Yessika Hoyos, defensora de derechos humanos: ¡°Uno nunca se acostumbra a recibir amenazas de muerte¡±
La presidenta del Colectivo de Abogados Jos¨¦ Alvear Restrepo recibi¨® hace unos d¨ªas un mensaje que le advierte de que deje de trabajar con v¨ªctimas de la masacre de Mondo?edo, acontecida en 1996
Yessika Hoyos ha enfrentado un sinn¨²mero de amenazas de muerte en los ¨²ltimos 23 a?os. La primera fue justo unos d¨ªas despu¨¦s del asesinato de su padre, un l¨ªder sindical de Fusagasug¨¢: los responsables del crimen le avisaron que iba a terminar ¡°como pijama de palo [un f¨¦retro]¡± si se manten¨ªa firme en su idea de ¡°seguir levantando las banderas¡± de Jorge Dar¨ªo Hoyos y de luchar contra la impunidad. La ¨²ltima fue el pasado 22 de enero, con un mensaje de texto que hace referencia a su trabajo durante los ¨²ltimos a?os con familiares de v¨ªctimas de la masacre de Mondo?edo, acontecida en 1996: el texto le advierte de que ¡°no meta sus narices donde no la llaman¡± si no quiere ser asesinada. El miedo y la rabia, asegura, no desaparecen con el tiempo y la experiencia. ¡°Uno nunca se acostumbra a recibir amenazas¡±, comenta.
Siempre ha estado dispuesta a enfrentar peligros. Se crio con dos padres que pertenec¨ªan a la Uni¨®n Patri¨®tica, un partido de izquierdas cuyos militantes fueron exterminados entre los a?os ochenta y noventa. Jorge y Betty la llevaban a marchas por la justicia social y tambi¨¦n a los velorios de los compa?eros asesinados. Su pap¨¢, adem¨¢s, ten¨ªa varios juegos que la entrenaron desde ni?a para que aprendiera a protegerse en caso de un atentado. Le hac¨ªa describir c¨®mo estaban vestidas las personas en la calle ¡ªsi ten¨ªan reloj o gorra, por ejemplo¡ª o aprenderse las placas de los carros. La idea era capturar todo y, minutos despu¨¦s, voltear a ver si las posibles amenazas segu¨ªan ah¨ª.
Ahora tiene 39 a?os. Ya no es una l¨ªder estudiantil de colegios secundarios del Sumapaz, como lo era cuando muri¨® Jorge o cuando particip¨® de los di¨¢logos de paz que el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana (1998-2002) entabl¨® con las FARC en San Vicente del Cagu¨¢n. Se ha convertido en la presidenta del Colectivo de Abogados Jos¨¦ Alvear Restrepo (CAJAR), un grupo de defensores de derechos humanos que denunci¨® las ejecuciones extrajudiciales que llev¨® adelante el Ej¨¦rcito durante la Presidencia de ?lvaro Uribe (2002-2010) y que se gan¨® la animosidad del exmandatario. Es enf¨¢tica en que sus amenazas recientes deben ponerse en contexto con una situaci¨®n que ha mejorado desde entonces, pero que a¨²n es dif¨ªcil para los defensores de derechos humanos. ¡°La doctrina de vernos como enemigos internos se mantiene¡±, subraya.
Cuestiona con especial dureza a la fuerza p¨²blica, que fue part¨ªcipe tanto del homicidio de su pap¨¢ ¡ªen asociaci¨®n con un grupo paramilitar¡ª como de los asesinatos de los seis j¨®venes que murieron en la masacre de Mondo?edo. ¡°Siempre nos han estigmatizado. Nos han se?alado de terroristas, de ser abogados de la guerrilla [por denunciar los abusos del Estado]¡±, afirma mientras cuenta sobre los allanamientos, escuchas ilegales y montajes judiciales que sufrieron varios miembros del colectivo en las peores ¨¦pocas. No obstante, aclara varias veces que no puede afirmar qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de las ¨²ltimas amenazas y que eso debe investigarlo la Fiscal¨ªa.
Masacre de Mondo?edo
La masacre de Mondo?edo es especialmente sensible para la fuerza p¨²blica. La Polic¨ªa secuestr¨®, tortur¨® y asesin¨® a seis estudiantes en septiembre de 1996 por presuntamente ser parte del Frente Antonio Nari?o de las FARC. La crueldad no tuvo l¨ªmites, ni siquiera con los cuerpos: cuatro de ellos aparecieron carbonizados en un basurero a poco m¨¢s de 40 kil¨®metros del centro de Bogot¨¢. ¡°Seguramente los chicos ten¨ªan contacto con la red urbana o hab¨ªan ido a reuniones. Pero no est¨¢ probado y, aunque lo hubiera estado, no deb¨ªa pasar esto. Por m¨¢s criminal que sea una persona, tiene derechos. No existe pena de muerte en Colombia¡±, apunta Yessika.
Seis polic¨ªas condenados en 2017 ahora est¨¢n libres por haberse acogido a la JEP, la justicia transicional acordada entre el Estado y las extintas FARC en los acuerdos de paz de 2016. Prometieron, a cambio de su libertad, que iban a aportar al esclarecimiento de los hechos relacionados con la masacre y a reparar a las v¨ªctimas. Pero hasta ahora no se ha podido probar ninguna hip¨®tesis sobre las razones de la masacre: ni que fue un ajuste de cuentas por un atentado a una estaci¨®n de polic¨ªa en 1995 ni la m¨¢s reciente versi¨®n de la presunta participaci¨®n de dos de las v¨ªctimas en el magnicidio del candidato presidencial ?lvaro G¨®mez Hurtado?ese mismo a?o. Seg¨²n Yessika, los comparecientes reconstruyen la masacre como si fuera ¡°una casualidad¡± y no algo planeado por mandos m¨¢s altos.
¡°Dicen que detienen a los j¨®venes para intentar establecer qui¨¦nes m¨¢s hac¨ªan parte de la red [de las FARC], que se los llevan a un lugar en Bosa [en Bogot¨¢] que no recuerdan d¨®nde es. Pero que all¨¢ nunca los torturan, solo que a uno se le fue la mano y le peg¨® una patada a uno y le revent¨® la boca. Que, cuando se dieron cuenta, pensaron en que no los pod¨ªan soltar. Que ah¨ª decidieron llev¨¢rselos a Mondo?edo, que all¨ª los asesinan y que de pronto alguien ten¨ªa gasolina en el carro¡±, relata la abogada con un tono ir¨®nico.
El CAJAR ha rechazado los testimonios de los condenados. Yessika, que tom¨® la representaci¨®n cuando el caso pas¨® a la JEP en 2018, ha solicitado a los magistrados que los comparecientes sean expulsados de la jurisdicci¨®n especial si no dan m¨¢s datos. ¡°No puede ser que, despu¨¦s de la condena y de a?os de aguantar amenazas y exilios, se acojan a la JEP, queden libres y no cuenten la verdad. Hemos defendido la justicia transicional, pero no puede ser una burla para las v¨ªctimas¡±, afirma en uno de los pocos momentos en los que se la ve enojada durante la entrevista.
Lo que es evidente, sin embargo, es que hablar de la masacre es peligroso. Existe el precedente del subintendente William Chitiva, que fue asesinado junto a sus hijos unos a?os despu¨¦s de reconocer su participaci¨®n en la masacre y de se?alar que s¨ª fue un acto organizado y premeditado. ¡°Este caso siempre ha tenido muchas amenazas porque a¨²n no se sabe la verdad sobre los determinadores del crimen¡±, comenta Yessika. ¡°Mi hip¨®tesis es que detr¨¢s de esta masacre hay personas que llegaron a alt¨ªsimos cargos en la Polic¨ªa y que no quieren que se sepa que estuvieron detr¨¢s de Mondo?edo¡±.
¡°Vemos que sigue ayudando¡±
La ¨²ltima amenaza no es la primera que Yessika recibe por la masacre de Mondo?edo. Ya en 2021 y en 2022 hab¨ªa recibido mensajes similares e incluso hab¨ªa sido v¨ªctima de un ingreso irregular en su vivienda. Por eso el CAJAR la apart¨® hace unos a?os de la representaci¨®n de v¨ªctimas, que qued¨® a cargo de un colega. Pero, aun as¨ª, las intimidaciones se mantienen. Los agresores le han hecho saber que saben que mantiene contacto con Alfonso Mora, un hombre de m¨¢s de 80 a?os que a¨²n lucha por ¡°saber la verdad¡± sobre qu¨¦ pas¨® con su hijo asesinado en 1996. ¡°Vemos qu¨¨ sigue ayudando a ese guerrillero hp en girardot de alfonso [sic]¡±, se lee en el texto del 22 de enero.
La idea ahora es apartarse m¨¢s del caso y firmar menos documentos. Pero hay poco m¨¢s que se pueda hacer. La denuncia en la Fiscal¨ªa seguramente no prosperar¨¢: la mayor¨ªa de las amenazas apenas se investigan en unidades saturadas y quedan en la impunidad. La vida de Yessika sigue su curso normal, que incluye las precauciones que tiene desde la ¨¦poca en la que las amenazas se dirig¨ªan a su padre.
El exilio no es una opci¨®n. Yessika piensa igual que su pap¨¢, que durante a?os se resisti¨® a la idea porque ¡°implicaba dejar el territorio, la familia, los sue?os y los proyectos¡±. Prefiere ser optimista respecto a la paz total del Gobierno de Gustavo Petro y los avances ya existentes gracias a los acuerdos de paz de 2016 y la JEP ¡ªen los casos en los que s¨ª hay revelaciones¡ª. Asegura que no ha pensado hasta d¨®nde est¨¢ dispuesta a llegar. ¡°Espero no tener un l¨ªmite, espero que esto cambie. Quiero seguir pensando que puedo seguir en este pa¨ªs¡±, comenta.
¡ªUn poco como pensaba su pap¨¢.
¡ªS¨ª, no s¨¦... [duda]. Pero, pues, no... no quiero que se repita la misma historia de mi pap¨¢. Yo estoy ac¨¢ en esto por la vida, no por la muerte. Estoy ac¨¢ incluso por su vida, por sus sue?os de que hubiera de verdad justicia social.
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