El siglo XX fue de Lennon, pero el XXI pertenece a McCartney
Los ¨²ltimos documentales sobre The Beatles en varias plataformas resaltan el talento y el liderazgo de Paul frente a John en la etapa final del cuarteto
La leyenda del m¨¢rtir es muy dif¨ªcil de destruir. Pero si quedas vivo, puedes, al menos, igualarla. Tienes, sobre todo, tiempo. Tambi¨¦n medios para intentarlo. Es lo que podemos concluir despu¨¦s de ver en diversas plataformas los ¨²ltimos documentales m¨¢s sobresalientes sobre The Beatles, un fen¨®meno que a¨²n, m¨¢s de cincuenta a?os despu¨¦s de su separaci¨®n, sigue fascinando a nivel universal.
¡°Somos m¨¢s famosos que Jesucristo¡±, dijo John Lennon un d¨ªa que se vino muy arriba. Lo solt¨®, as¨ª, en una entrevista que se public¨® en marzo de 1966. Despu¨¦s de ser cancelado por la frase en varias cadenas de televisi¨®n y medios conservadores, no se disculp¨® por ello. Tampoco exageraba tanto: dada la dimensi¨®n que d¨¦cadas despu¨¦s contin¨²a engrandeciendo la huella del grupo en la historia de la cultura popular, puede que hasta se quedara corto.
La carrera de The Beatles despu¨¦s de que decidieran romper ha sido mucho m¨¢s larga. Sigue intacta en este siglo XXI y dando que hablar donde realmente se cuecen los debates hoy en d¨ªa: a peque?a escala, en las redes sociales; y a lo grande, en las plataformas audiovisuales. Varios documentales se pueden encontrar hoy en todas ellas. Pero si analizamos tres ¡ªGet Back, The Beatles, de Peter Jackson, en Disney, McCartney, 3, 2, 1, en Amazon Prime y Lennon: Murder Without a Trial, de nuevo en Apple¡ª podemos comprobar que, si el siglo XX fue de John Lennon, el XXI lo es de Paul McCartney.
Tras la separaci¨®n en 1970 ambos quedaron en tablas. Luego, la carrera de Paul en solitario o junto The Wings brill¨® m¨¢s que la de John junto a Yoko Ono. Pero irrumpi¨® la tragedia. El asesinato de Lennon en el portal de su casa, el edificio Dakota, en Nueva York por un lun¨¢tico lo catapult¨® a la condici¨®n de mito. Mark David Chapman, se llamaba. Y dijo andar inspirado por El guardi¨¢n entre el centeno, el libro de J. D. Salinger que a partir de ah¨ª adquiri¨® otra condici¨®n: la de maldito y, de paso, superventas. El gatillo de Chapman conmocion¨® el planeta m¨¢s que el adi¨®s de la banda. Y John Lennon ascendi¨® a los cielos tras un martirio para as¨ª disputarle a¨²n m¨¢s, ya muerto y sacrificado por un loco, el trono a Jesucristo.
En Lennon: Murder Without a Trial, interesante porque aporta por primera vez testimonios de testigos directos, la novia de Chapman le hace una pregunta, puede que b¨¢sica, aunque muy intencionada: ¡°Pero t¨², ?te has dado cuenta de lo que has hecho?¡±. Una cuesti¨®n que iba m¨¢s all¨¢ de hacer ver al asesino el deleznable acto que supone por s¨ª haberle quitado la vida a alguien. El agravante era que aquel alguien se multiplicaba al pasar por ello de ¨ªdolo terrenal a criatura divina y canonizada. Encima, no por una instituci¨®n secular, sino por aclamaci¨®n popular a nivel global. Algo solo al alcance de Jesucristo, efectivamente.
Lo referente a Lennon, en ese aspecto, se sac¨® de quicio. Pero el genio y su carisma eran tan enormes que lo resisti¨® todo. Hasta la perpetua adoraci¨®n de alguien tan radicalmente transparente y terrenal como era el ex Beatle. Paul qued¨® en segundo plano. Agazapado en su calidad de compa?ero de quien para muchos inspiraba una filosof¨ªa de ruptura radical y aliento pacifista en plena escalada b¨¦lica de la guerra fr¨ªa y dio la vida -involuntaria pero directamente- m¨¢s a causa de su fama que de sus posiciones.
En el siglo XXI, el panorama ha cambiado y Paul McCartney ha aprendido muy bien a sacar ventaja del mismo. Get Back. The Beatles, el documental ¡ªo m¨¢s bien, el fundamental documento¡ª de Peter Jackson lo demuestra. Fue la primera gran apuesta de la plataforma Disney en 2020 y a lo largo de sus 468 minutos quedan patentes muchas cosas. Jackson utiliza de manera transparente, cruda dir¨ªamos, y con un montaje discret¨ªsimo pero magistral un material in¨¦dito sobre las ¨²ltimas sesiones de ensayo y grabaci¨®n del grupo. Sesiones intensas de trabajo que dieron lugar a sus ¨²ltimos dos discos: Abbey Road y Let it be.
La cercan¨ªa, la intensidad, una verdad radical, rezuma constantemente en las im¨¢genes. Los gestos y las presencias silenciosas, oscuras y cargantes. La vibrante sinton¨ªa y electricidad creativa hablan por s¨ª mismas. Uno se sienta a acompa?ar aquellos ¨²ltimos d¨ªas de la banda no como un esp¨ªa indiscreto, sino como parte de la familia. Nos invita a entrar en algo que supuso no solo un hecho creativo habitual. Si no uno de los momentos fundamentales de la invenci¨®n de la cultura popular contempor¨¢nea.
Nos introduce Jackson en medio de aquel estado de gracia imaginativa en grupo que fund¨® ni m¨¢s ni menos que los pilares de la m¨²sica pop. Nada semejante, nada m¨¢s rico en ese ¨¢mbito se ha producido en los ¨²ltimos 50 a?os. El periodo de concentraci¨®n y encierro iniciado por ellos a partir de su disco Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band, en 1967, hasta esos ¨²ltimos d¨ªas que concluyen con el concierto en la azotea de Savile Row, la calle de los sastres, en Londres, han supuesto un hecho de genialidad creativa fundamental en el arte y la Historia de la m¨²sica. Fueron tres a?os tocados por la gracia. Absolutamente m¨¢gicos.
Lo que pone de manifiesto el documental es, sin duda, el sutil pero contundente liderazgo de McCartney en ese ¨²ltimo trance. Su empe?o, su manera de encarrilar, alentar, dar forma a lo que iba saliendo. Su discurso, su actitud, su carisma, su voluntad de arrastre no pueden compararse con el de ning¨²n otro miembro de la banda. Sobre todo, con la actitud de John, mucho m¨¢s pasiva, aunque tambi¨¦n intensa y comprometida. McCartney quer¨ªa todav¨ªa quedarse. Lennon estaba y¨¦ndose.
Si a eso sumamos otra joya que puede verse en Disney+ como McCartney, 3, 2, 1, la jugada no deja lugar a dudas. En este caso el responsable es Rick Rubin, productor tambi¨¦n de leyenda de los ochenta hasta hoy. Art¨ªfice de infinidad de ¨¦xitos de artistas y grupos tan dispares como Red Hot Chili Peppers, Linkin Park, Shakira, Kaney West, Eminem, Lady Gaga, Lana del Rey o de la ¨²ltima etapa de Jonny Cash y la resurrecci¨®n de Neil Diamond¡ Es decir, un astro discreto de la m¨²sica perteneciente a la generaci¨®n posterior a The Beatles, pero completamente consciente de lo que la m¨²sica contempor¨¢nea les debe: su absoluta paternidad.
En estas sesiones ¡ªtambi¨¦n austeras, transparentes¡ª junto a una mesa de mezclas, McCartney desentra?a el secreto subterr¨¢neo de sus canciones en blanco y negro. La altura divulgativa, la fascinante naturalidad. Esa facilidad mozartiana para la construcci¨®n instintiva del arte. El dominio de la melod¨ªa, su m¨¢s prodigioso don, queda maravillosamente reflejado en sus cap¨ªtulos ausentes de artificio con una emocionante desnudez, una asombrosa sencillez. Otro documento para entender desde hoy su fundamental importancia y el papel primordial que Paul, en s¨ª, desarrolla en la historia de la m¨²sica.
Pero no solo ese medio de expresi¨®n art¨ªstica marc¨® a The Beatles. No ¨²nicamente notas y canciones dejaron tras de s¨ª. Los tres documentales nos demuestran que si a la m¨²sica le dotas de un contenido con ambici¨®n transformadora puede contribuir a cambiar el mundo. En el documental sobre el asesinato de Lennon esto tambi¨¦n cobra importancia por medio del fen¨®meno social. En los otros dos, tambi¨¦n, aunque la clave en la obra de Peter Jackson y el trabajo de Rick Rubin resida en la m¨²sica como medio para lograrlo.
Ellos lo intentaron entregados a una inocencia que puede brotar, tambi¨¦n, de un egocentrismo absoluto. El fen¨®meno que desataron alent¨® una revoluci¨®n y un cambio de mentalidades y costumbres por medio del arte. Eso s¨ª puede considerarse una verdadera guerra cultural y no lo que muchos elevan a esa categor¨ªa ahora, cuando tras el t¨¦rmino se esconde nada m¨¢s que una trifulca ideol¨®gica retr¨®grada. La cuesti¨®n est¨¢ en preguntarse si, pese a haberla librado con armas y bagajes, The Beatles, finalmente la ganaron¡
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