La rehabilitaci¨®n de Benedetti sacude el petrismo y destraba a la derecha
El arribo a la Casa de Nari?o del exembajador en la FAO, luego de sus l¨ªos personales y sus megaesc¨¢ndalos, aument¨® el desencanto de un sector de la opini¨®n p¨²blica con el Gobierno, pero tambi¨¦n dej¨® en evidencia un malestar al interior de su partido
La pol¨ªtica colombiana es un drama, muchas veces una novela negra, con p¨¢ginas llenas de horror, violencia, cinismo y corrupci¨®n alrededor de la lucha por el poder, y, tambi¨¦n, en ocasiones, una caricatura de la que nadie se r¨ªe, porque solo produce verg¨¹enza.
Lo que ha sucedido en los ¨²ltimos d¨ªas con el arribo a la Casa de Nari?o del exembajador en la FAO, Armando Benedetti, es un nuevo cap¨ªtulo de una tormenta palaciega de desencuentros e intentos de rehabilitaci¨®n de un alto funcionario que ha sido protagonista en los ¨²ltimos a?os de las p¨¢ginas judiciales, ingrediente del leitmotiv de la desconfianza ciudadana al Gobierno del cambio y eje de la narrativa de la derecha sobre la supuesta decadencia del Gobierno Petro y una alianza personal sellada con lealtad total.
Benedetti es un pol¨ªtico del Caribe colombiano, excongresista, que ha militado en varios partidos y fue esencial en la elecci¨®n del presidente Petro, junto con una pl¨¦yade de dirigentes de origen liberal, contrarios a la dirigencia de C¨¦sar Gaviria, entre quienes se destacan Alfonso Prada, Roy Barreras, Luis Fernando Velasco, Guillermo Garc¨ªa Realpe y Juan Fernando Cristo, entre otros. Pero a diferencia de sus coequiperos no militantes de la izquierda, que se han destacado por su trabajo regional, gesti¨®n como congresistas o en el Ejecutivo, a Benedetti lo persigue el esc¨¢ndalo y un halo de irresponsabilidad con su vida privada, que ha trascendido a los medios, aceitando la maquinaria de demolici¨®n medi¨¢tica y pol¨ªtica del Gobierno nacional, y lo ha puesto en la mira de una sociedad cada vez menos dispuesta a tolerar excesos y la violencia intrafamiliar. Y menos en una Administraci¨®n que lleg¨® con las banderas del cambio, la ¨¦tica y la lucha contra la corrupci¨®n.
La foto de la reuni¨®n en Palacio del presidente Petro, la directora del Dapre, Laura Sarabia, y Benedetti, sacudi¨® el tablero petrista, aument¨® el desencanto de un sector de la opini¨®n p¨²blica con el Gobierno, y le dio munici¨®n a la oposici¨®n de derecha en la antesala de la campa?a presidencial del 2026.
Las noticias sobre la rebeli¨®n de un sector del Ejecutivo en las puertas de un consejo de ministros, exigiendo respuestas por ese aterrizaje forzoso de Benedetti en un nuevo rol como asesor pol¨ªtico presidencial, solo han servido para demostrar que la pugna interna en el sanedr¨ªn petrista es cada d¨ªa m¨¢s fuerte, y que los rumores sobre la inminente salida de Laura Sarabia ganan peso.
Es entendible que despu¨¦s de tanto l¨ªo generado por el caso de las chuzadas de la ni?era de Laura Sarabia, las filtraciones de esas conversaciones privadas, el proceso judicial a varios miembros de la polic¨ªa nacional por ese accionar ilegal, la muerte en extra?as circunstancias de un oficial de esa instituci¨®n involucrado en ese asunto, y las portadas de la revista Semana sobre ese caso, as¨ª como los permanentes l¨ªos de Benedetti, la opini¨®n p¨²blica mantenga un hartazgo con todo lo que rodee a este par de personajes, que, ante los ojos de la militancia radical del Pacto Hist¨®rico y la mayor¨ªa del gabinete ministerial, se han convertido en un pasivo para el presidente Petro y su proyecto pol¨ªtico.
Las declaraciones de Gustavo Bol¨ªvar, director de Prosperidad Social, y del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, al respecto, demuestran el malestar interno con la llegada del exembajador Benedetti, pero sobre todo la tensi¨®n entre quienes buscan ganar espacios electorales para suceder a Petro, con la bendici¨®n presidencial. Nadie quiere cargar con Benedetti, as¨ª sean leales servidores del proyecto pol¨ªtico del petrismo.
Las lecciones de este episodio, que nadie sabe c¨®mo terminar¨¢, son variadas. Para empezar, ratifica que el pacto de lealtad entre Petro y Benedetti es irrompible. Y que el presidente es, contrario a lo que muchos creen, amigo de sus amigos y cree en las segundas oportunidades. Al fin y al cabo, contra Benedetti no existe ninguna sentencia judicial o disciplinaria que lo inhabilite a ejercer cargos p¨²blicos. Y no parece haber nada que permita intuir que el presidente le entregue a la oposici¨®n o a los sectores m¨¢s radicales del Pacto Hist¨®rico la cabeza de su ahora asesor pol¨ªtico, ni de la poderosa Laura Sarabia.
Segundo, demuestra que la pugna interna del poder palaciego ser¨¢ cada d¨ªa m¨¢s intensa, que la cohabitaci¨®n ser¨¢ de telenovela, y que Benedetti tendr¨¢ que hacer mucho m¨¢s que abstinencia de poder medi¨¢tico para mantenerse a flote y ganar ox¨ªgeno que nadie le ceder¨¢.
Tercero, que la coalici¨®n de tendencias y matices de izquierda que se construye alrededor de un solo partido, para intentar mantenerse en el poder, deber¨¢ tragarse muchos sapos para lograr la unidad y aterrizar en el 2026 con un solo candidato.
Cuarto, que muchos de quienes militan en ese partido de unidad en formaci¨®n no quieren disciplina para perros, como en las viejas estructuras partidistas, sino autonom¨ªa para plantear cuestionamientos a las decisiones del presidente y jefe natural de la naciente organizaci¨®n. De hecho, muchos de los activistas del petrismo se conciben no como militantes de un partido, sino de un proyecto pol¨ªtico por el poder para transformar a profundidad la sociedad, que va mucho m¨¢s all¨¢ de Petro, lo que implica la autonom¨ªa para exigir replanteamientos cuando sea necesario corregir el camino.
Demuestra, adem¨¢s, que un sector de la militancia petrista no traga entero y exige de su l¨ªder rodearse bien, con militantes y activistas, que a la vez deben ser gente dispuesta a renovar con su accionar e historia de vida la fe de la opini¨®n p¨²blica en las narrativas de izquierda, de eficiencia, transparencia y pulcritud, precisamente en momentos en que la extrema derecha gana espacios y tendr¨¢ en Trump a un presidente que liderar¨¢ una cruzada anticomunista, contra la inmigraci¨®n, el libre mercado, el feminismo, las luchas sociales que forman parte de la agenda socialista mundial. Colombia no estar¨¢ libre del impacto de Trump en la pol¨ªtica global.
Por supuesto, mientras todo esto ocurre en la izquierda, la derecha celebra. Siente que tiene munici¨®n para destrabar su agenda y ganar espacios. Pero el tema ¨¦tico no es el fuerte de la derecha en Colombia, que en 200 a?os en el poder ha cruzado todos los megaesc¨¢ndalos en la mayor impunidad. Las encuestas muestran que el debate electoral de 2026 estar¨¢ marcado por varios temas: lucha contra la corrupci¨®n, el proceso de paz total, la crisis de la salud y el estado de la econom¨ªa, todo enmarcado en el nuevo orden internacional naciente y el p¨¦ndulo movi¨¦ndose hacia la derecha con fuerza.
La deste?ida marcha convocada por la derecha, el pasado 23 de noviembre, revel¨® que el bus de la victoria sigue frenado para esa tendencia en Colombia. La polarizaci¨®n produce hast¨ªo, la ausencia de liderazgo de ese sector pasa factura. El centro sigue buscando el camino. En Colombia la incertidumbre es el sello de la realidad pol¨ªtica.
Todo cuanto hoy ocurre con Benedetti y Laura Sarabia, finalmente, es condimento en la preparaci¨®n del sancocho electoral de 2026, en el que el presidente Petro es el gran chef y es impredecible su receta final para intentar reelegir su proyecto pol¨ªtico.
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