Twitter, dame una segunda oportunidad
En las redes sociales cualquiera puede convertirse en objeto de mofa destrozando para siempre su reputaci¨®n
"Los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol se han convertido en 15 minutos de infamia¡±, comentaba un compa?ero ante el ¨²ltimo caso de linchamiento digital.?
Y ten¨ªa raz¨®n: es m¨¢s f¨¢cil que nunca hacer algo que nos convierta en famosos, aunque sea fugazmente, y nos cambie la vida. Pero ahora es para mal.
El caso del que habl¨¢bamos era el de los expertos inmobiliarios que aparec¨ªan en un v¨ªdeo de Periodista Digital. El de las hipotecas a plazo fijo. No nos detendremos mucho en su descripci¨®n, porque es casi imposible haber escapado a ¨¦l. En la grabaci¨®n, sus dos protagonistas actuaban de un modo extra?o, lo que despert¨® la suspicacia y las suposiciones: deb¨ªa de ser porque se encontraban bajo los efectos de alguna sustancia. Nunca sabremos si era o no as¨ª. Ellos lo han negado, en una ronda de entrevistas por los plat¨®s de televisi¨®n. La clave est¨¢ en que sus argumentos ya daban igual: muchos usuarios en Twitter hab¨ªan llegado a una conclusi¨®n y miles de personas se sumaron a la broma, sin preguntarse si su retuit tendr¨ªa consecuencias en el futuro de dos personas.
En solo un d¨ªa, el v¨ªdeo ya contaba con m¨¢s de 200.000 reproducciones. La gente hizo bromas y fotomontajes, que llegaron a los grupos de WhatsApp. En unas horas sab¨ªamos datos de la vida personal de sus protagonistas y se recuperaron sus fotos antiguas y privadas. Algunos medios se sumaron a la mofa colectiva, que centr¨® su atenci¨®n en la protagonista femenina. Ella perdi¨® uno de sus trabajos. Se convirti¨® en un meme.
Se trata de un caso m¨¢s de linchamiento digital, aunque esta vez venga disfrazado de humor y no de odio. A veces, a trav¨¦s de las redes sociales, se declara culpable a alguien independientemente de que exista un proceso judicial, una investigaci¨®n o, simplemente, se sepa la verdad. N¨®tese que escribo ¡°a trav¨¦s de las redes sociales¡± porque es absurdo hablar de que las que condenan son las redes. No son las redes, son las personas que escribimos en ellas. Algunas con nombre y apellidos y otras detr¨¢s de un avatar.
En Espa?a, el 87% de las empresas consulta la actividad de sus candidatos en redes antes de contratarlos. El principal motivo relacionado con su rastro en internet por el que deciden descartar a alguien es que haya hecho ¡°apolog¨ªa de la violencia o discriminaci¨®n, publicaci¨®n de contenido que promueva consumo de drogas o alcohol e im¨¢genes de contenido sexual o poco apropiadas¡±. Recordemos el caso de Sergi Guardiola, quien en ocho horas pas¨® de firmar un contrato con el Barcelona B a perderlo por ¡°tuits ofensivos contra el club y contra Catalu?a¡±. Mensajes que escribi¨® a?os antes. Hasta Obama dijo: ¡°Si tuvierais fotos de todo lo que hice en el instituto, probablemente no habr¨ªa sido presidente de Estados Unidos¡±.
Una semana despu¨¦s del v¨ªdeo de las hipotecas a plazo fijo, la broma ha quedado eclipsada por la elecciones catalanas y la emoci¨®n del Gordo. Pero el rastro en internet, lo que se conoce como huella digital, permanece. Desde 2014 es posible solicitar que Google borre un contenido para que no aparezca cuando alguien busca tu nombre. Es el Derecho al Olvido. Pero, ?qu¨¦ hacer cuando tu nombre y tu imagen est¨¢n por todas partes por una metedura de pata? Algo que nos puede pasar a todos, cada vez m¨¢s. El olvido parece imposible y lo mejor ser¨ªa que nos concedi¨¦semos el derecho a una segunda oportunidad.
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