La larga marcha en Internet
Tras largos a?os de gratuidad y algunos experimentos fallidos, el sector entero se encamina a las suscripciones digitales
La historia del periodismo digital tiene apenas 25 a?os. En 1994, hab¨ªa globalmente unas 20 ediciones digitales de peri¨®dicos. Cinco a?os despu¨¦s, la cifra rondaba las 5.000. Entre ellas la de EL PA?S, que naci¨® el 4 de mayo de 1996.
Los primeros a?os en la Red fueron experimentales. La web no estaba acostumbrada a las suscripciones ni al pago. Amazon vendi¨® su primer libro en abril de 1995. A¨²n as¨ª, algunos medios probaron a establecer una cuota mensual. El ¨¦xito m¨¢s notable fue el de The Wall Street Journal, un diario econ¨®mico que comenz¨® a cobrar por el contenido en su web en 1996. En tres a?os alcanzaba los 450.000 suscriptores.
Pero el Journal result¨® un caso aislado. En seguida lleg¨® la crisis de las puntocom, y al mismo tiempo, el apogeo de la web abierta y del todo gratis. Internet hab¨ªa eliminado la necesidad de disponer de una rotativa o una antena para enviar mensajes a millones de personas. A principios del nuevo siglo, adem¨¢s, Facebook no exist¨ªa y Google a¨²n no hab¨ªa explorado la publicidad online. Era posible creer que los peri¨®dicos podr¨ªan ser gratuitos en la web y financiarse con anuncios. La prensa hab¨ªa tenido tradicionalmente dos fuentes b¨¢sicas de financiaci¨®n: venta de ejemplares y publicidad. Parec¨ªa un negocio sostenible seguir vendiendo ejemplares de papel para quien prefiriese ese soporte y limitarse a cobrar por la publicidad en el ordenador.
En el sector, sin embargo, nunca desapareci¨® la sensaci¨®n de que el periodismo costaba dinero y los lectores deb¨ªan sufragarlo. ¡°Por qu¨¦ deber¨ªas pagar por leer este peri¨®dico¡±, titulaba un art¨ªculo en 2005 el c¨¦lebre columnista de medios de The New York Times David Carr. Los primeros a?os del siglo fueron los de los ¡°experimentos fallidos¡±, seg¨²n el profesor ?ngel Arrese, de la Universidad de Navarra. Hubo dos casos que marcaron el tropiezo de los modelos de pago: EL PA?S y The New York Times. Ambos probaron con modelos de suscripci¨®n digitales. Lograron un n¨²mero razonable. Pero finalmente optaron por suspender ese camino.
¡°Es f¨¢cil juzgar hoy el paso en falso de The New York Times y de EL PA?S al abrir sus contenidos despu¨¦s de cerrarlos¡±, dice Eduardo Su¨¢rez, director de comunicaci¨®n del Instituto Reuters (Oxford) y autor de un reciente estudio sobre modelos de suscripci¨®n. ¡°Pero aquel mundo era muy distinto. Casi nadie pagaba por una suscripci¨®n en Internet en 2005. Entre otras cosas, porque los sistemas de pago eran un infierno¡±, a?ade. Hab¨ªa m¨¢s motivos. Quiz¨¢ el m¨¢s sustancial era que la publicidad digital a¨²n resultaba rentable. Pero la hecatombe era inminente: el iPhone apareci¨® en 2007. Con los dispositivos m¨®viles, el peri¨®dico siempre estaba con el lector. Y algo a¨²n m¨¢s importante: Google y Facebook iban a empezar a adue?arse de la publicidad online. Al tiempo, los anuncios clasificados comenzaban a desaparecer.
La crisis econ¨®mica de 2008 fue otra pu?alada. El n¨²mero de empleados en redacciones en Estados Unidos cay¨® un 47% en la d¨¦cada siguiente. En Espa?a, se sigui¨® el mismo camino y las redacciones fueron esquilmadas por la crisis, la p¨¦rdida de circulaci¨®n y la revoluci¨®n tecnol¨®gica.
En febrero de 2009, la revista Time sac¨® una portada titulada ¡°?C¨®mo salvar tu peri¨®dico?¡±. La propuesta era tan modesta que ten¨ªa una sola petici¨®n: pagar por el contenido. Con los a?os, se complic¨® a¨²n m¨¢s el reparto del menguante pastel publicitario. Aunque diarios como EL PA?S logran ya m¨¢s ingresos por publicidad digital que por el papel, el crecimiento es insuficiente para mantener grandes redacciones. No era el ¨²nico problema: ¡°Se ha dado una banalizaci¨®n period¨ªstica y una p¨¦rdida de valor propio que no ayuda a diferenciar el periodismo de calidad¡±, dice Arrese. Algunos medios se lanzaron a una batalla por el clic y la audiencia f¨¢cil.
La sensaci¨®n de transici¨®n se ha alargado, pero el destino parece claro: un modelo de suscripci¨®n, tambi¨¦n en Internet. Los grandes peri¨®dicos globales ya cobran por sus contenidos, cada vez de mayor calidad. Es un modelo que ha servido a muchos, aunque no a todos, de momento, con el mismo ¨¦xito.
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