchas m¨¢s que las que se han conocido. Christine Dunn, socia de Sanford Heisler Sharp ¡ªel bufete que dirige la denuncia¡ª especializada en violencia sexual, cree que el caso puede empujar a las navieras a implantar cambios, dado que est¨¢ en juego su reputaci¨®n. ¡°Hope Hicks y Midshipman-Y son muy valientes al dar a conocer sus historias. Creen que arrojar luz sobre este problema es la ¨²nica forma de obtener justicia para ellas mismas y de realizar cambios en Maersk y en la industria mar¨ªtima¡±, cuenta por correo electr¨®nico.
Pese a la rendija que se abre, no hay razones para pensar que habr¨¢ un cambio r¨¢pido. J. Ryan Melogy, fundador de Maritime Legal Solutions, el hombre al que recurrieron las dos j¨®venes, recuerda por correo electr¨®nico que las denuncias deben presentarse en los pa¨ªses en los que est¨¢n registrados los barcos. Y solo 100 en el mundo navegan con bandera estadounidense. ¡°Estas mujeres son pioneras, pero viven en EE UU y est¨¢n siendo apoyadas por poderosos equipos legales. Hay miles de embarcaciones con bandera paname?a, por ejemplo, y si sufres abusos all¨ª, tu ¨²nica opci¨®n es ir a la Corte en Panam¨¢. No veo que eso est¨¦ sucediendo y creo que estamos muy lejos de ver una respuesta generalizada a los abusos mar¨ªtimos en los tribunales¡±.
El mar, ?territorio impune?
La periodista brit¨¢nica Rose George ha estudiado a fondo el sector. Se embarc¨® en un portacontenedores durante semanas, de Rotterdam a Singapur, para explicar c¨®mo funciona el comercio mar¨ªtimo ¡ªtan importante como ignorado¡ª, y contarlo en el libro Noventa por ciento de todo (Capit¨¢n Swing). Las denuncias no le han pillado por sorpresa, pero cree que son un gesto valiente. ¡°Me alegro de que vayan a los tribunales, porque hay una inmensa presi¨®n sobre ellas para que no lo hagan: podr¨ªan perder sus trabajos o ser incluidas en una lista negra¡±.
En su opini¨®n, el mar es el territorio perfecto para la impunidad. ¡°Siempre digo que si quisiera asesinar a alguien (?no es el caso!), lo har¨ªa en el mar. Sin polic¨ªa, sin f¨¢cil acceso, sin recopilaci¨®n de pruebas forenses: es una escena del crimen perfecta¡±, se?ala por correo electr¨®nico. Para George, las empresas deben disponer de sistemas para que las mujeres a bordo tengan alguien de confianza a quien acudir si sufren acoso.
Empujada por el auge feminista del #MeToo, la sueca Frida Wigur, marinera durante una d¨¦cada, empez¨® en 2017 en redes sociales el movimiento #l?ttaankar ¡ªlevar anclas en espa?ol¡ª. Inmediatamente le llegaron decenas de testimonios de mujeres, e incluso se rod¨® con ellos un documental. ¡°Todas las mujeres en la industria tienen alguna historia de misoginia y muchas se han estado guardando esas malas experiencias desde hace d¨¦cadas. En el mar convives con el acoso sexual y siempre ser¨¢s juzgada por tu sexo y no como persona¡±, explica al tel¨¦fono. Wigur compara la industria mar¨ªtima con el ej¨¦rcito: en ambos las mujeres son una minor¨ªa y la jerarqu¨ªa es muy marcada.
Las dos denuncias se han presentado contra Maersk, la mayor firma de portacontenedores del mundo, pero Melogy est¨¢ convencido de que ninguna se libra. ¡°Sucede en todas las compa?¨ªas mar¨ªtimas. En todas y cada una. Viven en un mundo sin consecuencias, y creo que ese es el verdadero problema¡±, dice tajante. El abogado, que conoce la industria porque trabaj¨® en ella durante a?os, se muestra esc¨¦ptico: cree que las empresas no ser¨¢n capaces de cambiar esa cultura y los avances deben venir de fuera. Adem¨¢s, recuerda que a veces hay hombres entre las v¨ªctimas. ¡°Los marinos varones tambi¨¦n son acosados y abusados sexualmente, y los hombres tambi¨¦n son objeto frecuente de intimidaci¨®n y abuso psicol¨®gico que pueden tener efectos devastadores en su salud mental¡±.
Una portavoz de la alemana Hapag-Lloyd, la quinta compa?¨ªa del mundo que m¨¢s contenedores mueve, asegura que no tiene constancia de que se hayan producido incidentes tan graves en sus barcos, y ha puesto en marcha programas de formaci¨®n en diversidad para sus tripulantes. Reconocen que la presencia femenina es muy minoritaria, lo que favorece que sean m¨¢s vulnerables a bordo, pero est¨¢n detectando m¨¢s inter¨¦s: actualmente, de sus 45 aprendices, 10 son mujeres, el 22%, una tasa por encima de la total. ¡°Cruzar los l¨ªmites, como sucede en actos sexuales no consentidos, no ser¨¢ tolerado de ninguna manera¡±, insiste la naviera.
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