Coca no es coca¨ªna: la seda org¨¢nica colombiana se ti?e con la hoja para derribar el estigma
En el Cauca, uno de los epicentros de los programas de erradicaci¨®n de cultivos il¨ªcitos, familias campesinas y comunidades ind¨ªgenas resisten a la criminalizaci¨®n de una hoja que usan como medicina, alimento y para sus artesan¨ªas
EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Am¨¦rica Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
Lejos de los estigmas que viajan a las ciudades y que inundan las narrativas internacionales y las noticias, en las entra?as monta?osas del departamento del Cauca, en Colombia, las comunidades ven la hoja de coca no solo con un valor sagrado, sino adem¨¢s como un hoja con potencias insospechadas: t¨¦s, ung¨¹entos, harinas ricas en calcio y ahora como un poderoso pigmento natural del que se han podido extraer hasta 96 tonos entre amarillos, verdes y ocres.
La organizaci¨®n Agroarte, en el municipio de El Tambo, lleva tres a?os experimentando procesos de tintorer¨ªa natural que les ha permitido usar la hoja de coca, que naturalmente se da en esta zona y que siempre ha acompa?ado las casas campesinas y los resguardos ind¨ªgenas, para te?ir las sedas naturales que de forma artesanal producen.
Otra planta, la de morera, es una de las pocas que, junto a la coca, vive y se reproduce en las condiciones clim¨¢ticas y ambientales de esta zona rural de Colombia. Por eso, como una opci¨®n alternativa a las plantaciones de coca que ten¨ªan como prop¨®sito negocios il¨ªcitos, la comunidad adopt¨® hace m¨¢s de tres d¨¦cadas el ¨¢rbol de morera, -alimento del gusano de seda-, y se embarcaron en un proyecto novedoso y quiz¨¢s adelantado para su tiempo: hacer sedas org¨¢nicas.
El Cauca es un departamento colombiano que hist¨®ricamente ha ostentado n¨²meros importantes de hect¨¢reas de cultivos il¨ªcitos y que ha sido epicentro de programas de sustituci¨®n firmados desde los Acuerdos de Paz de La Habana. En ese contexto, la seda lleg¨® hace 36 a?os como un proyecto alternativo para las familias campesinas de esa zona del pa¨ªs. Lleg¨® de la mano de una alianza entre Corea y Colombia para iniciar un proceso alternativo de producci¨®n de materias primas que descubri¨® que la planta de morera crec¨ªa en condiciones casi id¨¦nticas a la de la coca.
¡°Las familias empezaron a destinar ciertas parcelas para este cultivo, pero lamentablemente no encontraron c¨®mo sostenerlo¡±, explica Angy Ballesteros, la joven l¨ªder de la organizaci¨®n Agroarte y quien ha alentado todos los procesos de tintorer¨ªa natural con hoja de coca. ¡°Lo m¨¢s importante era criar los gusanos, pero esto requer¨ªa importantes inversiones. Luego, con los relevos generacionales, nos fuimos dando cuenta que ni vender los capullos, ni los hilos, ni siquiera los tejidos era sostenible. Nos dimos cuenta que si cre¨¢bamos piezas especialmente dise?adas, con seda 100% org¨¢nica s¨ª pod¨ªamos encontrar una alternativa viable en el tiempo para nosotros¡±.
Al reconocer que lo que ten¨ªan en sus manos era un proceso artesanal que era valorado por los mercados, y tras encontrar una recepci¨®n en grandes ferias artesanales en Colombia, como Expoartesan¨ªas, esta comunidad opt¨® por seguir haciendo investigaciones y alianzas con dise?adoras que les permitiera acreditar que su producto era 100% org¨¢nico. Para alejarse de los te?idos qu¨ªmicos y t¨®xicos que le daban los colores exuberantes a esa seda que lograban tejer, empezaron a movilizarse a la investigaci¨®n de tinturas naturales y se dieron cuenta de la mano de reputadas dise?adoras que en su mismo territorio ten¨ªan los recursos para encontrar una forma de pintar sus telas de manera natural.
¡°Comenzamos a investigar m¨¢s a fondo la paleta de colores de la hoja y arena de coca, en donde se fusiona la cocci¨®n de estas hojas y la harina, ya que la comunidad de Lerma, Cauca, tiene cultivos a gran escala. Cocinamos la hoja. De ah¨ª sale el ba?o tint¨®reo que es el color que sueltan y le agregamos modificadores de ph, como bicarbonato, piedra alumbre y as¨ª var¨ªan los colores. Sacamos 96 colores de amarillos, verdes, caf¨¦s, beiges y actualmente estamos viendo c¨®mo fortalecer unos nuevos como el gris, plata y caoba¡±, detalla Angy Ballesteros.
Sin embargo, esta apuesta que result¨® tan natural para las familias artesanas que hac¨ªan parte de Agroarte no fue igualmente recibida cuando el producto se empez¨® a vender en otras partes de Colombia y de forma internacional: ¡°Fue cuando empezamos a salir del Cauca y de Colombia que nos dimos cuenta de que la coca es una planta muy estigmatizada. Al habitar en este territorio siempre la vimos normal, de uso medicinal, siempre hay una planta de coca en una casa campesina. Fue cuando salimos con nuestros dise?os, que nos dimos cuenta de la percepci¨®n negativa que ten¨ªa. Eso nos motiv¨® a¨²n m¨¢s a generar esa nueva narrativa de las caracter¨ªsticas que tiene la planta y c¨®mo la sentimos desde nuestro territorio. Nuestra seda le da ese plus que necesita la coca para mostrarle al mundo sus nuevas variaciones y alternativas¡±, a?ade la l¨ªder.
Ese sentir de las familias que trabajan en Agroarte frente a la coca es un sentir que se comparte desde diferentes esferas de la sociedad colombiana. ¡°Existe una necesidad de cambio de narrativa: no s¨®lo de que la hoja de coca no es coca¨ªna, sino incluso de que la coca tiene la potencia de ser un s¨ªmbolo nacional, un s¨ªmbolo positivo y de prosperidad para Colombia¡±, explica Carmen Posada Monrroy, directora de Futuro Coca, un festival que busca expandir y desplegar las iniciativas de proyectos, saberes y visiones novedosas alrededor de la planta de coca.
¡°Hay muchas iniciativas dentro del Cauca que est¨¢n jalonando este cambio narrativo: no solo Agroarte con sus sedas, tambi¨¦n los campesinos de Lerma y Coca Nasa, el emprendimiento ind¨ªgena m¨¢s grande que hace t¨¦ de coca, cerveza, cremas, ung¨¹entos y mambe desde el conocimiento ancestral del pueblo Nasa¡±, a?ade.
Seg¨²n Posada, como sociedad no sabemos mucho sobre la hoja de coca. La legislaci¨®n ha sido tan complicada que ha frenado toda investigaci¨®n. ¡°En Colombia, la ¨²nica entidad que ha logrado sacar un permiso para estudiarla, es el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje). Hay una investigaci¨®n de la Universidad de Harvard del a?o 1975 sobre los valores nutricionales de la hoja de coca, alta en calcio, en hierro, con contenido de prote¨ªna cruda, pero eso no se ha actualizado y no vale de nada si no sabemos c¨®mo se debe usar. La coca es un psicoactivo, igual que el caf¨¦, pero su estigmatizaci¨®n, que est¨¦ ultravigilada y en lista de estupefacientes como la hero¨ªna, hace que no sepamos las verdaderas potencias de esta planta¡±, explica la consultora de sistemas alimentarios quien desde la gastronom¨ªa ha alentado fuertemente esta urgente necesidad de que la coca se vea y se piense desde lugares diferentes.
Mientras Colombia, Bolivia y Per¨² libran batallas a nivel internacional para poder sacar a la hoja de coca de esa lista negra que la ha condenado, iniciativas como Agroarte buscan desde el territorio que la gente pueda relacionarse de forma cotidiana con esta planta, que pueda comprar un chal, un pa?uelo, un vestido hecho de seda con la historia campesina del Cauca, con las luchas internas que tienen que hacer para que los cultivos il¨ªcitos no los devoren, a la vez que siguen encontrando alternativas viables para sus familias.
Angy Ballesteros lo describe mejor: ¡°Cada una de nuestras piezas est¨¢n inspiradas en el territorio caucano, tenemos el chal musgo, que cuando lo tocas te da la textura del musgo que es tan rico en esta zona. El chal Bel¨¦n, que rescata todo el proceso religioso de el Cauca, el chal brisa que con su suavidad evoca la brisa fresca de la ma?ana. Cualquiera de nuestras piezas artesanales da la posibilidad de lucir los colores y los procesos de un territorio que reclama a gritos unas nuevas narrativas sobre la coca y sobre las personas que habitan los territorios en donde se produce¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.