Cartagena del Chair¨¢: una campa?a en medio de extorsiones, control electoral y un alcalde en el exilio
Las disidencias de las FARC muestran su fuerza a pocas semanas de las elecciones locales y exigen la carnetizaci¨®n en barrios y veredas de este municipio del Caquet¨¢
En Cartagena del Chair¨¢, un municipio de 36.000 habitantes a orillas del r¨ªo Cagu¨¢n, en el departamento del Caquet¨¢, al sur de Colombia, el calor es tan sofocante que cuesta respirar. Un profesor aguarda en uno de los corredores de la sede de la Alcald¨ªa. Regresar¨¢ m¨¢s tranquilo a su vereda si entrega la carta que le han encomendado a alg¨²n funcionario que, en un golpe de suerte, salga de las oficinas donde se encierra el aire acondicionado. Prefiere la espera a dejarla en la ruta incierta de la ventanilla de correspondencia.
200 ladrillos, 80 l¨¢minas de zinc, 100 bultos de cemento¡ La lista es tan breve como necesaria para terminar una escuela para 25 estudiantes que construye la comunidad. ¡°Hicimos el m¨¢ximo esfuerzo en mejorar la atenci¨®n de los ni?os y ni?as, ya que la escuela donde se atienden est¨¢ en malas condiciones¡±, dice la misiva, que incluye fotograf¨ªas con muros a medio hacer.
Si el alcalde Edilberto Molina estuviera en el edificio de dos pisos, ubicado en el parque principal, recibir¨ªa el documento personalmente, como pasa en los pueblos peque?os donde los habitantes se agolpan con sus peticiones. Pero el despacho est¨¢ vac¨ªo en la tarde de ese mi¨¦rcoles, como todos los otros d¨ªas desde hace seis meses. No est¨¢ inaugurando una obra, visitando un barrio o recorriendo una vereda. El mandatario, amenazado, gobierna desde Florencia, la capital del departamento, a tres horas por carretera.
Cuando hac¨ªa campa?a, en 2018, Molina recibi¨® una llamada. Era alias ¡®Humberto Mora¡¯, cabecilla de la disidencia de las extintas FARC que comandaba alias Gentil Duarte. El candidato no asisti¨® a la cita que le fij¨® en inmediaciones del r¨ªo Cagu¨¢n. La siguiente llamada fue menos amigable. Le exig¨ªan 1.000 millones de pesos (250.000 d¨®lares) si quer¨ªa continuar en la contienda electoral. Volvi¨® a ignorarlos.
¡°Vivimos la zozobra de la campa?a, que nos iban a tirar una granada, que nos iban a asesinar. Faltando 20 d¨ªas para las elecciones sali¨® un ¡®plan pistola¡¯ y yo era uno de esos objetivos. Asesinaron a una de las personas de la lista¡±, recuerda el alcalde de 42 a?os, con jean, camisa remangada y converse. Desde entonces empez¨® a despedirse de su esposa y sus hijos, de 6 y 11 a?os, sin saber si iba a regresar.
Avalado por partidos tradicionales ¨DLiberal, Cambio Radical y el uribista Centro Democr¨¢tico¨D fue elegido con 3.464 votos, el 34,72% del total, pese a que las amenazas le impidieron poner un pie en el sector rural. Antes de empezar a gobernar, en enero de 2020, la extorsi¨®n se redujo a 300 millones de pesos (80.000 d¨®lares) divididos en dos cuotas, una en noviembre y la otra en diciembre.
¡°Nunca acced¨ª. Me declararon objetivo militar¡±, se?ala, custodiado por cinco hombres de la Unidad Nacional de Protecci¨®n y de la Polic¨ªa Nacional en una oficina que no es la suya. Desde que empez¨® su administraci¨®n, no ha gobernado en paz.
¡°Esta nota es para que se presente en la vereda Sardinata el d¨ªa 19 de noviembre a las 9:00 am¡±, dice una de las citaciones que recibi¨® en el primer a?o de su alcald¨ªa. Se la entregaron una ma?ana en el parqueadero donde lavaban los veh¨ªculos oficiales. Un trabajador del lugar tuvo que servir de emisario.
El primer desplazamiento del alcalde de Cartagena del Chair¨¢ ocurri¨® en 2021, por informes de inteligencia sobre un plan para atentar contra la Alcald¨ªa y la base militar. La alerta se sum¨® al que ya era un rumor en el pueblo. ¡°Una persona me indica que, en una reuni¨®n en la vereda 12 de octubre, alias ¡®Robledo¡¯ hab¨ªa dicho que no iba a descansar hasta asesinarme, que me iba a dar plomo hasta por debajo de los pies¡±, relata el mandatario local.
¡®Robledo¡¯, al igual que ¡®Humberto Mora¡¯, se?alados de asesinar a l¨ªderes sociales, extorsionar a comerciantes y reclutar a menores de edad, fueron abatidos meses despu¨¦s por las autoridades. Lo que parec¨ªa un alivio, termin¨® siendo una preocupaci¨®n mayor. ¡°Cuando regreso, me doy cuenta de que me gan¨¦ un problema m¨¢s¡±, explica Molina.
Entre 2022 y 2023 han empeorado las intimidaciones y el orden p¨²blico. El llamado frente Rodrigo Cadete instal¨® vallas en el casco urbano: ¡°Te invitamos a unirte a nuestras filas guerrilleras¡±, dec¨ªan. Este a?o, la v¨ªa de acceso al municipio ha estado cerrada varias veces por retenes ilegales y cilindros bomba. Desde abril, Molina despacha desde Florencia rodeado de escoltas las 24 horas, sin poder moverse antes de reportar a d¨®nde va. Sus intentos por regresar han fracasado. Solo viaja en vuelos del Ej¨¦rcito.
No ha inaugurado obras cortando cintas, ni con grupo musical, sino virtualmente. El alcalde organiza reuniones por videoconferencias, utiliza el m¨®vil, videollamadas y el Whatsapp. ¡°No es lo mismo estar encerrado en una oficina grabando videos con un celular que estar cerca de la comunidad¡±, lamenta.
El secretario de planeaci¨®n, Jorge Alfredo Miranda, reconoce que sin el alcalde ¡°la gente siente una soledad en cuestiones administrativas¡±. El funcionario intenta mitigar la ausencia de su l¨ªder resolviendo necesidades de la comunidad. Habla bajo el sol ardiente en la v¨ªa que conecta a los barrios Camilo Torres y Comuneros. Brisnei Mart¨ªnez y Carmenza Ruiz, vecinas del sector, celebran que el camino de tierra por fin se va a pavimentar. ¡°Cuando llueve se pone feo, llevamos varios a?os esperando esta obra¡±, afirma Ruiz.
Otros ocho alcaldes est¨¢n gobernando lejos de su pueblo, seg¨²n la Federaci¨®n Colombiana de Municipios. El de Nuqu¨ª (Choc¨®) fue uno de los ¨²ltimos en salir por las amenazas. ¡°Que si no iba a donde me citaban, ven¨ªan por m¨ª, que me iban a sacar de la casa. Ante la gravedad en ¨¦poca electoral, tom¨¦ las amenazas en serio¡±, revela el alcalde Yefer Arley Gamboa v¨ªa telef¨®nica.
Desde junio la Defensor¨ªa del Pueblo alert¨® sobre desplazamientos de funcionarios p¨²blicos en 17 de los 32 departamentos por intimidaciones de grupos armados. La Procuradur¨ªa General se uni¨® al llamado. Ni las alarmas ni las reuniones sirvieron.
A comienzos de agosto, el alcalde de la Playa de Bel¨¦n (Norte de Santander), ?der Humberto ?lvarez, renunci¨® al cargo despu¨¦s de dos atentados. El 24 de marzo de 2022 hombres armados impactaron la camioneta en la que se movilizaba e hirieron al conductor. El 4 de junio de este a?o qued¨® atrapado junto a su esposa, una de sus hijas y decenas de civiles, en medio de un hostigamiento con r¨¢fagas de fusil en un mercado campesino.
¡°El mensaje fue muy claro: vamos a matar a un alcalde para que aprendan c¨®mo se debe tratar a los grupos en la regi¨®n¡±, dice ?lvarez a EL PA?S desde su exilio. ¡°Como familia es un calvario, mis hijas tienen dos a?os sin poder estudiar¡±, agrega. Cerca, en el Catatumbo ¨Cuna zona estrat¨¦gica para el control del narcotr¨¢fico al nororiente del pa¨ªs¨C est¨¢ Tib¨², el municipio con m¨¢s cultivos de coca en el mundo. Tambi¨¦n est¨¢ ausente su alcalde, Nelson Leal. ¡°Los delincuentes son los que imparten leyes, los que mandan y atemorizan a un pueblo completo¡±, dice el mandatario.
Molina, el alcalde de Cartagena del Chair¨¢, a?ade que si accedieran a las exigencias los dejar¨ªan gobernar. ¡°El comandante cita al alcalde y su delegado y le dice: 100, 200, 500 millones de pesos y puede estar tranquilo. Puede visitar las zonas rurales, ingresar y moverse sin ning¨²n inconveniente¡±.
***
A Cartagena del Chair¨¢, un municipio anclado en la zona de conflicto por los negocios de la droga en el Caquet¨¢, era impensable llegar por a?os. Eso cambi¨® despu¨¦s de los acuerdos de paz de 2016, entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las FARC. Pero el consuelo dur¨® poco. Los disidentes que abandonaron ese proceso han recuperado poder pol¨ªtico y econ¨®mico.
Han atacado a la Fuerza P¨²blica y a la comunidad. En diciembre de 2021, dos hombres de la Armada Nacional fueron asesinados en una emboscada cerca al estadio; en junio de 2022, la explosi¨®n de una bomba al paso de un motocarro dej¨® cuatro personas muertas, entre ellas un ni?o de 4 a?os que se desplazaba a una cita m¨¦dica con su madre y su abuela. La escena sigue grabada en la memoria del pueblo.
Parte del combustible que mueve a los grupos armados es el narcotr¨¢fico, aunque no es el ¨²nico. Cartagena del Chair¨¢ es un corredor de paso de marihuana proveniente del Cauca con destino a Brasil y otros pa¨ªses del sur. Los grupos ilegales ocultan cargamentos hasta de 700 kilos en ¡°par¨¢sitos¡±, estructuras cil¨ªndricas que se fijan debajo de las embarcaciones para transportarlas bajo el agua.
Tambi¨¦n se lucran de la extorsi¨®n a los comerciantes grandes o peque?os, desde empresarios hasta mototaxistas. Cobran por todo y a todos.
¡°Le cobran a cada campesino por tener una cabeza de ganado 10.000 pesos, por arroba de queso 5.000 pesos, por hect¨¢rea de tierra 10.000, por caneca de leche 1 mill¨®n de pesos. Por cualquier actividad, desde una venta de arepas hasta una peluquer¨ªa, un supermercado o una estaci¨®n de servicio, depende de la actividad comercial y el margen de utilidad. Citan a todo el mundo¡±, cuenta el alcalde Molina. Esa realidad se repite en otras zonas de Colombia.
¡ª?Cobran una vez al a?o?
¡ª¡°Es como cuando usted empieza a declarar renta. Se convierte en un pago anual, o cada vez que ellos quieran¡±, precisa el mandatario.
Los brazos de los grupos tambi¨¦n alcanzan la contrataci¨®n estatal. Con el acceso al Sistema Electr¨®nico para la Contrataci¨®n P¨²blica (SECOP), una plataforma virtual, saben qu¨¦ contrato se firma, por qu¨¦ valor y qui¨¦n es el contratista. ¡°Lo citan y le cobran entre el 10% y el 15% del valor¡±, denuncia Molina.
El exalcalde de la Playa de Bel¨¦n dice que los grupos aprovechan las condiciones de la ruralidad. ¡°En el momento en el que quieran requerirlo a uno, se lo llevan hacia una zona de dif¨ªcil acceso. Con computador en mano, con conocimiento de la situaci¨®n econ¨®mica del municipio, nos ponen entre la espada y la pared a rendir cuentas de todos los contratos. Preguntan por qu¨¦ no hemos pagado el ¡®impuesto de guerra¡¯ que seg¨²n ellos tenemos que pagar¡±, narra.
No hay qui¨¦n se escape de ese control. A pocas semanas de las elecciones regionales del 29 de octubre, tambi¨¦n se valen de la carnetizaci¨®n de las Juntas de Acci¨®n Comunal, un proceso pensado para tener una base de datos de los habitantes de cada barrio o de las veredas, pero que termina facilitando el seguimiento a cada paso que dan.
¡°Hay gente que dice: en tal barrio est¨¢ afiliado fulano de tal¡ ¨¦l se fue de aqu¨ª debiendo 3 millones, 2 millones de pesos por arriendo, por platas. Entonces vamos y buscamos en esa junta. Le dicen: ¡°Usted viene de tal vereda, usted debe tanto all¨¢, p¨®ngase a paz y salvo si quiere que lo recibamos ac¨¢¡±, describe Bertulfo S¨¢nchez, miembro de una Junta de Acci¨®n Comunal de Cartagena del Chair¨¢.
El l¨ªder comunitario no advierte problema alguno. Pero, sin ese documento, en el que aparecen nombres y apellidos con fotograf¨ªa de quien lo porta, no pueden moverse libremente por el territorio. ¡°Es como estar en el extranjero sin pasaporte¡±, describe el alcalde.
Con la carnetizaci¨®n tambi¨¦n se ejerce mayor control al n¨²mero de votos por uno u otro candidato en ¨¦poca electoral. Las veredas est¨¢n organizadas por n¨²cleos, cada uno a cargo de un coordinador o representante. Esa estructura, que antes serv¨ªa, por ejemplo, para la aprobaci¨®n participativa de presupuestos, ahora tambi¨¦n permite transmitir instrucciones electorales. ¡°La guerrilla dej¨® de ser campamentaria para ser miliciana, parte de la comunidad, y obviamente por temor la gente nunca va a denunciar¡°, indica ?lvarez, el exalcalde de La Playa de Bel¨¦n.
Darwin Fl¨®rez, aspirante a la Alcald¨ªa de Cartagena del Chair¨¢ por una coalici¨®n entre Cambio Radical, el Nuevo Liberalismo y el Partido Conservador, sostiene que hasta ahora ha podido desplazarse sin presiones.
¡ª?Los candidatos tienen que negociar con los grupos armados para hacer campa?a?
¡ª¡°A Darwin Fl¨®rez no le ha pasado. Hasta el momento no he tenido ning¨²n problema de que tiene que hablar con X grupo para poder entrar hasta X parte. Siempre el permiso lo pido con los presidentes de las Juntas de Acci¨®n Comunal o en su defecto con los coordinadores de n¨²cleo¡±, responde.
Los otros aspirantes que se disputan esa Alcald¨ªa son la exgestora social del municipio, Blanca Nieves Gait¨¢n, por Colombia Humana; el concejal del Partido Verde, H¨¦ctor Arredondo, segundo en las elecciones pasadas; y Marco Antonio Fern¨¢ndez, concejal de la Alianza Social Independiente (ASI). EL PA?S intent¨® comunicarse con todos ellos, pero no obtuvo respuesta.
Mientras los candidatos hacen campa?a en un pueblo en el que no puede estar tranquilo ni el alcalde, el profesor espera paciente a entregar la carta para terminar la construcci¨®n de la escuela. Parad¨®jicamente, a esa misma hora, en Bogot¨¢, a 670 kil¨®metros de Cartagena del Chair¨¢, concluye la marcha ¡°por la vida¡± que ha convocado el Gobierno de Gustavo Petro. El maestro desprevenido no revela su nombre. Hay lugares de Colombia donde no solo ahoga el calor, sino la ley del silencio.
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