¡°?No matar¨¢s m¨¢s beb¨¦s!¡±: el asesinato del m¨¦dico que deton¨® la guerra del aborto en Estados Unidos
David Gunn muri¨® tiroteado por la espalda hace justo tres d¨¦cadas cuando llegaba a la cl¨ªnica en la que trabajaba. Su muerte se conmemora cada a?o para recordar que el hostigamiento contin¨²a
A eso de las diez de la ma?ana del 10 de marzo de 1993, este viernes hace 30 a?os, un fan¨¢tico llamado Michael David Griffin dispar¨® con un rev¨®lver del calibre 38 tres veces por la espalda al m¨¦dico David Gunn, de 47 a?os, cuando llegaba a la cl¨ªnica en la que trabajaba en Pensacola. Una y otra vez, el asesino grit¨®: ¡°?No matar¨¢s m¨¢s beb¨¦s!¡±. Despu¨¦s, se entreg¨® a la polic¨ªa.
Gunn, padre de dos hijos, era el ¨²nico facultativo que practicaba abortos legales en el nordeste de Florida. Tambi¨¦n cubr¨ªa un ¨¢rea de 1.600 kil¨®metros a la redonda, que inclu¨ªa partes de Georgia y Alabama. Aquel d¨ªa lo recibieron, como cada ma?ana, unos vociferantes activistas que llevaban una hora esper¨¢ndolo. Sab¨ªa que su trabajo comportaba riesgos, por eso guardaba siempre tres armas en el coche. Hac¨ªa meses, su retrato hab¨ªa aparecido en uno de esos carteles de forajidos del Oeste con la leyenda de ¡°Se busca¡± en una manifestaci¨®n convocada en Montgomery (Alabama) por Operation Rescue (Operaci¨®n Rescate), una de las primeras y m¨¢s radicales organizaciones antiabortistas del pa¨ªs. Fundada en 1986, su eslogan dec¨ªa: ¡°Si crees que es asesinato, act¨²a como si lo fuera¡±.
Griffin, fundamentalista cristiano que hab¨ªa visto la cara de Gunn en una fotograf¨ªa en el garaje de su mentor, un supremacista blanco llamado Paul Burt al que luego acusar¨ªa en el juicio de haberle lavado el cerebro, entr¨® en la historia del terrorismo estadounidense al cometer el primer asesinato documentado de un proveedor de servicios de salud reproductiva. Su acto contribuy¨® a detonar las llamadas ¡°guerras del aborto¡±, que ya hab¨ªan registrado escaramuzas como secuestros, asaltos y ataques a cl¨ªnicas. A sus 31 a?os, fue condenado a cadena perpetua y, si una vista de su caso programada para el a?o que viene no revisa la pena, est¨¢ previsto que siga a la sombra hasta 2043.
En recuerdo de Gunn, se celebra en Estados Unidos cada 10 de marzo desde 1996 el D¨ªa Nacional para el Reconocimiento de los Proveedores de Abortos. Es tambi¨¦n una manera de recordar que el hostigamiento contin¨²a a las puertas de muchas cl¨ªnicas por todo el pa¨ªs. No solo por el aniversario redondo, esta vez es distinta: es la primera conmemoraci¨®n desde la decisi¨®n del Tribunal Supremo de junio del a?o pasado de derogar el precedente sentado en 1973 por la sentencia Roe contra Wade, que dio protecci¨®n federal a la interrupci¨®n del embarazo hasta el momento de la viabilidad del feto.
El fallo devuelve a los Estados la facultad de legislar sobre el tema. Al menos 18 han decidido prohibirlo o restringirlo severamente. Y en una docena, como Texas y Luisiana, las nuevas leyes amenazan con penas de c¨¢rcel de hasta 15 a?os a los m¨¦dicos o enfermeras que practiquen abortos fuera de los supuestos permitidos, lo que ha provocado que a la conversaci¨®n m¨¦dico-paciente preceda en muchos hospitales otra, entre el m¨¦dico y sus abogados, y que los profesionales se vean en los casos m¨¢s inciertos empujados a tener que elegir entre el juramento hipocr¨¢tico y el c¨®digo penal.
Shelly Tien, de 41 a?os, es una de las doctoras cuya labor se reconoce este viernes. En una conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S, cont¨® esta semana que piensa celebrar su d¨ªa ¡°trabajando¡±, y que, por m¨¢s amenazas que reciba (aunque se declar¨® afortunada: ¡°Nunca he sido atacada f¨ªsicamente¡±, dijo) no dejar¨¢ su pr¨¢ctica, por ¡°respeto a la ciencia, amor a la sociedad y por pura responsabilidad¡±. Tien, que tambi¨¦n es especialista en embarazos de alto riesgo, se reparte entre una cl¨ªnica de Jacksonville (Florida) y otras en Arizona y Kansas. Sol¨ªa viajar para ofrecer sus servicios en Alabama y Oklahoma, hasta que la ley se lo impidi¨®.
La de Jacksonville es una de las 18 cl¨ªnicas que tiene en Florida Planned Parenthood, la mayor proveedora de servicios abortivos de Estados Unidos, que gestiona en torno a la mitad de los centros del pa¨ªs. En las 18 de Florida est¨¢n pendientes estos d¨ªas de una iniciativa legislativa presentada en el Parlamento estatal en Tallahassee para rebajar a seis semanas el l¨ªmite legal para practicar abortos, quir¨²rgicos o con medicamentos. Es una de las m¨²ltiples batallas de la guerra ultraconservadora declarada por el gobernador, Ron DeSantis, m¨¢s que probable candidato a la Casa Blanca en 2024.
Prohibici¨®n casi total
De salir adelante, equivaldr¨ªa a una prohibici¨®n casi total: ¡°La mayor¨ªa de las mujeres ni siquiera saben que est¨¢n embarazadas para entonces¡±, recuerda la doctora Tien. ¡°Una restricci¨®n de ese tipo tendr¨¢ un gran impacto en aquellas que est¨¦n encinta y no quieran estarlo, pero tambi¨¦n para las que sea deseado y desarrollen complicaciones. Obligar¨ªa a muchas a viajar a otras partes del pa¨ªs¡±. Y eso la incluir¨ªa a ella misma, si quiere seguir ejerciendo.
En Pensacola, donde mataron a Gunn, ya no queda ning¨²n centro de salud reproductiva en pie, despu¨¦s de que en 2022 cerraran el ¨²ltimo, que tambi¨¦n era la ¨²ltima cl¨ªnica de la regi¨®n conocida como el Panhandle, porque, en efecto, parece el mango de la sart¨¦n del mapa de Florida. La clausura por orden administrativa lleg¨® tras las denuncias por complicaciones derivadas de la intervenci¨®n a dos mujeres. Julie Gallagher, abogada del centro, explic¨® en una declaraci¨®n escrita que ¡±son dos, y solo dos, casos entre m¨¢s de 100.000 pacientes atendidos¡±.
La cl¨ªnica llevaba abierta, con distintos nombres, desde hac¨ªa 45 a?os, y entr¨® en la infame historia de las guerras del aborto cuando en 1994 un tipo, al que condenaron a muerte, asesin¨® a un m¨¦dico, John Britton, y a uno de esos voluntarios que trabajan a las puertas de los centros para escoltar a las pacientes. Se llamaba James Barrett, y su esposa result¨® herida.
Los noventa fueron los a?os del plomo de la violencia antiabortista en Estados Unidos. ¡°En esa escalada, tuvo que ver la frustraci¨®n de los agentes m¨¢s radicales del movimiento cuando se convencieron de que la v¨ªa legal no les iba a funcionar¡±, considera la historiadora legal Mary Ziegler, autora de varios libros sobre el tema. El m¨¢s reciente se titula Roe: The History of a National Obsession (2023). Ziegler se refiere al rev¨¦s que esos grupos se llevaron cuando el Supremo asent¨® el precedente de Roe, por 5 votos contra 4, con la sentencia Planned Parenthood contra Casey (1992). ¡±Al verse derrotados, recurrieron a la violencia¡±, a?ade.
Durante aquella d¨¦cada, los fan¨¢ticos mataron a otro m¨¦dico, Barnett Slepian, en 1998, as¨ª como a dos recepcionistas y a un guarda en dos ataques separados. En 2009, George Tiller, que hab¨ªa sobrevivido a otro tiroteo 26 a?os antes, fue el cuarto y ¨²ltimo doctor en morir asesinado. Desde 1977, ¡°11 personas han muerto, entre pacientes, proveedores y voluntarios¡±, y se han registrado ¡°42 atentados con bomba, 196 incendios intencionados, 491 agresiones y miles de incidentes¡±, seg¨²n las cuentas correspondientes a 2021 de la organizaci¨®n National Abortion Federation.
¡°El asesinato de Gunn fue importante, porque sirvi¨® para humanizar a los especialistas, demonizados en d¨¦cadas anteriores por quienes quer¨ªan hacerlos pasar por asesinos que no practicaban la medicina¡±, argumenta Ziegler. ¡°En la psique estadounidense, el proveedor pas¨® de ser un ente abstracto a identificarse con el doctor Gunn, la persona de carne y hueso. Tambi¨¦n sirvi¨® para sacar a la luz los v¨ªnculos de la facci¨®n m¨¢s extrema del movimiento antiabortista con el supremacismo blanco y la ultraderecha¡±.
¡°Para los defensores del derecho a decidir de las mujeres, la muerte de Gunn se?al¨® una nueva frontera¡±, a?ade en un correo electr¨®nico la profesora de la Universidad del Estado de Florida Deanna Rohlinger, autora del libro Abortion Politics, Mass Media, and Social Movements in America (2014). ¡°Al otro lado de esa frontera, los proveedores arriesgaban literalmente sus vidas. Para los extremistas antiabortistas, Griffin [el homicida] se convirti¨® en un s¨ªmbolo y en una aspiraci¨®n: poner fin al ¡®asesinato¡¯ de los no nacidos por cualquier medio, incluida la violencia. Y si bien el movimiento antiabortista dominante rechaz¨® esa violencia, tambi¨¦n guard¨® silencio sobre otras t¨¢cticas relacionadas con el cierre de cl¨ªnicas porque la acci¨®n directa atra¨ªa partidarios a la causa¡±.
Esas ¡°t¨¢cticas¡± continuaron y se fueron sofisticando con el tiempo, despu¨¦s de que, como reacci¨®n a la muerte de Gunn, se promulgara una ley, conocida por el acr¨®nimo de PACE, que convirti¨® en delito federal el uso de la fuerza, las amenazas y la obstrucci¨®n f¨ªsica a la entrada de las cl¨ªnicas.
Cada Estado dise?¨® despu¨¦s sus propias reglas, pero en muchos, los centros optan por situarse en zonas poco concurridas y por parapetarse tras un gran aparcamiento a la puerta, para mantener a los protestantes fuera de la propiedad y lejos de las pacientes. ¡°Los ataques a nuestras cl¨ªnicas se han incrementado en los ¨²ltimos a?os¡±, se?ala Clara Trullenque, que trabaja como portavoz de Planned Parenthood en Miami y recuerda dos agresiones vand¨¢licas sufridas el a?o pasado en dos de sus centros. ¡°En el de Jacksonville, por ejemplo, hay vallas alrededor del edificio para protegerlos¡±, a?ade.
Los avances en la lucha del movimiento antiabortista, cuya gran victoria se la concedi¨® el a?o pasado el Supremo, no han servido para que afloje el hostigamiento. ¡°M¨¢s bien al contrario¡±, dice Ziegler, ¡°esas protestas se han trasladado de los lugares m¨¢s conservadores, en los que ya se prohibi¨® el aborto, a otros en los que a¨²n est¨¢ permitido¡±.
El movimiento tampoco parece dispuesto a dar tregua en los tribunales. Un juez federal de Texas est¨¢ a punto de decidir sobre la legalidad de la mifepristona, medicamento que, en combinaci¨®n con otro, se usa para la interrupci¨®n del embarazo. Si la demanda prospera, dejar¨¢ de estar disponible en todo el pa¨ªs, tambi¨¦n en los Estados donde el aborto es legal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.