Paralizarse ante una amenaza es normal: la neurociencia, contra los mitos de la violaci¨®n
Un art¨ªculo cient¨ªfico sugiere que ¡°el miedo y la amenaza pueden bloquear circuitos neuronales para el control de la acci¨®n, lo que lleva a inmovilidad involuntaria¡±, por lo que ¡°los argumentos que culpan a las v¨ªctimas por la congelaci¨®n son inadecuados e injustos¡±
Quedarse paralizada, tener la sensaci¨®n de que no se est¨¢ dentro del propio cuerpo, no poder controlar ni brazos ni manos ni piernas ni pies. Congelarse. No de fr¨ªo, sino de miedo, y por supervivencia. El t¨¦rmino cient¨ªfico m¨¢s utilizado en Espa?a para definir ese estado es inmovilidad t¨®nica y es algo que cuentan mujeres en cualquier parte del mundo cuando han sufrido una violaci¨®n. Sin embargo, eso que narran muchas de ellas ha sido y es utilizado en procesos judiciales para asumir que, si no hubo resistencia, hubo consentimiento. Tambi¨¦n para culpabilizarlas por esa falta de reacci¨®n, cumpliendo con uno de los llamados mitos de la violaci¨®n: el c¨®mo se supone que tiene comportarse una v¨ªctima durante su propia agresi¨®n sexual. Contra esa idea y para desmontarla, Ebani Dhawan y Patrick Haggard, del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres, publican este lunes un art¨ªculo en Nature Human Behaviour: La evidencia de la neurociencia contrarresta el mito de la violaci¨®n.
En ¨¦l, explican que la investigaci¨®n neurocient¨ªfica ¡°sugiere que el miedo y la amenaza pueden bloquear circuitos neuronales para el control de la acci¨®n, lo que lleva a inmovilidad involuntaria¡±. Entender ese proceso cerebral ¡°puede ayudar a mejorar la compresi¨®n¡± de los hechos en estos delitos y ¡°las realidades de la experiencia de las v¨ªctimas y su sufrimiento¡±, a ¡°contrarrestar los mitos de la violaci¨®n¡±, a corregir ¡°los errores sociales sobre la violencia de g¨¦nero¡± y a ¡°garantizar justicia¡±.
A trav¨¦s del correo electr¨®nico, Haggard cuenta que el art¨ªculo surgi¨® mientras trabajaba en un proyecto sobre la importancia de la voluntariedad para los conceptos jur¨ªdicos de responsabilidad: ¡°Est¨¢bamos interesados en algunas situaciones especiales en las que la p¨¦rdida de control sobre la acci¨®n voluntaria a veces puede conducir a juicios de responsabilidad reducida. Nos dimos cuenta de que la inmovilidad tambi¨¦n puede ser involuntaria, por lo que, en las circunstancias apropiadas, la sociedad deber¨ªa estar preparada para otorgar el mismo concepto de responsabilidad reducida a la ausencia de acciones que a la presencia de acciones. Y el caso de las v¨ªctimas que se congelan involuntariamente durante una violaci¨®n o una agresi¨®n sexual ser¨ªa un ejemplo¡±.
La realidad, a?ade, es que a veces ¡°se culpa a las mujeres por quedarse congeladas, o se insin¨²a que su inmovilidad no es en absoluto involuntaria, sino que indica consentimiento¡±. Espera que centrar el foco en este mecanismo cerebral ¡°pueda ayudar a contrarrestar¡± el mito de la violaci¨®n expresado por la pregunta inapropiada de ¡°?por qu¨¦ no luch¨®?¡±. Comprender por qu¨¦ una v¨ªctima no lucha pasa por conocer c¨®mo funcionan los seres humanos frente a una amenaza: la respuesta (tanto neuronal como conductual) depender¨¢ ¡°de la severidad y proximidad de la amenaza y tambi¨¦n en la capacidad percibida para escapar¡±, explican en el art¨ªculo Dhawan, ya exalumna del University College, y Haggard, profesor e investigador de Neurociencia Cognitiva en esa universidad.
Huida, defensa o paralizaci¨®n
As¨ª, cuando un peligro aparece, el cerebro reacciona, y la encargada de recibir ese est¨ªmulo es la am¨ªgdala, una peque?a regi¨®n del cerebro del tama?o de una alubia que se ocupa de gestionar y guardar las reacciones emocionales. Cualquiera, tambi¨¦n el miedo. Cuando la am¨ªgdala ha procesado la emoci¨®n, manda un mensaje a los n¨²cleos motores del tronco encef¨¢lico y estos, a los m¨²sculos.
Las respuestas, tanto de humanos como de otros animales vertebrados, pueden ser m¨²ltiples: huida o defensa, cuando la amenaza es leve. ¡°Sin embargo, las amenazas repentinas y graves, como la restricci¨®n f¨ªsica, puede desencadenar un tipo diferente de respuesta, conocida como inmovilidad t¨®nica (inmovilidad prolongada con una postura fija) o inmovilidad colapsada (caracterizado por la p¨¦rdida del tono muscular) en animales¡±.
La hip¨®tesis de los investigadores es que esa cadena de mensajes que env¨ªan las distintas partes del cerebro para reaccionar ante un peligro se paraliza en uno de los eslabones. Se da ¡°el bloqueo de los circuitos neuronales que proporcionan el control voluntario sobre los movimientos del cuerpo¡±. Todo ese proceso dura un instante, uno en el que el cerebro entiende que la mejor forma de sobrevivir a la amenaza es no moverse y que han visto que ocurre tambi¨¦n en otros ¨¢mbitos, como el de los pilotos de avi¨®n que enfrentan emergencias mientras vuelan.
Evidencia indirecta, pero ¡°sustancial¡±
Por el momento, explican, ¡°sigue siendo una hip¨®tesis¡± porque no se pueden hacer estudios experimentales con humanos ante amenazas graves, repentinas, como son las agresiones sexuales, ¡°por obvias razones ¨¦ticas¡±, a?ade Haggard. Por eso, los que se llevan a cabo est¨¢n acotados a amenazas leves, y la evidencia recogida es ¡°indirecta¡±. Se limitan a los testimonios de las v¨ªctimas y los estudios en animales, con los que los humanos ¡°comparten muchos de los patrones de respuesta, que reflejan circuitos cerebrales que se han conservado a lo largo de la evoluci¨®n para el procesamiento de amenazas¡±. Aun as¨ª, a?aden, ¡°esta evidencia, aunque indirecta, es sustancial y convergente¡±.
Los testimonios son abundantes en la jurisprudencia de cualquier pa¨ªs. En un caso de 1992 que el art¨ªculo incluye, en Estados Unidos, se explica que hab¨ªa pruebas de que la v¨ªctima hab¨ªa dicho ¡°no¡± en varias ocasiones, pero ninguna evidencia de que hubiese sido ¨²til resistirse m¨¢s. Cuando se le pregunt¨® por qu¨¦ se hab¨ªa quedado ¡°congelada¡±, ella contest¨®: ¡°No lo s¨¦, dije ¡®para¡¯ y no par¨®, as¨ª que pens¨¦ que si ¨¦l hac¨ªa lo que quer¨ªa hacer, despu¨¦s se ir¨ªa y ya est¨¢¡±. En otro, tambi¨¦n recogido por los investigadores, en 2018, en Australia, se le pregunta a la v¨ªctima si dijo algo. ¡°No¡±, dice ella. Si hizo algo. ¡°No. Yo solo¡ no hice nada¡±, responde. En Espa?a, en 2016, durante el juicio a La Manada, la v¨ªctima contest¨®: ¡°Cuando me vi rodeada sent¨ª miedo, no sab¨ªa c¨®mo reaccionar y reaccion¨¦ someti¨¦ndome¡±. Repiti¨® muchas veces que se qued¨® ¡°en shock¡± durante aquel proceso judicial que fue un ejemplo claro de c¨®mo un interrogatorio por una violaci¨®n se convierte en un ejercicio de culpabilizaci¨®n de la v¨ªctima.
¡°La inmovilidad es com¨²n durante una agresi¨®n: el 70% de las mujeres que asisten a un centro de emergencia por violencia sexual parecen haber experimentado inmovilidad t¨®nica durante la agresi¨®n [por el relato de los hechos que dan]¡±, cifran Dhawan y Haggard en el art¨ªculo, donde apuntan que la aportaci¨®n hasta ahora de la neurociencia al debate p¨²blico y al ¨¢mbito legal sobre las agresiones sexuales ha sido ¡°limitada¡±. Creen que es un error porque ¡°en muchos pa¨ªses, mitos de la violaci¨®n como este [las preguntas a una v¨ªctima de por qu¨¦ no se resisti¨® o por qu¨¦ se qued¨® paralizada] siguen influyendo en el pensamiento de jurados, abogados y jueces y de la sociedad en general¡±. Dan otro dato: ¡°Entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022, la polic¨ªa de Inglaterra y Gales registr¨® m¨¢s de 70.000 violaciones. Sin embargo, solo en un 3% de ellas se presentaron cargos [en ese mismo periodo]¡±.
La neurociencia ¡°puede contribuir a la justicia¡±
Los investigadores alegan que la justicia ¡°deber¨ªa reconocer que la omisi¨®n de acci¨®n tambi¨¦n puede ser a veces involuntaria¡±, que las ¡°obligaciones y responsabilidades en las agresiones son del agresor, y no de la v¨ªctima¡±, y creen que la neurociencia ¡°puede contribuir a la justicia¡±.
Ponen ejemplos como el de un estudio reciente, que ha demostrado que formar a los oficiales de polic¨ªa en c¨®mo funciona este mecanismo cerebral ¡°redujo la aceptaci¨®n de los mitos de la violaci¨®n¡±. Tambi¨¦n ¡°mejor¨® la disposici¨®n de las v¨ªctimas para continuar con los procedimientos legales¡±, por lo que la capacitaci¨®n de los agentes podr¨ªa ¡°potencialmente mejorar los resultados legales y judiciales¡±. Afirman a su vez que una ¡°mayor conciencia¡± sobre esto ¡°puede beneficiar a las propias v¨ªctimas al reducir su propia culpabilizaci¨®n, incluyendo los sentimientos inapropiados de culpa¡±.
Como ejemplo de aplicar esa perspectiva a la legislaci¨®n, hablan de la ley del solo s¨ª es s¨ª: ¡°Una ley espa?ola reciente exige expl¨ªcitamente que el consentimiento sea expresado libre y claramente. Esta legislaci¨®n progresista y esclarecedora descarta claramente el mito de la violaci¨®n sobre la paralizaci¨®n, que jam¨¢s podr¨ªa interpretarse como consentimiento¡±. El consentimiento, subraya Haggard por correo electr¨®nico, ¡°es un principio crucial para organizar las relaciones entre las personas: nos ayuda a vivir sin miedo del otro y a alcanzar nuestro mejor potencial como seres racionales y voluntarios¡±.
Por qu¨¦ los relatos de las v¨ªctimas a veces son ¡°inconexos¡±
Los investigadores Ebani Dhawan y Patrick Haggard señalan en el artículo publicado en Nature Human Behaviour un “segundo problema” que se da en los procesos judiciales con víctimas que han sufrido paralización: que sus relatos “a menudo son inconexos y carecen de términos explicativos convencionales”. Y “los abogados defensores a menudo explotan este hecho y dirigen la atención sobre la incapacidad de la víctima para articular y justificar su comportamiento durante la agresión”.
Esto también implica una culpabilización de ellas, “desviando la atención del comportamiento del agresor hacia el comportamiento supuestamente extraño de la víctima”. Que, explican, no es extraño, sino característico “de los recuerdos traumáticos en general”, fragmentados e incoherentes. La ley, dicen, “ya reconoce en guías sobre la evidencia probatoria que el trauma puede afectar a la capacidad de recordar y explicar eventos, incluido el propio comportamiento. Pero este punto parece a menudo ser ignorado en las discusiones legales en las que se da inmovilidad durante una agresión”.
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