Ultracuerpos

?Fue siempre todo tan salvaje? ?O la culpa es de la pandemia, de la guerra en Ucrania, del miedo generalizado, excepto para esa desvergonzada e invulnerable gentuza que cada vez que abren su boquita humanista aseguran hip¨®critamente que ya no pueden dormir pensando en los m¨¢s vulnerables? Asocio el salvajismo urbano a las legiones de ultracuerpos que te atropellan en las calles mirando sus tel¨¦fonos, que ignoran los pasos de cebra y los sem¨¢foros en verde, que van de modernos en su invasi¨®n de las aceras con patinetes y bicicletas asustando a los transe¨²ntes. No era una norma c¨ªvica el uso de expresiones tan necesarias como ¡°lo siento, perdone, mis disculpas, por favor, pase usted¡±, sino algo que sal¨ªa instintivamente, por respeto al pr¨®jimo, por eso tan imprescindible y natural como la buena educaci¨®n.

Es grato imaginarte a los ultracuerpos como voraces consumidores de las plataformas. Debe de suponer un cuelgue permanente y afrodisiaco. Otros lo tuvimos con el alcohol, las drogas, el sexo, y a veces milagrosas con el amor. Pagando el precio con las temibles resacas. Hay mucha gente, sobre todo ancianos con m¨ªnimos recursos, cuya ¨²nica compa?¨ªa, su forma de matar el tiempo, es la televisi¨®n convencional. Siempre fue asquerosa, pero ahora m¨¢s. ?Y qu¨¦ te ofrecen las plataformas de pago? Hay excepciones, por supuesto. Pero mayoritariamente cantidades ingentes de mediocridad o de basura. Pagas por ver series cl¨®nicas, producto de f¨®rmulas despreciables, tem¨¢ticas repetitivas, vac¨ªo y truculencia.

Cuentan que Netflix lo est¨¢ pasando muy crudo, que el personal se permite el lujo de desertar ?Y es que este se ha vuelto l¨²cido de repente, que reclama algo con un poco de arte y entretenimiento inteligente? Lo dudo, pero est¨¢ bien que los groseros y oportunistas mercaderes se lleven un tremendo susto econ¨®mico.

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