¡®22 de julio¡¯, la serie que radiograf¨ªa el terror
La ficci¨®n analiza en seis cap¨ªtulos como el atentado de la isla de Utoya afect¨® a la sociedad noruega en su conjunto
El 22 de julio de 2011 cambi¨® la historia de Noruega y de Europa. Aquel d¨ªa Anders Breivik, un ultraderechista racista convencido de que exist¨ªa una guerra de aniquilaci¨®n de los musulmanes contra los europeos blancos, asesin¨® a 77 personas, primero con un atentado con bomba en el centro de Oslo y luego disparando sin piedad a 69 j¨®venes, muchos de ellos menores de edad, que participaban en un c...
El 22 de julio de 2011 cambi¨® la historia de Noruega y de Europa. Aquel d¨ªa Anders Breivik, un ultraderechista racista convencido de que exist¨ªa una guerra de aniquilaci¨®n de los musulmanes contra los europeos blancos, asesin¨® a 77 personas, primero con un atentado con bomba en el centro de Oslo y luego disparando sin piedad a 69 j¨®venes, muchos de ellos menores de edad, que participaban en un campamento de verano organizado por el partido socialista en la isla de Utoya. La serie noruega 22 de julio, que acaba de estrenar la plataforma Filmin, es la tercera ficci¨®n que se realiza sobre aquella espeluznante jornada, aunque elige un punto de vista totalmente diferente a las otras dos: a trav¨¦s de seis cap¨ªtulos de 45 minutos traza un retrato coral de c¨®mo el atentado afect¨® a la sociedad en su conjunto.
Los protagonistas son una anestesista que tiene que lidiar con una emergencia que ni siquiera pod¨ªa imaginar tras unos recortes que han mermado la capacidad de la sanidad p¨²blica ¨Dpese a que Noruega es uno de los pa¨ªses con mayor renta per c¨¢pita del mundo¨D; dos periodistas que investigan los fallos policiales en la respuesta a los atentados ¨D?por qu¨¦ tardaron tanto las fuerzas especiales en aparecer en la isla?¨D; una profesora que se enfrenta al dolor de los familiares a trav¨¦s de un alumno que perdi¨® a su hermana en Utoya; un polic¨ªa abrumado por la culpa; dos inmigrantes et¨ªopes que se dejan la piel limpiando en el hospital y que aun as¨ª son insultados por la calle cuando todav¨ªa no se sab¨ªa qui¨¦n era el autor del atentado o un bloguero ultraderechista y racista que pretende librarse de su responsabilidad moral pese a que entre sus seguidores estaba el asesino.
¡°Quer¨ªamos contar la historia de las personas que sufrieron las consecuencias del terror¡±, explica en una entrevista Sara Johnsen, de 50 a?os, coautora de la serie junto a P?l Sletaune, de 60, dos veteranos realizadores noruegos. ¡°Hablamos con m¨¦dicos, polic¨ªas, profesores y periodistas y a partir de sus experiencias creamos personajes de ficci¨®n. El suceso fue tan dram¨¢tico y hubo tanta gente involucrada, que quisimos contar sus historias para demostrar el enorme impacto que tuvo el 22 de julio en Noruega; pero tambi¨¦n para mostrar c¨®mo funcionaban nuestros sistemas¡±.
En la serie la violencia aparece en la lejan¨ªa: el espectador es testigo del estallido de la bomba en el centro de Oslo y del desconcierto posterior. Pero los sucesos de Utoya, cuando Breivik pas¨® varias horas persiguiendo a sus v¨ªctimas y remat¨¢ndolas sin piedad, solo aparecen en forma de disparos que se escuchan a lo lejos y luego a trav¨¦s de los supervivientes que escaparon a nado, aterrorizados y helados. La pel¨ªcula 22 de julio, de Paul Greengrass, que se puede ver en Netflix, est¨¢ basada en el libro One of us, que se centra en la investigaci¨®n de la periodista ?sne Seierstad en torno a la figura del asesino. Utoya. 22 de julio, de Erik Poppe, tambi¨¦n en Filmin, narra la matanza en s¨ª, en c¨¢mara subjetiva, desde los ojos de una v¨ªctima.
Aqu¨ª, la violencia que se intuye es mucho m¨¢s terrible que la violencia que se ve: en su libro, Seierstad narra c¨®mo Breivik se hab¨ªa preparado minuciosamente para la matanza y que incluso se hab¨ªa inventado medallas delirantes para s¨ª mismo seg¨²n a cuanta gente asesinase, como Destructor distinguido del marxismo cultural. Cuando los heridos llegan a Urgencias, el espectador ve en qu¨¦ se traduce esa sa?a asesina porque las radiograf¨ªas muestran la profundidad de las heridas y el tipo de munici¨®n que utiliz¨®, contempla el triaje o c¨®mo los limpiadores no tienen tiempo ni siquiera de quitar la sangre.
¡°Tanto a P?l como a m¨ª nos afect¨® profundamente el horrible atentado y pasamos mucho tiempo pensando en c¨®mo podr¨ªamos abordar el tema como directores y guionistas¡±, prosigue Johnsen. ¡°Nos preguntamos si era posible transformar esta experiencia en una serie dram¨¢tica, porque lo que hab¨ªa sucedido nos resultaba incomprensible. Se nos ocurri¨® la idea de hacer una serie que no se centrara en el terrorista y sus principales v¨ªctimas, sino que lo contara a trav¨¦s de los ojos de las personas que estuvieron en contacto con el terror a trav¨¦s de su trabajo. Entrevistamos a varios centenares de testigos y le¨ªmos todo lo que se escribi¨® y poco a poco los personajes fueron evolucionando a partir de una amalgama de todas las historias. Tambi¨¦n estudiamos el informe final de la comisi¨®n oficial, porque quer¨ªamos que todos los datos sobre los acontecimientos fueran lo m¨¢s correctos posible¡±.
Como en las novelas de los suecos Hening Mankell y Steig Larsson o del noruego Jo Nesbo, la serie muestra el lado oscuro de las aparentemente pl¨¢cidas y perfectas sociedades n¨®rdicas. Los atentados del 22 de julio supusieron un choque colectivo por la enorme cantidad de v¨ªctimas mortales, pero tambi¨¦n porque la violencia y el terrorismo no eran algo importado, sino interno. En ese sentido, la serie da relevancia al personaje del bloguero noruego que despotrica contra los inmigrantes. Despu¨¦s del asalto contra el Capitolio y de las teor¨ªas racistas de la conspiraci¨®n que han proliferado bajo la presidencia de Donald Trump, Sara Johnsen cree que la serie cobra una nueva relevancia. ¡°El terrorista se radicaliz¨® y se inspir¨® en blogueros de derechas. En el manifiesto que colg¨® en Internet el d¨ªa de la matanza, cita a muchos de ellos, incluidos los blogueros noruegos que presentan a la sociedad europea como al borde de la guerra civil con la comunidad musulmana, y exigen a sus seguidores que tomen medidas. Que es precisamente lo que hizo el terrorista. Es como si en EE UU ahora alguien se tomase en serio QAnon y la propaganda de los medios de comunicaci¨®n de la ultraderecha, tendr¨ªa que actuar. Aquellos que est¨¢n detr¨¢s de estas mentiras necesitan ser confrontados con las consecuencias de lo que difunden¡±.