La tragedia sin cifras de la creciente adicci¨®n a las apuestas en l¨ªnea en Colombia
Los expertos alertan sobre la falta de regulaci¨®n en publicidad y una tendencia al alza de caer en las redes de la ludopat¨ªa tras la pandemia
Andr¨¦s, administrador de empresas de 48 a?os, sabe que en el mundo de las apuestas nadie gana. Con terapias psiqui¨¢tricas mantuvo brevemente a raya la ludopat¨ªa que padece desde los 18 a?os. Pero la pandemia, con sus confinamientos obligatorios y la fastidiosa sensaci¨®n de encierro, desbarat¨® parte de lo construido. El bombardeo de publicidad de casinos virtuales se multiplic¨® en la pantalla de su computador y no tard¨® en convertirse en el pasaporte de regreso a la perdici¨®n.
Cay¨® en el desenfreno, hasta entonces desconocido para ¨¦l, de los juegos virtuales. Una noche lleg¨® a malgastar ocho horas en una sala de juegos digital con ¡°300 o 400 m¨¢quinas diferentes¡±. Como las que buscaba nada m¨¢s pisar el tapete verde y rojo de los casinos f¨ªsicos. Gast¨® sumas ¡°considerables¡± de dinero y remat¨® con alcohol a la madrugada, en su estudio, mientras Carolina, su esposa, trataba de ¡°dormir a rega?adientes¡± en la habitaci¨®n.
¡°El problema vino al otro d¨ªa¡±, recuerda Andr¨¦s. Es muy posible que, como ¨¦l, miles de colombianos hayan ca¨ªdo, o reca¨ªdo, en comportamientos compulsivos con las apuestas en l¨ªnea durante la crisis sanitaria. Hoy los m¨¦dicos no tienen cifras, pero s¨ª percepciones soportadas en la llegada de nuevos pacientes. Colombia no cuenta con datos explicativos, ni encuestas de salud p¨²blica que permitan rastrear los h¨¢bitos o problemas de ludopat¨ªa entre la poblaci¨®n.
Sin embargo, s¨ª hay cifras econ¨®micas, que muestran el gran rendimiento del sector de las apuestas y los juegos de azar en los ¨²ltimos a?os, al punto de convertirse en un pilar nada desde?able dentro del Producto Interno Bruto (1,2 puntos porcentuales). Psiquiatras y economistas repiten: ¡°Algo est¨¢ pasando¡±. La psiquiatra Ana Mar¨ªa Bueno, especialista en adicciones, explica que uno de los problemas con la adicci¨®n al juego es que se necesita mucha experiencia para diagnosticarla. ¡°El sistema de salud en Colombia a¨²n no est¨¢ preparado para canalizar este tipo de problemas y por eso muchas veces } invisible¡±, explic¨® a EL PA?S.
El departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad Nacional public¨® en 2018 lo m¨¢s cercano a un estudio sobre este asunto. Una muestra no aleatoria de 5.858 estudiantes de distintas universidades en las 32 capitales departamentales arroj¨® que el 19% de los entrevistados tendr¨ªa graves problemas de adicci¨®n a los juegos de azar, mientras que un 13,7% representaba alg¨²n riesgo de desarrollar la patolog¨ªa. Si bien el trabajo, que incluy¨® a alumnos de carreras t¨¦cnicas, abarc¨® una poblaci¨®n limitada, los resultados fueron muy similares a los de otras encuestas m¨¢s amplias llevadas a cabo en otros pa¨ªses, seg¨²n sus autores.
El psiquiatra Gustavo Perdomo cuenta que desde hace unos a?os los especialistas en salud mental se han enfrentado a la irrupci¨®n de l¨ªneas in¨¦ditas en el campo de las adicciones: ¡°Cada vez nos encontramos con m¨¢s problemas de adicci¨®n a las redes sociales, al ejercicio (vigorexia), al trabajo. Y aqu¨ª entra tambi¨¦n el juego patol¨®gico¡±. Andr¨¦s, que hoy se encuentra rehabilitado, explica que, adem¨¢s de las terapias individuales ha participado en varios grupos de apoyo, donde se tratan todas las adicciones en conjunto: ¡°Ning¨²n programa maneja la ludopat¨ªa ¨²nicamente, ni tampoco aspectos de la enfermedad de forma aislada¡±, cuenta.
Pero la pujanza econ¨®mica de la industria de los juegos en l¨ªnea y el irreversible aterrizaje de las ruletas digitales deber¨ªan servir para suscitar un debate m¨¢s profundo, asegura el doctor Perdomo. Los riesgos indeseables que generan los excesos en un casino, precisa a su vez la doctora Bueno, son muy similares a los que podr¨ªa desarrollar el consumo exagerado de tabaco, marihuana, aguardiente o hamburguesas, por ejemplo.
Desde la industria del azar se suele capear el debate con el argumento de que la riqueza que generan se canaliza en forma de impuestos destinados a educaci¨®n o salud. Una realidad tan cierta como parad¨®jica, reclaman desde c¨ªrculos sanitarios. Por eso hoy, para muchos, los esfuerzos se deber¨ªan concentrar en regular la publicidad digital. Una misi¨®n, en opini¨®n del doctor en Econom¨ªa Juan Pablo Posada, muy complicada de sacar adelante si se tiene en cuenta que la discusi¨®n a¨²n est¨¢ cruda.
Un frente que preocupa a un fan¨¢tico del f¨²tbol como lo es Andr¨¦s. Recuerda que la televisi¨®n es una de las telara?as de las apuestas virtuales m¨¢s riesgosas para atrapar a ni?os y adolescentes que siguen las ligas y partidos de todo el mundo. ¡°El ni?o primero ve el logo de la casa de apuestas en la pantalla¡±, explica, ¡°despu¨¦s la ve o la busca en Internet. Ve que uno de los patrocinadores es el Pibe Valderrama. ?Eso es un problema gigantesco!¡±.
Y es que Posada, profesor de EAFIT en Medell¨ªn, recuerda que las consecuencias de la adicci¨®n no son solo individuales: ¡°esto afecta a tu familia, afecta a tu comunidad¡±. Por eso llama la atenci¨®n sobre los resultados de su disertaci¨®n doctoral, que se centr¨® en el impacto de la publicidad en Colombia: ¡°Si tenemos en cuenta la efectividad que ha tenido en nuestro pa¨ªs la pauta dirigida a cambiar actitudes sociales o comportamientos, que apelan a la identidad, que utilizan s¨ªmbolos compartidos, y entendemos los costos sociales de las apuestas, estamos frente a un problema muy serio¡±.
Basta con echar un vistazo a los patrocinadores de varios de los equipos grandes del f¨²tbol colombiano para constatar que la gran mayor¨ªa tienen el respaldo econ¨®mico de alg¨²n casino virtual. Por eso, para Posada la poblaci¨®n joven y de recursos medianos o bajos es la m¨¢s vulnerable: ¡°No es secreto para nadie que ese es el grupo objetivo. Buscan llegar a j¨®venes, porque buscan apostadores con cierta capacidad tecnol¨®gica, y si ves las publicidades siempre te vas a encontrar con gente de clase media viendo un partido frente al televisor¡±.
La experiencia en consulta de la psiquiatra Bueno, sin embargo, sugiere que todas las clases sociales y edades est¨¢n expuestas. Por eso prefiere agarrar con pinzas otros factores mientras se conocen datos m¨¢s s¨®lidos. Asegura, por ejemplo, que la correlaci¨®n entre adicci¨®n y el hambre desbocada por ganar dinero f¨¢cil, no es obvia: ¡°Un ni?o ya puede estar enganchado a un videojuego. Aunque no est¨¦ recibiendo una recompensa en metal, recibe una retroalimentaci¨®n en forma de nuevos juegos, figuritas, o m¨¢s vidas¡±. Es una manera, concluye, ¡°de predisponer al cerebro al mecanismo de recompensas que conlleva a la adicci¨®n¡±.
Queda claro que el silencio en las calles y la necesidad de hibernar para protegerse del coronavirus fue perjudicial en casos como el de Andr¨¦s: ¡°Los problemas econ¨®micos, los estresores de estar con las familias todo el d¨ªa, indudablemente aumentaron las tasas de ansiedad y depresi¨®n¡±, indica el doctor Perdomo. ¡°El juego en l¨ªnea fue la soluci¨®n para muchos. Les ahorraba la exposici¨®n¡±. Una amalgama de factores negativos, reti?e, para aquellas personas vulnerables a caer en este tipo de espirales venenosos para el cerebro y el alma.
¡°En un casino¡±, reflexiona Perdomo, ¡°un cliente que lleva muchas horas, o que est¨¢ gastando mucha plata, o que se pas¨® de tragos se identifica f¨¢cil. Pero en un casino virtual, ?qui¨¦n le va a sugerir que a lo mejor tome una pausa porque est¨¢ jugando mucho, o porque lleva mucho tiempo conectado?¡±.
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