2025, un a?o con pron¨®stico reservado
Colombia define su futuro precisamente cuando sopla con fuerza la tormenta de la extrema derecha que pretende redefinir un nuevo orden internacional
Termina 2024 con un pa¨ªs m¨¢s polarizado, en guerra y plena efervescencia electoral en el que el Gobierno nacional busca superar las talanqueras a su estrategia de reelecci¨®n del proyecto pol¨ªtico del cambio; la derecha explora el escenario en procura de un candidato que seduzca, aglutine y garantice su retorno al poder en sinton¨ªa con el pensamiento de Trump, Milei y Bukele; y el centro pol¨ªtico afina el nombre de una persona que convenza al electorado de que es hora de que le apueste a una salida alternativa a la crisis permanente para vencer el miedo, la polarizaci¨®n, la corrupci¨®n y la inseguridad, despu¨¦s de cuatro a?os de populismo de izquierda.
Colombia define su futuro precisamente cuando sopla con fuerza la tormenta de la extrema derecha trumpista, de multimillonarios revanchistas, xen¨®fobos y proteccionistas, que pretende redefinir un nuevo orden internacional, en el que la desaparecida doctrina del monro¨ªsmo intenta resucitar como mandato imperialista en esta esquina del continente. I took Panama resuena como un sonido de ultratumba que anuncia con desplomar la poca estabilidad regional y alienta a los gobiernos progresistas a levantarse en bloque e izar las viejas banderas del antiimperialismo. El alegato de Trump sobre la devoluci¨®n a Estados Unidos del Canal de Panam¨¢, desconociendo el Tratado Torrijos-Carter, es un golpe a la estabilidad mundial, como lo es el reclamo de China sobre Taiw¨¢n o de Rusia sobre una parte de Ucrania.
El a?o que termina deja una estela de ruinas, muertes, hu¨¦rfanos y criminales de guerra. Un p¨¦simo balance para la paz mundial, con las guerras de Ucrania y Gaza, el genocidio del pueblo palestino y la implosi¨®n de Siria, convertida en teatro de ej¨¦rcitos religiosos apoyados por diversas potencias regionales que se disputan ese territorio.
El orden que dio vida a Naciones Unidas, en 1948, agoniza. Un nuevo orden marcado por el caos toma vida, teniendo como tel¨®n la amenaza de una tercera guerra mundial, que hoy es m¨¢s latente. El uso del poder¨ªo nuclear ruso, el eventual accionar de armas no conocidas contra pa¨ªses neutrales, el aliento del armamentismo, el terror estatal como arma pol¨ªtica, han dejado poco espacio para la confianza en la soluci¨®n pac¨ªfica de las controversias. En Europa se respira miedo a un ataque nuclear. El mundo no duerme con los ojos cerrados, mientras China se consolida como una superpotencia que desaf¨ªa a Occidente con su poder¨ªo tecnol¨®gico y su superpoderosa chequera. El futuro made in China ya no es utiler¨ªa en amplias zonas del planeta.
En Colombia, la guerra tiene otro significado. El miedo nunca se ha ido. La muerte acecha en amplios territorios. El pa¨ªs lleva m¨¢s de 60 a?os padeciendo el cruel accionar de grupos armados ilegales, la depredaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos, el irrespeto a la vida, el asesinato de los l¨ªderes sociales, el aumento sostenido de las cifras de muerte y destrucci¨®n de la sociedad civil y la naturaleza. Un Estado incapaz de controlar el territorio levanta la bandera de la reconciliaci¨®n sin ¨¦xito. La paz parece hoy solo un anhelo, un canto al viento que no redime la violencia.
El narcotr¨¢fico y la miner¨ªa criminal son el combustible de esas guerras que el Gobierno nacional ha querido apagar con una pol¨ªtica p¨²blica de negociaciones con actores armados ilegales, de izquierda y derecha, llamada Paz Total, que despu¨¦s de dos a?os de aplicaci¨®n ha fracasado y no pareciera tener alientos para revivir la esperanza. En 2024 no solo la guerra se hizo m¨¢s sonora, sino que los grupos armados ilegales, ll¨¢mense guerrillas, paramilitares, bandas criminales, se han hecho m¨¢s robustos, ocupando m¨¢s territorio, dominando las econom¨ªas ilegales, imponiendo su ley y demoliendo la democracia local, a la que suplantan con el fusil en el hombro.
En este campo el balance es negativo. Por desgracia, 2024 tampoco fue el a?o de la paz total en Colombia. Habr¨¢ que esperar que pasa en 2025, pero no hay que hacerse ilusiones. La historia ha ense?ado que en pleno a?o electoral los guerreros nunca ceden, porque siempre apuntan a incidir en las elecciones y negociar con los ganadores. Incluso, como en 1998, las guerrillas fueron las ganadoras. Y en 2002, los paramilitares.
Es conocida la t¨¢ctica de guerrilleros de izquierda y paramilitares de derecha. Su apuesta es la prolongaci¨®n del conflicto y beneficiarse de manera inmediata de la nueva administraci¨®n nacional. Es un c¨ªrculo vicioso de ilusionistas de la paz, que se saben todos los trucos para enga?ar a Colombia. Habr¨¢ que esperar qu¨¦ logra el Gobierno de Petro en 2025 en este campo, pero es bien sabido que una administraci¨®n saliente solo obtiene promesas a cambio de cese al fuego.
En predecible que en 2025 la agenda nacional estar¨¢ copada por las elecciones presidenciales y regionales. El Gobierno nacional har¨¢ malabares con las finanzas p¨²blicas para garantizar la inversi¨®n social, tratando de hacer milagros despu¨¦s del fracaso en el Congreso de la ley de financiaci¨®n. Buscar¨¢, adem¨¢s, demostrar que es indestructible su lealtad con los m¨¢s d¨¦biles en la lucha contra la desigualdad. Pero nada garantiza que m¨¢s subsidios se traduzcan en m¨¢s votos, aunque s¨ª en m¨¢s vetos de la derecha a la agenda progresista.
En 2025 la econom¨ªa estar¨¢ en el centro del debate pol¨ªtico, porque la olla estar¨¢ raspada y el Congreso de la Rep¨²blica recibir¨¢ el permanente ataque gubernamental por su negativa a aprobar las iniciativas presidenciales. Es bien probable que la reci¨¦n aprobada reforma al Sistema General de Participaciones tenga un freno de mano, dado que el recorte fiscal se sentir¨¢ con mayor fuerza en las finanzas territoriales. Ser¨¢ una prueba ¨¢cida a la lealtad de las regiones a los congresistas que les dieron la espalda en el Congreso. Petro buscar¨¢ echarle sal a las heridas que dej¨® ese lamentable episodio.
La polarizaci¨®n subir¨¢ de nivel en los meses venideros y es imposible pensar en un acuerdo nacional, un concepto que ten¨ªa validez comenzando el Gobierno de Petro, pero no al final. Quiz¨¢ el m¨¢s importante acuerdo nacional que se necesita ahora es uno que garantice la estabilidad democr¨¢tica, blinde el sistema pol¨ªtico, garantice el cumplimiento del calendario electoral, la realizaci¨®n de unas elecciones pac¨ªficas en todo el territorio, y la entrega del poder el 7 de agosto de 2026 al ganador de las elecciones, como manda la Constituci¨®n y el pa¨ªs espera.
En conclusi¨®n, el 2025 pinta un pron¨®stico reservado, de mucho escepticismo, en el que hay que actuar con bastante prudencia y pensar con cabeza fr¨ªa para no caer en el p¨¢nico econ¨®mico electoral que generar¨¢n sectores de la extrema derecha, como lo han hecho en el pasado tratando de pescar en r¨ªo revuelto, ni en la cacer¨ªa de brujas que promover¨¢n las bodegas de izquierda. El centro pol¨ªtico deber¨¢ mover cada ficha con inteligencia para no perder la partida en medio del odio y la polarizaci¨®n.
El mundo girar¨¢ m¨¢s r¨¢pido en 2025. Sin duda, lo que ocurra con Ucrania, tendr¨¢ mucho impacto global, pero afectar¨¢ a Colombia m¨¢s lo que suceda con Panam¨¢, o con Venezuela. El 10 de enero se sabr¨¢ qu¨¦ tan maduro est¨¢ Petro para recibir la nueva era que inaugurar¨¢ Trump. Por supuesto, Petro se radicalizar¨¢ mucho m¨¢s en el pr¨®ximo a?o e insistir¨¢ en jugar de armador, director t¨¦cnico, estratega y, en lo posible, ser ¨¢rbitro del proceso electoral en ciernes.
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