Petro se la juega con el ELN al exigir en M¨¦xico el fin de los secuestros
La delegaci¨®n del Gobierno tratar¨¢ de convencer a la guerrilla de la necesidad de acabar con una pr¨¢ctica que se ha vuelto insostenible para todo el pa¨ªs
Las negociaciones de paz de Colombia encarar¨¢n la semana que viene en M¨¦xico un ciclo clave. El pa¨ªs entero le reclama en voz alta al ELN (Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional) que deje de secuestrar y que libere a las 30 personas que mantiene en cautiverio. La situaci¨®n se ha vuelto insostenible desde que la guerrilla secuestrara hace dos semanas al padre del futbolista Luis D¨ªaz, un caso que ha conmocionado a toda la naci¨®n, que ha visto espantada c¨®mo el mundo ha vuelto a pensar en Colombia como un pa¨ªs descompuesto y violento. La delegaci¨®n del Gobierno de Gustavo Petro tiene, por lo tanto, la tarea nada sencilla de convencer al ELN de que no puede seguir con esta pr¨¢ctica que tanto dolor ha producido si verdaderamente quiere hacer la paz. En el peor de los escenarios, los emisarios del presidente pueden volver con una negativa de los guerrilleros, lo que situar¨ªa el di¨¢logo en el precipicio.
Porque enfrente tendr¨¢n la oposici¨®n de un grupo armado que tiene el secuestro como una de sus principales v¨ªas de financiaci¨®n. Y si algo ha quedado claro es que a la guerrilla no le gusta que le impongan nada, como ha venido demostrando en este a?o de negociaciones. De hecho, ni siquiera habla de secuestros, sino de retenciones. Su marco mental no casa necesariamente con el del resto de la sociedad, despu¨¦s de sesenta a?os de una lucha armada, extempor¨¢nea a estas alturas. De eso se deduce que ser¨¢ otra negociaci¨®n medida al mil¨ªmetro, con las palabras justas, que convenga al relato de ambas delegaciones y contente a un pa¨ªs harto de estas expresiones salvajes de violencia.
El Gobierno no ha podido ser m¨¢s enf¨¢tico, el secuestro se ha convertido en una l¨ªnea roja. La delegaci¨®n ha reconocido que se ha abierto una verdadera crisis a ra¨ªz de rapto del padre del futbolista y que ha llegado el momento de que se elimine como tal. Esa petici¨®n est¨¢ sobre la mesa desde el comienzo del di¨¢logo, pero ahora se antoja impostergable. ¡°Nuestra delegacio?n exige desde ya, y exigira? en la pro?xima reunio?n con la delegacio?n del ELN, que cada una de las personas que esta organizacio?n tiene en cautiverio sea liberada en condiciones de seguridad y dignidad de manera inmediata¡±, explic¨® la comitiva gubernamental en un comunicado que hizo p¨²blico la semana pasada.
Se va a abrir entonces el asunto de la financiaci¨®n del ELN. La guerrilla argumenta que necesita cobrar extorsiones y rescates para mantener a los casi 3.000 combatientes con los que cuenta sobre el terreno. Se ha hablado durante el proceso de la posibilidad de que la guerrilla reciba alg¨²n tipo de dotaci¨®n econ¨®mica a cambio de cesar sus actividades criminales, pero cada vez que se ha aludido al tema se ha creado un gran rechazo en algunos sectores de la sociedad, sobre todo entre aquellos que desconf¨ªan de la utilidad de sentarse a negociar con un grupo armado. Se simplifica el asunto reduci¨¦ndolo al argumento de que se va a pagar a los guerrilleros por dejar de delinquir.
El presidente Petro no es el primero que se enfrenta a este obst¨¢culo. Ha sido un freno com¨²n en las negociaciones que el grupo armado ha mantenido con otros cinco presidentes, que intentaron desarmar al ELN sin ¨¦xito. Ni siquiera han renunciado a esta pr¨¢ctica despu¨¦s de sentarse a dialogar con los gobiernos. Cuando las delegaciones anunciaron el cese al fuego bilateral, el 9 de junio, el jefe negociador de la guerrilla, Pablo Beltr¨¢n, dijo que las extorsiones y los secuestros ¨Da los que se refiere como ¡°impuestos¡± y ¡°retenciones¡±¨D son ¡°operaciones de finanzas¡± que no hacen parte a¨²n de lo pactado. M¨¢s all¨¢ de los eufemismos a los que suele acudir la guerrilla, y a la espera de pronunciamientos formales del mecanismo de verificaci¨®n, el secuestro de civiles es una violaci¨®n del documento firmado, que proh¨ªbe la ¡°toma de rehenes¡± en el marco del Derecho Internacional Humanitario.
¡°No es cierto que el ELN tenga que secuestrar para financiarse. Como fuente de financiaci¨®n, el secuestro es hoy d¨ªa marginal para esa guerrilla, cuyos recursos provienen de la miner¨ªa, del peaje que cobra a los narcos en ciertos corredores, del contrabando y de la extorsi¨®n¡±, escribi¨® Marta Ruiz este domingo en La Silla Vac¨ªa. ¡°La pr¨¢ctica de las guerrillas que m¨¢s ha contribuido a la derechizaci¨®n de Colombia es el secuestro. El pa¨ªs, y no solo el establecimiento, rechaza frontalmente ese comercio humano con la libertad y la dignidad de las personas. Rechaza que se involucre a civiles en una guerra eterna en la que no tienen nada que ver. Por tanto, si esa guerrilla no deja el secuestro es por decisi¨®n pol¨ªtica y no por necesidad econ¨®mica. Se reservan el secuestro como un arma para el chantaje, como una ventaja militar a su favor, para presionar el logro de sus difusos objetivos pol¨ªticos¡±.
Jos¨¦ F¨¦lix Lafaurie, el negociador en el proceso que representa a la derecha colombiana, ha insistido a Otty Pati?o, el jefe de la delegaci¨®n, y a Iv¨¢n Cepeda, el senador-arquitecto de la paz, que no es momento de ir a M¨¦xico a celebrar un nuevo ciclo, que si fuera por ¨¦l abordar¨ªa el asunto con mucha m¨¢s prudencia. ¡°Soy de la teor¨ªa de que ir a M¨¦xico a plantear el secuestro y el fin del conflicto y regresar con caras destempladas puede acabar con el proceso. Si nos vamos y regresamos con que siguen los secuestros, y que incluso hay m¨¢s, nuestro prestigio queda agotado. Se acaba la negociaci¨®n¡±, cuenta Lafaurie por tel¨¦fono.
Petro tiende al riesgo a la hora de la toma de decisiones, y esta vez no ha sido la excepci¨®n. Eso le ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª, hasta la presidencia, pero ahora puede jugar en su contra: es todo o nada. Se queda en manos de unos negociadores imprevisibles, a los que cuesta un mundo convencer de algo. Pero el presidente tiene mucha fe en sus intuiciones y cree que es la hora, o al menos eso se deduce de las declaraciones de Cepeda, de que es el momento de dar un paso definitivo en la negociaci¨®n. La paz, piensa un impaciente Petro, no tiene m¨¢s demora.
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