Los desempleados que vienen
La intervenci¨®n y liquidaci¨®n de EPS amenaza con desaparecer miles de puestos de trabajo
Los fan¨¢ticos son indolentes. No ven matices, ni entienden que, en algunas ocasiones, esas ideas que respaldan ciegamente porque su l¨ªder las ha promulgado no son tan perfectas, ni tan inofensivas. El ejemplo que poco a poco veremos con la salud en Colombia ser¨¢ el mejor para ilustrar como una buena idea, mal ejecutada, termina en desastre.
No me voy a detener en el asunto de la atenci¨®n a los pacientes y el flujo de recursos hacia los prestadores de salud. Sobre eso ya se ha escrito mucho. Tampoco voy a entrar a defender a las EPS, m¨¢s cuando muchas hicieron todo lo posible por hacer fracasar al actual sistema con inversiones que para sus accionistas podr¨ªan resultar sumamente atractivas, pero que a la postre terminaron desangrando al presupuesto de la salud. Las EPS pudieron salvarse, pero en vez de hacerlo se quedaron estancadas en conceptos y modelos ya caducos.
El l¨ªo que voy a plantear a continuaci¨®n es el que todos, pero sobre todo los fan¨¢ticos, deber¨ªan tener en cuenta antes de salir a celebrar que empieza la intervenci¨®n de una EPS o que otra decide iniciar un proceso de liquidaci¨®n. Aquellos que celebran parece que no son capaces de comprender que una EPS no es ¨²nicamente un se?or rico que se dedica a contar billetes mientras los colombianos reciben un servicio sanitario apenas aceptable. Una EPS son decenas de miles de empleos: recepcionistas y contadores, enfermeras y auxiliares, auditores, m¨¦dicos y asesores de todo tipo. Muchos de ellos hoy viven la incertidumbre de quedar muy pronto sin empleo ante la reestructuraci¨®n de la EPS intervenida o la liquidaci¨®n de aquella que decidi¨® no seguir m¨¢s por la senda de la inseguridad financiera. ?Usted celebra cuando alguien pierde su trabajo?
Hasta el momento, a pesar de tanto ruido que han hecho desde el partido oficialista y el Gobierno mismo para promover y generar respaldo a la reforma a la salud, nada han dicho sobre el futuro laboral de esos miles de hombres y mujeres que quedar¨¢n cesantes. Los promotores de la reforma repiten sin cesar que con esta llegar¨¢n contratos dignos para los trabajadores del sector salud, cosa que hay que celebrar, pero nunca se refieren a los desempleados que dejar¨¢ la tan cacareada reforma.
Y ese es apenas uno de los escenarios del horror. Nadie ha hablado de las peque?as y medianas IPS que hoy prestan servicios a las grandes EPS sin hacer parte de la abominable integraci¨®n vertical. M¨¦dicos, especialistas, auxiliares y todo el personal descuenta los d¨ªas para que el trabajo de a?os se esfume porque para ellos tampoco hay garant¨ªas. Todos quisieran seguir como si nada cambiara, que es el discurso del Gobierno, pero la realidad es completamente distinta: m¨¢s all¨¢ de los anuncios grandilocuentes y los decretos que deber¨ªan ayudar a poner las cosas en orden, no existe claridad sobre c¨®mo se va a entrar a operar en un sistema cuya br¨²jula estar¨¢ movida por la paquid¨¦rmica y tristemente corrupta administraci¨®n p¨²blica.
El sue?o de una mejor salud para los colombianos es bienvenido. Pero llegar a consolidar este sue?o no deber¨ªa convertirse en pesadilla para nadie. Infortunadamente, no son solo los pacientes quienes hoy est¨¢n preocupados, tambi¨¦n muchos trabajadores del sector que no ven un futuro claro. Entretanto, los que celebran no se dan cuenta de que est¨¢n d¨¢ndole v¨ªtores a un verdadero drama social que apenas vamos a empezar a descubrir.
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