Los selfis de los cr¨ªmenes de guerra en Gaza
Un documental de Al Jazeera re¨²ne im¨¢genes terribles de la devastaci¨®n de la Franja, incluidas las que graban y difunden en redes los soldados de Israel demoliendo casas, humillando a prisioneros o jugando con la lencer¨ªa de las palestinas
Hay motivos para desconfiar de Al Jazeera: el mayor canal de noticias en ¨¢rabe, que tambi¨¦n emite en ingl¨¦s, es propiedad del emirato de Qatar, encantado de desplegar su influencia en la regi¨®n. Encendi¨® la chispa de la Primavera ?rabe, que logr¨® derribar a algunos tiranos pero no consolidar democracias (tampoco la hay en Qatar). Tambi¨¦n hay motivos, quiz¨¢s m¨¢s, para prestar atenci¨®n a lo que cuenta Al Jazeera: no solo como term¨®metro de c¨®mo viven el conflicto de Oriente Pr¨®ximo los pa¨ªses ¨¢rabes, sino porque es la televisi¨®n mundial con mayor presencia en Gaza, dado que a los grandes medios internacionales no los dejan pasar. Tiene material de primera mano que sigue retransmitiendo a pesar de que las fuerzas israel¨ªes mataron a cuatro de sus periodistas (y a toda la familia de su jefe local, Wael Dahdouh, que sigui¨® trabajando en medio del desgarro). Ya no est¨¢ presente en Israel, donde sus actividades han sido prohibidas.
Al Jazeera ha producido el documental Investigating war crimes in Gaza, disponible en su web y en YouTube (en ingl¨¦s, se puede ver subtitulado en espa?ol), que presenta pruebas de las violaciones de las reglas de la guerra y del derecho humanitario cometidas por las tropas israel¨ªes en un territorio peque?o y hacinado donde han muerto ya m¨¢s de 43.000 personas y donde han sido destruidos una mayor¨ªa de los edificios. Incluye buen material propio de la devastaci¨®n de la Franja, pero lo m¨¢s llamativo es que contiene abundante metraje grabado y difundido por los propios soldados israel¨ªes. Porque los militares no parecen tener restricciones a la hora de compartir filmaciones de tiroteos, de demoliciones o de maltrato a prisioneros en Instagram o TikTok. Una primera conclusi¨®n, chocante, es que la difusi¨®n de esos v¨ªdeos es tolerada por los mandos, dado que quienes los suben a las redes lo hacen a menudo con su nombre. Hoy es bastante habitual, y a la vez est¨²pido, que alguien se grabe delinquiendo, pero encaja mal en la disciplina esperable de un ej¨¦rcito tan sofisticado. Ese material podr¨ªa ser incriminatorio ante un tribunal, si no fuera porque Israel suele ignorar los requerimientos de la justicia internacional.
I'd like one more time to recommend the new documentary "Investigating War Crimes in Gaza."
— Glenn Greenwald (@ggreenwald) October 13, 2024
Even if you love Israel, go watch what you're supporting.
Much is based on IDF's own videos, including their bizarre obsession with psycho-sexual humiliations and using lingerie. pic.twitter.com/FzH1E7VSjq
Entre esos v¨ªdeos hay algunos que muestran crueldad: disparos a civiles indefensos, tambi¨¦n ni?os y mujeres, solo por estar donde est¨¢n; la humillaci¨®n de prisioneros maniatados, casi desnudos y arrastrados por el suelo; la destrucci¨®n de infraestructura civil b¨¢sica, incluidos hospitales y escuelas. Otros v¨ªdeos resultan escalofriantes por su frivolidad: les ponen m¨²sica y emoticonos, tratan de hacer humor con la tragedia de los otros. Chirr¨ªa la euforia que desata en las fuerzas de ocupaci¨®n cada demolici¨®n. Vemos destruirse, con grandes cargas explosivas, casas particulares, barrios enteros, pueblos enteros, edificios de muchos pisos. Hay un soldado que admite que ese espect¨¢culo le genera adicci¨®n. Hace unos d¨ªas fue un conocido periodista de la televisi¨®n israel¨ª N12 quien tuvo el raro honor de pulsar el bot¨®n para hacer volar un edificio, esta vez en L¨ªbano. Una canci¨®n israel¨ª, viral en redes y que suena en fiestas y discotecas, se burla de los gazat¨ªes que lo han perdido todo: ¡°Esta era mi casa¡±. La bailan en TikTok, de forma grotesca, usuarios que se disfrazan de palestinos.
En algunos de esos selfis del frente, soldados israel¨ªes entran en casas particulares destruyendo todo y se muestran muy sorprendidos al encontrar cajones llenos de lencer¨ªa fina, como si acabaran de descubrir que los palestinos tienen vida er¨®tica. Hay varias im¨¢genes de soldados desplegando a su alrededor o poni¨¦ndose sobre el uniforme las bragas, sujetadores, corpi?os y medias de las civiles. El relato lleva a la conclusi¨®n de que las acciones del ej¨¦rcito de Israel no responden solo a la l¨®gica militar que tendr¨ªa sentido para derrotar a Ham¨¢s, sino que persigue tambi¨¦n saciar la sed de venganza de los israel¨ªes tras los brutales atentados del 7 de octubre de 2023 (sobre los que este documental pasa demasiado r¨¢pido).
Adem¨¢s de las grabaciones propias y de los soldados israel¨ªes, el documental re¨²ne opiniones de expertos internacionales en derecho humanitario, testigos del horror e intelectuales palestinos. Se detallan aqu¨ª algunos de los cr¨ªmenes de guerra que se cometen en Gaza: el castigo colectivo a todo un pueblo, la tortura y el trato inhumano a los prisioneros, el uso del hambre como arma de guerra, el ataque sistem¨¢tico a los sanitarios y a cooperantes como los de World Central Kitchen, la ONG del chef Jos¨¦ Andr¨¦s, o los de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados UNRWA, que ha sido ilegalizada. Se insiste mucho en que Israel cuenta con el apoyo incondicional de EE UU y el Reino Unido. Queda claro cu¨¢l es el gran problema para Occidente ante la opini¨®n p¨²blica no solo ¨¢rabe sino de todo el llamado Sur Global: la p¨¦rdida de credibilidad ante el doble rasero aplicado en las guerras de Ucrania y de Oriente Pr¨®ximo, la falta de coherencia en la defensa de los derechos humanos seg¨²n d¨®nde se violen.
Una mujer palestina que llora en medio de escombros grita a la c¨¢mara: ¡°?A qui¨¦n le importamos?¡±. Este no es un reportaje imparcial, fr¨ªo, neutral y equidistante, ni pod¨ªamos esperarlo. Pero las im¨¢genes que nos ponen ante los ojos son tan reales como turbadoras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.