Ser lideresa ambiental en el pa¨ªs m¨¢s peligroso para los ambientalistas
Las mujeres ind¨ªgenas lideran a sus comunidades en el Putumayo, parte de la Amazonia colombiana, donde la biodiversidad converge con grupos armados, cultivos de coca y compa?¨ªas extractivas
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Waldina Mu?oz habla con met¨¢foras que apelan a la madre naturaleza y a su vestido verde, mientras ventila sus reparos a las obras de mitigaci¨®n que las autoridades levantaron luego de la avalancha que arras¨® Mocoa. Hace ya siete a?os, la llamada ¡®avenida fluvio torrencial¡¯ por el desbordamiento de r¨ªos y quebradas sepult¨® a m¨¢s de 300 personas en la capital del Putumayo, uno de los seis departamentos amaz¨®nicos de Colombia. ¡°Los seres humanos hemos sembrado cemento¡±, se lamenta parada sobre el borde del gigantesco muro inclinado que ahora desv¨ªa la quebrada La Taruca, lo que en Colombia se suele conocer como un jarill¨®n. ¡°?Qu¨¦ deb¨ªamos hacer nosotros como seres humanos? Reforestar¡±, explica al hacerse eco del extendido reclamo de que el cemento seca los r¨ªos, por lo que la gente ped¨ªa un proceso de regeneraci¨®n natural para evitar que se repita la recordada tragedia. Ind¨ªgena Pasto de 47 a?os, es miembro de las Guardianas al Agua, un colectivo de lideresas ambientales, empoderadas, en el pa¨ªs m¨¢s peligroso en el mundo para los defensores de la tierra.
A las causas ambientales les sobran m¨¢rtires en Colombia, que alberga desde esta semana la cumbre mundial sobre biodiversidad bajo el lema ¡°paz con la naturaleza¡±, la COP16 de Cali. De los 196 asesinatos de ambientalistas registrados en 2023 en todo el mundo, 79 ocurrieron en esta esquina de Sudam¨¦rica, de acuerdo con el m¨¢s reciente informe de la oeneg¨¦ Global Witness, una organizaci¨®n internacional que registra los asesinatos contra defensores de tierras y del medioambiente desde 2012. Siete de esos asesinatos ocurrieron en Putumayo, e incluyeron al l¨ªder ind¨ªgena Phanor Guazaquillo, gobernador del cabildo nasa Kwesx Kiwe Chorrolargo de Puerto As¨ªs, baleado en diciembre. Aunque Colombia suele intercambiarse el deshonroso primer lugar de esa lista con M¨¦xico y Brasil, la cifra del a?o pasado rompi¨® el r¨¦cord para un solo pa¨ªs en un a?o. Tambi¨¦n es el que acumula m¨¢s defensores asesinados desde que se llevan registros, con 461 en total.
La propia Waldina Mu?oz se ha sentido amenazada muchas veces, pero nunca lo ha denunciado, relata sin amarguras. La fumigaci¨®n de cultivos il¨ªcitos con glifosato ¨Cque ¡°tambi¨¦n es un da?o ambiental por parte del Gobierno¡±, apunta¨C la desplaz¨® de su territorio con sus cinco guaguas (ni?os) a la zona urbana de Villagarz¨®n, y tiempo despu¨¦s a uno de sus hijos le dispar¨® un grupo armado que no supieron reconocer en un ret¨¦n ilegal. Se debati¨® entre la vida y la muerte. ¡°Atraves¨¦ un espacio de sequ¨ªa superfuerte¡±, dice. Fue entonces cuando inici¨® un proceso de formaci¨®n como Guardiana del Agua ¨Cque incluye talleres sobre las herramientas que ofrece el Acuerdo de Escaz¨², que acab¨® su proceso de ratificaci¨®n en Colombia apenas el mes pasado¨C. Es una iniciativa de la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida de Putumayo, una red de 65 organizaciones de base para promover la defensa de los derechos humanos y el cuidado del ambiente con una perspectiva de g¨¦nero. La alianza tiene un acuerdo de colaboraci¨®n con WWF, que invit¨® a este peri¨®dico a visitar varios de esos proyectos.
Muchas de esas lideresas siembran una semilla desde los conocimientos ancestrales. ¡°Estamos trabajando como hormiguitas, en el alto, medio y bajo Putumayo¡±, un departamento que incluye el pie de monte que conecta Los Andes con la Amazonia, apunta Sandra Chasoy, ind¨ªgena Inga, sobre sus diversos emprendimientos y luchas en favor de la tierra, que van desde ejercicios de pedagog¨ªa hasta reforestaci¨®n o recolecci¨®n de basuras. Adem¨¢s de proteger las fuentes h¨ªdricas de la deforestaci¨®n, las Guardianas del Agua se oponen a las econom¨ªas ilegales y los proyectos minero-energ¨¦ticos. ¡°Hay un sufrimiento grande, hay un dolor profundo, porque no todos los seres humanos escuchamos y entendemos el esp¨ªritu de la tierra, el esp¨ªritu del agua, c¨®mo se est¨¢ agotando¡±, se?ala.
Su trabajo se articula en condiciones muy adversas. Todas recuerdan el caso de Gloria Ocampo, una tejedora asesinada en 2018. El departamento es uno de los m¨¢s golpeados por el narcotr¨¢fico y el conflicto armado de m¨¢s de cincuenta a?os que Colombia busca dejar atr¨¢s. La herencia de la guerra todav¨ªa pesa. En el desordenado archipi¨¦lago de grupos armados que siguen activos despu¨¦s del acuerdo de paz sellado a finales de 2016, Putumayo es escenario de los feroces enfrentamientos entre dos facciones disidentes de la extinta guerrilla de las FARC: el Frente Carolina Ram¨ªrez, parte del autodenominado Estado Mayor Central, y los Comandos de la Frontera, que mantienen una alianza con la Segunda Marquetalia.
Adem¨¢s, los cultivos de coca se mantienen en niveles r¨¦cord. El pa¨ªs ha alcanzado cifras nunca antes vistas en el ¨¢rea dedicada al producto base de la coca¨ªna, con m¨¢s de 250.000 hect¨¢reas en todo su territorio al cierre de 2023, de acuerdo con el m¨¢s reciente informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Il¨ªcitos de Naciones Unidas (Simci), la medici¨®n oficial. Cerca de 50.000 de esas hect¨¢reas corresponden a Putumayo, donde la operaci¨®n de empresas petroleras y mineras tambi¨¦n ha detonado todo tipo de conflictos socioambientales.
Entre los muchos riesgos se cuentan el reclutamiento forzado y la esclavitud, adem¨¢s de la extendida violencia de g¨¦nero de la que siguen siendo v¨ªctimas, explica Anabela Mutis Vallejo, abogada de Tejedoras de Vida. Las lideresas ambientales son estigmatizadas como enemigas del desarrollo para desacreditarlas. ¡°Cuando las mujeres tienen que trabajar en el territorio, ejerciendo liderazgos femeninos, se exponen mucho m¨¢s¡±, enfatiza.
Los grupos criminales, el avance de grandes proyectos extractivos y la ineficacia de organismos estatales han convertido a Am¨¦rica Latina en un escenario hostil para l¨ªderes y comunidades que defienden el ambiente y sus territorios. En esa larga batalla, los grupos ¨¦tnicos son los grandes aliados de la biodiversidad, y como tal reclaman mayor protagonismo en la cita de Cali, en la que ya cuentan con una representaci¨®n in¨¦dita. Las mujeres ind¨ªgenas, afrodescendientes y de comunidades locales del mundo reciben menos del 1% del apoyo financiero internacional para enfrentar el cambio clim¨¢tico, apunta un an¨¢lisis lanzado esta semana. El Gobierno de Gustavo Petro ha promovido ¨¦sta como la cumbre de la gente. Su ministra de Ambiente, Susana Muhamad, que preside la COP16, ha presentado a las instancias de alto nivel la Declaraci¨®n del In¨ªrida, que reconoce el papel fundamental de las mujeres en la gobernanza de la biodiversidad y del agua. Paz con la naturaleza no se puede quedar en un eslogan llamativo, reclama Waldina Mu?oz. ¡°Esperamos que no sea solo un lema, sino que tenga un impacto real¡±.
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