El centenario de un indio sin tierra
El 30 de octubre de 1923, es decir hace exactamente 100 a?os, se registr¨® la marca de cigarrillos Pielroja
Hablar de cigarrillos en 2023 es tan mal visto como llegar a un velorio a hacer chistes. En los ¨²ltimos 30 a?os, el tabaco pas¨® de ser uno de los s¨ªmbolos de la sensualidad y el misterio para convertirse en un accesorio de parias que no cuidan la salud propia ni la de su entorno. Los j¨®venes y adolescentes ven en los cigarrillos algo repugnante y asqueroso, de viejos de dientes amarillentos y olor amargo, mientras que aplauden los dulces aromas a fruticas que emiten quienes fuman o vapean en los modern¨ªsimos y esbeltos cigarrillos electr¨®nicos que tienen tras de s¨ª a esas mismas gigantes tabacaleras que dominan el planeta desde hace cinco d¨¦cadas.
Antes de esas multinacionales, en Colombia hubo una industria pr¨®spera dedicada a la producci¨®n y venta de nuestro tabaco. De hecho, el primer gran producto generador de ingresos del pa¨ªs, antes del auge del caf¨¦ y del petr¨®leo, fue la hoja de la planta del tabaco que fascin¨® a los europeos desde que descubrieron que los ind¨ªgenas fumaban aquellas hojas secas en los lejanos tiempos de la conquista. No en vano, m¨¢s all¨¢ de la expoliaci¨®n de los tesoros ind¨ªgenas, el grueso de los impuestos que se recaudaban en la Nueva Granada para enviar a la corona espa?ola proven¨ªa de la renta que se impuso sobre este producto de alto consumo en Am¨¦rica y poco a poco introducido a Europa.
Ser¨ªa tal la importancia de la industria tabacalera que, a comienzos de la d¨¦cada del siglo XX, cuando Bogot¨¢ quiso empezar a parecerse a las grandes ciudades europeas, dejando atr¨¢s las viejas construcciones coloniales de uno o dos pisos y emprendiendo la edificaci¨®n de inmuebles afrancesados inspirados en los viajes a Par¨ªs de los m¨¢s ricos, la Compa?¨ªa Colombiana de Tabaco hizo lo propio en la esquina que algunos so?aban convertir en el Wall Street o el Broadway de Bogot¨¢: avenida Jim¨¦nez con carrera s¨¦ptima.
El edificio de clara inspiraci¨®n hausmaniana, con cinco pisos y mansarda, hizo parte de una apuesta de ciudad que, entre el Bogotazo y el advenimiento de la arquitectura moderna, hoy casi ha desaparecido en su totalidad. Pero las fotos hist¨®ricas sirven de testigo. El alto edificio remataba con un anuncio de ne¨®n que brill¨® hasta mediados del siglo, cuando fue demolido. De d¨ªa y de noche, como un vig¨ªa del coraz¨®n de la ciudad, hab¨ªa un indio. No un indio cualquiera, sino la imagen de un indio pielroja creada por el m¨¢s importante de los dibujantes pol¨ªticos de comienzos de siglo: Ricardo Rend¨®n. El indio de los cigarrillos Pielroja.
La historiadora Jimena Monta?a Cu¨¦llar revela como an¨¦cdota en su m¨¢s reciente libro, El r¨ªo que corre, algo que no deja de ser un hito en la industria nacional: el 30 de octubre de 1923, es decir hace exactamente 100 a?os, se registr¨® la marca de cigarrillos Pielroja. Hace 100 a?os naci¨® la ¨²nica marca nacional de cigarrillos que a¨²n subsiste tras la invasi¨®n de las multinacionales del tabaco.
Mas nadie celebrar¨¢ el centenario. Seguro los nuevos due?os de la marca no conocen el dato, ni les interesa. A fin de cuentas, ese producto como tantos otros tiende a desaparecer, como pas¨® hace a?os con los grandes cultivos de tabaco nacionales. Como pasar¨¢ con el petr¨®leo. Como pasar¨¢ con todo. No vale la pena celebrar lo que dejar¨¢ de ser. Es m¨¢s, celebrar hoy al Pielroja no es un homenaje a nuestra industria, sino a unos cigarrillos que desde hace varios a?os se fabrican en M¨¦xico porque esa manufactura aqu¨ª en Colombia desapareci¨®. Como tantas otras.
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