Un hito feminista en el mundo ¨¢rabe: balance agridulce de cinco a?os de la ley contra la violencia machista de T¨²nez
La falta de medios y el arraigado poso del patriarcado limitan el impacto de la norma, en un pa¨ªs en el que las agresiones a mujeres estallaron en 2021 con 68.000 denuncias
Las victorias y decepciones de Hayet Jamis, una mujer que padeci¨® durante una d¨¦cada la pesadilla de violencia machista, encarna a la perfecci¨®n las luces y las sombras en la aplicaci¨®n de la ley integral contra la violencia de g¨¦nero en T¨²nez, que acaba de cumplir el quinto aniversario de su aprobaci¨®n. Inspirada en la legislaci¨®n espa?ola de 2004, fue un hito hist¨®rico para el movimiento feminista tunecino, pues es una ley pionera en todo el mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico. Sin embargo, las herramientas que contiene para luchar contra la violencia machista no siempre se utilizan, sobre todo por el arraigado poso del patriarcado y la falta de medios del Estado tunecino.
Jamis fue una de las primeras mujeres maltratadas a quienes se aplic¨® la nueva legislaci¨®n. ¡°Mi exmarido ha sido condenado por abusos y violencia f¨ªsica en varios procesos, y en cada uno ha sido condenado a penas de c¨¢rcel que suman m¨¢s de un a?o¡±, explica esta mujer de 45 a?os y madre de dos hijos. Vive en un humilde apartamento de un barrio popular de la capital, que ha sido el hogar familiar desde su boda hace m¨¢s de quince a?os. En base a uno de los preceptos de la norma, el juez le concedi¨® el derecho a continuar residiendo en su casa, y promulg¨® una orden de alejamiento al marido. Sin embargo, su caso es m¨¢s bien excepcional.
¡°De acuerdo con la ley, el juez puede ordenar que la mujer agredida permanezca en el hogar familiar y forzar la marcha de su agresor. Esta era una de las innovaciones m¨¢s importantes de la ley. Pero rara vez los jueces recurren a esta prerrogativa¡±, comenta Kenza Ben Azuz, investigadora de Human Rights Watch especializada en derechos de la mujer.
Las consecuencias de esta renuencia se agravan por la escasez de refugios de acogida para mujeres v¨ªctimas de violencia machista, una verdadera lacra en T¨²nez. Ahora mismo, hay tan solo cinco en todo el pa¨ªs, cuatro en la capital y uno en Mahdia. En total, hay 107 camas para hacer frente a las situaciones de emergencia, una cifra a todas luces insuficiente. En los ¨²ltimos cinco a?os se han abierto otros centros, por ejemplo en la ciudad de Gabes, capital de las conservadoras provincias del sur del pa¨ªs, pero se han cerrado por falta de fondos.
La ley era muy ambiciosa, pero varios de sus objetivos no se han podido conseguir por falta de recursos. Por ejemplo, la legislaci¨®n establece la creaci¨®n del Observatorio Nacional de la Lucha contra la Violencia a las Mujeres, pero no est¨¢ todav¨ªa operativo. ¡°El Estado no ha hecho sus deberes, ya que no ha puesto en marcha los mecanismos para hacer cumplir la ley, como el Observatorio. Ni tan siquiera existe una coordinaci¨®n entre los cinco ministerios involucrados¡±, opina Ahlem Buseruel, secretaria general de la Asociaci¨®n Tunecina de Mujeres Dem¨®cratas (ATFD), una hist¨®rica entidad feminista.
La cuesti¨®n econ¨®mica es central a la hora de explicar los efectos limitados de una legislaci¨®n que se anunci¨® como revolucionaria. Entre sus logros, la derogaci¨®n de la norma que permit¨ªa a un violador evitar la c¨¢rcel si se casaba con su v¨ªctima, o la tipificaci¨®n como delito del acoso sexual. En teor¨ªa, el Estado deber¨ªa aportar ayudas de diverso tipo a las mujeres v¨ªctimas de violencia, pero esto no sucede. Muchas se echan atr¨¢s a la hora de denunciar o retiran sus denuncias por miedo de verse repudiadas por sus familias, y quedarse sin ning¨²n tipo de ingreso.
A Jamis no le falt¨® valent¨ªa, pero ahora su situaci¨®n es muy precaria. ¡°Soy una graduada de lengua ¨¢rabe, pero no encuentro trabajo de profesora. Sufro una doble discriminaci¨®n, por ser mujer y negra. Cualquier d¨ªa me van a cortar el agua porque no puedo pagar las facturas¡±, dice angustiada. Adem¨¢s, su hijo peque?o, de 9 a?os, padece autismo. En T¨²nez, no hay escuelas p¨²blicas especiales, y las privadas cuestan unos 230 euros al mes, por encima del salario m¨ªnimo. En teor¨ªa, tiene derecho a una ayuda mensual del estado, pero la administraci¨®n asegura no disponer de fondos suficientes.
Seg¨²n los datos oficiales disponibles, en 2021 se produjo una explosi¨®n de denuncias por agresiones machistas, superando las 68.000, frente a las 40.000 del a?o anterior. De ellas, un 64% correspondieron a violencia en la pareja o expareja. Los expertos atribuyen este hecho a los confinamientos para luchar contra la Covid. Ahora bien, en ese periodo solo se encarcel¨® a unas 200 personas por este motivo. Pero la conyugal no es el ¨²nico tipo de violencia denunciada en un pa¨ªs donde un 75% de las mujeres declaran en el marco de un estudio sociol¨®gico haber sufrido violencias de tipo sexual en el espacio p¨²blico ¨Ccasi un cuarto m¨¢s del 10 veces¨C, y un 41% violencias de tipo f¨ªsico.
Uno de los motivos para la persistencia de este nivel de violencia es la sensaci¨®n de impunidad. ¡°La justicia est¨¢ desbordada, y los plazos son muy lentos. Lo que hace que muchas de las denuncias se acaben retirando¡±, apunta Ben Azuz. Adem¨¢s, incluso cuando hay sentencia, no siempre se aplica. ¡°Como mi exmarido conoce a los polic¨ªas del barrio de toda la vida, estos no lo han arrestado para que cumpla su pena de c¨¢rcel. Tampoco me ha pagado las compensaciones econ¨®micas y las multas que deb¨ªa¡±, lamenta Jamis.
Uno de los logros en la aplicaci¨®n de la ley es la apertura de m¨¢s de 190 unidades especializadas en violencia machista en las comisar¨ªas policiales tunecinas. Ahora bien, no siempre act¨²an como deber¨ªan. En algunas comisar¨ªas, a¨²n intentan disuadir a las v¨ªctimas de denunciar y les instan a reconciliarse con el agresor, una actitud que encaja con la predominante en la sociedad. Casi un 70% de la poblaci¨®n tunecina contin¨²a considerando la violencia dentro de las casas un asunto privado. ¡°La mentalidad patriarcal es a¨²n muy fuerte en T¨²nez. Hay que invertir sobre todo en la educaci¨®n de la juventud. La ley por s¨ª sola no puede cambiar la realidad¡±, asevera Buseruel.
La aprobaci¨®n en 1956 de un c¨®digo de familia muy progresista para la ¨¦poca, situ¨® a T¨²nez en la vanguardia de los derechos de la mujer. No obstante, la sociedad no ha evolucionado al mismo tiempo que su legislaci¨®n. Aunque el nuevo presidente, Kais Said, ha nombrado por primera vez en la historia una primera ministra, existe preocupaci¨®n entre las asociaciones feministas ante un posible retroceso. De ideolog¨ªa conservadora, en su deriva autoritaria ha aprobado una nueva Constituci¨®n que exige al Estado ¡°logre los objetivos del islam¡±, lo que podr¨ªa ser perjudicial para los derechos humanos, y sobre todo, de las mujeres. ¡°Esta nueva Constituci¨®n es una amenaza¡±, remacha Buseruel.
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