Las ballenas, una historia tan grande como el mundo
La serie documental ¡®Los secretos de las ballenas¡¯ argumenta que estos gigantes del mar sobreviven gracias a su capacidad para crear una cultura que pasa de madres a hijos
La cultura y la lengua son dos caracter¨ªsticas que se asocian con la humanidad. Sin embargo, la tesis de la serie documental de National Geographic para Disney+ Los secretos de las ballenas es rotunda: ¡°Tres a?os de rodaje revelan una verdad extraordinaria. Las ballenas tienen una cultura¡±, sostiene la narradora, la actriz Sigourney Weaver. Producida por James Cameron, la serie de cuatro episodios relata el seguimiento que el fot¨®grafo especializado en vida submarina Brian Skerry hace de cuatro especies: orcas, ballenas jorobadas, belugas y cachalotes. Tras verlos, resulta muy dif¨ªcil negar que los cet¨¢ceos manejan formas de comunicaci¨®n propias y subsisten gracias a tradiciones compartidas por las diferentes manadas que se pasan de madres a hijos.
Muchas de sus im¨¢genes son sencillamente incre¨ªbles y de una belleza magn¨¦tica: cachalotes durmiendo una siesta; belugas navegando entre el hielo y jugando; orcas robando arenques a pescadores noruegos y ense?ando a sus cr¨ªas a cazar focas o rayas; ballenas jorobadas pescando, surgiendo del mar con la boca abierta en grupos enormes para darse un fest¨ªn, o amamant¨¢ndose mientras nadan. El espectador se pasa media serie pensando c¨®mo habr¨¢n logrado rodar algo as¨ª, porque las ballenas son enormes, sin duda, los animales m¨¢s grandes del planeta, pero no resultan nada f¨¢ciles de estudiar. No son especialmente esquivas ¡ªcontemplar cet¨¢ceos es una actividad a la que se apuntan decenas de miles de personas cada a?o¡ª, pero tienen todo el oc¨¦ano para desaparecer en la inmensidad de las olas.
La narradora del documental pronuncia varias veces la frase ¡°las ballenas son como nosotros¡± para ilustrar que, sin sofisticadas formas de comunicaci¨®n y sin su cultura compartida y solidaria, no podr¨ªan sobrevivir. Aunque eso no significa que sean como los humanos: son mam¨ªferos, pero su experiencia del mundo no puede ser m¨¢s alejada de la nuestra. Las ballenas han sido consideradas monstruos durante siglos, convertidas en seres fantasmales y letales ¡ªMoby Dick¡ª, cazadas hasta encontrarse al borde de la extinci¨®n y recuperadas, a partir de los a?os setenta, como m¨¢ximos exponentes del movimiento ecologista ¡ª¡±Salvad las ballenas¡± fue uno de esos lemas que marc¨® una ¨¦poca y seguramente cambi¨® el mundo¡ª.
¡°Con las ballenas, los movimientos ecologistas occidentales aprendieron por primera vez a contar una historia tan grande como el mundo¡±, escribe la escritora australiana Rebecca Giggs en su libro reciente Fathoms. The World in the Whale. ¡°Las campa?as contra la caza de ballenas de principios de la d¨¦cada de 1980 se basaban en la idea de que deb¨ªan considerarse la herencia universal de toda la humanidad y que la gente del futuro, independientemente de su nacionalidad, merec¨ªa vivir en un planeta que no hubiera sido despojado de sus animales m¨¢s grandes¡±, prosigue Giggs, que reside en Perth, en la costa oeste de Australia, una de las grandes rutas de migraciones de ballenas.
El espectador se pasa media serie pensando c¨®mo habr¨¢n logrado rodar algo as¨ª
Fue precisamente en esa ¨¦poca, recuerda Giggs, cuando se pusieron de moda discos, entonces de vinilo, que reproduc¨ªan las comunicaciones de las ballenas. Un ¨¢lbum de 34 minutos, Songs of the Humpback Whale (Canciones de las ballenas jorobadas), de Roger Payne, vendi¨® millones de ejemplares en todo el mundo desde que fue editado en 1970. Entonces parec¨ªa algo ex¨®tico y lejano, incomprensible, como si la naturaleza quisiese decirnos algo a trav¨¦s de los extra?os y sofisticados sonidos que emit¨ªan las ballenas. La serie demuestra hasta qu¨¦ punto la ciencia ha avanzado en el estudio de las comunicaciones de estos animales.
En un cap¨ªtulo varios cient¨ªficos graban y estudian los sonidos que emiten diferentes grupos de ballenas jorobadas y no existe la m¨¢s m¨ªnima duda de que se comunican para llevar a cabo tareas, como pescar, o para que los adultos puedan saber siempre donde est¨¢n las cr¨ªas. ?Podemos hablar de lenguajes? ?conversan las ballenas? ?se llaman por nombres propios? ?cantan? El documental no puede responder a unas preguntas que todav¨ªa siguen siendo un misterio, pero deja claro que estos animales han construido sociedades complejas y ¨²nicas, que cambian seg¨²n las especies y los grupos dentro de una misma especie. Los sonidos que emiten las orcas, belugas, ballenas jorobadas y cachalotes son muy diferentes, pero marcan pautas de comportamiento sofisticadas dentro de la vida del grupo.
En los setenta, los cantos de las ballenas sirvieron para advertir del peligro que corr¨ªan. ¡°Las voces de las ballenas, lejanas y rec¨®nditas, ejemplificaban lo que significaba escuchar una extinci¨®n planetaria¡±, sostienen Giggs. ¡°El hecho de que las vocalizaciones de las ballenas entraran en la esfera p¨²blica enmarcadas como los sonidos de un mundo que desaparece no fue una mera casualidad¡±. Ahora son importantes para recordar que no somos la ¨²nica inteligencia sobre la Tierra. Et¨®logos como Carl Safina han demostrado que la dificultad para entender c¨®mo piensan los animales no significa que no piensen y sientan. En su libro Mentes maravillosas dedica un cap¨ªtulo a las orcas que las describe como ¡°inteligentes, maternales, longevas, cooperativas, muy sociales y entregadas a la familia¡±. ¡°Son como nosotros, seres de sangre caliente productores de leche, mam¨ªferos con una personalidad no tan distinta a la nuestra¡±, a?ade el investigador estadounidense.
Los secretos de las ballenas muestra las t¨¦cnicas de caza que han adoptado distintas familias de orcas. Tienen dos caracter¨ªsticas comunes: en cada caso son muy diferentes, adaptadas a su entorno, y solo se pueden realizar mediante el aprendizaje. Se trata, por lo tanto, de un legado cultural que no depende del instinto, sino de una ense?anza paciente y dedicada. Las maestras son siempre las abuelas, porque son sociedades matriarcales. Resulta alucinante ver c¨®mo una manada de orcas en Nueva Zelanda caza rayas: han descubierto que si dan la vuelta al animal se queda inmediatamente narcotizado. La matriarca lo encuentra gracias a su sofisticado radar, le da la vuelta y, una vez dormido, es entregado al resto del grupo, que aprende mientras come.
Son como nosotros, seres de sangre caliente productores de leche, mam¨ªferos con una personalidad no tan distinta a la nuestraCarl Safina
Contemplar una ballena en el mar puede resultar una experiencia maravillosa aunque tambi¨¦n un poco frustrante. Salvo que sea un cachalote, que muestran la cola al sumergirse, o alguna de las especies que saltan fuera del agua, al principio no se ve mucho: un lomo, una aleta, una mancha enorme, un chorro que surge del mar. Lograr hacerse una idea de las dimensiones del enorme animal no es sencillo. ¡°Ver ballenas en libertad me volvi¨® a convertir en un ni?o¡±, escribe Philip Hoare en Leviat¨¢n o la ballena, un ensayo hist¨®rico sobre la relaci¨®n de la humanidad con estos animales. ¡°Record¨¦ qu¨¦ era lo que siempre me hab¨ªa fascinado de estos extra?os seres: su tama?o, la gran variedad de formas que adoptan, un cat¨¢logo complejo y colorido que abarca desde la peque?a marsopa hasta los grandes rorcuales y el misterioso cachalote¡±. El documental no puede llevar al espectador al mar, pero le muestra todo aquello que resulta casi imposible ver en el oc¨¦ano.
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