Motos: triunfo del individualismo y fracaso de lo p¨²blico
El triunfo de las motos no debe abordarse ya como un problema. Son una alternativa de movilidad y trabajo para millones de personas, y como tal tienen que asumirse
D¨ªa a d¨ªa miles de motocicletas nuevas entran en circulaci¨®n por una insuficiente red vial ante las demandas de muchas zonas rurales y urbanas de Am¨¦rica Latina. Esto reafirma que ante la incapacidad del Estado de ofrecer un servicio de transporte p¨²blico eficiente, seguro, digno y a buen precio, la moto se convirti¨® en la respuesta de movilidad, individualista, pero efectiva, de millones de personas.
De esta manera, las motos se han convertido en un gran desaf¨ªo para los gobiernos en todos los pa¨ªses de la regi¨®n. Seg¨²n el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el incremento del n¨²mero de veh¨ªculos registrados de dos y tres ruedas en la regi¨®n fue del 23%, mientras que el de los autom¨®viles fue del 8%. Esto evidencia la alta preferencia que tienen y el enorme espacio que han ganado.
Brasil, Argentina y Colombia lideran la regi¨®n con el mayor n¨²mero de motocicletas y sus mercados crecen exponencialmente. Por ejemplo, mientras en 2003 Brasil ten¨ªa 5,7 millones de motos, en 2023 lleg¨® a 32,3 millones. En ese mismo periodo Colombia pas¨® de 1,3 a 11,6 millones.
?Por qu¨¦ las motos son tan atractivas?
Seg¨²n el BID, las facilidades de financiaci¨®n para su adquisici¨®n, la variedad de precios de compra, el alto costo del pasaje del transporte p¨²blico, la facilidad de estacionamiento, el bajo consumo de combustible, la facilidad de mantenimiento, la agilidad de desplazamiento, adem¨¢s de su versatilidad como herramienta de trabajo hacen de la moto una alternativa de movilidad casi imbatible.
Hombres j¨®venes, en su gran mayor¨ªa, prefieren las motos, pero poco a poco las mujeres ganan terreno. Si bien el principal motivo de viaje es para ir al trabajo, cada vez m¨¢s se utilizan tambi¨¦n para otras actividades. Y aunque al inicio del auge quienes compraban motos pertenec¨ªan a sectores populares, es creciente la participaci¨®n de compradores con mayor poder adquisitivo.
A pesar de ventajas como estas, el riesgo es alto. Seg¨²n un estudio de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud el 12% de las defunciones por accidentes de tr¨¢nsito ocurren en las Am¨¦ricas, y el 21% de las v¨ªctimas mortales son usuarios de motos. Una cat¨¢strofe.
?Qu¨¦ hacer con las motos?
Nos guste o no, el triunfo de las motos no debe abordarse ya como un problema. Son una alternativa de movilidad y trabajo para millones de personas, y como tal tienen que asumirse. Ese es el principal cambio. Desde ah¨ª se desprenden varias reflexiones.
Primero. Hay que fortalecer los cursos de conducci¨®n. Es fundamental que quienes se muevan en moto tengan una formaci¨®n especial y s¨®lida. Tener una licencia de conducci¨®n deber¨ªa ser un proceso exigente. Esto implica cursos con mayor duraci¨®n, rigurosa evaluaci¨®n y hasta con actualizaci¨®n peri¨®dica. No es persecuci¨®n, es inter¨¦s de la sociedad por preservar sus vidas y las de los dem¨¢s. Mientras sobrepasen por donde no deben o caben, manejen de manera temeraria y con exceso de velocidad, no respeten las se?ales de tr¨¢nsito ni utilicen bien los implementos de protecci¨®n, dif¨ªcilmente cambiar¨¢ el panorama de seguridad vial y no se desactivar¨¢ la guerra silenciosa que protagonizan con otros actores de la movilidad.
Segundo. Ensambladoras y comercializadoras deben asumir una mayor responsabilidad y compromiso con la sociedad que vaya m¨¢s all¨¢ de campa?as publicitarias. Para las econom¨ªas de los pa¨ªses es positivo el dinamismo del mercado de las motos. No obstante, adem¨¢s de datos de ventas es fundamental que los empresarios incluyan la protecci¨®n de la vida en sus c¨¢lculos. Es clave que asuman un rol m¨¢s proactivo frente a los efectos negativos que est¨¢n teniendo en la sociedad los productos que venden. Mientras sus ventas van viento en popa, miles de personas est¨¢n muriendo en accidentes de tr¨¢nsito. A partir de diversos estudios internacionales, es claro que no cualquier persona est¨¢ en capacidad de acceder y manejar una moto.
Tercero. Los gobiernos deben revisar sus pol¨ªticas. Llevan a?os desarrollando diversas iniciativas e invirtiendo cientos de millones de d¨®lares, pero los resultados no se ven. Han fracasado sus campa?as para desincentivar la compra y uso de la moto y para que las personas se muevan en transporte p¨²blico; lo mismo ha sucedido con la reducci¨®n de la accidentalidad vial. Los controles en v¨ªa son meros saludos a la bandera y qu¨¦ decir de los l¨ªmites de velocidad. Es evidente que la manera en que han abordado el tema de las motos es desacertada y desconectada de la realidad.
Cuarto. Los grupos de motociclistas son un factor de transformaci¨®n social. Teniendo en cuenta las implicaciones negativas del comportamiento de muchos usuarios de las motos, estas agrupaciones podr¨ªan asumir un liderazgo comunitario y as¨ª impulsar los cambios culturales necesarios para reducir la accidentalidad, promover el uso racional y responsable de la moto, as¨ª como a pacificar la convivencia en las v¨ªas. Impulsar un cambio desde dentro es fundamental para lograr una transformaci¨®n de fondo y duradera.
Las motos llegaron para quedarse y seguir¨¢n ganando espacio, m¨¢s teniendo en cuenta que no hay acciones reales y concretas para que el transporte p¨²blico se posicione como una alternativa atractiva de movilidad. Es mejor pensarlas y abordarlas de manera diferente, pero tambi¨¦n es necesario que quienes se mueven en moto se vean como parte de una soluci¨®n y no como vaqueros en el salvaje oeste, sin dios ni ley.
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