Preysler y su Navidad, o la amnesia despu¨¦s de Boyer
Lo mejor del ¡®reality¡¯ de Disney+ sobre la madre de Enrique Iglesias es el t¨ªtulo: ¡®Isabel Preysler: mi Navidad¡¯. Porque es tan suya como ajena para el resto. Y qu¨¦ largo se hace. Y qu¨¦ lento va todo
La Preysler ¡ªPresley o Presly para muchos espa?oles y as¨ª ser¨¢ hasta el fin de los tiempos¡ª es una mujer que ha construido alrededor de s¨ª misma un halo de misterio y fascinaci¨®n. Y as¨ª estaba bien mientras sab¨ªamos poco de ella. Porque hemos visto mucho, pero siempre en fotos. Siempre en ese lado privilegiado de la historia, reservado para las personas que posan bien iluminadas y con la mitad de la cara que m¨¢s les favorece. Una m¨¢s de ese tipo de mujeres empe?adas en quedar bien con todo el mundo, en pasar de puntillas por todos los temas, no vaya a ser que metamos la pata. Discretitas, buenas anfitrionas, ideales. ¡°Me gusta escribir y personalizar los regalos. Si no lo haces, no es lo mismo¡±, dice. Un horror, vamos.
Las c¨¢maras han entrado en casa de Isabel para mostrarnos c¨®mo es su d¨ªa a d¨ªa en estas entra?ables fiestas en el reality de Disney+ Isabel Preysler: mi Navidad. Amanece con la luz bien entrada del d¨ªa y se presenta en una bata de diosa a desayunar lo que le ha preparado Ramona, la cocinera. ¡°El coraz¨®n de la casa¡±, dice de ella.
Isabel toma zumo de pomelo, agua de Jamaica y m¨¢s pomelo, esta vez troceado, unos suplementos vitam¨ªnicos, kiwi y semillas de lino para el tr¨¢nsito intestinal. Esto ¨²ltimo no lo dice ella, pero lo sabemos todos. Un foll¨®n de padre y muy se?or m¨ªo al que se enfrenta cada ma?ana mientras lee los peri¨®dicos. ¡°No me gusta que me molesten hasta que termine de desayunar¡±, dice mirando a c¨¢mara con enorme dulzura.
¡°Los nietos son una cosa muy especial, ?verdad?¡±, dice al periodista que le hace las preguntas. Verdad.
A continuaci¨®n conocemos a Alicia, que es secretaria, asistente, sus pies y sus manos. Le cuenta que hay que revisar las copas porque no quiere ninguna ¡°rota ni picada¡±. La casa tiene mil cosas, mil estancias y un porr¨®n de cuartos de ba?o, seg¨²n nos han contado, aunque no aparezca ninguno en los dos cap¨ªtulos del documental. Y si Ramona y Alicia son fundamentales, ¡°el ch¨®fer es muy importante¡±. Y Blas, con el que hace gimnasia por las ma?anas. ¡°Hay muy buen feeling¡±, resume Preysler mientras en su casa no hay una mota de polvo y fuera los pajaritos cantan y las nubes se levantan.
Pero Isabel es lista como el hambre y sabe, mucho antes que Shakira, que las mujeres ante todo facturan. As¨ª que mientras se viste aparecen, as¨ª como el que no quiere la cosa, dos cajas de la joyer¨ªa Rabat con un par de pendientes y un anillo que lucir¨¢ para salir de casa. Pasea por Madrid en su coche con cristales tintados y le da por la nostalgia. Le cuenta a El¨ªas la sensaci¨®n de libertad total que tuvo al llegar a Espa?a hace un mont¨®n de a?os. Eso de no tener horario, de poder salir, de no pisar el colegio porque la vida consist¨ªa en saltar de fiesta en fiesta. Es un mon¨®logo que dura poco, porque enseguida llegan a su destino. Ella lo llama ¡°Massi¡± porque la familiaridad tiene estas cosas, pero para el resto es Massumeh, un centro de est¨¦tica donde va con mucha frecuencia y ya es una m¨¢s de la familia.
Isabel tiene un grupo de amigos (tres, tampoco nos pasemos) con los que queda a ver pel¨ªculas de Navidad. Dice que es m¨¢s de Paul Newman que de Marlon Brando y aprovecha para contarles que ¡°por ah¨ª¡± tiene una foto con ¨¦l porque una vez lo entrevist¨®. Lo dice como si semejante hecho fuera otro trozo de pomelo del desayuno. Uno de los amigos dice que su pel¨ªcula favorita navide?a es Amantes porque transcurre en esa ¨¦poca del a?o y a ellas les hace mucha gracia y optan por verla.
Luego viene la Isabel m¨¢s familiar. Todos los hijos, salvo Enrique, hacen acto de presencia. Todos muy correctos y bastante m¨¢s aburridos de lo que deben ser cuando la c¨¢mara no los enfoca. Deja clara la devoci¨®n de los nietos, que la llaman Lala. Les confiesa a un par de amigos que ¡°envejecer es una lata¡±, lamenta haber tenido que dejar el yoga ¡°porque Miguel estuvo dos meses en el hospital¡±.
Pero es esa la clave de esta casi hora y media. Reivindicar los 26 a?os que pas¨® con el superministro de Hacienda y borrar un poco lo que fue antes y sobre todo la pareja que vino despu¨¦s de Miguel Boyer. Ese se?or socialista que llen¨® la casa de libros y ah¨ª siguen, para deleite de las visitas. ¡°Es que hemos estado 26 a?os¡±, dice Preysler tras un plano en el que en las servilletas aparecen bordadas las iniciales BP, Boyer Preysler. La amnesia de Isabel es tan intencionada que cuando se trata de sustituir manteler¨ªa, las iniciales que aparecen ahora son las suyas: IP. Porque despu¨¦s de Boyer no hubo nada. Solo la vejez, solo los nietos, solo la nostalgia de lo que fue. Siempre nos quedar¨¢ el pomelo.
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