Tres golpes son demasiados: m¨¢s trabajadores y j¨®venes en las colas del hambre
Las entidades sociales alertan de la situaci¨®n. Cruz Roja prev¨¦ que atender¨¢ a 400.000 personas m¨¢s a lo largo de 2022 que antes de la pandemia, C¨¢ritas se gastar¨¢ un 10% m¨¢s solo en ayudar a la misma gente que en 2021
La Gran Recesi¨®n (2008), la pandemia (2020-2021), la inflaci¨®n (2022). Tres golpes. Demasiados para quienes viv¨ªan en situaci¨®n vulnerable o cerca de ella. Las ONG alertan de un incremento en la demanda de ayudas. Cruz Roja prev¨¦ acabar el a?o con unas 400.000 personas m¨¢s atendidas respecto a 2019. C¨¢ritas estima que, sin tener en cuenta el aumento de peticiones, solo para apoyar a la misma cantidad de gente que el a?o pasado deber¨¢n emplear al menos un 10% m¨¢s de recursos. Son especialmente vulnerables los hogares con ni?os. Un 40% de las personas con dificultades para afrontar gastos imprev...
La Gran Recesi¨®n (2008), la pandemia (2020-2021), la inflaci¨®n (2022). Tres golpes. Demasiados para quienes viv¨ªan en situaci¨®n vulnerable o cerca de ella. Las ONG alertan de un incremento en la demanda de ayudas. Cruz Roja prev¨¦ acabar el a?o con unas 400.000 personas m¨¢s atendidas respecto a 2019. C¨¢ritas estima que, sin tener en cuenta el aumento de peticiones, solo para apoyar a la misma cantidad de gente que el a?o pasado deber¨¢n emplear al menos un 10% m¨¢s de recursos. Son especialmente vulnerables los hogares con ni?os. Un 40% de las personas con dificultades para afrontar gastos imprevistos en 2021 contaba con un empleo, explica el experto Luis Ayala. Y preocupan los j¨®venes, por la subida que han experimentado sus peticiones de ayuda.
En Espa?a hab¨ªa el a?o pasado casi 10,3 millones de hogares en riesgo de pobreza. Es el ¨²ltimo dato disponible, calculado con la renta de 2020. Esto quiere decir, para una persona que viva sola, unos ingresos de menos de 9.535 euros anuales. En 2021, un tercio de los ciudadanos ten¨ªa dificultades para afrontar gastos imprevistos. El 14% de la poblaci¨®n presentaba dificultades para mantener la vivienda a una temperatura adecuada.
Tanto Cruz Roja como C¨¢ritas explican que no existe un ¨²nico perfil de demandante, pero ambos coinciden en la especial vulnerabilidad de los hogares con hijos, familias en mitad de la crianza (de 30 a 50 a?os), y de las personas que viven solas. Toni Bruel, coordinador general de Cruz Roja, destaca el caso de las familias monoparentales y las divorciadas en las que un solo progenitor cuida de los ni?os. Tambi¨¦n resalta que entre enero de 2020 y mayo de 2021 han casi duplicado los usuarios de entre 16 y 30 a?os, al pasar de cerca de 100.000 a casi 200.000, una tendencia que ¡°se mantiene¡± actualmente. ¡°Esta crisis [con los precios] afecta especialmente a los j¨®venes, nos preocupa porque deber¨ªan estar en edad de emanciparse o poder tener trabajos estables¡±.
En medio de este panorama, la inflaci¨®n ha recrudecido las im¨¢genes de las colas del hambre y ha elevado la petici¨®n de ayudas a las administraciones. El catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la UNED Luis Ayala puntualiza que ¡°la escalada de precios no es estrictamente una nueva crisis, pero es una restricci¨®n adicional¡±. ¡°Muchos hogares se recuperaron malamente de la crisis de 2008. Cuando hab¨ªan conseguido recuperar sus empleos, aunque bastante precarios, vino la pandemia y ahora que empezaban a levantar cabeza se encuentran con el encarecimiento de los bienes de consumo m¨¢s b¨¢sicos¡±, apunta. ¡°Hay dos problemas estructurales¡±, dice, un sector de la poblaci¨®n muy vulnerable, que lleva a?os en esa situaci¨®n, y el ¡°alto porcentaje de gente que vive con trabajos inestables y roza el umbral de la pobreza¡±.
Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, cita datos recogidos en la memoria de los Presupuestos Generales del Estado de este a?o para explicar la demanda en servicios sociales: ¡°De una estimaci¨®n de 10,5 millones de usuarios en 2020 se pasa a 13,7 en 2022¡å. Se incluye tanto a quienes buscan informaci¨®n como ayuda a domicilio, es decir, ni mucho menos recoge solo a quienes tienen dificultades y necesitan de una ayuda para subsistir, pero da idea de la magnitud de la demanda a la que se enfrentan estos servicios. ¡°No dan abasto y no lo dar¨¢n mientras los procedimientos burocr¨¢ticos que se les exijan sean tan complicados¡±, a?ade. ¡°En muchos ayuntamientos las ayudas de emergencia para comer o vestirse pueden tardar hasta dos meses porque se tramitan como subvenciones, hace falta cambiar la ley. Cada vez que una Administraci¨®n p¨²blica deriva a una persona que necesita los m¨ªnimos de subsistencia a una ONG es el fracaso palmario de los gobernantes de esa instituci¨®n¡±.
Quienes se acercan a C¨¢ritas llegan ¡°con necesidades muy inminentes, relacionadas con la vivienda, los suministros, como luz, gas y agua, y apoyo econ¨®mico¡±, indica Ra¨²l Flores, coordinador de Estudios de la entidad. ¡°M¨¢s de la mitad de las familias que vienen est¨¢n trabajando¡±, afirma el tambi¨¦n secretario t¨¦cnico de Foessa, la fundaci¨®n que se encarga de la investigaci¨®n social de la organizaci¨®n, que asegura que ¡°el fen¨®meno no es nuevo, pero que se est¨¢ incrementando y acentuando desde la Gran Recesi¨®n¡±. A¨²n no han contabilizado el aumento de atendidos, pero apuntan que el ¡°incremento no es generalizado¡±. ¡°En las grandes ciudades, donde la presi¨®n por la vivienda es m¨¢s intensa, se est¨¢ notando. La vivienda sigue siendo ese pozo sin fondo que se va tragando todos los ingresos de las familias¡±.
En momentos de dificultad, el primer gasto va para el alquiler o la hipoteca. Para poder pagarla, se quita del resto. Desde gastos relacionados con la educaci¨®n de los hijos hasta alimentaci¨®n, en los casos m¨¢s extremos. En Cruz Roja aseguran que este a?o acabar¨¢ por debajo de los 2,2 millones de personas atendidas en 2020, a quienes se dieron alimentos, productos de higiene, juguetes, ropa¡ Pero creen que llegar¨¢n a los 1,5 millones. ¡°En 2019 d¨¢bamos alimentos a 810.000 ciudadanos, y en 2022 estimamos que ser¨¢n 990.000¡å, sostiene el coordinador general de la entidad.
Las competencias respecto a protecci¨®n social recaen en las comunidades aut¨®nomas. El Gobierno tiene la labor de coordinaci¨®n y los ayuntamientos se encargan de los servicios sociales de base. Es decir, que hay diversidad en funci¨®n del municipio del que se trate. Pero hay medidas de alcance nacional. El Ejecutivo instaur¨® hace dos a?os el ingreso m¨ªnimo vital (IMV), que garantiza una m¨ªnima prestaci¨®n en todo el pa¨ªs para quienes no tienen recursos y que, seg¨²n anunci¨® en junio el ministro de Inclusi¨®n, Jos¨¦ Luis Escriv¨¢, ha llegado a ¡°casi medio mill¨®n de hogares y a casi 1,2 millones de personas¡±.
Para paliar las dificultades asociadas a la subida de precios, el Ejecutivo tambi¨¦n ha aprobado dos paquetes de medidas extraordinarias. Entre ellas, el aumento del 15% en las cuant¨ªas del IMV, una reducci¨®n en los abonos de transporte o una ayuda directa de 200 euros para hogares con ingresos inferiores a 14.000 euros (y que no perciban el IMV). Se extienden hasta el 31 de diciembre.
Ayala considera que las medidas son ¡°positivas, aunque de limitado alcance¡±. En su opini¨®n, no dan respuesta a ¡°las necesidades estructurales de amplias capas de la poblaci¨®n¡±. Coincide con ¨¦l Carlos Sus¨ªas, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza en Espa?a (EAPN), que aglutina a 8.000 ONG. ¡°El ingreso m¨ªnimo vital tiene un problema de extensi¨®n e intensidad [n¨²mero de beneficiarios y gente que lo percibe], adem¨¢s de uno cr¨®nico de burocratizaci¨®n¡±, apunta. Flores, de C¨¢ritas, alerta tambi¨¦n de la necesidad de vivienda p¨²blica: ¡°Tenemos cifras inferiores al 2%. Podemos tomar medidas temporales, pero lo que necesitamos es resolver los problemas estructurales¡±.
En definitiva, ampliar la red de protecci¨®n. La que tienen mejor desarrollada en otros pa¨ªses de nuestro entorno. ¡°El sistema de protecci¨®n social alem¨¢n, sueco, holand¨¦s o dan¨¦s es mucho m¨¢s potente que el que tenemos aqu¨ª. En Espa?a empezamos a construirlo en los ochenta y nos llegaron crisis cuando a¨²n no estaba consolidado. Hace que nuestra situaci¨®n sea mucho m¨¢s vulnerable y peor¡±, dice Sus¨ªas, de EAPN. ¡°Las colas del hambre de las que se habla son un tipo de ayuda muy visible, pero hay que tener cuidado con la dignidad de las personas, la exposici¨®n p¨²blica me parece una sobreestigmatizaci¨®n. Tendr¨ªamos que trabajar mucho mejor¡±, a?ade.
¡°Una vez m¨¢s ha llegado una crisis sin estar preparados¡±, sostiene Flores, de C¨¢ritas. Y concluye: ¡°Tenemos un problema de pobreza y desigualdad que hay que solucionar, con medidas preventivas. Cuando pase la actual crisis, la realidad de muchas familias seguir¨¢ siendo de pobreza, desigualdad y sufrimiento¡±.
A CORU?A
Angustia en una peque?a ONG: las colas crecen y las donaciones menguan
Sonia Vizoso
Seis a?os antes de que imponer una cesta b¨¢sica de la compra con tope de precio fuera objeto de sesudo debate en los despachos ministeriales, en el barrio Sagrada Familia de A Coru?a una pareja de inmigrantes se arremang¨® para ponerla en pr¨¢ctica. El matrimonio formado por el portugu¨¦s Pablo Alves y la boliviana Janette Inochea cre¨® en 2016 la ONG Fonte de Vida, que reparte a diario por dos euros una bolsa de pan, verdura, fruta y otros productos frescos. Las colas que se forman a las puertas de su local se alargaron tremendamente tras el confinamiento y volvieron a crecer a principios de este a?o a la par que la inflaci¨®n. Eso s¨ª, con una diferencia que angustia a Alves e Inochea: la crisis de ahora ha hecho caer las donaciones de empresas que sustentan el proyecto.
En medio de este agobio, a Alves le dio un ictus hace mes y medio. Su pareja est¨¢ convencida de que el detonante ha sido ¡°la preocupaci¨®n, el estr¨¦s de que cada vez nos den menos¡±. Inochea explica que atienden a una media diaria de 100 personas. Pero si un d¨ªa la cesta incluye alg¨²n producto poco habitual como el pollo, al siguiente la hilera se alarga hasta los 150 miembros. Comer productos frescos es un sue?o para la poblaci¨®n empobrecida. Voluntarios de la ONG recogen las donaciones a primera hora de la ma?ana en el mercado central de A Coru?a, en el Banco de Alimentos, empresas locales y supermercados, pero desde hace varias semanas algunas aportaciones importantes han ido desapareciendo. La carne o las patatas, por ejemplo. ¡°La gente nos da ¨¢nimos para que no nos cansemos de ir a pedir, porque saben que es muy duro¡±, explica la responsable de la asociaci¨®n. ¡°Pero por favor, que se le ablande el coraz¨®n a las administraciones y empresas y que nos echen una mano para atender a todos los que vienen¡±.
En la fila abundan emigrantes gallegos retornados e inmigrantes reci¨¦n llegados de pa¨ªses con m¨¢s apuros; mayores a los que la pensi¨®n ya no llega para comer, y asalariados a los que el pago de casa y luz deja la cuenta casi a cero. La primera vez en su vida que Merce se puso en una cola de alimentos con su carro fue hace cuatro meses. Esta tinerfe?a de 52 a?os se ha quedado sin ingresos de repente tras fallecer el anciano que cuidaba y el sueldo de su marido no llega. Ahora se ve ¡°haciendo maravillas¡± para aprovechar al m¨¢ximo los productos que le da esta ONG: elabora mermeladas, pela y congela la fruta¡ ¡°En mi casa no se tira nada; gracias a ellos al menos comemos fresco¡±, afirma.
La ONG Fonte de Vida agota cada d¨ªa todas las donaciones. A las personas atendidas solo se les pide un certificado de empadronamiento y la asociaci¨®n aduce que lo hace as¨ª porque algunas entidades que les entregan alimentos les piden que justifiquen de alguna forma el n¨²mero de beneficiarios. Sus voluntarios se asoman cada cierto tiempo a echar un ojo a la longitud de la cola para calcular el tama?o que deben tener las cestas y evitar que alguien se vaya de vac¨ªo. Los integrantes de la fila se autoorganizan abriendo huecos para dejar entrar y salir de los portales; no quieren que ¡°los vecinos se quejen y cierren la ONG¡±. Seg¨²n explica Inochea, el dinero recaudado se destina a pagar el alquiler de sus dos locales (el punto de reparto y un almac¨¦n) y al mantenimiento de la furgoneta. Este mi¨¦rcoles han recibido una visita de la mala suerte: al voluntario que conduce el veh¨ªculo, donado por una empresa de frutas, le han robado las llaves en un despiste. ¡°Necesitamos ayuda¡±, repite Inochea.
MADRID
La cola del hambre que no se ve: aplicaciones, c¨®digos QR, tarjetas monedero¡
Merche Negro / Fernando Peinado
Durante mucho tiempo en Espa?a, las im¨¢genes de colas del hambre frente a una despensa o comedor solidario han sacudido las conciencias, pero en esta nueva crisis generada por la inflaci¨®n va a ser m¨¢s dif¨ªcil ver buena parte de la ayuda. Los bonos digitales y las tarjetas monedero est¨¢n sustituyendo a las entregas de comida en especie, porque ONG y ayuntamientos creen que as¨ª no estigmatizan a los beneficiarios y les dan libertad para hacer su propia cesta de la compra. La nueva opci¨®n es recibida por familias como la de Celia Poma, una madre soltera en Madrid que va al mercado con la app Encantado de Comerte donde mensualmente recibe un bono de 40 euros. Poma, de 51 a?os, sol¨ªa ir a despensas solidarias de su barrio, Vallecas, donde era f¨¢cil recibir galletas y garbanzos, pero m¨¢s complicado conseguir carne o verduras-. En abril descubri¨® esta alternativa. Ella desliza su dedo por la pantalla de la app para descubrir los comercios adheridos y usar as¨ª su bono mensual donde prefiere.
¡°Puedo escoger lo que mi hijo y yo necesitamos y as¨ª no echamos a perder comida¡±, dice Poma. El dinero procede de donaciones privadas hechas a la ONG A+ Familias, que se ali¨® con esa aplicaci¨®n para tener una tecnolog¨ªa que evitase el inconveniente de la ayuda directa con productos. ¡°Elegimos este m¨¦todo pionero porque es m¨¢s digno¡±, dice Javier Dias, el director fundador de A+ Familias.
Esta nueva modalidad convive con las despensas de siempre, que no dan abasto: a la vuelta del verano las iglesias y asociaciones vecinales se han visto desbordadas por la demanda de alimentos. Pero algunas entidades veteranas han abandonado la entrega en especie. C¨¢ritas Espa?ola, la organizaci¨®n cat¨®lica que es referencia en la lucha contra la exclusi¨®n, renunci¨® a ellas en 2019. En palabras de Mar¨ªa Mart¨ªnez, responsable por el derecho a la alimentaci¨®n de la entidad, ¡°no nos parec¨ªa un formato digno¡±. Quien comenz¨® a desarrollar este nuevo sistema fue C¨¢ritas Barcelona en 2012, con una tarjeta monedero que segu¨ªa los pasos de un proyecto introducido por la organizaci¨®n en Mil¨¢n, ya en 2009. Hoy utilizan la ayuda digital en todas sus delegaciones. En Madrid y C¨®rdoba prueban este a?o un sistema de c¨®digos QR, un m¨¦todo sostenible que reduce la producci¨®n de pl¨¢stico. Durante la pandemia, Cruz Roja ha multiplicado por tres la entrega de tarjetas monedero, una novedad que ha presentado como una manera de ¡°mejorar y modernizar¡± la ayuda.
Las tarjetas monedero son cada vez m¨¢s comunes en los servicios sociales de los ayuntamientos espa?oles. Es muy conocida la Tarjeta Familias de la capital, Madrid, que arranc¨® en 2020, pero otros municipios le llevan delantera: Terrasa, en la provincia de Barcelona, la usa desde 2017, por ejemplo. Durante la pandemia de la covid la incorporaron otras localidades como Guadalajara, Huelva, M¨®stoles en la regi¨®n madrile?a, entre otras muchas.
Expertos consultados dan la bienvenida a este nuevo modelo. Reconocen sus beneficios, pero tambi¨¦n ven inconvenientes. Las despensas fomentan la solidaridad de los vecinos y la percepci¨®n de problema colectivo, mientras que la ayuda digital invisibiliza el hambre. ¡°Ya no se organizan las grandes filas en torno a los servicios sociales o las colas del hambre que ve¨ªamos durante la pandemia¡±, dice Marta Dom¨ªnguez, profesora de sociolog¨ªa urbana en la Universidad Complutense de Madrid, e investigadora sobre vulnerabilidad. Advierte de que con las herramientas digitales de ayuda ¡°se favorece la gesti¨®n m¨¢s individualizada, con lo cual desaparece la dimensi¨®n social. Desaparece el colectivo como tal¡±.
SEVILLA
¡°El embutido lo compramos m¨¢s peque?o¡±
Eva Saiz
En la trastienda del economato del comedor social Nuestra Se?ora del Rosario, en el sevillano barrio de Triana, los voluntarios terminan de etiquetar todos los productos que han subido de precio esta semana. ¡°Son solo 13, la pasada tuvimos que cambiar 30¡å, constata Paco Ram¨ªrez, responsable de este supermercado solidario junto con su mujer Ana M¨¢rquez. All¨ª atienden a unas 800 familias derivadas desde otras ONG y asociaciones asistenciales que les proporcionan una cantidad de dinero determinada en funci¨®n de sus necesidades para que puedan hacer sus compras. ¡°El 25% lo pagan ellos y del 75% del precio del producto se encargan las organizaciones¡±, indica Ram¨ªrez.
En los lineales del economato, en uno de los bajos del convento, est¨¢ dispuesto en un escrupuloso orden el mismo tipo de g¨¦nero que en cualquier otro supermercado y las marcas son similares, pero el precio es notablemente inferior. Las latas de conserva cuestan 0,27 euros y un litro de aceite de oliva 1,11. ¡°Las familias se est¨¢n quejando ¨²ltimamente porque los productos suben y a ellos las entidades no les incrementan la aportaci¨®n que les incluyen en su tarjeta monedero o en el medio de pago que les ofrecen¡±, explica Ram¨ªrez, quien se?ala que muchas de las ONG le est¨¢n llamando para interesarse sobre cu¨¢nto tienen que incrementarla.
Ram¨ªrez y M¨¢rquez se ocupan del economato desde 2011 y lo hacen de manera altruista. Ellos tambi¨¦n tienen que hacer n¨²meros para que el presupuesto del que disponen les cunda y el tira y afloja con los proveedores es constante. ¡°He dejado de encargar ya algunos productos de limpieza¡ el embutido lo compro m¨¢s peque?o y hemos cambiado la marca de los yogures por otra m¨¢s barata¡±, se?ala M¨¢rquez. ¡°Los proveedores no nos tratan mejor por ser un economato social¡±, apostilla su marido.
El supermercado abre semanalmente los mi¨¦rcoles y los jueves, cada familia tiene asignado un d¨ªa determinado para ir y suele hacer la compra para un mes. ¡°La media que pueden gastar es de 20 euros¡±, se?ala Ram¨ªrez. Tambi¨¦n tienen los productos tasados. ¡°No se pueden llevar m¨¢s de dos botellas de aceite, por ejemplo, para evitar que luego lo revendan¡±, a?ade. Los alimentos frescos que no se encuentran en sus estanter¨ªas los suple el banco de alimentos y otros supermercados y a todos se les reparte una bolsa con fruta y verdura de manera gratuita cuando pasan por caja.
VALENCIA
Ana, viuda de 70 a?os: ¡°Desde la Guerra de Ucrania todo ha ido de mal en peor¡±
Ferran Bono
Ana, viuda de 70 a?os, vive de una pensi¨®n no contributiva de 385 euros al mes. La Generalitat valenciana la completa con un plus, una ayuda de 70 euros, pero no le salen las cuentas de ninguna manera. Sobre todo, desde que hace unos meses comenzaron a subir los precios de todo, los alimentos, la luz, la ropa. ¡°Desde que estall¨® la guerra de Ucrania todo ha ido de mal en peor, un desastre total. Antes, la cesta de la compra con 20 euros me duraba unos d¨ªas solo para m¨ª, claro. Ahora, es imposible. Imag¨ªnese para una familia¡±, explica esta mujer que hace unas semanas entr¨® en contacto con C¨¢ritas de Valencia en busca de ayuda.
¡°Muchos d¨ªas no tengo para comer. Hoy, por ejemplo, mi compa?ero de piso me da de su comida. Como lo que ¨¦l ha preparado. Es una bell¨ªsima persona. Otro d¨ªa, cuando yo tenga, har¨¦ la comida y ya le dar¨¦ yo¡±, comenta Ana. Tras convivir con dos amigas, ahora comparte un piso gracias a la ayuda de la asociaci¨®n Hogares Compartidos, nacida en 2013 para dar estabilidad a personas pensionistas con escasos recursos econ¨®micos, tras la gran crisis financiera de 2008.
Precisamente, la vida personal de Ana dio un giro dram¨¢tico un a?o antes y la profesional entr¨® en barrena a partir de la crisis. ¡°Entonces empez¨® mi declive¡±, cuenta esta antigua trabajadora de una promotora inmobiliaria que se expresa con gran claridad y determinaci¨®n. Su pareja muri¨® de c¨¢ncer y al poco estall¨® la burbuja inmobiliaria que se llev¨® por delante la empresa familiar en la que trabajaba. ¡°Tras divorciarme de mi marido con el que me cas¨¦ en primeras nupcias, conoc¨ª a un se?or en 1990 y viv¨ª muy bien, con holgura, pero falleci¨®¡±, explica. ¡°Y ya todo fue a peor¡±.