La promesa y los riesgos de la IA encandilan e inquietan en Davos
¡°No podemos decir con certidumbre qu¨¦ ocurrir¨¢, puede salir muy mal¡±, admite Sam Altman en un foro que ha debatido a fondo la revoluci¨®n tecnol¨®gica
La asombrosa evoluci¨®n de la inteligencia artificial generativa es una fuerza trasformadora de calado y riesgos imposibles de medir, pero tiene visos de convertirse en uno de ellos saltos m¨¢s revolucionarios dados por la humanidad. Pese a las guerras terribles que reclaman atenci¨®n, l¨ªderes pol¨ªticos, empresariales y de opini¨®n han prestado en el Foro de Davos una gran atenci¨®n al tema, en su dimensi¨®n econ¨®mica (con el aumento de la productividad y el impacto en el mercado laboral), regulatoria (acerca de si poner el acento en la protecci¨®n o la innovaci¨®n), geopol¨ªtica (como uno de los elementos decisivos en la definici¨®n del balance de poder) y cient¨ªfica (con la apertura de fronteras inconcebibles antes). Un terreno repleto de incertidumbre y dilemas, en el que la ¨²nica certeza es un nivel de importancia trascendental, que ha quedado claro en discursos, paneles, pasillos, y reuniones privadas.
La incertidumbre sobre el camino que tomar¨¢ esta revoluci¨®n tecnol¨®gica es grande, y el propio Sam Altman, CEO de OpenAI, empresa creadora de ChatGPT, lo asumi¨® en una sesi¨®n p¨²blica. ¡°Esta tecnolog¨ªa es muy potente y no podemos decir con certidumbre qu¨¦ ocurrir¨¢. Pasa con todas las grandes revoluciones tecnol¨®gicas, pero con esta en concreto es f¨¢cil imaginar los enromes efectos que tendr¨¢ en el mundo y que podr¨ªa salir muy mal. Nosotros empujamos en una direcci¨®n tecnol¨®gica que creemos que es segura, pero empatizo con las preocupaciones¡±, dijo Altman, una referencia en el sector. Altman advirti¨® de que ¡°el estr¨¦s subir¨¢ a medida en que nos acerquemos a la IAG, la inteligencia artificial general, capaz no solo de desempe?ar funciones espec¨ªficas como los modelos de lenguaje, sino que podr¨ªa aprender cualquier tarea intelectual.
Ante este escenario, el debate regulatorio es uno de los m¨¢s delicados. En el mismo panel de Altman, Jeremy Hunt, ministro de Hacienda brit¨¢nico, se mostr¨® partidario de una regulaci¨®n de ¡°toque ligero¡±, posicion¨¢ndose as¨ª en el polo de aquellos que consideran que hay que evitar entramados normativos que sofoquen la innovaci¨®n en un sector con un enorme potencial de mejorar la productividad y habilitar posibilidades decisivas tambi¨¦n a escala de competici¨®n geopol¨ªtica.
La IA es sin duda un elemento central en la definici¨®n de las fuerzas del futuro. En los trabajos de Davos ha aflorado la preocupaci¨®n europea de quedarse atr¨¢s tambi¨¦n en esta revoluci¨®n. La UE es una pionera normativa, pero no est¨¢ en la vanguardia en cuanto a empresas punteras en el sector.
El equilibrio de fuerzas que definir¨¢ la IA se mide en t¨¦rminos de beneficios econ¨®micos empresariales, pero tambi¨¦n en la capacidad de asegurar una alteraci¨®n lo menos disruptiva posible del mercado laboral. Un informe del FMI publicado en v¨ªsperas del inicio del foro se?alaba que hasta un 60% de los empleos en las econom¨ªas avanzadas puede verse afectado por la irrupci¨®n de la IA, con la mitad de ellos afectados de forma negativa.
Muchos empleos desaparecer¨¢n. Otros aparecer¨¢n, pero no necesariamente al mismo tiempo, y desde luego no necesariamente para las mismas personas y en los mismos lugares. Atenuar los efectos perniciosos de la revoluci¨®n ser¨¢ un medidor de la cohesi¨®n y estabilidad de las sociedades futuras.
La promesa de avance cient¨ªfico que va apoyada a la revoluci¨®n de la IA es tambi¨¦n enorme. Lo dej¨® claro en Davos Alber Bourla, CEO de Pfizer. ¡°Esta revoluci¨®n est¨¢ transformando el sector bio¡±, explic¨®. ¡°Usamos la IA muy intensamente. Con ella logramos resultado mejores y m¨¢s r¨¢pidos. Antes, el proceso de descubrimiento de un medicamento tardar¨ªa normalmente cuatro a?os. Sintetizar¨ªamos millones de mol¨¦culas. Ahora, con la IA, hemos pasado al dise?o de medicamentos. Hacemos unas 600 mol¨¦culas, elegidas con poder computacional tremendo, y que son las que m¨¢s probabilidades tienen de funcionar. El proceso de a?os ha pasado a ser de meses. Es algo que salva vidas¡±, dijo.
Por el lado de las inquietudes, sin llegar a las visiones apocal¨ªpticas de sistemas inform¨¢ticos de inteligencia sobrehumana que toman el control, hay riesgos mucho m¨¢s cercanos y reales. Uno de ellos es el potencial que esta tecnolog¨ªa tiene de incrementar las actividades de desinformaci¨®n, por ejemplo en procesos electorales.
La desinformaci¨®n y la amenaza que esto plantea a las democracias han quedado como uno de los dos mayores riesgos que afronta el mundo, seg¨²n un informe publicado por el Foro Econ¨®mico Mundial en v¨ªsperas de la reuni¨®n de Davos. La IA generativa puede hacer da?o de dos maneras: una cuantitativa, permitiendo la masiva creaci¨®n de contenido sin que tenga que ponerse a ello un ser humano; otra cualitativa, con falsos de calidad tan extraordinaria que la capacidad de persuasi¨®n es total. En los debates en el foro ha quedado evidente la preocupaci¨®n, por ejemplo, por la variante en v¨ªdeo de este riesgo.
Los temores son de calibre suficiente como para que, seg¨²n inform¨® el diario Financial Times hace una semana, expertos estadounidenses -entre ellos de Open AI- y de China han mantenido dos reuniones secretas para abordar los riesgos de desinformaci¨®n y la amenaza a la cohesi¨®n social.
La noticia adquiere una luz extraordinariamente inquietante si se considera que Estados Unidos y China libran una competici¨®n sin cuartel en materia tecnol¨®gica, y muy especialmente en IA, que es fuente de graves fricciones entre ambos. Washington lidera maniobras de restricci¨®n de exportaciones de microchips avanzados que son los necesarios para avanzar en esa senda, y para cuya producci¨®n, China no tiene una capacidad aut¨®noma. Washington alega que esto se justifica para evitar que Pek¨ªn use tecnolog¨ªa occidental para alimentar programas militares y de seguridad con finalidades muy dudosas.
En Davos, el primer ministro chino, Li Qiang, dispar¨® andanadas contra estas maniobras, tratando de establecer una conexi¨®n entre ellas y un intento general de EEUU mantener una posici¨®n de privilegio y complicar el acceso de los emergentes a tecnolog¨ªas clave. El consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, respondi¨® que no se trata de un bloqueo general, sino solo de una medida puntual.
Que en medio de la tensi¨®n entre las dos potencias haya habido un contacto como el que describe el FT es muy elocuente.
Otra cuesti¨®n que ha aflorado en Davos es el reto del impresionante nivel de consumo energ¨¦tico que los nuevos sistemas computacionales requieren. Una estimaci¨®n publicada el a?o pasado calculaba que en 2027 servidores de AI podr¨ªan consumir anualmente tanta energ¨ªa como hacen pa¨ªses como Argentina o Pa¨ªses Bajos en un a?o. Esto sobrecarga la demanda y, en pa¨ªses que no cuentan con buenos niveles de producci¨®n de energ¨ªa verde, es impulso a m¨¢s emisiones de CO2.
La revoluci¨®n de la IA tocar¨¢ casi todos los aspectos de la vida, incluida probablemente, como se?al¨® en una reciente entrevista con este diario el historiador Niall Ferguson, nuestra capacidad cognitiva, que puede verse afectada por un futuro, constante acudir en b¨²squeda de soluciones a una m¨¢quina en vez de al pensamiento propio.
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