¡®Apag¨®n¡¯, o c¨®mo mantener a raya la barbarie tras el apocalipsis
La serie, que se podr¨¢ ver en Movistar+ en 2022, re¨²ne talentos de la televisi¨®n y el cine para narrar una distop¨ªa de ra¨ªz espa?ola. Asistimos al rodaje del tercer cap¨ªtulo para descubrir algunos de sus secretos
T¨¦rmino municipal de Valdeluz, a 8 kil¨®metros de Guadalajara, una ma?ana fr¨ªa y clara de diciembre. Calles rectil¨ªneas formadas por manzanas de urbanizaciones similares y no muy antiguas se suceden. No hay apenas movimiento, alg¨²n vecino que saca a pasear al perro y poco m¨¢s. Muchas viviendas est¨¢n deshabitadas, otras son propiedad del banco malo, pura Espa?a de las piscinas. En una de esas comunidades, unos vecinos discuten ¡ªentre invernaderos caseros, sistemas de recolecci¨®n de agua de lluvia y una pista de p¨¢del llena de gallinas¡ª qu¨¦ hacer ante una nueva amenaza, un grupo de ni?os instalados m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite de su propiedad, al otro lado del descampado, en las ruinas de un instituto que nunca se lleg¨® a construir. La localizaci¨®n es real, el argumento y la caracterizaci¨®n del lugar corresponden al tercer cap¨ªtulo de Apag¨®n, serie original de Movistar + producida por Buend¨ªa Estudios y una de las apuestas de la plataforma para 2022. ¡°Peinamos Guadalajara y Toledo buscando justo la localizaci¨®n, el tama?o, la clase media, que todo fuera cre¨ªble¡±, cuenta Fran Ara¨²jo, guionista y responsable de la coordinaci¨®n de la historia a lo largo de sus cinco entregas.
En el primer cap¨ªtulo de esta serie que tiene como punto de partida El gran apag¨®n (ficci¨®n sonora de Podium Podcast) se produce el desastre, el apag¨®n, el fin del mundo tal y como lo conoc¨ªamos; en el segundo llega la aceptaci¨®n; en el que nos ocupa, el tercero, la organizaci¨®n para la supervivencia. Dirigidas por Rodrigo Sorogoyen (El reino, Antidisturbios), Ra¨²l Ar¨¦valo (Tarde para la ira), Isa Campo (La pr¨®xima piel), Alberto Rodr¨ªguez (La isla m¨ªnima) e Isaki Lacuesta (Entre dos aguas), todas las historias son originales y autoconclusivas, si bien hay varios aspectos que dan unidad a la serie. Por un lado, la direcci¨®n de arte, minuciosa y veros¨ªmil hasta la obsesi¨®n ¨C¨Ccomo se puede comprobar en varios detalles durante el rodaje¨C¨C y, por otro, la fotograf¨ªa, siempre sin iluminaci¨®n artificial. ¡°Jam¨¢s juegas con las luces a este nivel. Para solucionarlo nos preguntamos c¨®mo se podr¨ªan fabricar luces con potencia tal y como lo har¨ªan ellos tras un apag¨®n¡±, comenta Isa Campo sobre el cap¨ªtulo que dirige y tambi¨¦n escribe, una historia en la que los ni?os, y su mirada como colectivo, juegan un papel clave.
Los creadores de Apag¨®n no estaban interesados en la conspiraci¨®n pol¨ªtica, tan en boga para explicar casi cualquier cosa. Tampoco en una distop¨ªa llena de muerte y destrucci¨®n, un futuro imposible m¨¢s inmerso en la ciencia ficci¨®n. Como un relato bien anclado en la especulaci¨®n de futuro pr¨®ximo, aqu¨ª la idea es dar un peque?o giro de tuerca, algo plausible y por ello terror¨ªfico. ¡°El salto a la barbarie no es tan sencillo. Siempre hay un l¨ªmite en ese limbo en el que est¨¢n los personajes¡±, reflexiona Campo. ¡°Busc¨¢bamos una mirada concreta, c¨®mo hacer la distop¨ªa local, no solo con temas universales sino haciendo que llegue a la gente. Hemos elaborado un g¨¦nero reconocible pero aterrizado, con historias muy concretas de personajes y localizaciones muy concentradas¡±, a?ade Ara¨²jo. Dos elementos ayudan a cumplir este objetivo: realismo a ultranza y claves para la reflexi¨®n en las tramas. ¡°Todos los cap¨ªtulos buscan una resignificaci¨®n de los aspectos sociales que abordan. Se trata de encontrar luz en la oscuridad, una mirada en los personajes¡±, explica Ara¨²jo.
La realidad ayuda
¡°Cuando empezamos era pura ciencia ficci¨®n, ten¨ªamos que explicarlo todo¡±, comenta la directora en un descanso para comer cuando en la conversaci¨®n surge, inevitable, la actualidad, la pandemia, la escasez de suministros, la posibilidad, incluso, de un apag¨®n real. Ahora, son los actores los primeros que entienden todo lo que les pasa a los personajes. ¡°Hace nada hemos vivido casi otro apocalipsis, que ha afectado de manera distinta a personas de distinta edad, as¨ª que rodar este ya no se hace tan raro¡±, reflexiona Zo¨¦ Arnao (Las ni?as) la joven actriz de 16 a?os que protagoniza el cap¨ªtulo. ¡°La distop¨ªa no parece tan lejana. Ahora tenemos otra perspectiva¡±, a?ade Patricia L¨®pez Arn¨¢iz (Goya 2021 por Ane) que interpreta a la madre, mientras se mira unas u?as llenas de mugre que luego, bromean, cuesta una barbaridad quitar para volver a la vida real, ir a una tienda, relacionarse con el entorno, con la normalidad pand¨¦mica, s¨ª, pero con electricidad. Todos llevan m¨²ltiples capas de ropa, elemento que, junto al fuego, constituye la ¨²nica defensa contra el fr¨ªo de un mundo sin luz. ¡°La clave es saber hacerte las preguntas que no te hab¨ªas hecho¡±, remata Miquel Fern¨¢ndez (Ad¨²), el padre, personaje que completa a esta familia atrapada en la din¨¢mica de la supervivencia.
El trabajo de los cinco directores y de los guionistas (Isabel Pe?a, Alberto Marini y Rafael Cobo, adem¨¢s de Campo y Ara¨²jo) ha sido un tanto peculiar. Cada uno conoc¨ªa el universo de los dem¨¢s, lo que aumenta la sensaci¨®n de unidad de la serie. ¡°Nunca quisimos casos estanco. Intentamos favorecer una creaci¨®n colectiva, en la que cada uno contribuye con su parte¡±, explica Araujo.
Pasear con los creadores de Apag¨®n por el escenario posapocal¨ªptico montado en Valdeluz divierte y asusta a la vez. El lugar est¨¢ lleno de artilugios similares a los que deber¨ªamos idear, se supone, si ocurriera algo as¨ª. ¡°Tiene un punto de juego. Es muy chulo y divertido¡±, confiesa Isa Campo. En la urbanizaci¨®n hay dos ¨¢rboles de los que se obtiene la la le?a usada para la decoraci¨®n y para alimentar el fuego que ilumina y calienta a los protagonistas en su devenir diario. Estaban ah¨ª cuando lleg¨® el equipo de producci¨®n, antes del rodaje, y los iban a talar porque estaban podridos, pero a Ara¨²jo y Campo les pareci¨® el ingrediente perfecto para su b¨²squeda de verosimilitud.
Cuando gritan ¡°acci¨®n¡± solo se oyen las voces de los actores, no hay ruido blanco, no hay ese continuo run run de la vida cotidiana, de la circulaci¨®n, los electrodom¨¦sticos, los tel¨¦fonos y dem¨¢s artilugios. Es un mundo sin luz. M¨¢s all¨¢ de la valla, reforzada con alambre y somieres, tres coches v¨ªctimas del pillaje marcan el l¨ªmite con el descampado, con la amenaza latente de los ni?os sin recursos. Dentro, los vecinos discuten como han hecho siempre, con apag¨®n o sin ¨¦l, con pandemia o sin ella. Una escena cotidiana despu¨¦s del fin del mundo, una lucha por mantener la barbarie, social e interior, a raya.
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