Adicci¨®n al juego en adolescentes: ¡°El problema de David con las apuestas empez¨® cuando ten¨ªa solo 14 a?os¡±
Juan Antonio C. cuenta c¨®mo su hijo pas¨® de tontear con las m¨¢quinas de los bares a gastarse 2000 euros en apuestas deportivas ¡®online¡¯
Unos datos para ponernos en contexto. La encuesta ESTUDES del Ministerio de Sanidad afirma que el 10,3% de los j¨®venes entre 14 y 18 a?os realiza apuestas online; y el 22,7% lo hacen de manera presencial. El estudio del Centro Reina Sof¨ªa sobre Adolescencia y Juventud, FAD, Pr¨¢cticas invisibles afirma que la mayor¨ªa de los adolescentes se inician en el juego entre los 14 y 16 a?os. ?Qu¨¦ nos jugamos?, tambi¨¦n del FAD, asegura que los j¨®venes (hasta los 34 a?os) suponen el 50% de los jugadores.
Los n¨²meros evidencian que hay un problema con el juego, pero son fr¨ªos y a menudo no ofrecen una idea clara de lo que significa tener un chaval en casa con un problema de adicci¨®n a las apuestas. Juan Antonio s¨ª lo sabe. Su hijo David C. (no quiere dar m¨¢s informaci¨®n de su identidad) es adicto al juego. Su adolescencia, en un pueblo de La Rioja, no fue f¨¢cil. Su madre falleci¨® de un infarto cuando ¨¦l ten¨ªa 16 a?os. Despu¨¦s de eso y cuando parec¨ªa que las cosas volv¨ªan a su sitio, su padre pas¨® algo m¨¢s de dos a?os enfermo de c¨¢ncer, con ¨¦pocas en las que apenas pod¨ªa levantarse de la cama. Sin embargo su historia con el juego hab¨ªa empezado antes.
Al principio solo se jugaba un euro
Lo cuenta Juan Antonio: ¡°Esto del juego y las apuestas empez¨® cuando David ten¨ªa 14 a?os. De vez en cuando echaba una moneda de un euro a la m¨¢quina. Pero mi mujer y yo pensamos que era algo normal en los chicos de hoy en d¨ªa. No le dimos importancia.¡± Tampoco se la dieron cuando algo m¨¢s tarde a sus padres les desaparec¨ªan 10 o 20 euros de la cartera. ¡°A veces nos lo dec¨ªa. Otras ¨¦ramos nosotros quienes nos d¨¢bamos cuenta de que faltaba¡±, a?ade este padre. Eran peque?as cantidades, as¨ª que no se alarmaron.
Tras la muerte de su madre, David pudo contar con el dinero de la pensi¨®n de orfandad. Lo que supon¨ªa un desahogo econ¨®mico, marc¨® un punto de inflexi¨®n en su adicci¨®n. ¡°Como yo estaba muy enfermo, apenas pod¨ªa controlar lo que gastaba. Y la verdad, no me di cuenta de lo que estaba pasando. Reconozco que no ten¨ªa esa intuici¨®n que a veces tienen las madres para darse cuenta de que algo va mal con sus hijos. Mi mujer era quien se encargaba de ellos. Yo no fui capaz de darme cuenta. David adem¨¢s es un chico introvertido, no se comunica con facilidad. Y nosotros nunca hemos sido una de esas familias que se sienta a la mesa a cenar y a hablar¡±. A pesar de eso, Juan Antonio s¨ª observ¨® un par de veces que desaparec¨ªan de repente de la cuenta del chaval 300 o 400 euros. Le llamaba la atenci¨®n, ¨¦l se excusaba y se compromet¨ªa a dejar el juego.
El problema se agrav¨® cuando empez¨® con las apuestas online. Este es uno de los m¨¦todos para jugar que m¨¢s ha aumentado en los ¨²ltimos meses, sobre todo durante la pandemia y en adolescentes. Jos¨¦ Luis Rabad¨¢n Rituerto, m¨¦dico especialista en adicciones de la Asociaci¨®n Riojana para la Atenci¨®n a personas con problemas de Drogas, ARAD Rioja, lo sabe bien por su experiencia de m¨¢s de 33 a?os en este campo: ¡°Los juegos de azar, sobre todo en su modalidad online, atraen a los y las j¨®venes porque utilizan mecanismos que les pertenecen, que les resultan muy cercanos: tel¨¦fonos, tablets y ordenadores¡±. Pero tambi¨¦n, seg¨²n Rabad¨¢n, porque han sido un ¡®colectivo diana¡¯ en las estrategias de marketing de las empresas operadoras.
Apuestas online: sin l¨ªmites ni fronteras
El estudio Qu¨¦ nos jugamos, de la FAD, tambi¨¦n se refiere al peligro que supone este tipo de apuestas porque ¡°el terreno de juego?no tiene fronteras,?el tiempo de juego?se ampl¨ªa al d¨ªa entero?y es m¨¢s f¨¢cil pasar desapercibido/a¡±. En muchas ocasiones es, adem¨¢s, el siguiente paso al juego simulado (sin dinero o con dinero ficticio), que consigue adeptos mediante ¡°bonos de bienvenida y estrategias de captaci¨®n que se asemejan a los videojuegos¡±. Mediante estos juegos, mucho m¨¢s inocentes, incluso infantiles, comienzan ¡°a familiarizarse con las din¨¢micas de juego online¡±. Se desarrolla ¡°el aprendizaje, la socializaci¨®n en los patrones de juego y la conformaci¨®n del h¨¢bito¡±. Todo ello hace que empiecen muy j¨®venes y, lo que es peor, con la percepci¨®n de que no corren ning¨²n peligro. M¨¢s a¨²n si se trata de apuestas deportivas que, seg¨²n el mismo informe, ¡°se alejan de la visi¨®n problem¨¢tica del juego?al ser vistas como s¨ªmbolo de vida ¡®sana¡¯ por su relaci¨®n con el deporte¡±.
Precisamente los torneos deportivos han sido el tal¨®n de Aquiles de David. ¡°Siempre le han gustado mucho los deportes, desde peque?o, cuando jugaba al f¨²tbol. Quiz¨¢s por eso cree que sabe mucho de deportes, que es f¨¢cil acertar las apuestas y por eso se ha gastado tanto dinero¡±, comenta Jos¨¦ Antonio. As¨ª que un buen d¨ªa mir¨® la cuenta en la que ¡°le ingresaban la pensi¨®n y observ¨¦ que se hab¨ªa gastado 2000 euros en apenas unos d¨ªas. Cuando le pregunt¨¦, sus respuestas eran: ¡°Yo pensaba que iba a ganar¡¡±; ¡°Por un minuto no he ganado¡¡± o ¡°Con un solo n¨²mero hubiera¡¡±. Despu¨¦s se mostraba arrepentido y me promet¨ªa que no volver¨ªa a hacerlo. Pasaba unas semanas vigil¨¢ndole y, en cuanto me despistaba¡ otra vez se hab¨ªa gastado importantes cifras¡±. Y de esta manera una y otra vez. Reca¨ªda tras reca¨ªda.
La fantas¨ªa de ganar
Una de las razones de tanta reca¨ªda es que entre medias, a veces, ganaba dinero. En una ocasi¨®n, 20.000 €. Eso le daba ¨¢nimos para volver a jugar. La ilusi¨®n de una nueva oportunidad para ganar m¨¢s dinero es clave para la reincidencia. Igual que lo que se denomina en Qu¨¦ nos jugamos la fantas¨ªa de la profesionalizaci¨®n, que ¡°consolida algunas fantas¨ªas intermedias (sobresueldos, autonom¨ªa econ¨®mica respecto a los padres, dinero para ¡®caprichos¡¯, etc.), que pueden actuar como acicate y motivaci¨®n para j¨®venes que han consolidado su h¨¢bito de juego y buscan algo m¨¢s¡±.
En efecto, David aguantaba hasta que, como dice su padre, ¡°llegaba un torneo de tenis y, de repente, se gastaba varios miles de euros en tres d¨ªas¡±. Lo que comenz¨® a los 14 a?os como una ¡®tontada¡¯, acab¨® el pasado verano, 10 a?os despu¨¦s, en ARAD. ¡°Posteriormente de que lo dejara y volviera tantas veces, nos dimos cuenta de que ¨¦l solo no podr¨ªa hacerlo, porque en realidad ¨¦l no lo controla. Cree que va a recuperar el dinero perdido, vuelve a apostar y claro, vuelve a perder. ?l mismo me expres¨® que hab¨ªa perdido el control¡±. De hecho, cuando su padre le sugiri¨® ir a la asociaci¨®n, no se neg¨®, sino al contrario: ¡°Pienso que ¨¦l ya ha entendido perfectamente lo que le pasa. Se ha dado cuenta de que es una adicci¨®n¡±.
Lleva varios meses en tratamiento y, aunque es pronto, parece que va a mejor. Su padre est¨¢ muy esperanzado. ¡°Tiene citas cada 15 d¨ªas en el centro con el psic¨®logo, la asistente social, alg¨²n m¨¦dico¡ Yo tambi¨¦n voy a cursos o charlas, aunque est¨¢n m¨¢s enfocadas a drogas y estupefacientes, que no es igual, voy aprendiendo algunas cosas que me vienen bien en el d¨ªa a d¨ªa¡±. Mientras, David no tiene acceso a dinero, ni tarjeta; y para hacer uso de su cuenta, su padre tiene que darle un c¨®digo. As¨ª ser¨¢ hasta que haya superado la adicci¨®n.
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