Es la paz, est¨²pidos II
Es hora de que nos preguntemos por qu¨¦ los dem¨¢s pa¨ªses que buscan acuerdos de paz s¨ª pueden alcanzarlos y nosotros no
En b¨²squeda de la paz, Colombia ha experimentado todos los mecanismos posibles y solo hemos obtenido ¨¦xitos parciales. Despu¨¦s de tantas frustraciones, nos queda una ¨²nica salida para evitar que la paz contin¨²e dividi¨¦ndonos entre buenos y malos, aunque ¨ªntegramente seamos amigos de encontrarla. La relaci¨®n de las comisiones de paz que hemos recordado en este espacio es una muestra del esfuerzo que todos los Gobiernos han hecho para acabar la violencia.
El conflicto de la guerrilla contra las Fuerzas Armadas, en particular los desafueros de la insurgencia, provoc¨® el nacimiento del paramilitarismo. Derrotar a los pol¨ªticos simpatizantes de la guerrillas a cualquier precio, seg¨²n el territorio en el que la subversi¨®n ten¨ªa influencia, se convirti¨® en un objetivo inaceptable, repugnante. En el a?o 2004, el pa¨ªs se escandaliz¨® con un episodio imperdonable: la presencia de los jefes del paramilitarismo en el Congreso. Un espect¨¢culo deprimente. Todo sali¨® mal. El se?or Salvatore Mancuso afirm¨® que ellos contaban con el respaldo del 35% del Congreso de Colombia, y ese testimonio ,que nadie rectific¨®, constitu¨ªa la prueba de que ese porcentaje de miembros del parlamento hab¨ªan recibido el apoyo electoral de fuerzas oscuras de las derechas. El proceso pol¨ªtico colombiano se infect¨®.
La ilusi¨®n creada por la nueva Constituci¨®n con la participaci¨®n de un sector de la guerrilla para perfeccionar un acuerdo del paz completo se fue desmoronando. Las FARC y el ELN se encargaron de matar la esperanza. El presidente Ernesto Samper tambi¨¦n dise?¨® un plan para dialogar con el ELN. Hubo reuniones en Espa?a y en Alemania. Tampoco hubo humo blanco, no obstante que cont¨® con una participaci¨®n importante de la sociedad civil.
Quien s¨ª revivi¨® la esperanza fue el presidente Andr¨¦s Pastrana, quien logr¨® un principio de entendimiento con el entonces comandante de las FARC, Manuel Marulanda V¨¦lez, Tirofijo, el cual estuvo acompa?ado por varios gobiernos, organizaciones multilaterales y sectores de la sociedad civil. Se arm¨® el Plan Colombia con el respaldo de Estados Unidos y se fortalecieron las Fuerzas Armadas para que, si fracasaba la consonancia con las FARC ¨Dcomo en efecto sucedi¨®¨D, quedaran preparadas para hacer respetar las instituciones democr¨¢ticas.
La pel¨ªcula continu¨® en el Gobierno del presidente ?lvaro Uribe. En agosto y diciembre de 2002 hubo conversaciones con el ELN. En 2004, M¨¦xico facilit¨® nuevos encuentros. En 2007, Venezuela intent¨® revivir el di¨¢logo, sin fortuna. El ELN insisti¨® en la confrontaci¨®n militar, y el Gobierno mejor¨® sustancialmente el orden p¨²blico. Se alcanz¨® a pensar que era posible derrotar militarmente a la guerrilla.
El presidente Juan Manuel Santos, despu¨¦s de muchos ires y venires, alcanz¨® la firma de un acuerdo de paz entre el Estado y las FARC, despu¨¦s de que los di¨¢logos arrancaron en 2012 en Oslo, tuvieron una estaci¨®n muy larga en la Habana y terminaron con la firma final en el teatro Col¨®n de Bogot¨¢ en 2016. Con ello, se puso fin a un conflicto de 50 a?os y Santos recibi¨® el Premio Nobel de Paz. Un di¨¢logo similar intent¨® con el ELN en 2017, en Ecuador, objetivo que no se pudo optimar.
El presidente Iv¨¢n Duque arm¨® un plan para negociar con el ELN, pero casi de inmediato la organizaci¨®n subversiva incurri¨® en actos terroristas que desbarataron las saludables pretensiones del jefe del Estado. El presidente Gustavo Petro se la est¨¢ jugando con un acuerdo de paz total, que incluye al ELN y a las bandas criminales, mediante un proceso de sometimiento. Ojal¨¢ que lo pueda culminar con ¨¦xito. Es el deseo de todos los colombianos. Pero si por alguna raz¨®n no es posible rematar como todos queremos, solo nos queda una salida: un gran acuerdo entre los candidatos presidenciales de 2026, consistente en apoyar el plan de paz que ejecute el presidente elegido. Es la manera de garantizar la unidad y de matar la polarizaci¨®n.
Es hora de que nos preguntemos por qu¨¦ los dem¨¢s pa¨ªses que buscan acuerdos de paz s¨ª pueden alcanzarlos y nosotros no.
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