Badalona, las agresiones sexuales como s¨ªntoma de un desastre
Tanto los patrones de conducta sexual como el hecho de que muchas de esas violaciones grupales hayan sido filmadas y subidas a la red, indican la fuerte influencia que est¨¢ teniendo la pornograf¨ªa violenta, que muchos ni?os consumen de forma regular a partir de los 11 a?os e incluso antes
La violencia machista es interclasista y transversal. La encontramos en todas las capas sociales y en todos los niveles culturales. Dani Alves est¨¢ en prisi¨®n preventiva por supuesta violaci¨®n en una discoteca de lujo y entre los agresores de la Manada condenados por violaci¨®n en grupo hab¨ªa incluso agentes de seguridad. Pero lo que ocurre en Badalona, donde en un a?o se han registrado ocho violaciones grupales protagonizadas por menores, trasciende los par¨¢metros habituales. De los 20 menores implicados, 13 tienen menos de 14 a?os. Algunos de ellos no ten¨ªan conciencia de que lo que hab¨ªan hecho estaba mal. Otros se sent¨ªan y eran vistos en su entorno como los h¨¦roes de la tribu.
La reiteraci¨®n y la concentraci¨®n de agresiones en un espacio tan acotado indican que se ha podido producir un cierto efecto imitaci¨®n. Pero las cosas no ocurren porque s¨ª. En este caso es muy relevante que el barrio de Sant Roc y sus aleda?os sea uno de los lugares con mayor nivel de segregaci¨®n social del ¨¢rea de Barcelona, con carencias educativas y sociales tan enquistadas que se traducen en un absentismo escolar del 42%. Esas agresiones son el s¨ªntoma de algo m¨¢s profundo y persistente que hace posible, no solo esas expresiones de violencia sexual, sino un clima social tan intimidatorio que la familia de una de las v¨ªctimas se ha tenido que marchar de la ciudad. Hay que ir a las ra¨ªces del problema, no para arrojar sobre ese barrio un manto adicional de estigma por lo que le ocurre, sino para averiguar qu¨¦ est¨¢ fallando y poder aplicar medidas de prevenci¨®n.
Lo primero que sorprende es la escasa conciencia de l¨ªmites en los menores implicados y la nula empat¨ªa que muchos de ellos y su entorno muestran por las v¨ªctimas, en algunos casos chicas con las que ten¨ªan relaci¨®n. Eso tiene que ver con carencias importantes en la formaci¨®n de la personalidad. Ni las familias ni el sistema educativo han sido capaces de poner l¨ªmites, modular y contener las pulsiones de esos chicos. Con unos padres a menudo ausentes o sobrepasados, sin referentes comunitarios fuertes que les transmitan valores como el respeto, ?de d¨®nde sacan los patrones de conducta, entre ellas la violencia sexual? Del que se ha convertido en su principal medio de socializaci¨®n: las redes sociales, que act¨²an como el escaparate de lo que es exitoso y deseable. Algunos expertos alertan de la facilidad con la que se extiende por plataformas como TikTok un discurso neomachista, agresivo y desacomplejado. Los medios de comunicaci¨®n tradicionales, donde ese discurso es sometido a un juicio cr¨ªtico, no penetran en estos medios juveniles.
Tanto los patrones de conducta sexual como el hecho de que muchas de esas agresiones hayan sido filmadas y subidas a la red, indican la fuerte influencia que est¨¢ teniendo la pornograf¨ªa violenta, que muchos ni?os consumen de forma regular a partir de los 11 a?os e incluso antes sin un acompa?amiento que les permita valorar y discernir lo que est¨¢n viendo y sus consecuencias. Los contenidos sexuales violentos, tanto los producidos por la industria del porno como los videos sexuales que los propios usuarios suben a la red, cuentan con un poderoso est¨ªmulo: los algoritmos de recomendaci¨®n de las plataformas que los alojan, cuyo objetivo es, no hay que olvidarlo, conseguir el m¨¢ximo n¨²mero de clics y el m¨¢ximo tiempo de permanencia posible. Cuanto m¨¢s v¨ªdeos consumidos y m¨¢s tiempo de visi¨®n, mayor es el beneficio econ¨®mico. Esos patrones sexuales violentos inciden sobre unos cerebros a¨²n inmaduros, de manera que en muchos casos es la pornograf¨ªa y no la educaci¨®n sexual o la propia experiencia, la que modula el deseo sexual y su recompensa. Si a trav¨¦s de estos modelos aprenden que la violencia les reporta placer, no es de extra?ar que la busquen en la vida real.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.