Angel ¡®Monxo¡¯ L¨®pez, el primer curador latino del Museo de la Ciudad de Nueva York: ¡°No quiero defraudar a mi gente¡±
El puertorrique?o, de 51 a?os, doctor en Ciencias Pol¨ªticas y activista ambiental en el Sur del Bronx, trabaja cada d¨ªa por ampliar la diversidad del centenario museo
En el segundo piso del Museo de la Ciudad de Nueva York un cartel anuncia que uno est¨¢ a punto de sumergirse en Byzantine Bemb¨¦, un show que narra las historias de la di¨¢spora latina de la ciudad, con los mosaicos, acuarelas y dibujos del artista de ra¨ªces puertorrique?as Manny Vega. Pero esta exhibici¨®n podr¨ªa no haber existido nunca. Probablemente nadie se hubiese encargado de buscar las obras esparcidas de Vega, y mucho menos traerlas al Museo. Existe porque existe ?ngel Monxo L¨®pez, el ¡°primer curador de color¡± permanente desde que se fundara el Museo hace 100 a?os.
¡°Es medio vergonzoso que yo sea el primero, sobre todo cuando el Museo est¨¢ localizado aqu¨ª, en El Barrio¡±, asegura Monxo, un puertorrique?o de 51 a?os que lleg¨® a Nueva York con su esposa en la primavera de 1999 con la idea de ahorrar un poco de dinero y seguir a B¨¦lgica, Beirut o Estambul para continuar sus estudios de pol¨ªtica e historia del mundo isl¨¢mico. Eso nunca sucedi¨®. Los sedujo la ciudad. Monxo comenz¨® a tocar la guitarra con peque?os grupos de rock o jazz. Trabaj¨® diez a?os como cart¨®grafo. Se hizo doctor en Ciencias Pol¨ªticas y activista ambiental en el Sur del Bronx. Se compr¨® una casa en Mott Haven. Tuvo una hija. Imparti¨® clases. Pero Monxo tiene, seg¨²n dice, una ¡°cabeza inquieta¡±. Lleg¨® el momento en que se aburri¨® de la academia.
¡°No me daba espacio para todo lo que yo quer¨ªa hacer, que ten¨ªa que ver con m¨²sica, con cartograf¨ªa, con el activismo que hago¡±, cuenta. En 2019, cuando quiz¨¢s no se pensaba que Monxo pod¨ªa convertirse en otra cosa completamente distinta, despu¨¦s de tocar la m¨²sica suficiente, investigar, impartir cursos, fundar junto a otros del equipo South Bronx Unite o instalar paneles solares en varios jardines comunitarios, fue seleccionado para trabajar en el Museo como becario de la Fundaci¨®n Mellon. El pasado a?o se convirti¨® en curador permanente a tiempo completo.
Hasta ahora, el Museo ¡°era como un secreto que los blancos hab¨ªan separado solo para ellos¡±. Al inicio pens¨® que no le iban a dar el cargo. Lo confiesa mientras hablamos en la cafeter¨ªa del Museo, donde pasa todo el tiempo gente que lo saluda. Lo saludan en ingl¨¦s, lo saludan en espa?ol, pero Monxo siempre les responde en un espa?ol que ellos entienden o hacen como si entendieran. Muchas cosas est¨¢n sucediendo en el Museo por primera vez: nunca antes todos los textos expositivos hab¨ªan sido biling¨¹es, ahora la audiencia es menos blanca y m¨¢s joven, los temas son interseccionales y m¨¢s centrados en las comunidades, no situando a Nueva York como ¡°la ¨²ltima coca cola del desierto¡±.
¡ªYo pienso que Nueva York es el sitio m¨¢s fant¨¢stico en la tierra. Pero he viajado tambi¨¦n lo suficiente como para saber que eso es un vicio m¨ªo y no es necesariamente objetivo.
Al menos cuatro d¨ªas por semana se ver¨¢ a Monxo transitar los pasillos del Museo. Su trabajo consiste en leer, estudiar, investigar, dialogar con expertos, visitar estudios de los artistas, pero sobre todo se trata de hacerse amigo de la gente. ¡°Mi trabajo yo lo hago a mi manera¡±, dice ¨¦l, que no es un curador cualquiera, sino un ¡°curador de historias comunitarias¡±.
Pregunta. ?Qu¨¦ significa ser un curador de historias de la comunidad en Nueva York?
Respuesta. Esa posici¨®n yo todav¨ªa la estoy definiendo, est¨¢ en progreso. Pero se trata b¨¢sicamente de dos cosas: contar historias donde aparezcan las comunidades ¨¦tnicas y raciales que habitan y han vivido hist¨®ricamente en Nueva York. Siempre que se pueda, traer las contribuciones, las intersecciones de esas comunidades. Esa es una de mis prioridades. Cuando yo hago las exhibiciones no decido por m¨ª mismo el argumento o la narrativa, los temas o las secciones. Yo siempre me dejo llevar por las voces, las ideas y las preocupaciones que esas comunidades raciales, ¨¦tnicas o de pr¨¢cticas consideran importantes para definirse.
P. En tu caso, ?a qu¨¦ comunidad perteneces?
R. Son varias. La comunidad m¨¢s importante a la que siento que pertenezco es la comunidad de mis vecinos ambientalistas en el sur del Bronx, una comunidad de amistad ideol¨®gica, digamos. Tambi¨¦n es importante la comunidad art¨ªstica y cultural en la que yo me muevo, que incluye el Museo, pero incluye al centro cultural Clemente, donde la mayor¨ªa somos latinos, aunque hay de todo. Y tercero, me definir¨ªa como puertorrique?o. Pero yo pienso que una de las cosas m¨¢s fant¨¢sticas y m¨¢s lindas que tiene Nueva York es que se trata de un sitio que nos fuerza a todos a romper con eso y a redefinirse. A veces nos rompe la identidad. Porque aqu¨ª uno se encuentra el mundo, y el mundo es un lugar maravilloso, con gente maravillosa de todos lados, con historias de todos lados, y esa densidad, la cercan¨ªa a la que la ciudad te fuerza, te hace abrazar y acoger ese desorden a nivel identitario.
P. ?Y si fuera que Nueva York nos hace creer que aqu¨ª est¨¢ el mundo, pero es solo una ilusi¨®n porque el mundo es mucho m¨¢s?
R. Obvio, el mundo no est¨¢ aqu¨ª, pero es el sitio que yo he visto y que conozco donde m¨¢s puertas cercanas al resto del mundo vas a tener. Hay tanta gente, de tantos lados, se vive con una rapidez, con la relativa libertad que tiene la gente para ser quienes son, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Uno puede estar en su comunidad y salirse. A m¨ª me encanta estar entre los boricuas y me encanta salirme tambi¨¦n de ah¨ª.
P. ?C¨®mo se abre paso entre tantas comunidades un curador latino?
R. Mi abuelita dec¨ªa que uno tiene dos o¨ªdos y una boca, porque uno tiene que escuchar el doble que lo que tiene que hablar. As¨ª que es escuchando a la gente, y escuchar significa interesarse realmente sobre las historias que quieren decir, los temas que la gente quiere hablar, y olvidarse un poco de lo que uno desea. Y cuando uno tiene esa actitud, la posibilidad de la amistad surge. T¨² no est¨¢s tratando de imponer tu voz y narrativa. Es clave que las comunidades, y sobre todo los individuos, vean que lo que uno quiere hacer es en realidad abrir espacio para que las historias de ellos, y lo que ellos quieren decir sobre ellos mismos, sea el trabajo que acabe en la galer¨ªa. Lo otro es paciencia y tiempo. Mi pr¨®xima exhibici¨®n, el a?o que viene, es sobre la fundaci¨®n de Nueva York hace 400 a?os por los holandeses, pero visto desde la perspectiva de los Lenape, los indios que hab¨ªan vivido en esta ¨¢rea por m¨¢s de 10.000 a?os. Esos nativos todav¨ªa est¨¢n vivos, est¨¢n por todo los Estados Unidos. Existe el pensamiento de que es dif¨ªcil trabajar con los ind¨ªgenas, pero en realidad las instituciones culturales se acercan a ellos para extraer una historia, no hay inter¨¦s en escucharlos o darles voz o abrir espacio para que esa voz salga. Yo llevo trabajando con ellos desde hace casi dos a?os y me he convertido en su amigo. Y fue dif¨ªcil, son bien celosos de su historia, de su voz, bien particulares en que nadie hable por ellos. Y eso lleva tiempo.
P. ?C¨®mo traer la riqueza de la comunidad a la instituci¨®n?
R. Por medio de la diversidad. Aunque nosotros no somos ind¨ªgenas, los Lenape, cuando supieron que yo y la otra curadora con la que estoy trabajando ¨¦ramos puertorrique?os y ¨¦ramos del Bronx, nos abrieron las puertas. Eso nada m¨¢s nos gan¨® puntos. El hecho de que seamos puertorrique?os, latinos, inmediatamente le da confianza a esa comunidad. Si no hay diversidad detr¨¢s de un museo, si un museo no refleja la diversidad que tiene la ciudad, no se va a desarrollar confianza. Ese ha sido un problema que hist¨®ricamente han tenido los museos en Estados Unidos y aqu¨ª en Nueva York.
P. Dices que las comunidades ind¨ªgenas te aceptan por ser boricua. ?Y te ha sucedido al rev¨¦s, comunidades que no te miran igual por ser latino?
R. No hay comunidades as¨ª, lo que hay es gente que es as¨ª. Yo nunca he tenido la experiencia de que en una comunidad o grupo no me sienta bienvenido, pero s¨ª lo he sentido de gente. Sobre todo gente de cierta edad, que yo hubiese preferido que me trataran mejor. Hay gente que hasta me ha cuestionado si yo soy doctor de verdad, what the fuck? Este es el lugar m¨¢s blanco donde yo he trabajado, aunque para ser justos los cambios en los ¨²ltimos a?os son notables. Siempre trabaj¨¦ en ambientes bien diversos. En el Museo siempre me han tratado extraordinariamente bien, pero es la primera vez que noto que estoy en un ambiente tan blanco.
P. Entonces ser el primer curador permanente de color, ?cu¨¢n importante puede ser hoy y para un tiempo que a¨²n no conocemos?
R. Cuando llegu¨¦ aqu¨ª en el 2019, ya el Museo estaba en un proceso de encarar el problema de la falta de diversidad, que no es solo respecto a la empleoman¨ªa y el staff, sino en las historias que se cuentan. Desde que llegu¨¦, he trabajado en que compremos obras y coleccionemos obras de artistas sobre todo de color, pero no exclusivamente, sino de gente a la que le ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil que los coleccionaran, sobre todo latinos. En ese sentido s¨ª hay un impacto. Yo trabajo como un animal, y s¨¦ que el puesto que tengo me lo gan¨¦, me lo merezco, pero tambi¨¦n estoy aqu¨ª un poquito por suerte, y mucho por el trabajo an¨®nimo que hizo un mont¨®n de gente antes de yo llegara. Es medio dram¨¢tico, porque se siente una responsabilidad hacia comunidades y hacia individuos que otros compa?eros m¨ªos no sienten. Yo vivo con el temor a defraudar a mi gente, a los latinos, puertorrique?os, puertorrique?os de aqu¨ª de El Barrio, que saben que conmigo en el Museo tienen un o¨ªdo dentro de esta instituci¨®n, se sienten bien orgullosos de mi ¨¦xito, y por eso siempre estoy bien pendiente de no hacer nada que pueda avergonzar a esa gente.
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