El cuidado sostiene la vida: seguimos exigiendo su reconocimiento como un derecho, en todas sus dimensiones
Hablar del derecho al cuidado es en s¨ª misma una declaraci¨®n disruptiva, pues implica sacudir estructuras patriarcales que a¨²n se mantienen
En el a?o 2022 la Asamblea General de las Naciones Unidas declar¨® el 29 de octubre el D¨ªa internacional de los Cuidados y el Apoyo, reconociendo que la carga del cuidado recae principalmente en las mujeres y las ni?as, lo que genera vulneraciones a nuestros derechos humanos, pues en su gran mayor¨ªa se desarrolla de manera no remunerada, sin reconocimiento y sin una distribuci¨®n equitativa. Hablar del derecho al cuidado es en s¨ª misma una declaraci¨®n disruptiva, pues implica sacudir estructuras patriarcales que a¨²n se mantienen.
En marzo de este a?o se desarroll¨® una audiencia convocada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos para profundizar en el contenido y alcance del cuidado como derecho. Asistimos m¨¢s de 100 organizaciones de las Am¨¦ricas y varios Gobiernos, dejando en el ambiente un sentido de esperanza. Hubo un consenso t¨¢cito frente al contenido del derecho al cuidado, considerando que varios instrumentos internacionales nos dan las bases para interpretarlo. Este derecho se puede definir en varias dimensiones: el derecho al cuidado para todas las personas, el derecho a cuidar en condiciones dignas y el autocuidado. Estas dimensiones responden a las necesidades identificadas tanto de las personas cuidadoras como de quienes requieren cuidados y apoyos. El derecho a recibir cuidados es un derecho universal e inalienable, reconocido por el hecho de ser seres humanos. El derecho a cuidar en condiciones dignas interpela la necesidad de reconocer el trabajo de cuidados, de generar condiciones que garanticen su remuneraci¨®n justa y que propendan por el bienestar de las personas cuidadoras.
Este es un debate en desarrollo y, por lo tanto, es necesario seguir hablando del tema para sacarlo de las penumbras en las que usualmente reposa y que validan estructuras que sostienen desigualdades de g¨¦nero, discriminaci¨®n y violencias. Ya no estamos frente a un tema privado o que solo se desarrolla en el seno de las familias. Ahora estamos visibilizando su importancia y la necesidad de garantizarlo de manera decidida. A pesar de las voces detractoras de sectores anti-derechos, a finales de este a?o esperamos un pronunciamiento de la Corte, para consolidar un precedente de derecho internacional ¨²nico y garantista.
Tanto la literatura como los debates p¨²blicos han avanzado hacia el reconocimiento de las sociedades del cuidado, en las cuales las responsabilidades se redistribuyan entre diversos actores, entre ellos el Estado. A pesar de que el cuidado tiene un lugar importante a nivel normativo, este parece diluirse en el momento de nombrarlo como un derecho humano, pues esto implica que los Estados tienen la responsabilidad de estructurar pol¨ªticas que redunden en la garant¨ªa de este derecho de manera universal, no solamente para algunas poblaciones como los ni?os y ni?as, las personas mayores o las personas con discapacidad. Pensar el cuidado como un derecho significa que todas las personas, en todas las etapas de nuestra vida, debemos tenerlo asegurado y podemos acceder a la justicia en caso de que nos sea negado.
Si bien la discusi¨®n sobre qu¨¦ es el derecho al cuidado parece estar clara, consideramos que a su contenido debe agregarse una dimensi¨®n colectiva o comunitaria, como una manera de reconocer que el sost¨¦n colectivo ha sido hist¨®ricamente una herramienta de apoyo mutuo que va m¨¢s all¨¢ del Estado o de las familias. Particularmente, en Colombia, en un contexto atravesado por el conflicto armado, muchas poblaciones v¨ªctimas de hechos atroces han generado formas de cuidado colectivo basadas en un modelo de interdependencia, gracias al trabajo de organizaciones comunitarias.
Tal es el caso de las mujeres que conforman la organizaci¨®n Afrodes Cali, con quienes hemos desarrollado espacios conjuntos que nos han dejado aprendizajes dignos de visibilizar. Las mujeres afrodescendientes que hace d¨¦cadas fueron desplazadas forzadamente de sus tierras y algunas de ellas sobrevivientes de violencia sexual, forjaron redes de cuidado, apoyo y comadreo, que seg¨²n ellas ha sido una pieza fundamental para forjar un futuro en los nuevos lugares de residencia. Otro caso que ilustra c¨®mo se teje el cuidado colectivo y su importancia, es el trabajo de la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida en el Putumayo, quienes forjaron redes para proteger el agua, demostr¨¢ndonos que el cuidado no solamente sostiene la vida humana sino que tambi¨¦n protege el medio ambiente y el territorio. Como estas experiencias, en Colombia y en la regi¨®n tenemos miles, que merecen ser reconocidas, apoyadas y tenidas en cuenta en la discusi¨®n jur¨ªdica sobre el contenido del derecho al cuidado, en su dimensi¨®n colectiva.
El cuidado en su dimensi¨®n colectiva invita a pensar tambi¨¦n en las formas y receptores de cuidados m¨¢s all¨¢ de los lazos de parentesco y se preguntan por la construcci¨®n de comunidades. Necesitamos entonces comunidades que cuiden y que fortalezcan nuestro sentido de interdependencia. La defensa del cuidado como base de la vida es una premisa fundamental para trabajar por su garant¨ªa como derecho humano. Nos unimos a las voces que en esta fecha reclaman mejores condiciones para cuidar y sistemas de cuidados basados en los enfoques de derechos humanos y de g¨¦nero, que garanticen el cuidado como un derecho y no solo como un servicio o una asistencia espor¨¢dica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.