Bezos en el Congreso: el rito que el hombre m¨¢s rico del mundo quiso evitar en su conquista de Washington
El testimonio del jefe de Amazon ante los legisladores frustra su discreta estrategia de siete a?os de acercamiento a la capital del poder pol¨ªtico estadounidense
La uni¨®n de una serie de puntos, pasos aparentemente inconexos dados durante los ¨²ltimos siete a?os, dibuja una sofisticada coreograf¨ªa que revela la estrategia de Jeff Bezos en su acercamiento a Washington, la capital del poder pol¨ªtico, donde se dirime el futuro de la compa?¨ªa que le ha convertido en la persona m¨¢s rica del mundo. Una estrategia de influencia, desplegada discretamente a medida que su criatura, Amazon, crec¨ªa y crec¨ªa hasta desbordar las costuras de lo conocido. Un plan que este mi¨¦rcoles, con su testimonio ante unos legisladores alarmados por el poder acumulado por Amazon y otros gigantes tecnol¨®gicos, ha sufrido un importante rev¨¦s, si no ha saltado directamente por los aires.
Bezos (Albuquerque, Nuevo M¨¦xico, 1961) desembarc¨® simb¨®licamente en Washington en el verano de 2013, al comprar por 250 millones de d¨®lares The Washington Post, diario golpeado por a?os de p¨¦rdidas. No lo adquir¨ªa Amazon, sino el propio Bezos, que se convert¨ªa en el primer gran empresario de Internet en rescatar a un peri¨®dico. Si salvar a la cabecera m¨¢s querida por las ¨¦lites de la capital no era puerta de entrada suficientemente gloriosa, el 21 de octubre de 2016 el empresario compraba por 23 millones de d¨®lares la casa privada m¨¢s grande de la ciudad. Una mansi¨®n de 2.500 metros cuadrados, que alberg¨® el museo textil, situada en el exclusivo barrio de Kalorama, que cuenta entre sus ilustres vecinos a los Obama, as¨ª como Ivanka Trump y Jared Kurshner, hija y consejero del actual presidente.
Dos a?os m¨¢s tarde, en noviembre de 2018, Bezos decidi¨® llevar a Crystal City (Virginia), un suburbio de la capital, a solo cinco paradas de metro del centro, el segundo cuartel general de Amazon y, con ¨¦l, hasta 25.000 puestos de trabajo bien remunerados. Criatura de la costa oeste, que viene repartiendo su tiempo principalmente entre Seattle y Los ?ngeles, el empresario ya dej¨® claro en su d¨ªa que cambiar de costa no entraba en sus planes inmediatos. Pero entre el lujoso pied-¨¤-terre y la construcci¨®n junto al Potomac de la otra gran pata de su negocio, la presencia de Bezos y Amazon en la capital se ha ido intensificando.
Eso, por no hablar de su labor de lobby. El acercamiento de Bezos a Washington ha ido parejo al aumento de la inversi¨®n de su compa?¨ªa en influencia pol¨ªtica. Amazon cuenta hoy con un ej¨¦rcito de m¨¢s de cien lobistas, que trabajan en 24 ¨¢reas tem¨¢ticas diferentes. El a?o pasado, seg¨²n The New York Times, invirti¨® 16,8 millones de d¨®lares en labores de lobby a la Administraci¨®n federal, casi el doble que hace solo cinco a?os, y destin¨® 11,1 millones a thinks tanks y asociaciones, el doble que en 2018.
En sus ¨²ltimas apariciones p¨²blicas en la ciudad, Bezos ha evitado, de manera llamativa, vincular su nombre al de Amazon. En mayo del a?o pasado, eligi¨® un auditorio de la capital para presentar su proyecto de llegar a la Luna en menos de cinco a?os, con su compa?¨ªa aeroespacial Blue Origin. Tres meses despu¨¦s, celebr¨® un encuentro con un grupo de periodistas en el Club Nacional de la Prensa, a apenas unas manzanas de la Casa Blanca, para informar de que Amazon cumplir¨¢ los objetivos de reducci¨®n de emisiones del Acuerdo de Par¨ªs diez a?os antes de lo que el pacto clim¨¢tico plantea como objetivo. Pero en el encuentro, el logo de la compa?¨ªa brill¨® por su ausencia, oculto tras lo que el empresario vendi¨® como un proyecto, llamado la Promesa del Clima, mucho m¨¢s amplio. ¡°Amazon es solo el primer firmante¡±, dijo Bezos, acompa?ado por la exresponsable del clima de la ONU Christiana Figueres. Tampoco en su actividad social parece tirar de tarjeta de visita corporativa: cuando el pasado mes de enero, concluidas las obras de reforma, abri¨® a la sociedad capitalina las puertas de su flamante mansi¨®n, las invitaciones al c¨®ctel estaban enviadas desde una direcci¨®n del Post y firmadas, sencillamente, con su nombre de pila: ¡°Jeff¡±.
Amazon es hoy mucho m¨¢s que la librer¨ªa m¨¢s grande del mundo o la empresa que revolucion¨® el comercio minorista. Es tambi¨¦n un proveedor de contenidos online y de tecnolog¨ªa en nube, un gigante del entretenimiento y de la publicidad digital, y ha entrado en el sector de la alimentaci¨®n e incluso en la asistencia sanitaria. Los potenciales frenos a su expansi¨®n proceden del ¨¢mbito regulatorio y, como todos los gigantes tecnol¨®gicos, Amazon se enfrenta a la desconfianza del poder pol¨ªtico.
Y eso quedar¨¢ en evidencia este mi¨¦rcoles, cuando Bezos, acompa?ado de sus pares en Apple (Tim Cook), Facebook (Mark Zuckerberg) y Google (Sundar Pichai), se enfrente a las preguntas de los congresistas que llevan m¨¢s de un a?o investigando las sospechas de abuso de poder, da?o a la libre competencia y maltrato a los consumidores, por parte de sus compa?¨ªas. La pandemia del coronavirus, que ha sacudido la econom¨ªa estadounidense, ha hecho a Bezos a¨²n m¨¢s rico. Y ha convertido la principal actividad de Amazon, la de la venta online, en un negocio a¨²n m¨¢s boyante. Circunstancias que no es probable que pasen por alto los legisladores en sus interrogatorios este mi¨¦rcoles.
Amazon se ha resistido durante meses a enviar a su jefe a testificar al Capitolio, y solo cedi¨® cuando los congresistas amenazaron con cursar una citaci¨®n formal. Al contrario que sus compa?eros en ese exclusivo club de capitanes del nuevo poder econ¨®mico, Bezos ha logrado hasta la fecha esquivar la rendici¨®n de cuentas ante los pol¨ªticos y el p¨²blico. Por eso el espect¨¢culo de este mi¨¦rcoles en el Capitolio, aunque mitigado por el hecho de que los cuatro protagonistas testificar¨¢n por videoconferencia, se parece mucho a lo que Bezos ha tratado con tanto cuidado de evitar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.