La reina de las empanadas colombianas habla espa?ol en Washington
Huyendo de las FARC, Margarita Womack acab¨® en la capital de Estados Unidos, donde empez¨® un negocio en el que todos los empleados son latinos y produce 13 toneladas de empanadas a la semana
A pesar del cartel que cuelga de la puerta en espa?ol: ¡°En el momento no tenemos plazas abiertas¡±, el timbre sigue sonando en la empresa Latin Goodness Foods. El boca a boca ha funcionado como la mejor bolsa de trabajo, pero las nuevas solicitudes tendr¨¢n que esperar. Tal vez hasta que abran la pr¨®xima f¨¢brica, ahora en construcci¨®n. Por el momento, est¨¢ cubierto el centenar de puestos de trabajo que alberga este local, situado en Rockville, a las afueras de Washington DC.
Aunque se encuentra en el estado de Maryland, dentro solo se habla espa?ol porque el 98% de los empleados son latinos. Y se escucha d¨ªa y noche, ya que las m¨¢quinas no descansan para elaborar el ¨²nico producto que sale de esta f¨¢brica: empanadas colombianas. Bajo la marca Maspanadas, esta es una historia de ¨¦xito empresarial donde los trabajadores, migrantes de diferentes pa¨ªses latinoamericanos, han encontrado m¨¢s que un empleo para subsistir, una familia.
Carmen Sis, supervisora de producci¨®n, confirma esa realidad. ¡°Me gusta el trato que nos dan. Margarita habla mucho con nosotras, nos entiende¡±, dice. Proveniente de Guatemala, llevaba unos meses en Estados Unidos cuando llam¨® a la puerta de la f¨¢brica, hace ahora tres a?os. No hab¨ªa podido encontrar un empleo porque lo primero que le preguntaban era si hablaba ingl¨¦s, pero aqu¨ª nadie lo mencion¨®, cuenta Carmen, que lleg¨® al pa¨ªs con 20 a?os y con un t¨ªtulo de maestra bajo el brazo.
¡°Margarita¡± es Margarita Womack, colombiana de origen y la fundadora y CEO de la empresa. Lo que empez¨® como una aventura para conseguir una visa de trabajo en Estados Unidos se convirti¨® pronto en un pr¨®spero negocio que produce 13 toneladas de empanadas a la semana que se venden en grandes cadenas de supermercado como Costco, Giant, Balducci y Whole Foods.
Su historia comienza en Cajic¨¢, a las afueras de Bogot¨¢, donde la familia de Margarita ten¨ªa un restaurante que abr¨ªa los fines de semana. Creci¨® entre sancochos, arepas y empanadas, pero nunca pens¨® que formar¨ªa parte de su futuro. Cuando la familia empez¨® a sufrir amenazas por parte de la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), decidieron emigrar. ¡°Era la ¨¦poca de la pesca milagrosa¡±, recuerda Margarita. ¡°Entraban a un restaurante y si ten¨ªas cara de tener dinero te llevaban con ellos. Tengo dos amigos a quienes secuestraron¡±. Cuenta que su madre se neg¨® a pagar a la guerrilla y las amenazas aumentaron. Tambi¨¦n el miedo. La imposibilidad de escapar de esa pesadilla llev¨® a su familia a hacer las maletas y abandonar el pa¨ªs.
Al llegar a Estados Unidos, Womack continu¨® sus estudios universitarios en biolog¨ªa en Nueva Orleans y se doctor¨® en Princeton en Biolog¨ªa y Ecolog¨ªa Evolutiva. Trabaj¨® cuatro a?os como profesora, pero le decepcion¨® la falta de oportunidades para hacer investigaci¨®n.
Una visa de trabajo
La mujer se mud¨® a Washington DC con dos hijos peque?os y un reci¨¦n nacido. Como le faltaba tiempo para atenderlos, pidi¨® ayuda a una amiga de Colombia, que quiso prorrogar su estancia en Estados Unidos una vez que su visa caducaba. Para conseguirlo, a Margarita se le ocurri¨® crear un negocio ¡°gastron¨®mico-cultural¡±, que le permitir¨ªa conseguir un visado de trabajo. Con el bagaje familiar como referencia, pens¨® que las empanadas eran una buena opci¨®n para lanzar un catering, que llevar¨ªa a cabo implicando a amigos y vecinos en la distribuci¨®n. ¡°Los americanos se mueren por los taquitos, pero es el momento de las empanadas¡±, pens¨®. La estrategia fracas¨® porque el programa de visado cultural acab¨® y su amiga tuvo que regresar a Colombia. Pero a cambio, comenz¨® una historia de ¨¦xito empresarial.
Al principio no consigui¨® el permiso de apertura y empez¨® a funcionar en Union Kitchen, una incubadora en Washington, en 2017, con un solo empleado, un chef salvadore?o. Rescataron una receta tradicional de empanadas, modific¨¢ndola al gusto del nuevo mercado. En 2019 se mudaron a la f¨¢brica actual de Rockville, en Maryland, y en 2020 ya hab¨ªan duplicado su tama?o. Su primer trabajador reclut¨® a su vecina y as¨ª, de boca en boca entre conocidos, se fue aumentando la cadena de contactos hasta llegar a los 100 empleados actuales. La familiaridad con el producto y el idioma espa?ol fueron los principales alicientes para atraer a los migrantes.
?rica Costa, colombiana de 32 a?os, lleg¨® con su esposo y su hija hace cuatro a?os. En Colombia trabajaba como psic¨®loga, pero en Estados Unidos se emple¨® como cuidadora de ancianos, limpiando casas y de camarera, hasta que aterriz¨® en Maspanadas hace dos a?os. Empez¨® en la cadena de producci¨®n, pero ahora es supervisora de calidad. ¡°Me gusta mucho trabajar aqu¨ª, mi cargo, el ambiente, las personas de las que estoy rodeada¡±, afirma.
Recuerda lo dif¨ªcil que fue llegar al pa¨ªs ¡°por el idioma y por no tener una red de apoyo. El pa¨ªs no es muy acogedor, las personas son un poco fr¨ªas en comparaci¨®n con Colombia¡±. Por tener el pelo y los ojos claros, ?rica reconoce que siempre la confunden con americana y le hablan en ingl¨¦s. ¡°Decirles que no lo hablo me avergonzaba. Siempre tienes el miedo a equivocarte, a que te juzguen por no saber decirlo bien¡±.
La f¨¢brica de empanadas se ha convertido en el lugar donde los latinos se sienten seguros. Trabajar en espa?ol y con un producto que les es familiar les da confianza. Adem¨¢s, les ayuda a manejarse en un entorno que les es ajeno mientras aprenden un oficio nuevo.
Lorena Silva, responsable de recursos humanos, cuenta c¨®mo los empleados les piden ayuda para viajar en metro, comprar en supermercados o acudir a las numerosas citas que tienen en los tribunales para tramitar sus permisos. Cualquier actividad rutinaria, como recuperar el coche que se ha llevado la gr¨²a, puede convertirse en una pesadilla si no se habla el idioma.
En vista de ello, en diciembre pasado la empresa cre¨® la Fundaci¨®n Latin Goodness, cuya primera acci¨®n fue facilitar clases de ingl¨¦s a los empleados. Los profesores eran voluntarios, hijos de algunos de los trabajadores, con los que hac¨ªan intercambio cultural; un poquito de ingl¨¦s a cambio de historias de sus pa¨ªses de origen. Carmen Sis cuenta que gracias a las clases ya no se pone tan nerviosa cuando llegan inspectores de sanidad a supervisar su cadena de producci¨®n, a quienes antes no entend¨ªa una palabra.
La buena acogida de las clases entre el personal ha propiciado que se planteen nuevas formas de colaboraci¨®n. Adem¨¢s de retomar las lecciones de ingl¨¦s, prev¨¦n darles charlas sobre c¨®mo abrir una cuenta en el banco o una direcci¨®n de correo electr¨®nico. Y en un futuro, tal vez proporcionar un espacio para el cuidado de los hijos peque?os, pues casi ninguno de los empleados cuenta con familiares con quien dejarlos mientras trabajan.
Margarita reivindica la necesidad de empoderar a los migrantes, a las mujeres y a la comunidad latina en general. ¡°Yo tuve mucha suerte, se me abrieron muchas puertas, pero eso no le pasa a la mayor¨ªa¡±, reconoce. Se queja de que a pesar de que los hispanos son grandes emprendedores, tienen menos oportunidades de conseguir financiaci¨®n. Seg¨²n el informe anual de la Red de Acci¨®n de Negocios Latinos (LBAN, por sus siglas en ingl¨¦s) con la Universidad de Stanford, el n¨²mero de negocios abiertos por latinos es un 10% mayor que el de los fundados por blancos no hispanos. En cambio, los latinos tienen un 60% menos de posibilidad de recibir financiaci¨®n.
Ella misma busca ahora inversores para seguir con los planes de apertura de una nueva f¨¢brica que duplique la producci¨®n de la actual, cuya construcci¨®n ya est¨¢ en marcha. Es muy probable que se incorporen m¨¢s hispanos a la plantilla. ¡°Frente a los cupos de latinos que hay en otros sitios para cumplir con el principio de diversidad, nosotros bromeamos con nuestro jefe de ventas, que es estadounidense, de que ¨¦l trabaja para que nosotros tambi¨¦n cumplamos con ello¡±.
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