Kevin Casas-Zamora, experto en democracia: ¡°La presencia del crimen organizado es el mayor riesgo para la democracia en Am¨¦rica Latina¡±
El secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) advierte de la necesidad de fortalecer los estados de bienestar y de derecho para aumentar el apoyo a las democracias
Kevin Casas-Zamora (San Jos¨¦ de Costa Rica, 56 a?os) es el secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, una organizaci¨®n intergubernamental que apoya la democracia en todo el mundo. Liderar una instituci¨®n creada hace tres d¨¦cadas por 14 estados, con sede en Estocolmo, le da al abogado y polit¨®logo, que fue vicepresidente de su pa¨ªs entre 2006 y 2007, una perspectiva particular sobre el estado de la democracia en Am¨¦rica Latina. En una visita a Bogot¨¢ conversa con EL PA?S sobre la crisis postelectoral en Venezuela, el deterioro del apoyo a la democracia en la regi¨®n y la situaci¨®n colombiana.
Pregunta. ?Cu¨¢l es el estado de la democracia en la regi¨®n?
Respuesta. Al igual que el resto del mundo, la democracia en Am¨¦rica Latina est¨¢ enfrentando tiempos complicados. Hay una regresi¨®n en algunos aspectos de la construcci¨®n democr¨¢tica que estaban avanzando. La consolidaci¨®n del Estado de derecho est¨¢ haciendo agua por la presencia del crimen organizado y la proliferaci¨®n de la violencia que produce. Ese es quiz¨¢ el riesgo m¨¢s importante que enfrenta la democracia. No es solo que esa presencia distorsiona el funcionamiento del sistema pol¨ªtico, en la medida en que trata de cooptar las instituciones, sino que la violencia se convierte en un caldo de cultivo de actitudes autoritarias, que plantean la prescindencia de los derechos humanos con tal de resolver las ansiedades reales de la poblaci¨®n en torno a la seguridad personal. Eso es muy peligroso para la democracia, como muestra el ejemplo de El Salvador. La interacci¨®n entre seguridad ciudadana y democracia es prioritaria.
P. ?Ve m¨¢s retrocesos?
R. S¨ª, en los dos mayores avances de la construcci¨®n democr¨¢tica en Am¨¦rica Latina en una generaci¨®n. En primer lugar, la capacidad de los pa¨ªses de celebrar elecciones libres, justas, transparentes y seguras. Al igual que en otras partes del mundo, las elecciones hoy est¨¢n sometidas a un c¨®ctel t¨®xico de amenazas. Unas son digitales, como las campa?as de desinformaci¨®n, los ataques de ciberseguridad o la dificultad que tienen las autoridades electorales para controlar el gasto en campa?as digitales. Otras son pol¨ªticas, por los niveles alt¨ªsimos de polarizaci¨®n que estamos viviendo y que producen elecciones con grandes niveles de fricci¨®n; los ataques a la autonom¨ªa de autoridades electorales robustas, como hemos visto en M¨¦xico, Brasil, Per¨² o Guatemala; y la proliferaci¨®n del negacionismo electoral, el m¨¦todo Trump de lanzar sospechas infundadas contra procesos y resultados electorales cre¨ªbles. Y todo eso sin hablar de lo que acabamos de ver en Venezuela, que es el caso m¨¢s grave.
P. Ese es un avance que se deteriora...
R. El otro son las relaciones c¨ªvico-militares. Una de las cosas que Am¨¦rica Latina hab¨ªa hecho bien era devolver a los militares a los cuarteles. Recientemente vemos que en muchos pa¨ªses est¨¢n siendo instrumentalizados para tareas de seguridad interna o los est¨¢n poniendo a construir infraestructura como en M¨¦xico. A la luz de la historia pol¨ªtica de la regi¨®n, esos alcances son contraindicados. Entonces, tristemente, no s¨®lo no estamos resolviendo las grandes asignaturas pendientes, sino que adem¨¢s estamos involucionando en otros frentes.
P. Con esos retrocesos ?qu¨¦ tanto apoyo mantiene la democracia en la regi¨®n?
R. En los ¨²ltimos a?os ha habido una erosi¨®n importante seg¨²n en todas las encuestas. La encuesta m¨¢s reciente Latinobar¨®metro, de 2023, muestra una ca¨ªda de 15 puntos en la ¨²ltima d¨¦cada y media, de 63% en 2010 a 48% en 2023. De manera interesante, no aumenta la gente que est¨¢ a favor de un r¨¦gimen autoritario, sino que crece la proporci¨®n de quienes ven con indiferencia la suerte de la democracia, los que dicen que les da igual tener un r¨¦gimen democr¨¢tico o uno autoritario con tal de que resuelvan los problemas. Ese es el riesgo m¨¢s grande: que terminemos aceptando que est¨¢ bien un r¨¦gimen que mantiene cierta parafernalia democr¨¢tica pero va vaciando el contenido de la democracia. Es lo que ya ha ido ocurriendo en muchas partes del mundo, como en El Salvador.
P. En redes una frase sobre relaciones de pareja se volvi¨® un meme que recuerda esto: ¡°Quiero un hombre que resuelva¡±,
R. Es eso. Es una discusi¨®n muy compleja en todo el mundo, donde han aumentado brutalmente los niveles de incertidumbre social por efecto, por ejemplo, de las tecnolog¨ªas digitales o por los cambios que se ven venir en el mercado laboral por la inteligencia artificial. Es una sensaci¨®n que un amigo llama ¡°tel¨²rica¡±. Cuando los niveles de incertidumbre social se disparan, hay una tendencia natural de los seres humanos de buscar el abrazo protector de una figura paternal. Digo paternal de manera deliberada. Hay muchos precedentes de esto en la historia: el nazismo surgi¨® sobre la base de las inmensas dislocaciones generadas por la Gran Depresi¨®n, Putin lleg¨® al poder tras el caos generado en m¨²ltiples frentes por el Gobierno de Yeltsin en Rusia. Eso est¨¢ ocurriendo hoy en todo el mundo. Los sistemas democr¨¢ticos tienen que preocuparse por reducir los niveles de incertidumbre.
P. ?C¨®mo hacerlo?
R. Con los estados de bienestar y el estado social de derecho. Al ayudar, al proveer una red de protecci¨®n, reducen los niveles de incertidumbre en la medida en que otorgan previsibilidad a la vida social.
P. En suma usted lanza un llamado de alerta por la situaci¨®n actual de la democracia en Am¨¦rica Latina.
R. Absolutamente. Hay razones para estar preocupados.
P. ?Y ve aspectos positivos?
R. Afortunadamente s¨ª. Veo que se ha revertido la erosi¨®n democr¨¢tica en algunos pa¨ªses. Es importante decir que ha ocurrido a trav¨¦s del proceso electoral en Brasil y Guatemala. Ah¨ª hay una lecci¨®n que tiene que ver con Venezuela: una de las razones por las cuales hay que ser tremendamente celoso en proteger la integridad electoral es que las elecciones no solo son un componente fundacional del sistema democr¨¢tico, sino que ofrecen la mejor oportunidad para revertir procesos de debilitamiento. Ocurre en otros lados, en la India, Polonia o Zambia. Al final, la l¨ªnea que demarca cu¨¢ndo un sistema deja de ser democr¨¢tico, es si existe la posibilidad de generar cambio pol¨ªtico a trav¨¦s de la v¨ªa electoral. Eso claramente no ha sido posible en Venezuela.
El contexto de esta reflexi¨®n es que los procesos de quiebre democr¨¢tico han cambiado mucho en todo el mundo, ya no son cuartelazo. Antes era muy f¨¢cil saber cu¨¢ndo se quebraba un sistema democr¨¢tico, ahora hay un proceso gradual, una amplia zona gris en la que no se sabe con precisi¨®n cu¨¢ndo un pa¨ªs cruza el Rubic¨®n. Yo sugiero una regla muy b¨¢sica: se cruza cuando ya no es posible el cambio pol¨ªtico a trav¨¦s de la v¨ªa electoral. En ese sentido, digamos, Bolsonaro puede ser calificado de muchas cosas, pero en Brasil era posible revertir el proceso de deterioro de la democracia a trav¨¦s de la v¨ªa electoral de una forma que no es posible en Venezuela.
P. ?Ve alg¨²n camino para rescatar la democracia venezolana?
R. Quien diga que tiene una soluci¨®n f¨¢cil est¨¢ mintiendo. Hay que partir de una premisa: la capacidad de la comunidad internacional de hacer una diferencia es muy limitada, si estamos afuera es poco lo que podemos hacer. No es cero, pero es poco. Reg¨ªmenes como el de Nicol¨¢s Maduro tienen una estructura de apoyo que les permite sostenerse a¨²n en condiciones de gran vulnerabilidad, entonces no tengo grandes esperanzas de que de que la situaci¨®n cambie pronto. Todas las se?ales me inducen a pensar que la decisi¨®n de Maduro y la gente alrededor de ¨¦l es atornillarse en el poder, de una manera similar a la que ha ocurrido en Nicaragua. Si est¨¢n dispuestos a convertir a Venezuela en Corea del Norte, no es demasiado lo que se puede hacer.
Ahora, la reacci¨®n frente al fraude en Venezuela es tan importante como el evento en si. Si no somos capaces de decir que la ¨²nica v¨ªa leg¨ªtima para acceder al poder es la v¨ªa legal, que el fraude no es aceptable, revela d¨®nde estamos en materia de compromiso con la democracia.
P. La gran mayor¨ªa de gobiernos de la regi¨®n han cuestionado lo ocurrido, con excepciones como Honduras, Nicaragua y Cuba...
R. Decir que el fraude no es aceptable es algo muy b¨¢sico, elemental. En ese punto estamos todos. Algunos pa¨ªses, como Colombia, han asumido una actitud cautelosa. Entiendo perfectamente que la situaci¨®n colombiana es particular, que tiene una relaci¨®n con Venezuela muy compleja, con una cantidad de aspectos que deben ser manejados con enorme delicadeza. Adem¨¢s, celebro que, al igual que Brasil, hayan expresado su inter¨¦s en jugar un papel de mediaci¨®n que podr¨ªa ser importante, y que el presidente Petro, de manera muy consistente, haya mantenido la exigencia de que se exhiban las actas electorales, otra cosa muy b¨¢sica. Mi preocupaci¨®n es que llega el punto en que ten¨¦s que llegar a la conclusi¨®n de que lo que pas¨® fue un fraude descarado. Admito que ese punto puede llegar en momentos diferentes para distintas personas, pero cuando llega tienes que decirlo. Si no, queda en duda el compromiso con la democracia. ?O vamos a tratar a los venezolanos diferente que a los guatemaltecos? Durante la crisis postelectoral en Guatemala, cuando hubo un intento por subvertir la voluntad mayoritaria expresada en las urnas, vimos una reacci¨®n muy poderosa de los presidentes Petro, Lula, L¨®pez Obrador, una respuesta que los honra. Esperar¨ªa que se repita con Venezuela.
P. ?El momento ser¨¢ cuando Edmundo Gonz¨¢lez diga que va a asumir la presidencia?
R. Nadie quiere volver a la experiencia de Juan Guaid¨®, que termin¨® siendo reconocido por m¨¢s de 50 pa¨ªses y no logr¨® ning¨²n cambio. Quedamos, como decimos en mi pa¨ªs, escamados. Ahora, eso no significa que haya que aceptar una gran mentira. En alg¨²n momento hay que decir ¡®no se?ores¡¯. Podemos propiciar las condiciones para una transici¨®n pol¨ªtica ordenada, pero sobre la base de conocer lo que pas¨® y tratar al Gobierno de Nicol¨¢s Maduro como un Gobierno de facto.
P. Para concluir, ?c¨®mo ve la democracia en Colombia?
R. Sin entrar en los detalles de la situaci¨®n de seguridad, este pa¨ªs est¨¢ en una traves¨ªa muy dif¨ªcil, m¨¢s que la de otros, de construcci¨®n de la democracia. Estos procesos nunca son lineales, de dos pasos para adelante y uno para atr¨¢s. En Colombia la democracia tiene ra¨ªces profundas y ha dado varios pasos adelante. Uno, inmenso, fue el acuerdo con las FARC. Y no es algo abstracto. Fui jefe de la misi¨®n de veedur¨ªa electoral de la OEA en la elecci¨®n de 2018, y comprob¨¦ c¨®mo fue la primera en medio siglo sin ni un solo traslado de urnas por motivos de violencia. Otro paso muy importante hacia adelante, independientemente de si uno est¨¢ de acuerdo con el presidente Petro o no, se dio en 2022, cuando la izquierda lleg¨® al poder por la v¨ªa institucional. No hay duda de que ahora todo el mundo est¨¢ en el sistema pol¨ªtico, como debe ser.
En todo caso queda mucho por andar. Las dos asignaturas pendientes m¨¢s importantes est¨¢n en la ra¨ªz del conflicto. Falta asegurar la presencia efectiva del Estado en todo el territorio nacional y el acceso de toda la poblaci¨®n a los derechos econ¨®micos y sociales, sin lo cual cualquier democracia vive peligrosamente. Un frente, compartido con el resto de Am¨¦rica Latina, es el robustecimiento del Estado de derecho. El caso de Colombia me parece fascinante porque tiene una cultura jur¨ªdica y legal extraordinariamente sofisticada y frondosa, y al tiempo es un pa¨ªs con una largu¨ªsima tradici¨®n de econom¨ªas ilegales y de fen¨®menos de violencia al margen del del Estado. Cerrar la brecha entre la legalidad y realidad, que es particularmente amplia en Colombia, es muy importante.
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