El sue?o hipotecario produce monstruos

Tras ver The Architect (Filmin), me han dado muchas ganas de asistir al pr¨®ximo festival de cine de Berl¨ªn, pues sin duda aquello es una juerga epop¨¦yica: si el jurado ha concedido una menci¨®n especial a esta miniserie noruega que no pasar¨ªa de aprobado raspado en la asignatura de realizaci¨®n de un instituto de FP medianillo, es que sus miembros la vieron durante la resaca de sus vidas, que les anul¨® el juicio cr¨ªtico. Si eso es un retrato de la precariedad, las desilusiones de la juventud y la forma en que las ciudades expulsan a sus vecinos, significa que a los j¨®venes les han robado hasta la capacidad para contar historias.

Es una pena, porque, diga lo que diga Urkullu en sus cantares neofeudalistas, lo que quita el sue?o a muchos espa?oles y europeos es la pesadilla inmobiliaria. Los m¨¢s ancianos del lugar recordamos que fue el motor del 15M, aunque los pol¨ªticos que salieron de all¨ª se olvidasen tambi¨¦n. No debe de ser f¨¢cil contar este drama como merece, transmitiendo su verdad literaria y sin que parezca que los personajes recitan consignas. Mientras llega la gran serie sobre el tema, habr¨¢ que buscar indicios laterales en otras ficciones. Yo los he encontrado este verano en Vigilante (Netflix), obra del genio Ryan Murphy, tantas veces pasado de rosca, pero aqu¨ª, tan preciso y eficaz como un Hitchcock.

Basada en una cr¨®nica period¨ªstica sobre un matrimonio aterrorizado por unas cartas misteriosas que recibe tras comprar la casa de sus sue?os, este thriller es un retrato del horror contempor¨¢neo: la obsesi¨®n por tener una casa, el marasmo de las deudas y el miedo al futuro destruyen a una familia. Como dec¨ªa Goya, el sue?o de la raz¨®n hipotecaria produce monstruos, y estos merecen un relato digno de Poe o de King, no una clase de sociolog¨ªa de profesor de Somosaguas.

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