1 de cada 10: el embudo de la educaci¨®n b¨¢sica y media en Colombia
De cada 100 estudiantes que entran al primer grado de primaria, solo 11 se grad¨²an con los m¨ªnimos aceptables en las competencias de lectura cr¨ªtica, matem¨¢ticas, ciencias naturales, sociales y ciudadanas
En Colombia, de cada 100 estudiantes que entran al primer grado de b¨¢sica primaria s¨®lo 54 terminan el ¨²ltimo grado de la educaci¨®n media. Casi la mitad de los ni?os y ni?as no consiguen graduarse del colegio. De esos 54, 11 estudiantes superan los m¨ªnimos aceptables en las competencias de lectura cr¨ªtica, matem¨¢ticas, ciencias naturales, sociales y ciudadanas. Es decir, solo uno de cada diez estudiantes que ingresan al sistema educativo desarrolla el capital acad¨¦mico, c¨ªvico y cognitivo necesario para enfrentar con ¨¦xito los retos de la educaci¨®n superior, la ciudadan¨ªa y el mercado laboral.
Estas cifras hacen referencia a la cohorte de estudiantes que ingres¨® a grado 1? en el 2012 y se gradu¨® del colegio en 2022 y son el resultado de una investigaci¨®n que realizamos en el Observatorio de Realidades Educativas (ORE) de la Universidad Icesi en Colombia. Ese estudio tuvo por objetivo analizar el desempe?o del sistema escolar, relacionando dos de sus dimensiones m¨¢s importantes: cobertura y calidad. Los resultados son preocupantes y requieren ser conocidos y comprendidos por los actores que trabajamos en educaci¨®n. As¨ª podemos alinear esfuerzos que potencien los cambios necesarios que garanticen el acceso y la calidad de la educaci¨®n de todos los ni?os, ni?as y j¨®venes del pa¨ªs.
Empecemos por analizar la cobertura. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Colombia, como muchos otros pa¨ªses de medianos y bajos ingresos, ha enfocado sus esfuerzos en procurar que todos los ni?os y ni?as en edad escolar tengan un cupo para ingresar al colegio; hoy, la cobertura neta en b¨¢sica primaria es casi universal. Sin embargo, estos esfuerzos se ven notablemente afectados por los altos ¨ªndices de deserci¨®n escolar. De cada 100 ni?os y ni?as que ingresan al colegio, 46 reprueban, suspenden o desertan en alg¨²n momento de su trayectoria por la vulnerabilidad econ¨®mica de sus familias, por desinter¨¦s y falta de motivaci¨®n para el estudio, por problemas de salud mental y bienestar socioemocional, por desplazamiento y otras muchas formas de violencia, entre otras razones. No es dif¨ªcil ver que esos niveles de deserci¨®n son efecto, pero tambi¨¦n causa, de las tragedias de nuestro pa¨ªs: desde la desigualdad hasta la violencia. Por eso detener la deserci¨®n escolar, que desde la pandemia viene en aumento, deber¨ªa seguir siendo un prop¨®sito nacional urgente.
La otra dimensi¨®n que analiza el estudio es la calidad de los aprendizajes, que en este caso hace referencia al cumplimiento de cinco competencias acad¨¦micas: matem¨¢ticas, lectura cr¨ªtica, ciencias naturales, sociales y ciudadanas e ingl¨¦s. El Instituto Colombiano para la Evaluaci¨®n de la Educaci¨®n (ICFES) mide estas competencias desde hace varios a?os a partir de pruebas censales a estudiantes del ¨²ltimo grado escolar. Es necesario hacer una aclaraci¨®n: la calidad en la educaci¨®n debe comprenderse de manera amplia, y en Colombia se est¨¢n realizando importantes di¨¢logos para expandir esta noci¨®n para que responda a los muchos y complejos objetivos de la educaci¨®n y los contextos territoriales. En este sentido, ni la experiencia educativa ni la calidad deben reducirse al logro de las competencias en pruebas estandarizadas. Aun as¨ª, reconocemos que el esfuerzo del Gobierno por dise?ar y perfeccionar estas pruebas ha sido notable, y permiten, entre otras cosas, conocer si los estudiantes logran el nivel de aprendizaje m¨ªnimo en competencias b¨¢sicas para la vida. Esto, a su vez, permite tomar medidas de mejoramiento en todas las escalas del sistema: desde el aula hasta la pol¨ªtica p¨²blica.
En nuestro estudio consideramos cuatro de las competencias en simult¨¢neo para dar cuenta de la integralidad acad¨¦mica que pretende la educaci¨®n. Encontramos que, de los 54 estudiantes que llegan a ¨²ltimo grado escolar, 24 superan los m¨ªnimos aceptables en las pruebas de matem¨¢ticas y lenguaje. Y, al incluir en el c¨¢lculo las competencias de ciencias naturales y sociales y ciudadanas, el n¨²mero se reduce a solo 11 estudiantes. Esto quiere decir que solo 1 de cada 10 estudiantes logra cumplir el doble requisito de recibir su grado y adquirir las competencias b¨¢sicas necesarias para comprender el mundo en que viven, hacerse un juicio informado y razonado del mismo, y desarrollar un proyecto acad¨¦mico o profesional con buenas probabilidades de ¨¦xito.
Si incluy¨¦ramos la dimensi¨®n socioecon¨®mica al an¨¢lisis de la cobertura y la calidad, encontrar¨ªamos con toda seguridad que hay lugares de nuestro pa¨ªs donde estas cifras son m¨¢s bajas y otros que est¨¢n muy por encima del promedio. En el libro La quinta puerta, Mauricio Garc¨ªa Villegas, Leopoldo Fergusson y Juan Camilo C¨¢rdenas describen la segregaci¨®n del sistema educativo en Colombia, afirmando que ¡°los hijos de los ricos estudian en colegios y universidades privadas de buena calidad, los hijos de los pobres estudian en instituciones p¨²blicas o privadas de regular o deficiente calidad¡±. Este apartheid educativo, dicen ellos, cumple la perversa tarea de reproducir en lugar de superar las desigualdades sociales.
Frente a este cr¨ªtico panorama, la par¨¢lisis no es una opci¨®n. Es esencial generar espacios de di¨¢logo que promuevan la acci¨®n coordinada de diferentes actores. El reciente evento El futuro de la educaci¨®n en Colombia, realizado por el Ministerio de Educaci¨®n Nacional, Prisa Media y la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos, subraya la urgencia de convertir la educaci¨®n como prop¨®sito nacional.
Sus conclusiones sugieren tres ideas habilitantes para revertir este panorama. Primero, reconocer que la educaci¨®n es responsabilidad de todos, desde el Gobierno hasta el sector privado y la sociedad en su conjunto. Se requiere entonces de la articulaci¨®n descentralizada de actores y sectores que se soporten en liderazgos territoriales. Segundo, tomar decisiones basados en evidencia y evaluar constantemente las soluciones que se proponen para ser m¨¢s oportunos y pertinentes. Hoy, disponemos de una mayor cantidad y calidad de informaci¨®n sobre el desempe?o acad¨¦mico y los contextos de los estudiantes. Por ¨²ltimo, debemos priorizar, dignificar y fortalecer a los docentes, quienes son los verdaderos agentes del cambio y de la calidad educativa. Es esencial apoyarlos en su desafiante labor y garantizarles condiciones adecuadas.
Necesitamos ahondar esfuerzos y articular voluntades para que no solo 1 de cada 10 estudiantes est¨¦n preparados tras terminar el ciclo escolar y para asegurar que la educaci¨®n se constituya como el veh¨ªculo para el desarrollo humano, la igualdad ciudadana, el progreso econ¨®mico y la movilidad social.
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