El bravo Maid¨¢n: tres documentales para entender la crisis de Ucrania
¡®Maidan¡¯ y ¡®Winter on Fire¡¯ observan c¨®mo la protesta en Kiev de 2014 pasa del idealismo a la batalla campal. ¡®The Battle for Ukraine¡¯ visita a inquietantes milicias de uno y otro lado del conflicto
La revoluci¨®n del Maid¨¢n, o del Euromaid¨¢n, en la capital de Ucrania entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, logr¨® su objetivo de derribar al presidente, el prorruso V¨ªktor Yanuk¨®vich, que se acercaba a Mosc¨², se alejaba de Bruselas y hab¨ªa encarcelado a su predecesora Yulia Tymoshenko. Pero aquello no acab¨® de salir bien del todo: en medio del caos, Rusia se anexion¨® Crimea y apoy¨® el separatismo en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, un conflicto que llega a hoy y tiene al mundo en vilo.
La pel¨ªcula Maidan (en Filmin) es un documental extremo, porque no hay narraci¨®n alguna, nada m¨¢s que las tomas de c¨¢maras fijas y el sonido ambiente del lugar durante dos horas que se hacen largas pero tienen algo hipn¨®tico. Del director, Serguei Loznitsa, no cabe esperar neutralidad: es sabido que simpatiza con la protesta, pero se muestra muy honesto al servir el material as¨ª de crudo.
Al principio se detiene en la multitud que acampa en la gran plaza de Kiev, y cuya primera tarea es organizar esa ciudad improvisada, al estilo del 15-M en Madrid o la plaza Tahir en El Cairo tres a?os antes. Vemos a gente muy abrigada, de todas las edades, los que cocinan enormes pucheros y las colas para el rancho, las hogueras, discursos de personajes muy variopintos, rezos de sacerdotes ortodoxos y coros de ni?os en el escenario, gente con guitarras, el canto del himno nacional y de la versi¨®n local de Bella Ciao. A mitad del metraje se rompe la magia, porque entran en acci¨®n los polic¨ªas de la Berkut, temible unidad de asalto, y tambi¨¦n bandas de radicales: encapuchados que tiran piedras, guerrilleros urbanos con m¨¢scaras antig¨¢s levantando barricadas, coches y furgones policiales en llamas, edificios enteros devorados por el fuego, las balas de francotiradores... y los primeros f¨¦retros.
La misma historia se cuenta, pero un modo mucho m¨¢s convencional, y exhaustivo en Winter on Fire (en Netflix), del director israel¨ª-estadounidense, de origen ruso, Evgeny Afineevsky. Aqu¨ª s¨ª hay un relato que aporta cierto contexto pol¨ªtico (no todo) y que va saltando entre im¨¢genes de la revuelta y las entrevistas posteriores con quienes presumen de que estuvieron all¨ª. Es claro que se quiere marcar la diferencia entre una multitud pac¨ªfica que alzaba la voz contra el autoritarismo, la corrupci¨®n y el alejamiento de la UE, y la mayor¨ªa de esas voces son j¨®venes, algunas muy j¨®venes; y, en el otro lado, la brutalidad policial y de grupos violentos, los de la misma plaza y los Titushki, bandas de matones civiles al servicio del r¨¦gimen.
Pese a la dureza de algunas escenas, el foco principal est¨¢ en las motivaciones, ilusiones y emociones de quienes participaron en la revoluci¨®n. Y no deja resquicio a la duda de que la represi¨®n fue tan salvaje como in¨²til, de que la polic¨ªa disparaba a matar a los manifestantes hasta la noche antes de que Yanuk¨®vich se subiera a un helic¨®ptero para huir a Mosc¨² y su propio Parlamento liquidara su r¨¦gimen. Es un relato bien realizado y documentado, si acaso demasiado rendido a la ¨¦pica, que abri¨® a Netflix la puerta de festivales como el de Venecia y supuso una de sus primeras nominaciones a un Oscar, el de mejor documental en 2016.
Las dos pel¨ªculas anteriores se centran en el Maid¨¢n y no abordan qu¨¦ ocurri¨® despu¨¦s. As¨ª que completa bien estas visiones otro documental, The Battle for Ukraine, del programa Frontline de la PBS (en su web y en Youtube). El realizador James Jones viaja al pa¨ªs en febrero de 2014, a tiempo de la batalla final en Kiev; la c¨¢mara graba muy de cerca muertes por tiros de la polic¨ªa. Jones busca los m¨¢rgenes menos gratos de la revoluci¨®n en dos movimientos surgidos a ambos lados del conflicto. Se acerca al Pravy Sektor (Sector Derecha), una inquietante milicia de ultraderecha que se rodea de parafernalia neonazi y rinde homenaje al siniestro Step¨¢n Bandera, l¨ªder nacionalista que se puso de parte de los alemanes contra los sovi¨¦ticos en la Segunda Guerra Mundial. Su protagonismo en las barricadas, su inc¨®moda presencia en la calle y en el frente, no se corresponde con su peso pol¨ªtico, muy menor.
En el oriente del pa¨ªs, fuera del control de Kiev, Jones visita a los paramilitares prorrusos, que controlan las dos autoproclamadas rep¨²blicas independientes, tipos duros que presumen de su cercan¨ªa a Mosc¨² y que en alg¨²n caso no disimulan su nostalgia de la URSS. Dos extremos que se odian y se necesitan, porque en realidad se retroalimentan: la existencia de cada uno justifica al otro. En medio, la fr¨¢gil democracia ucrania y el sue?o del europe¨ªsmo que llen¨® de banderas estrelladas el Maid¨¢n. Un escenario m¨¢s complejo del que dibujan las caricaturas (la de un r¨¦gimen neonazi en Kiev, con un presidente jud¨ªo, es de las m¨¢s burdas, pero tiene ¨¦xito en las redes).
Despu¨¦s del Maid¨¢n, hubo revoluciones de colores en Kirguist¨¢n y Armenia. Ni una m¨¢s en el espacio postsovi¨¦tico. Las m¨¢s recientes, contra los dictadores de Bielorrusia y Kazajist¨¢n, fueron aplastadas sin piedad con ayuda del Kremlin. La que empez¨® hace ocho a?os en la plaza de Kiev no tiene a¨²n escrito su final. En el peor de los casos quedar¨¢ memoria de ella.
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